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UN REGRESO SOBRE “LA ÉTICA…” DE WEBER (Y SOBRE SU VALOR EPISTEMOLÓGICO)

A STUDY ON “PROTESTANT ETHICS AND THE SPIRIT OF CAPITALISM” OF MAX WEBER (AND OF ITS EPISTEMOLOGICAL VALUE)



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Artículos originales internacionales

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Ferrara LL.M, P. (2017). UN REGRESO SOBRE “LA ÉTICA…” DE WEBER (Y SOBRE SU VALOR EPISTEMOLÓGICO). Misión Jurídica, 11(14). https://doi.org/10.25058/1794600X.889

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Pablo Ferrara LL.M

    Pablo Ferrara LL.M

    Legal Technician at the Argentine Honorable Chamber of Deputees (HCDN). Also, he is Of Counsel at Estudio O’Farrell (Buenos Aires, Argentina) and at Woöss and Partners (Ciudad de México, México), Chair of the IBA Public Law Committee, Co-Director at IDEAS para una Nueva Argentina, and member of the Political Comission at the Argentine Institute of Energy “General Mosconi” (http://web.iae.org.ar/). Previously, he was Assistant Professor at the South China Sea Institute, Xiamen University (Xiamen, People”s Republic of China), Post-Doctoral Researcher at the Groningen Centre of Energy Law (Groningen, The Netherlands), and Visiting Fellow at the Max Planck Institute for Comparative Public Law and Public International Law (Heidelberg, Germany). He obtained is LLB at the University of Buenos Aires (Buenos Aires, Argentina) and his doctorate at the University of California at Berkeley (Berkeley, California). He worked as associate in Energy Law (Brons & Salas; Baker & McKenzie) and in ICSID arbitration (M&M Bomchil). His areas of interest are Energy Law, Law of the Sea, International Environmental Law and Dispute Settlement.


    El objetivo del presente trabajo es determinar el tenor científico de la sociología de la religión a través de una reflexión acerca de su método y el de sus fuentes. A tales fines y con el objeto de honrar su nacimiento, se ha elegido a “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo” -su piedra fundacional- como la obra a ser analizada. Para ello, es necesaria una breve introducción acerca del concepto de ciencia -sus implicancias y sus derivaciones-, así como también una somera descripción de la circunstancia histórica en la que la producción de la obra en análisis tuvo lugar. A la postre, será desarrollado el estudio de su episteme, arribando oportunamente a las conclusiones parciales y definitivas


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    [1] Nisbet, R., La formación del pensamiento sociológico, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1969, T. I., p. 34.

    [2] Aron, R., Las etapas del pensamiento sociológico, Siglo Veinte, 1976, T.I, p. 261.

    [3] Ver Aron, R., Op. cit., p. 261.

    [4] Strasser, C., La razón científica en política y sociología, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979, p. 35.

    [5] “La fetichización principia por creencias personales íntimas en cuanto a que los conocimientos ‘científicamente’ alcanzados son por sí, en un cierto sentido, objetivos y por ende concluyentes, aunque no sean completos; y remata a su vez, en creencias sobre la incomparable utilidad que rinde el conocimiento verdaderamente ‘científico’.” (Strasser, C., Op Cit., p. 43). Ver, asimismo, Strasser, C., Op Cit., p. 114 y 115.

    [6] Strasser, C., Op Cit., p. 45.

    [7] “…estos conocimientos ‘algo tienen de objetivos’ y ese algo es, hasta ese punto, objetivo, real, verdadero, un haber conocido definitivamente, una ‘parte’ tal o cual, de la realidad. El creyente acude entonces a su fuero interno, y borrosamente, a proposiciones como ‘de algún modo verdadero’, ‘de algún modo objetivo’, ‘de algún modo concluyente’, y su creencia se corresponde con una suerte de focalización que dispone sólo sobre el último término de cada cual.” (Strasser, C., Op Cit., p. 44 y 45).

    [8] “El producto conforme método científico no es jamás el producto del método científico sino de la conjunción de este con aquella inteligencia o modo de inteligir que se sirve de él. (…) Considerada en absoluto, la vis persuasiva del producto, aún si conforme a método científico, no depende sólo, por supuesto, de las formalidades de su constitución. En rigor, puede depender de factores teóricos y/o lógicos y/o estéticos y/o éticos y/o del método (técnicas inclusive) con que el producido ha sido conformado y puesto a prueba; y ello, a la vez, sucesiva o alternativamente. (…) En cuanto a la mayor vis persuasiva (comparativamente) del producto ‘conforme’ método científico, que se supone dada por la metodología de su conformación, tiene algo de un espejismo, en parte consecuente con lo anterior. Por un lado, ‘el’ método es, en rigor, una colección de elementos metodológicos varios, incluso una combinación lógicamente concebible de otros métodos (así, el inductivo y el deductivo)…” (Strasser, C., Op Cit., p. 65 y ss.).

