Boaventura DE SOUSA SANTOS
SUBJETIVIDAD, CIUDADANIA Y EMANCIPACION sobre el capítulo noveno del libro De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la postmodernidad. Siglo del Hombre Editores. Ediciones Uniandes, Bogotá 1998. Pp. 456.
JOSÉ NAPOLEÓN VILLARREAL SÁNCHEZ1
Gerencia de Juventud, Departamento Administrativo de Bienestar Social DABS, Alcaldía Mayor de Bogotá (Colombia) psicoaxiologia@yahoo.es
Ideas claves
1. La constelación ideológica cultural hegemónica apunta a la reafirmación de la subjetividad en detrimento de la ciudadanía y a la reafirmación desigual de ambas en detrimento de la emancipación.
2. El proyecto de la modernidad está caracterizado por un equilibrio entre regulación y emancipación, convertidos en los dos pilares sobre los cuales se sostiene la transformación radical de la sociedad premoderna. El pilar de la regulación está constituido por tres principios: estado, mercado y comunidad. El pilar de la emancipación está constituido por la articulación entre tres dimensiones (más bien una dimensión racional cognitiva con tres racionalidades) de la racionalización y secularización de la vida colectiva: la racionalidad moral práctica del derecho moderno, la racionalidad cognitivo experimental de la ciencia y la técnica modernas y la racionalidad estético expresiva de las artes y la literatura modernas (veo complicado hablar de «racionalidad» estética porque es otra dimensión que no depende de la razón sino de la sensibilidad y la imaginación creadora, lo mismo que hablar de «racionalidad» moral porque es otra dimensión que tiene poco que ver con la razón y mucho con los sentimientos, pero en fin son las pretensiones del sujeto cartesiano racionalista unidimensional con pretensiones de universalidad, que sobrevive en nuestros días gracias al poder desarrollado desde la racionalidad instrumental).
3. El equilibrio nunca fue alcanzado, el pilar de la regulación se fortaleció a costa del pilar de la emancipación, donde la racionalidad cognitivo instrumental se desarrolló en detrimento de las demás racionalidades (y otras dimensiones de lo humano como la emoción y la imaginación) y acabó por colonizarlas.
La teoría política liberal (tpl) es la expresión más sofisticada de este desequilibrio, pues representa en el plano político el surgimiento de la constelación de la subjetividad y se enfrenta desde el principio con la necesidad de compatibilizar dos subjetividades aparentemente antagónicas: la subjetividad colectiva del estado centralizado y la atomizada de los ciudadanos autónomos y libres. La tpl se viene fortaleciendo (aún en el periodo del capitalismo desorganizado actual) a partir del resurgimiento del liberalismo económico y por eso conviene descubrir algunos de sus presupuestos o características:
3.1 El principio de subjetividad es mucho más amplio que el principio de ciudadanía, teorizando una sociedad donde muchos, la mayoría de los individuos libres y autónomos que defienden sus intereses en la sociedad civil no son ciudadanos, por la simple razón de que no pueden participar políticamente en la actividad del estado.
3.2 El principio de ciudadanía incluye exclusivamente a la ciudadanía civil y política y su ejercicio reside exclusivamente en el voto y plantea la cuestión de la representación.
3.3 La marginalización total del principio de la comunidad tal como lo define Rousseau donde el contrato social es una obligación política horizontal ciudadano-ciudadano en cuya base es posible fundar una asociación política participativa y no como en el contrato social liberal que es una obligación política vertical ciudadano-estado.
3.4 Concibe la sociedad civil en forma monolítica, como un asociativismo voluntario, donde todas las asociaciones representan de igual modo el ejercicio de la libertad, la autonomía de los individuos y sus intereses. Esta indiferenciación hace que la empresa se convierta en la «asociación especial», que solo se puede concebir cínicamente como voluntaria y donde la formación de la voluntad se basa en la exclusión de la participación de la abrumadora mayoría de los que en ella participan, es decir, la empresa como «unidad básica» de la organización económica de la producción capitalista, por fuera de lo político que fue reducido al voto. Al convertir la sociedad civil en dominio privado, olvida el campo doméstico de las relaciones familiares también relegado a la intimidad personal no susceptible de ser politizado. La igualdad de la ciudadanía choca con la diferencia de la subjetividad.
