Los estudios culturales en programas de postgrado en América Latina: Propuestas pedagógicas y metodológicas1
Cultural studies in postgraduate programs in Latin America: A pegagogical and methodological proposal
Os estudos culturais em programas de pós-graduação na América Latina: propostas pedagógicas e metodológicas
Mónica SzurmMuk2 Robert McKE Iirwin4
Iinstituto Mora3, México mszurmuk@mora.edu.mx
University of California, Davis, USA armirwin@ucdavis.edu
Recibido: 10 de febrero de 2009 Aceptado: 18 de marzo de 2009
Resumen
En este artículo ofrecemos una genealogía de la presencia de los estudios culturales en programas de posgrado en America Latina y un análisis de las diferentes formas que toma el entrenamiento de posgrado de estudiantes en estudios culturales a lo largo de toda la región. pesar de la supuesta marginalidad de los estudios culturales, hay programas de especialización y posgrado en casi todos los países de la región. Evaluamos la relación de estos programas con programas disciplinarios (en sociología, comunicación, letras, historia, educación, etc.), la vinculación entre diferentes programas en la región y con programas en los Estados Unidos y Europa. Iindagamos también en el tipo de formación que tienen los profesor@s que trabajan en estos programas, las bibliografías utilizadas y el perfil de los egresad@s. Concluimos con una serie de propuestas y con un apéndice donde damos una lista de los programas analizados y l@s especialistas entrevistad@s.
Palabras clave: estudios culturales, posgrados, intelectuales, cultura
Abstract:
in this paper, we deliver a genealogy of cultural studies presence in postgraduate programs in Latin America, along with an analysis of the different forms students postgraduate training assume throughout the region. Notwithstanding the supposed marginality of cultural studies, nearly every country in the region offer specialized and postgraduate studies. Wwe assessed the relation betwEn those cuRicula and disciplinary programs (in sociology, communication, humanities, history, education, etc.), the link betwEn various cuRicula throughout the region and programs in the U.S. and Europe.We inquired on faculty background, bibliography used and graduates profile. We concluded with a set of proposals and an appendix listing programs studied and experts interviewed.
Key words: cultural studies, postgraduate programs, scholars, culture
Resumo
Neste artigo oferecemos uma genealogia da presença dos estudos culturais em programas de pós-graduação na América Latina e uma análise das diferentes formas que toma o treinamento de pós-graduação em estudos culturais ao longo de toda a região. Embora a suposta marginalidade dos estudos culturais, existem programas de especialização e pós-graduação em quase todos os países da região. Avaliamos a relação desses programas com outros cursos (de sociologia, comunicação, letras, história, educação, etc.), e a vinculação entre diferentes programas da região com outros nos Estados Unidos e na Europa. Iindagamos também o tipo de formação dos professores que trabalham nesses programas, as bibliografias usadas e o perfil dos formad@s. Concluímos com uma série de propostas e com um anexo, no qual damos uma lista dos programas analisados e dos especialistas entrevistad@s.
Palavras chave: estudos culturais, pós-graduação, intelectuais, cultura.
Hacia fines de la década de 1990, la iRupción de los estudios culturales como modo de produCión académica interdisciplinaria sobre Latina, produjo un debate encendido entre académicos que trabajan desde la región y los latinoamericanistas que desaRolan su tarea de investigación y docencia en los Unidos. Números monográficos en revistas especializadas, congresos y varios libros dan cuenta de ese momento y de las discusiones que se orginaron alrededor del tema del latinoamericanismo y del rol de los como árbrito y productor de conocimiento sobre la región.5 Los congresos del Latin American Studies Association de la década del 90 vieron cómo estos temas cobraban ímpetu y se realizaban una variedad de plenarios sobre estudios culturales desviando algo del interés que en los ochentas se había concentrado en temas de redemocratización y derechos humanos. El debate quedó plasmado en una serie de dicotomías identitarias y espaciales – sur/norte, América Latina/Estados Unidos, centro/periferia, inglés/español, latinoamericanos de América Latina/latinoamericanos de Estados Unidos. Un elemento fundamental que se puso sobre el tapete fue el espacio de los estudios culturales dentro de los esquemas institucionales y disciplinarios. Hacia el cambio de siglo quedó claro que el espacio de los estudios culturales en la academia norteamericana era el de los departamentos de literatura latinoamericana, mientras que en america Latina las áreas más resistentes a los estudios culturales eran los programas de letras que sostuvieron el valor de lo estético y de las tradiciones literarias nacionales como bandera. Los estudios culturales se abrieron un espacio dentro de departamentos de sociología, antropología y comunicación.