    [9] “…dicho del modo más general, la razón se encierra normalmente dentro de lo que se acepta en cada período, esto sin perjuicio de que los distintos períodos registren unas cuantas y fundamentales aceptaciones comunes a todos…” (Strasser, C., Op Cit., p. 94).

    [10] Martínez Castilla, Santiago, La burocracia: elemento de dominación en la obra de Max Weber, Revista Misión Jurídica, 2016, Vol .10, No. 12, p. 141 – 154.

    [11] “El eventual consenso será, ya por su parte, el producto de un a persuasión racional (aunque la persuasión racional no sea, a su vez, exclusivamente la obra de una lógica ni de una Razón universal y pura).” Strasser, C., Op Cit., p. 94.

    [12] “Por cierto, no todo es pura Razón en el mundo de la ciencia; ni lo que hay en él de Razón –mucho, aunque no sea todo- es una razón única, de système, y definitiva, sino, ‘sólo’, la racionalidad cognoscitiva alcanzada en un momento dado de la historia. Pero, como sea, esta racionalidad legítima es largamente determinante de lo que puede, y limitativa de lo que no puede, en ese tiempo dado, convenirse y consentirse y consentirse como científico legítimamente.” (Strasser, C., Op Cit., p. 46).

    [13] “…la convicción, aún si es obra de una persuasividad racionalmente fundada, ya en principios depende de una variedad cambiante de factores: no hay caso que pueda ser de otro modo, ni siempre y solamente una función de la objetividad supuestamente demostrada. En cuanto a la racionalidad misma, por último, no ha de creerse que es una base pura e impecable (pero tampoco que, por ello, provea un sustento insatisfactorio…” (Strasser, C., Op Cit., p. 47).

    [14] “Si la ciencia es transmisible como conocimiento, lo es porque es racionalmente persuasiva de que lo suyo, aquello que transmite es conocimiento. (…) Aquí tenemos, parece, la condición primera de la ciencia…” (Strasser, C., Op Cit., p. 53).

    [15] “La observación medida, la formulación de hipótesis testables, y su control y verificación empírica estrictos, en lo posible por vía de experimentación, todas estas etapas del método científico implican necesariamente entidades observables de dimensiones manipulables.” (Strasser, C., Op Cit., p. 86).

    [16] La sociología no es una esencia cuya naturaleza sea eterna, sino una actividad compleja, más fácil de comprender si se analizan las diversas formas en que los maestros reconocidos la han practicado. No se puede decir que algún [sociólogo] o alguna época histórica la hayan definido de modo terminante, así como ningún pintor ni escuela pictórica ha llevado a la práctica todo lo que entendemos por pintura. Si la sociología abarca algo más que lo expresado por cualquier gran sociólogo, se justifica en parte suponer que constituye una empresa cuyas características se revelan con más claridad a lo largo del tiempo.

    [17] “…la idea del método científico sería útil para establecer y corregir las ‘desviaciones’ en que se incurre respecto de un modelo esencialmente isomórfico de una realidad empírica (la de la práctica científica) legítimamente tipo-idealizada; en el segundo, para reglar la propia práctica científica mediante un paradigma normativo.” (Strasser, C., Op Cit., p. 56).

    [18] Strasser, C., Op Cit., p. 57.

    [19] En este punto merece una mención el rol particular que juega el lenguaje en las ciencias sociales. Para un análisis abarcativo del mismo, ver Giddens, A., Central Problems in Social Theory, University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 245 y ss..

    [20] Strasser, C., Op Cit., p. 59 y ss..

    [21] Strasser, C., Op Cit., p. 63 y ss..

    [22] “…orthodox sociology relied upon an oversimple revelatory model of social science, based upon naturalistic presumptions. (…) …under some circumstances, it is pointed out, the findings claimed by scientists are resisted by those who choose to cling on to their stablished beliefs or conceptions. Those findings are rejected or ignored, either because of vested interests that are threatened by them, or because of the inertia of habit of prejudice.” (Giddens, A., Central Problems in Social Theory, University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 248).