El primer período del capitalismo liberal es aquel en que se manifiesta en forma brutal la liquidación del potencial emancipatorio de la modernidad, tanto por la hegemonización de la racionalidad técnico científica, como por la hipertrofia del principio de mercado en detrimento del principio de estado y con el olvido total del principio de comunidad rousseauniana. Pero también es cierto que en este periodo se forjan las más brillantes construcciones emancipatorias.
El marxismo pretendió construir la emancipación a costa de la subjetividad y la ciudadanía y con esto lo que hizo fue favorecer el despotismo, auque la crítica marxista a la democracia liberal es básicamente correcta, la alternativa que propone no lo es.
El segundo periodo del capitalismo liberal en los países centrales, capitalismo organizado, se caracteriza por el paso de la ciudadanía cívica y política hacia la social como conquista de los derechos sociales: salud, educación, trabajo, seguridad y vivienda. Los derechos cívicos corresponden al primer momento del desarrollo de la ciudadanía, los derechos políticos son más tardíos y de más difícil universalización y los sociales solo se desarrollan después de la segunda guerra mundial. El mayor equilibrio entre estado y mercado se logra por la presión del principio de comunidad que se basa en la obligación política horizontal entre individuos o grupos sociales y en la solidaridad. Se discute si la ciudadanía social es una conquista del movimiento obrero o una concesión del estado capitalista. La crisis de la ciudadanía social está relacionada con la crisis del estado providencia, del capitalismo organizado y la revolución de la subjetividad contra la ciudadanía, de la subjetividad personal y solidaria contra la ciudadanía atomizante y estatizante que no dejó espacio para la autonomía y la creatividad. El movimiento estudiantil de los 60 fue el gran articulador de la crisis político cultural del fordismo y con él nace la nueva cultura política, sin la cual es imposible los nuevos movimientos sociales de los años 70, 80 y 90.
4. La hipertrofia de la ciudadanía estatizante y consumista y la decadencia de la subjetividad fue denunciada por primera vez por Marcuse (1964) y la emancipación por conquistar será la del individuo y la subjetividad, la solución que propone es la emancipación por el Eros, que resultó poco convincente porque seria una regresión naturalista a lo presocial, pero su crítica al capitalismo avanzado desde los años 40 y 50 ganó actualidad: la razón tecnológica que preside el desarrollo del capitalismo conduce inevitablemente al sacrificio de la subjetividad individual porque no puede satisfacer sus necesidades psíquicas y somáticas, ni desarrollar sus capacidades emocionales. Foucault analizó el proceso histórico del desarrollo de la ciudadanía en detrimento de la subjetividad y concluir que la ciudadanía sin subjetividad conduce a la normalización, es decir a la forma de dominación cuya eficacia reside en la identificación de los sujetos con los poderes saberes que se ejercen en ellos más que sobre ellos. Para Foucault no hay tensión entre ciudadanía y subjetividad porque la ciudadanía en la medida en que consistió en la institucionalización de las disciplinas, creo la subjetividad a su imagen y semejanza, como fase inicial del proceso de normalización y no existe por fuera de él, sujeto y el ciudadano son productos manufacturados por los poderes saberes disciplinares frente a los cuales el poder jurídico político que reside en el Estado y en las instituciones pierden importancia.
5. Para Boaventura de Sousa Santos el proceso histórico de la ciudadanía y de la subjetividad son autónomos aunque íntimamente relacionados. Desde la emancipación es posible pensar en nuevas formas de ciudadanía colectiva y no individual, mas fundamentadas en formas y criterios de participación que en derechos y deberes, en las que sea posible una relación más equilibrada con la subjetividad, sin olvidar la posición central del estado en la configuración de las relaciones sociales de producción capitalista.