El término estudios culturales se usa para referirse a un abanico de metodologías interdisciplinarias de investigación y docencia. no es una disciplina sino un emprendimiento interdisciplinario que tiene una genealogía propia en Latina que surge del ensayo del siglo XIIX, se informa de los desaRollos teóricos y metodológicos de la Escuela de Frankfurt y los estudios culturales británicos y se cristaliza en las diásporas latinoamericanas, principalmente en pero también en México, Venezuela y Colombia durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. Los estudios culturales tienen un fuerte aRaigo en prácticas intelectuales en America Latina dentro y fuera de la Universidad. El dominio de la cultura en America Latina siempre estuvo íntimamente ligado al de la política ya sea desde proyectos políticos hegemónicos o de resistencia. Los lazos entre cultura y poder se pueden trazar desde el principio de la colonización como lo muestra Angel Rama en su influyente estudio La ciudad letrada. Clave en el desaRollo de una propuesta intelectual en la región es la figura del intelectual-soldado-político que durante el siglo XIX y hasta bien entrado el XX participa en las gueRas de independencia, escribe novelas fundacionales y ocupa cargos políticos. No es sino hasta principios del siglo XX que se constituye la idea de la cultura como un campo independiente de de la política pero siempre con conexiones fuertes con ella. La influencia del pensamiento gramsciano marcó la definición de lo cultural como provincia de lo político. Los estudios culturales son herederos de esta tradición.
Los precursores directos de los estudios culturales en America Latina afirman que sus investigaciones se ubicaban en una trayectoria latinoamericana que luego fue llamada «estudios culturales». Como señala Jesús Martín Barbero «nosotros habíamos hecho estudios culturales mucho antes de que esta etiqueta apareciera»6. En una encuesta realizada por el Journal of Latin American Cultural Studies Néstor García Canclini afirmó: «me involucré en los estudios culturales antes de saber cómo se llamaban» (86) y Beatriz Sarlo, por su parte dijo que cuando escribió los textos que son leídos como de estudios culturales, «estaba haciendo historia de las ideas». (85)
La principal crítica al proyecto de los estudios culturales latinoamericanos es su relación con los cultural studies realizados en la academia norteamericana. Nosotros usamos el término estudios culturales a sabiendas de la incomodidad que produce porque asumimos la compleja historia de los estudios culturales. A pesar de que existía la posibilidad de usar otras denominaciones, elegimos ubicar nuestro trabajo dentro de los «estudios culturales» no como modo de privilegiar el mundo de la academia norteamericana sino porque este término emerge como ningún otro del debate en la una zona de contacto entre intelectuales latinoamericanos en todo el continente americano (incluyendo Estados Unidos y Canadá) y permite una conversación sur-sur con los estudios culturales en otras áreas periféricas como Asia y África. Muchos de los críticos del término, prefieren otros que están tan imbricados en historias coloniales y tradiciones culturales europeas como éste, por ejemplo «sociología de la cultura» (con su marca netamente británica) o «crítica cultural» (que emerge de la escuela de Frankfurt).
La emergencia de programas de estudios culturales en América Latina es una consecuencia directa o indirecta de varias causales históricas como la globalización, la proliferación de nuevas tecnologías y el exilio de intelectuales durante el período de teRorismo de estado en los 80 y la consecuente constitución de comunidades de intelectuales exiliados en México y los Estados Unidos y en menor medida en Colombia y en Venezuela.
La proliferación de nuevas tecnologías que acompaña la globalización obligó a repensar la cultura desde perspectivas completamente nuevas que radicalmente modificaron el modo de concebir la cultura desde los límites de la nación. Ttambién hubo un cambio en la concepción misma de la cultura y su función social. Como señala Santiago Castro-Gómez «en tiempos de globalización la cultura es bien de consumo». (737) Según Catherine Wwalsh.