    [23] Es interesante, en este punto, detenerse un instante para analizar esa normatividad carácterística del producto de las ciencias socials. En ese aspecto, resulta concluyente la opinión de A. Giddens: “I want to propose that laws certainly do exist in the social sciences, if ‘laws’ be understood in a comprehensive sense to refer to generalisations of a causal character; there only appears to be a dearth of laws in social science if such generalisations are dismissed as unimportant or wanting by comparison with those to be found in certain areas of natural science. (…) But there are two principal reasons to suppose that social scientific laws, even in those areas where quantification is most feasible, will be differentiated from those characteristic of the various fields of the physical sciences. (…) The first concerns the underdetermination of theories by facts. The second reason (…) concerns a deep-rooted difference in logical form between laws in the social sciences as compared to those found in natural science. Laws in the social sciences are historical in character and in principle mutable in form. ” (Giddens, A., Central Problems in Social Theory, University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 242 y 243).

    [24] Strasser, C., Op Cit., p. 68.

    [25] Strasser, C., Op Cit., p. 71.

    [26] Ver Strasser, C., Op Cit., p. 87 y ss..

    [27] Si bien los sociólogos no han no se han interesado en igual medida por todos estos problemas, se ha establecido, en cuanto a la identidad de los problemas, un consenso que justifica la creencia de que estas preocupaciones han sido permanentes. Y la circunstancia de que los sociólogos hayan disentido, a menudo violentamente, respecto de las soluciones, no desmiente que haya un objeto común de estudio. Lo que importa es la continuidad de las preocupaciones, no la unanimidad de las respuestas. El acuerdo en cuanto al objeto de estudio presupone, a su vez, que aquellos a quienes les interesa ampliar el saber dentro de un campo determinado coinciden en cuanto a lo que es pertinente para dicho objeto y lo que debe excluirse. El sociólogo debe tener en claro qué es sociológico y qué no lo es.

    [28] De este modo, los conceptos y categorías que constituyen nuestra comprensión sociológica nos ayudan a deducir conexiones entre los fenómenos sociológicos; introducen algún orden en lo que podría parecer, de o contrario, un caos irremediable de actividades; median entre nosotros y el mundo social que procuramos hacer inteligible; crean una zona de conocimiento determinado y con ellos nos ayudan a separar los fenómenos pertinentes de los que no lo son.

    [29] Corredor, E. El paradigma discursivo del derecho La legitimidad pos-weberiana y “el encierro protector del filósofo-rey” en Habermas. Revista Misión Jurídica, 2011, Vol. 4, No. 4, p.p. 121 – 134.

    [30] La sociología puede ser diferenciada de otros métodos de extraer verdades, tales como la visión mística, el rito secreto, las verdades de conciencia o el sentimiento íntimo, porque pretende referirse a verdades públicamente alcanzadas y públicamente demostrables.

    [31] Ver Strasser, C., Op Cit., p. 143 y ss..

    [32] “Enunciados y discursos científicos se apoyan o encuadran y articulan en conjuntos más vastos que los suyos declarados. Consciente e inconscientemente, toman en préstamo conceptos y teorías ‘ajenos’; requieren también el concurso de hipótesis y leyes en cuyos conocimientos antecedentes pueden descansar, o cuya verdad o eficacia pueden dar por establecida, al efecto de continuar desde ese punto con la investigación de una realidad o un problema dados. Reciben de todos estos implícitos una significación que, por su parte, acarrear, retransmiten.” (Strasser, C., Op Cit., p. 155).

    [33] Las ideas y categorías que empleamos en el análisis sociológico no son del mismo orden que los ‘hechos’ institucionales, ni están ‘contenidos’ en los hechos, por así decir, sino que representan un elemento agregado, algo creado por el sociólogo.

    …no son ‘cosas’ reales, aunque estén destinadas a señalar algún aspecto importante relativo a las cosas sociológicas. Tienen como función volver significativos los hechos sociológicos, ya sea con fines de análisis, crítica o justificación, o una combinación de estos fines.

    [34] “…it becomes clear that every generalisation or form of study that is concerned with an existing society constitutes a potential intervention within that society: and it leads through to the tasks and aims of sociology as critical theory.” (Giddens, A., Central Problems in Social Theory, University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 244 y 245).

    [35] Strasser, C., Op Cit., p. 146 y ss..

    [36] Strasser, C., Op Cit., p. 155 y ss..

    [37] Para ello, ver Giddens, A., Central Problems in Social Theory, University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 245 y ss..

    [38] Para una información más detallada, ver Prades, J. A., La sociologie de la religión chez Maw Weber. Essai d’analyse et de critique de la méthode., Éditions Nauwelaerts, 1969, p. 39 y ss..