6. Las respuestas del capitalismo a los desafíos de los sesenta fueron la difusión social de la producción, su descentralización a través de la transnacionalización, la fragmentación geográfica y social del proceso de trabajo, con la transferencia hacia la periferia del sistema mundial de las fases productivas, con una cierta desindustrialización de los países centrales y la industrialización o reindustrialización de los países periféricos que no solo amplia el mercado de trabajo sino que lo segmenta, dando origen a la heterogenización de la relación salaria y a la competencia entre mercados de trabajo locales, regionales, nacionales, internacionales, despolitizando y naturalizando los nuevos imperativos de la producción que impiden diferenciar los procesos de producción y reproducción social, donde los primeros garantizaban los segundos (alimentación, vestuario, vivienda, educación, salud, seguridad, transportes, recreación, etc.) con el apoyo del estado providencia, objetivo que se logró por algún tiempo en los países centrales y contra el que se reveló el movimiento estudiantil. El movimiento feminista resaltó la dimensión del trabajo doméstico, la dimensión productiva de la reproducción social hasta ahora escondida. Esta difusión social de la producción contribuyó a desenmascarar nuevas formas de opresión y el aislamiento político del movimiento obrero facilitó el surgimiento de nuevos sujetos sociales y nuevas prácticas de movilización.
7. El predominio del principio de mercado en el pilar de la regulación, es ahora diferente porque apela al principio de comunidad y a las ideas que él incluye, como participación, solidaridad, autogobierno, para obtener su complicidad ideológica en la legitimación de la transferencia de los servicios de la seguridad social estatal hacia el sector privado sin ánimo de lucro. La revalorización de la subjetividad social en detrimento de la ciudadanía, aprovechando y distorsionando hábilmente algunas de las reivindicaciones de los movimientos contestatarios de los últimos treinta años, como la aspiración de autonomía y creatividad los transmuta en privatismo, desocialización y narcisismo que acoplados a la vertiente productivista, sirven para integrar a los individuos en la compulsión consumista, expresión de un nuevo idealismo fundado en objetos o imágenes digitales que se personalizan llevándolos de la esfera del tener a la del ser como característica de la personalidad: subjetivismo objetístico.
8. Este predominio del pilar de la regulación convive con movimientos emancipatorios poderosos como los ecológicos, feministas, pacifistas, antirracistas, consumidores, autoayuda, estudiantiles, populares en América Latina, como nuevos protagonistas en un renovado espectro de innovación y transformación sociales, como críticos de la regulación social capitalista y de la emancipación social socialista, develando nuevas formas de opresión más allá de las relaciones de producción, como son la guerra, la polución, el machismo, el racismo, el productivismo, el consumismo, abogando por un nuevo paradigma social menos basado en la riqueza y el bienestar material y más orientado al cambio cultural y la calidad de vida, donde la emancipación tiene como objetivo transformar lo cotidiano aquí y ahora y no a 10 o más años como lo propone la racionalidad de la planeación estratégica, la emancipación comienza hoy o no comienza nunca.
9. Los nuevos movimientos sociales (nms) posibilitan nuevas relaciones entre subjetividad y ciudadanía, en el marco de la sociedad civil mas que en el marco del estado con el que se guarda una distancia calculada, simétrica a la distancia con los sindicatos y partidos tradicionales. Los nms luchan no por una emancipación política sino personal, social y cultural, con grupos sociales como protagonistas a veces mayores a veces menores que las clases sociales, con intereses comunes potencialmente universales. Las formas de opresión y de exclusión contra las cuales luchan no pueden ser abolidas con la mera concesión de derechos abstractos y universales como es típico de la ciudadanía, por eso algunos nms representan la afirmación de subjetividad frente a la ciudadanía. Exigen transformaciones concretas, inmediatas y locales como el cierre de una central nuclear, la prohibición de la publicidad violenta en televisión. A pesar de estar muy colonizado por los principios de estado y de mercado, el principio de la comunidad rousseauniana, es el que tiene más potencialidades para fundar las nuevas energías emancipatorias. La obligación política horizontal entre ciudadanos, la participación y la solidaridad concretas en la formulación de la voluntad general, son las únicas susceptibles de fundar una cultura política, una nueva calidad de vida personal y colectiva basadas en la autonomía y en el autogobierno, en la descentralización, la democracia participativa, el cooperativismo y en la producción socialmente útil. La politización de lo social, lo cultural, lo personal, abre un inmenso campo para el ejercicio de la ciudadanía. Los nms son una referencia central en los noventa para imaginar los caminos de la subjetividad, de la ciudadanía y de la emancipación.