Mientras que mucha de la produCión del pensamiento cultural latinoamericano sí ha partido de las complejidades sociales y políticas de la región, la actual inserción de America Latina en la sociedad global y las nuevas configuraciones de relaciones entre economía y cultura, que son parte de ella, presentan retos distintos. (12)
Walsh reconoce la larga trayectoria latinoamericana de estudios disciplinarios sobre la cultura pero insiste en la necesidad de «abrir las disciplinas – en efecto indisciplinarlas – y, a la vez, poner atención a las maneras en que el conocimiento está entretejido con las articulaciones del poder, ya no del estado-nación o del imperialismo en sí, sino del nuevo imperio del sistema mundo». (13).
Los estudios culturales son la primera coRiente dentro de los estudios humanísticos en la región en la que los Estados Unidos figuran prominentemente como interlocutor y referente desplazando a Europa.7 La entrada de los debates de los estudios culturales en América Latina se da a través de intelectuales latinoamericanos que desaRollan su actividad en la academia norteamericana y por consiguiente los estudios culturales como campo pedagógico son un producto híbrido porque implica la rEscritura de los cultural studies ingleses por intelectuales latinoamericanos desteRados. La importante presencia en las décadas de los setenta y ochenta de críticos de la cultura latinoamericanos en los y México creó una masa crítica similar a la de la diáspora de la GueRa Civil española de la década de la década de 1940 y 1950. Estos intelectuales se encontraron inmersos en debates que tenían elementos similares a polémicas que ya habían tenido en sus países sobre la relación entre cultura y sociedad y que han dominado la ensayística y la historia intelectual latinoamericana desde sus inicios. Esta relación, central en los debates de los estudios culturales en Unidos, ha sido una preocupación contaste en Latina desde el inicio de la vida independiente. Mientras que se puede pensar en las décadas del 60 y el 70 del siglo XX como momentos de actividad revolucionaria muy fuerte y compromiso con la intervención política como praxis, los 80 fueron momentos de reflexión y de ajustes de cuentas. Algunos proyectos dentro del área de los estudios culturales como los estudios del subalterno respondieron a la necesidad de rever las utopías de los discursos revolucionarios. Como señala Iileana Rodríguez, una de las fundadoras del grupo de estudios del subalterno en America Latina:
Aunque el nombre «estudios culturales» fue acuñado en Norteamérica, el trabajo mismo tuvo como punto de partida de su reflexión no solo los «estudios culturales» inaugurados en InglateRa, sino también las propuestas de «estudios subalternos» de los académicos indios y caribeños residentes en Londres, y, muy principalmente, los estudios sobre la cultura latinoamericana realizados en la época «post insurgente» en la America Latina misma--aun si los mismos autores/actores rechazaban el apelativo por considerarlo otra etiqueta procedente del norte de la misma manera que rechazaron los términos de postmodernismo y postcolonialismo por las mismas razones (comunicación personal con Mónica Szurmuk 4 noviembre 2008).