    [39] Prades, J. A., op. cit., p. 87.

    [40] “A través de sus escritos socio-religiosos, Weber cita constantemente sus fuentes y contexto bibliográfico. Los nombres y la frecuencia relativa de los autores citados pueden ser descubiertos, por ejemplo, en el index de nombres de la edición francesa. Sin embargo, hay que ser muy prudente frente a esa indicación. El nombre de K. Marx, autor consultado probablemente en primer lugar en el ‘Ensayo’, no aparece una sola vez. Weber emplea solamente las expresiones ‘materialismo histórico’, ‘marxismo’ (una vez), ‘superestructura’, etc., que se pueden encontrar nuevamente en ‘La Ética’, pp. 308 – 321. Pero la alusión al Marxismo, fundamental en el ‘Ensayo’, permanece casi siempre implícita.” (Prades, J. A., op. cit., p. 87, nota 2).

    [41] Los principales críticos eran F. Rachfahl, W. Sombart, L. Brentano, y E. Tröltsch. Para una explicación detallada de cada imputación, ver Prades, J. A., op. cit., p. 89 y ss..

    [42] Weber también expuso ciertas teorías de carácter psicológico: “Weber se refiere particularmente, sin muchos detalles sin embargo, a la teoría del resentimiento de Nietzsche (Religionssoziologie, I, p. 240, y también, Wissenschaftslehre, p. 420), donde hace alusión a la psicología.” (Prades, J. A., op. cit., p. 93, nota 20).

    [43] “…Weber hizo muchas alusiones al materialismo histórico en su obra socio religiosa (ver las tablas de materias de las ediciones francesas e inglesas del Ensayo sobre la ética protestante, o bien la introducción a la moral económica de las religiones universales, en Religionssoziologie, I, pp. 240 – 241).” (Prades, J. A., op. cit., p. 92, nota 19).

    [44] Ver, particularmente, Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 65 y ss..

    [45] Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 14.

    [46] “Su rechazo de la afiliación socialdemócrata en la esfera política, aunque se basaba en su interpretación de las pautas de desarrollo de la sociedad alemana, recibía un soporte intelectual de la aceptación de ciertos elementos del neokantismo de la escuela de Heidelberg. La postura metodológica de Weber, tal y como fue elaborada durante el curso 1904-1905, se apoyaba fuertemente en Rickert, y en la dicotomía entre hecho y valor, básica en la filosofía de este último. Weber se sirvió de ello para formular una crítica metodológica tanto del idealismo como del marxismo, como esquemas generales aplicados a la historia; a nivel de la acción política, aquí se encuentran las raíces de su rechazo de la socialdemocracia, que representaba una fusión ilegítima de reivindicaciones éticas y políticas. Como dijo en una ocasión en relación al socialismo, ‘nunca me haré miembro de esta Iglesia’.” (Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidos, Buenos Aires, 1997, p. 40).

    [47] Anthony Giddens, un siglo después, se referiría respecto al tema de la siguiente manera: “The main implication of the ideas I have to set out in this paper is that, in the current phase of social theory, we are involved in rotating two axes simultaneously: that of our understanding of the character of human social activity, and that of the of the logical form of natural science. These are not entirely separate endeavours, but feed from a pool of common problems. For just as it has become apparent that hermeneutic questions are integral to a philosophical understanding of natural science, so the limitations of conceptions of the social sciences that exclude causal analysis have become equally evident. We cannot treat the natural and social sciences as two independently constituted forms of intellectual endeavour, whose characteristics can be separately determined, and which then subsequently can be brought together and compared. Philosophers and practitioners of sociology must remain attentive to the progress of the natural sciences; but any philosophy of natural sciences in turn presupposes a definite stance towards problems of social theory.” (Giddens, A., Central Problems in Social Theory, University of California Press, Hong Kong, 1979, p. 259).

    [48] En ese sentido, se caracterizaba en su esencia por tres elementos: la elaboración de conceptos lo más rigurosos y unívocos posible; el análisis de realidades históricas y empíricas mediante su aparato intelectual con el objeto de aclarar la singularidad o la analogía de ciertos eventos; y por último, la construcción de un cuadro racional del segmento de realidad estudiado con el objeto de dilucidar su significado y de hacer sus correctas imputaciones causales. Para un mayor detalle, ver Freund, J., op. cit., p. 135.