10. Tenemos que imaginar otras posibilidades más allá de lo que existe, imaginar otras teorías posibles donde quepa la diferencia del futuro. La tarea de la teoría crítica postmoderna consiste en apuntar de nuevo a los caminos de la síntesis entre subjetividad, ciudadanía y emancipación, tomando como método, la citación de todo lo que existió de positivo en la experiencia histórica de nuestra contemporaneidad, identificando lo que de nuevo caracteriza el tiempo presente y hace de él verdaderamente nuestro tiempo. El reto es una nueva teoría de la democracia que permita reconstruir el concepto de ciudadanía, una nueva teoría de la subjetividad que permita reconstruir el concepto de sujeto y una nueva teoría de la emancipación como efecto teórico de las dos primeras teorías en la transformación de la práctica social llevada a cabo por el campo social de la emancipación. Boaventura de Sousa Santos termina haciendo algunos aportes a la construcción de las nuevas teorías: en la teoría democrática sugiere una repolitización global de la práctica social y el campo político crear nuevas oportunidades para ejercer nuevas formas de democracia y ciudadanía. Distingue cuatro espacios políticos estructurales: el espacio de la ciudadanía, el doméstico, el de la producción y el mundial. En la nueva teoría de la emancipación combatir los excesos de regulación de la modernidad a través de una nueva ecuación entre subjetividad, ciudadanía y emancipación, crear un nuevo sentido común político, revalorizar el principio de la comunidad con las ideas de igualdad, autonomía y solidaridad.
Preguntas, aportes y aplicaciones
¿Por qué entre el pilar de la regulación (invisible en el título del capítulo) con sus tres principios (mercado, estado y comunidad) y el pilar de la emancipación con sus tres dimensiones (moral, cognitiva y estética) no se logra el equilibrio esperado en el proyecto de la modernidad?
El lugar de enunciación del autor es la teoría crítica postmoderna (tcpm) y desde allí reflexiona sobre la teoría política liberal (tpl) como la expresión del desequilibrio, donde aparecen la subjetividad colectiva del estado centralizado y la subjetividad atomizada de los ciudadanos autónomos y libres en una aparente relación antagónica, en el contexto de un liberalismo económico que impone el principio de mercado al de Estado y al de comunidad, desde una dimensión cognitivo instrumental que somete la dimensión moral y estética. La estrategia del liberalismo económico y la tpl que lo sustenta, es despolitizar los espacios y los sujetos de producción y de reproducción social. La tcpm tiene el reto de construir la síntesis entre subjetividad, ciudadanía y emancipación, a través de una nueva teoría democrática en donde se reconstruya el concepto de ciudadanía, de una nueva teoría de la subjetividad en donde se reconstruya el concepto de sujeto y de una nueva teoría de la emancipación en donde se transformen las prácticas sociales, con las lecciones históricamente aprendidas por los nuevos movimientos sociales.
¿Cómo desarrollar la ecuación entre subjetividad, ciudadanía y emancipación para crear un nuevo sentido común político y revalorizar el principio de comunidad?
Tenemos que deshegemonizar la racionalidad analítica instrumental que justifica un mundo económico girando alrededor del tener y de un saber hacer orientado exclusivamente a tener más o estar materialmente mejor pero que no crea sentido vital en la medida que desconoce la multidimensionalidad del sujeto; trascender el sujeto cartesiano unidimensional cognitivo que reduce los seres humanos a consumidores; asumir el sujeto multidimensional individual y colectivo capaz de desarrollar una subjetividad ética, estética, política y ecológica creadora de sentidos existenciales, de nuevas realidades y de sentido común político en todos los espacios de la vida cotidiana superando las rupturas entre lo público y lo privado. Volver a priorizar el principio de comunidad y en ella gestar sujetos y subjetividades cuyo poder se fundamente en el amor, la imaginación creadora, la solidaridad, la participación y la cooperación, capaces de crear saberes, sentires, acciones, condiciones y relaciones para el desarrollo integral de los seres humanos en relaciones armónicas con el entorno.
1 Línea de socialización política y construcción de subjetividades, quinta cohorte del doctorado en Ciencias sociales, niñez y juventud.