El debate alrededor de los estudios culturales en América Latina es diferente al que sucede en Estados Unidos con los llamados «estudios culturales latinoamericanos» pero tiene raíces comunes. Mientras que el debate estadounidense privilegia el rol de lo que se llama política universitaria – creación de programas de grado y postgrado, seleCión de bibliografías obligatorias, relación con otros departamentos académicos-- en el corazón del debate latinoamericano está la categoría de intelectual (como contrapartida a otras categorías como scholar o experto). Como afirman Mariano Plotkin y Federico Neiburg «(s)i la figura del intelectual remite a una forma de pensamiento crítico, independiente de los poderes, la del experto evoca especialización y entrenamiento académico. En su aCión pública el primero dice anteponer un conjunto de valores y un tipo de sensibilidad; el segundo actúa en nombre de la técnica y de la ciencia, haciendo de la neutralidad axiológica la base para la búsqueda del bien común» (5). America Latina, en general, los autores más identificados con los estudios culturales son intelectuales (participan en debates en la esfera pública, son «eruditos», producen teoría) mientras que cuando se piensa en programas de formación de postgrado en estudios culturales en general se concibe de éstos como formadores de expertos. años recientes algunas de las figuras más importantes de los estudios culturales han hecho un llamado a producir trabajos más basados en «datos duros» que requieren familiaridad con metodologías de investigación interdisciplinaria. Dice Néstor García Canclini, por ejemplo,
Creo que los estudios culturales pueden librarse del riesgo de convertirse en una nueva ortodoxia fascinada con su poder iNovador y sus avances en muchas instituciones académicas, en la medida en que encaremos los puntos teóricos ciegos, trabajemos las inconsistencias epistemológicas a las que nos llevó movernos en las fronteras entre disciplinas y entre culturas, y evitemos «resolver» estas incertidumbres con los eclecticismos apurados o el ensayismo de ocasión a que nos impulsan las condiciones actuales de la produCión «empresarial» de conocimiento y su difusión mercadotécnica. (1997)
Una tercera categor�a que oscila entre la de categor�a de experto e intelectual es la de scholar. Seg�n Daniel Mato esta categor�a presupone una serie de caracter�sticas de profesionalizaci�n del trabajo intelectual (ingresos, apoyos financieros a la investigaci�n, planes de seguros m�dicos y de retiro) que gozan los que trabajan desde Estados Unidos o Europa pero que no son la norma en América Latina. La mayor�a de los intelectuales en América Latina tienen una labor que se realiza m�s all� de las fronteras del campus universitario y que seg�n Mato los define como intelectuales. Si el espacio del scholar es el campus, el intelectual trabaja en proyectos en y con la comunidad. En este esp�ritu, Mato tambi�n cuestiona el uso del t�rmino �estudios� en �estudios culturales� porque excluye los emprendimientos cuyo objetivo final no es la produCión de un paper o un libro. Iimplícito en esta crítica hay un desafío a la división de trabajo entre prácticas académicas y no académicas. DiceMato,“thesEminglyradicalrhetoricofmanyDice Mato, “the sEmingly radical rhetoric of many cultural studies and other transdisciplinary perspectives not only reinforces such a division, but also contributes to both intellectually de-legitimizing non-academic practices and socially de-legitimizing academic practices” (747).
Sin duda una versión del debate norteamericano sobre los cultural studies que ocupó a los latinoamericanistas en Estados Unidos y Canadá durante las décadas del ochenta y noventa llegó a América Latina con ciertas marcas difíciles de traducir. En Estados Unidos, gran parte del debate se insertó en la política académica y se vio como deseable modificar la formación de los estudiantes de «español» como lengua extranjera y los estudiantes de maestría y doctorado en departamentos de español o lenguas modernas de acuerdo a las nuevas premisas.8 Esta polémica llega a América Latina en un momento en que la profesionalización de los postgrados, la corporatización de la universidad y el abandono del estado como primer financiador de la educación exigían un modo de repensar las políticas universitarias especialmente a nivel de postgrado.
Muchos de los intentos pedagógicos realizados en la región para incluir los estudios culturales imitan de algún modo los producidos en los Estados Unidos donde el impulso por traducir pedagógicamente productos recientes de la investigación está más establecido. También ha sido importante la participación de profesores de universidades norteamericanas en el diseño de algunos de esos programas (tal es el caso de Wwalter Mignolo en la zona andina y Grinor Rojo en Chile). Casi todos los profesores que participan en programas de estudios culturales en la región pasaron temporadas en Estados Unidos o IinglateRa ya sea haciendo estudios de postgrado o como profesores visitantes. Sin embargo todos los programas latinoamericanos debieron adaptarse a formas de trabajo completamente diferentes: planes de estudio muy estructurados, profesores y estudiantes de tiempo parcial y aCeso limitado a las bibliografías. En general en la región los programas de estudio están muy estructurados alrededor de materias obligatorias y la transformación de los créditos necesarios para obtener un título universitario es una tarea difícil y muy burocrática. Los estudios culturales han conseguido algún lugar muy pequeño en las materias especializadas en caReras como comunicación, ciencias políticas y sociología en general entrando a través del proyecto de las culturas populares y de resistencia. La entrada de los estudios culturales a las caReras humanísticas es mucho más dificultosa y en los programas de letras e historia del arte, por ejemplo, siguen prevaleciendo criterios estéticos y formales y se siguen privilegiando la alta cultura y las vanguardias.