    [49] “Su sociología es histórica. Por lo tanto no afirma que la relación entre las masas y el carisma es una necesaria, sino tan solo adecuada, de acuerdo a las reglas de experiencia. Puesto que en la medida que Weber reconocía que un evento no tenía una sola causa, también estaba obligado a abandonar la noción de una causa inicial o fundamental. En definitiva, dado que su sociología se basaba en el concepto de acción individual significativa y en aquel de modos típicos de comportamiento, eso puede ayudar a comprender –a la luz de la historia y de la experiencia general- el sentido en el cual anticipar ciertas probables consecuencias en determinadas circunstancias.” (Freund, J., The sociology of Max Weber, Panteón Books, New York, 1968, p. 140 y ss..

    [50] Ver Weber, M., El problema de la irracionalidad en las ciencias sociales, Tecnos, Madrid, 1985.

    [51] Weber, M. Gesammelte Aufsätze Wissenschaftslehre, Tübingen, 1965, p. 64 (trad. cast.: José Luis Echeverri, Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1973), en Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 48.

    [52] Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 48.

    [53] Weber, M., Economy and Society, vol. I., P. 243, en Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 49.

    [54] Weber, M., The Methodology of the Social Sciences, Glencoe, III., 1949, p. 110 – 111 (trad. Cast.: M Faber-Kaiser, Sobre la teoría de las ciencias sociales, Barcelona, Península, 1971), en Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 49 y 50.

    [55] Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 50.

    [56] “La historia de las ciencias de la vida social es y sigue siendo, por lo tanto, una alternancia continua entre el intento de ordenar conceptualmente los hechos a través de la formación de conceptos, la resolución de los cuadros conceptuales así obtenidos mediante la ampliación y el desplazamiento del horizonte de la ciencia, y la formación de nuevos conceptos sobre las bases así transformadas. (…) …en las ciencias de la cultura humana la formación de los conceptos depende del planteamiento de los problemas, y que este varía junto con el contenido de la cultura. La relación entre los conceptos y lo conceptuado lleva consigo, en las ciencias culturales, la transitoriedad de tales síntesis.” (Weber, M., Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1973, p. 94 y 95).

    [57] Para una descripción detallada, ver Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 50 y ss..

    [58] Prades, J. A., op. cit., p. 19.

    [59] Weber plantea el sentido sociológico de la obra desde su comienzo, al delinear su meta como el “…conocer la peculiaridad específica del racionalismo occidental, y dentro de él, del racionalismo occidental moderno, y de explicarlo en su génesis.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 21). En ese contexto, el problema central del ensayo se enuncia como “…el surgimiento del capitalismo empresarial burgués con su organización racional del trabajo libre; o, en otros términos, el del origen de la burguesía occidental.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 19).

    [60] “El hijo de la moderna civilización occidental que trata de problemas histórico-universales, lo hace de modo inevitable y lógico desde el siguiente planteamiento: ¿Qué encadenamiento de circunstancias ha conducido a que aparecieran en occidente, y sólo en occidente, fenómenos culturales que (al menos tal y como tendemos a representárnoslos) se insertan en una dirección evolutiva de alcance y validez universales?” (Weber, M Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 11).

    [61] Prades, J. A., op. cit., p. 83.

    [62] Prades, J. A., op. cit., p. 85.

    [63] “En el ‘Ensayo’ socio religioso weberiano, el problema ha sido comprender dos tipos de comportamientos sociales, uno de carácter socio-religioso y el otro de carácter socio-económico, con el objeto de explicarlos genéticamente. Esos tipos de comportamiento social han sido descriptos de manera vaga y general en el primer capítulo del ‘Ensayo’, donde ha sido propuesto el objeto principal del estudio.” (Prades, J. A., op. cit., p. 162).

    [64] “No vamos a seguir amontonando ejemplos, puesto que vamos a considerar una por una las más importantes de las grandes religiones. Ni en este aspecto ni en ningún otro pueden éstas ordenarse simplemente en una cadena de tipos, cada uno de los cuales signifique frente a otro un nuevo estadio. Son, cada una de ellas, individuos históricos de elevadísima complejidad, y agotan, si se las toma todas juntas, tan sólo una fracción de las combinaciones posibles que la imaginación puede formar a partir de los numerosísimos factores individuales que hay que tener en cuenta.

    Las consideraciones que siguen, por tanto, no constituyen en modo alguno una ‘tipología’ sistemática de las religiones. Pero tampoco son desde luego, un trabajo puramente histórico. Sino que la exposición que sigue es ‘tipológica’ en el sentido de que entre las realidades históricas de las éticas religiosas trata sólo de lo que es importante de modo típico para su relación con los grandes contrastes entre las mentalidades económicas, y deja de lado todo lo demás.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 11).

    [65] Prades, J. A., op. cit., p. 103.

    [66] Ver p. 13, ut supra.

    [67]“Así, aceptaba que ‘…la Iglesia pertenece a las fuerzas conservadoras en los países europeos: primero, la Iglesia Católica Romana… pero también la Iglesia Luterana’. En el Calvinismo, sin embargo, Weber veía un impulso religioso no conservador, sino revolucionario. Mientras que, como se demuestra en La ética protestante, el luteranismo supuso un avance importante sobre el catolicismo al promover la penetración de la ética religiosa en la aprobación del trabajo racional en tanto que vocación, la Reforma no supuso, en sí misma, una ruptura radical con el tradicionalismo. En términos generales, el luteranismo, igual como el catolicismo, había actuado en ‘apoyo del campesino, con su forma de vida conservadora, contra el dominio de la cultura urbana racionalista’. Ambas Iglesias consideraban que los vínculos personales que unían al señor con el siervo se podían controlar más fácilmente desde el punto de vista ético que las relaciones comerciales del mercado.’Los profundos contrastes, históricamente condicionados, que siempre han separado el catolicismo y el luteranismo del calvinismo, refuerzan esta actitud anticapitalista de las iglesias europeas’.” (Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 40 y ss.).

    [68] Prades, J. A., op. cit., p. 123.

    [69] Prades, J. A., op. cit., p. 125 y ss..

    [70] Prades, J. A., op. cit., p. 137 y 138.

    [71] “Si se admite que no es del todo necesario en este caso el tener como punto de partida una exposición positiva completa del fenómeno, ¿No sería sin embargo útil? ¿El estudio de las causas no se apoyaría sobre una base más firme?

    De acuerdo a lo que se ha dicho, creemos que esto depende del objetivo del autor. No hay duda de que el objetivo no es precisamente el relevamiento estadístico de la repartición de los protestantes y de los católicos en la economía moderna, sino más bien la comprensión de fenómenos culturales, humanos, complejos, como lo son, por ejemplo, la determinación de elementos esenciales de la cultura occidental, el problema de la influencia de las ideas sobre el comportamiento económico y tal vez, implícitamente, una cierta comparación entre la eficacia o la adaptación de las religiones católicas y protestante a las exigencias de la civilización moderna.

    Si los objetivos de Weber eran la comprensión de fenómenos culturales o la motivación del comportamiento humano, no le era tan útil consagrar sus esfuerzos a la determinación positiva exacta o aproximativa de la relativa repartición del elemento protestante en la economía moderna. Tanto más que sus esfuerzos habrían debido ser desmesurados para poder llegar a conclusiones valederas para la escala mundial en el tiempo y el espacio.

    Evidentemente, procediendo de esa manera, Weber corría el riesgo de buscar la explicación de un fenómeno que en realidad habría podido no existir o por lo menos no existir en una modalidad pareciendo requerir una explicación. Ese riesgo era cierto, pero también lo era que habiéndose dado los objetivos fundamentales de Weber, el desarrollo de una encuesta positiva minuciosa le expuso al riesgo opuesto: aquél de consagrar sus esfuerzos a un trabajo impidiendo seguir su objetivo principal.” (Prades, J. A., op. cit., p. 156 y 157).

    [72] El texto de los documentos comprende esencialmente un conjunto de seis principios, seguido cada uno de una breve conclusión con carácter ejemplar y anecdótico. Ellos son: el tiempo es dinero, el crédito es dinero, el dinero genera dinero, el buen pagador tiene crédito, la apariencia de conciencia y de honestidad aumenta el crédito, el crédito es para la inversión productiva. Ver, Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 38 y ss..

    [73] Ver Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 57 y ss..

    [74] Muchos de esos –v.g. proceder gradual, provisorio, etc.-, fueron determinados por Weber en su Introducción metodológica. Ver, asimismo, la diferenciación conceptual y funcional de tipo ideal y tipo descriptivo realizada en Giddens, A.,Capitalism and modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 142 y ss..

    [75] “El tipo ideal de un individuo histórico continúa siendo una reconstrucción parcial: el sociólogo elige en el conjunto histórico cierto número de rasgos para constituir un todo inteligible. La reconstrucción es una entre otras posibles, y no toda la realidad se incorpora a la imagen mental del sociólogo.” (Aron, R., Op. cit. p. 251.