Por otro lado, muchos de los autores relacionados con los estudios culturales no vieron con simpatía su incorporación a la cuRícula. Nelly Richard, por ejemplo, considera que el incorporar los estudios culturales a los programas universitarios despolitiza el campo y además coopta todo el carácter desestabilizador y subversivo que han tenido los estudios culturales. A Richard le preocupa «una versión demasiado burocratizada de los estudios culturales que persigue una ecuación satisfecha entre la gobernabilidad de la política, la administratividad de lo social, la maniobrabilidad de lo cultural, la aplicabilidad de los saberes: todo esto cruzado por un deseo de traducibilidad de las diferencias a un liso sistema de intercambios donde el registro práctico de la transaCión y de la negociación prevalecen sobre el registro teórico-crítico del conflicto y del antagonismo» (445). Es un problema al que se ha enfrentado Richard al introducir el «Magíster en Estudios Culturales» en la Universidad de Artes y Ciencias Sociales en Chile: su institucionalización puede perjudicar lo que ha sido el poder subversivo de los estudios culturales por lanzar sus inteRogaciones siempre desde los márgenes de la academia.
Programas de estudios culturales en la región
Lo cierto es que a principios del siglo XXI, aún cuando los estudios culturales son percibidos como marginales, hay programas en casi todos los países de América Latina que se definen como formaciones de postgrado o de especialización en estudios culturales. En algunos países como Colombia y Ecuador existen programas de doctorado en estudios culturales y en casi todos los países hay especializaciones en estudios culturales a nivel de licenciatura, maestría y doctorado. La mayoría de los programas tienen un par internacional – a menudo fuera de la región y con profesores internacionales invitados. Hay muy poco contacto entre diferentes programas de la región y aún entre programas en el mismo país o la misma ciudad. No hay organizaciones latinoamericanas de estudios culturales. Como los estudios culturales son un emprendimiento político, muchos culturalistas que trabajan en la misma área regional tienen animosidades históricas (que tienen que ver con la participación en la política a nivel nacional o a nivel universitario) y no colaboran. pesar de que los programas en estudios culturales son pocos, gran parte del trabajo más original sobre la cultura está sucediendo allí.
Consideramos para este análisis programas que se definen como de estudios culturales o que dentro de un postgrado incluyan una especialización estructurada en estudios culturales. Ttambién incluimos algunos que se definen como de teoría crítica o de sociología de la cultura. Ricardo Kaliman de la Universidad Nacional de Ttucumán, por ejemplo, justifica así el uso del término sociología de la cultura en lugar de estudios culturales:
El término «estudios culturales» se generalizó hasta cubrir concepciones muy diferentes entre sí, entre las cuales predomina una variedad con una fuerte impronta postestructuralista, que muchas veces disfraza una mirada ilustrada y elitista sobre las expresiones populares. Prefiero ahora el término «sociología de la cultura», porque creo que captura los aportes más importantes de la propuesta original de los 60 que, desde una formulación más profunda del materialismo, generaron perspectivas esclarecedoras de los procesos en que se desaRollan las manifestaciones culturales de diversos grupos sociales, en un contexto de desigualdades estructurales (entrevista con Mónica Szurmuk, Buenos Aires, 9 junio 2008).
La maestría y el doctorado en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile tienen una marca muy fuerte en estudios culturales. Consultada en por qué se usa el término «latinoamericanos» y no «culturales» Alicia Salomone afirma,
en realidad convivimos en una suerte de ambigüedad pues el ámbito institucional donde aRaigamos se llama Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos. De todas maneras, nuestro eje es trabajar desde una concepción de región latinoamericana, con toda su carga histórica y política, enfatizando los estudios sobre la historia cultural de la región. En este marco, el paradigma de los «estudios culturales» es uno de los enfoques pero no el único. (Comunicación personal entre Alicia Salomone y Mónica Szurmuk, 5 noviembre 2008).