    Asimismo, es preciso tener presente que “…un texto o una situación pueden ser considerados como un estimulante para la conceptualización. Un estimulante podrá sugerir, como máximo, buenas ideas. Pero un estimulante no podrá sustituir jamás un paciente trabajo de elaboración conceptual. El estimulante dará, tal vez, un buen punto de partida. Hará falta sin embargo un trabajo posterior de verificación, de comparación, de crítica.“ (Prades, J. A., op. cit., p. 197).

    [76] “Los conceptos que son usados en ciencias sociales no pueden ser derivados directamente de la realidad sin presuposiciones de valor, desde que los mismos problemas que definen los objetivos de interés dependen de ellas. Por consiguiente, la interpretación y explicación de una configuración histórica demanda la construcción de conceptos que son específicamente delineados con ese propósito y que, en el caso de los objetivos de análisis, no reflejan propiedades universales ‘esenciales’. Al estipular las características formales de los tipos ideales, Weber no considera que está estableciendo una nueva forma de método conceptual, aunque esté haciendo explicito lo que ya está hecho en la práctica.” (Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 141).

    [77] “Se dice de un concepto que es preciso, por oposición a vago, cuando su extensión y su comprensión son netamente determinados. Las ciencias sociales han hecho grandes progresos en el dominio de la precisión conceptual desde los trabajos de Max Weber. Tanto las técnicas de conceptualización operacional (working definitions), cuanto los refinamientos aportados a la precisión de las operaciones de medida (reliability of measurements) han contribuido grandemente.

    En este sentido, nos parece evidente que el concepto de ‘espíritu del capitalismo’ elaborado por Weber en su ‘Ensayo’ no logra la calidad de precisión que venimos de definir. Eso no plantea, en sí, un problema ulterior. Sin embargo, la interpretación de ese hecho conlleva una cuestión de importancia a nuestro parecer, pues se trata de discernir cuál es la importancia de la precisión conceptual en las ciencias sociales, o por lo menos, cuales son las condiciones donde esa precisión es útil o necesaria.” (Prades, J. A., op. cit., p. 198 y 199).

    Y es que “…un tipo ideal no es ni una ‘descripción’ de un aspecto de la realidad, ni –de acuerdo con Weber- una hipótesis, aún si puede ayudar en una descripción y en una explicación. (…) Un tipo ideal es un tipo puro en un sentido lógico y no en un sentido ejemplar: ‘En su pureza conceptual, esta construcción mental no puede ser encontrada empíricamente en ningún lugar de la realidad.’.” (Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 142).

    [78] “Pues aunque el hombre moderno, en general, ni aún con la mejor de sus voluntades, no suele estar en condiciones de representarse en su magnitud real la importancia que los contenidos de conciencia religiosos han tenido para el modo de vivir, la cultura y el carácter de los pueblos, ello no nos autoriza a sustituir una interpretación causal, unilateralmente materialista de la cultura y de la historia, por otra espiritualista igualmente unilateral. Ambas son igualmente posibles. Pero con ambas se haría el mismo flaco servicio a la verdad histórica si se pretendiera con ellas, no iniciar la investigación, sino darla por conclusa.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 201 y 202).

    [79] “…cuando el investigador busca imputar causas, la profundidad con la que un componente dado es designado como causal dependerá de asunciones (que en caso de duda deben ser justificadas) de relaciones validas entre clases de eventos. Cuán lejos el investigador puede llevar una imputación causal válida ‘con su imaginación agudizada por la experiencia personal y entrenada en métodos analíticos’, y cuán lejos debe buscar la ayuda de las generalizaciones ya establecidas, depende de cada caso. Sin embargo, siempre es cierto que cuanto más preciso y cierto sea nuestro conocimiento de principios generales relevantes, más ciertas serán las imputaciones que se podrán hacer.” (Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 140).

    [80] “…el principal objetivo de las ciencias sociales, de acuerdo a Weber, es ‘la comprensión de la característica de unicidad de la realidad en la que nos movemos’. Es decir, el fin último de las ciencias sociales es comprender por qué ciertos fenómenos históricos suceden como suceden. Sin embargo, esto supone abstracción de la infinita complejidad de la realidad empírica. Weber acepta el neo-Kantianismo de Rickert y Windelband en que no puede concebirse ninguna descripción científica completa de la realidad. La realidad consiste en una profusión infinitamente divisible. Aún enfocando en un elemento particular de la realidad, se nota que es tan sólo parte de una infinitud. Cualquier forma de análisis científico, cualquier cuerpo de conocimiento científico, ya sea en las ciencias sociales o en las naturales, implica selección de la infinitud de la realidad.” (Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An análisis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 138).

    [81] “…pasamos a considerar más de cerca la categoría de ‘posibilidad objetiva’, cuya función hemos caracterizado hasta aquí de manera muy general, y por cierto de manera especial, la cuestión relativa a la modalidad de la ‘validez’ de los ‘juicios de posibilidad’. ¿Es válida la objeción de que la introducción de ‘posibilidades’ en la ‘consideración causal’ implica en general la renuncia al conocimiento causal, y que , de hecho –a pesar de todo lo que ya hemos dicho acerca del basamento ‘objetivo’ de los juicios de posibilidad-, puesto que e establecimiento del curso ‘posible’ debe ser confiado siempre a la ‘imaginación’, el reconocimiento de la significación de esta categoría implica precisamente la confesión de que en la ‘escritura de la historia’ las puertas están siempre abiertas al capricho subjetivo y que ella, por lo tanto, no es una ciencia?” (Weber, M., Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1973, p. 166).

    [82] Ver p. 4, ut supra.

    [83] Hicieron una remision posterior Talcott Parsons (Parsons, T., The Structure of Social Action. A Study in Social Theory with Special Reference to a Group of Recent European Writers, Free Press, Illinois, 1949) y G. Le Bras (Le Bras, G., Etudes de sociologie religieuse., Paris, P.U.F., 1956).

    [84] Ver, particularmente, Wach, J., Einführung in die Religionssoziologie, Mohr, Tübingen, 1931; y Wach, J., Sociology of Religion, Chicago University Press, Chicago, 1944.

    [85] Ver el capítulo de su Introducción a la Sociología de la Religión (Wach, J., Einführung in die Religionssoziologie, Mohr, Tübingen, 1931, p. 65 y ss.) titulado Max Weber como sociólogo de la religión (Max Weber als Religionssoziologue).

    [86] Ver Wach, J., Sociología de la Religión, Fondo de Cultura Económica, México, 1946, p. 20 y ss..

    [87] Ver Wach, J., Einführung in die Religionssoziologie, Mohr, Tübingen, 1931, p. 88 y ss.; y 92 y ss., citado en Prades, J. A., op. cit., p. 24.

    [88] Prades, J. A., op. cit., p. 26 y 27.

    [89] Ver p. 17, ut supra.

    [90] Ver Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 11 y ss..

    [91] “Por esquemática que sea la exposición que sigue, dejará sin embargo en evidencia cuán complicada suele ser la estructura de una ética económica concreta y cuán multifacéticos sus condicionamientos. (…) Una ética económica no es una mera ‘función’ de las formas de organización económicas, del mismo modo que, a la inversa, tampoco éstas están determinadas unívocamente por aquélla. Ninguna ética económica ha tenido jamás determinantes exclusivamente religiosos. Todas poseen, por supuesto, una legalidad propia, determinada en altísimo grado por datos históricos y de geografía económica, autónoma frente a cualesquiera posiciones del hombre ante el mundo condicionadas por motivos religiosos u otros motivos (en este sentido) ‘interiores’. Pero no por ello es menos cierto que la determinación religiosa del modo de vida se cuenta como uno –nótese bien, sólo uno- de los determinantes de la ética económica. Por supuesto, aquella se encuentra profundamente influida, a su vez, por factores económicos y políticos en el interior de límites geográficos, políticos, sociales y nacionales dados.” (Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 234).

    [92] Schulchter p. 140

    [93] Schulchter p. 141

    [94] Schulchter p. 141

    [95] Ver Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 146.

    [96] Ver, en general, Conceptos Fundamentales de Sociología, en Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 145 y ss..

    [97] Ver el rol de la difusión de ideales en la labor educativa, en Giddens, A., Capitalism and modern social theory. An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber., Cambridge University Press, London, 1971, p. 143 y ss..

    [98] Para un análisis más profundo y detallado del proceso configurativo del objeto de estudio, ver Strasser, C., Op Cit., p. 88 y ss..

    [99] Giddens, A., Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento social clásico y contemporáneo., Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 63.

    [100] “La tesis de este libro notable puede resumirse en este párrafo: ‘Uno de los elementos fundamentales del capitalismo moderno (y no sólo de él sino de toda la cultura moderna), la conducta racional basada sobre la idea de la vocación, nació –y esto es lo que nuestro análisis ha procurado demostrar- del espíritu del ascetismo cristiano’.” (The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, trad. de Talcott Parsons, Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1958, p. 180, en Nisbet, R., La formación del pensamiento sociológico, Amorrortu, Buenos Aires, 1969, p. 110).

    [101] Weber, M., Ensayos sobre sociología de la religión, Taurus, Madrid, 1998, p. 201 y 202.

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