En la frontera norte entre México y Estados Unidos, se eligió el nombre «maestría en estudios socioculturales» para el programa que ofrecen conjuntamente el Colegio de la Frontera Norte de Ttijuana y el Centro de Iinvestigaciones Culturales-Museo de la Universidad Autónoma de Baja California, Sede Mexicali. Según Luis Escala, la denominación «socioculturales» fue un acuerdo «salomónico» entre quienes querían utilizar el nombre estudios culturales y los que preferían antropología cultural o sociología de la cultura. Esta tensión se refleja tanto en el mapa cuRicular de la maestría como en las bibliografías y los profesores participantes. De hecho este programa tuvo sus orígenes en un intento fallido de creación de una maestría en estudios culturales entre los años 2001-2003.
Escala, Kaliman, Salomone y Alejandro Grimson (co-director de la Maestría en sociología de la cultura y análisis cultural de la Universidad Nacional de San Martín en la Argentina) no tuvieron ningún inconveniente con que sus programas fueran considerados bajo la rúbrica de postgrados en estudios culturales y consideraron que los estudios culturales (que todos identifican muy fuertemente con la producción de la escuela británica) forman una parte importante de la currícula de los programas en los que participan.
La investigación para este artículo está basada en las páginas web de los programas de estudios culturales pero realizamos además entrevistas a directores y profesores de programas en estudios culturales en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú y México (lista de entrevistas en el apéndice 1). Consideramos que la muestra es representativa aunque no exhaustiva (para una lista completa de programas ver el apéndice 2). La mayoría de los programas analizados fue creada en los últimos diez años así que seguramente hay programas que se están estableciendo o planeando en este momento. Como la existencia de una página web no es un requisito para estos programas sospechamos que existen muchos más programas que los que ubicamos a través de páginas web o de referencias de colegas. Claramente los programas más conocidos son los que están coordinados por o en los que participan figuras fundantes del campo.
En casi todos los países latinoamericanos, los programas de estudios culturales surgen en las décadas de 1990 y 2000, que son momentos de mayor auge de los postgrados, de la corporatización de la universidad y del retiro del estado como principal financiador de la cultura. Acompañan el requisito de profesionalización y de la formación de postgrado de la universidad y de los organismos culturales nacionales e internacionales. En los países que emergieron de dictaduras durante la década del ochenta se buscó un modo de integrar nuevos desaRollos epistemológicos con la demanda por títulos de postgrado para concursar en las universidades normalizadas. Muchas veces quienes entraron a programas de postgrado en estudios culturales habían tenido durante las dictaduras una formación equivalente a la de una maestría o a un doctorado en grupos de estudio y de lectura privados, cursos en el exterior y participación de grupos de investigación. Algo interesante que se percibe en la Argentina, por ejemplo, es que el desaRollo de los programas de postgrado se naRa en primera persona a través de un discurso que integra lo personal a lo colectivo, lo personal y lo político.Tal fue el caso de algunos de los entrevistados argentinos – Pablo Alabarces, Alejandro Grimson, Ana Wwortman – que relataron sus experiencias de investigación y docencia en un ir y venir con los vaivenes de la política argentina desde el regreso a la democracia en 1984 y la expansión del Consejo Nacional de Ciencia yTtecnología (CONICETconicet) en la década del 2000 pasando por el vaciamiento de los fondos que tuvo lugar en los noventa durante la administración de Carlos Menem. Sin duda, quienes emprenden la creación de un programa de estudios culturales tienen un objetivo político, que es explicitado muchas veces en los objetivos mismos de los programas o los objetos de estudio. Ana Wortman naRa cómo los proyectos que ha coordinado han sido marcados por desaRollos contemporáneos de la cutlura argentina, como es el pensar el consumo cultural de las clases medias (televisión, internet, radios populares baRiales). El recién creado diplomado en estudios (inter)culturales, teorías postcoloniales y políticas de decolonización de la Universidad Andina Simón bolívar, sede La Paz, en Bolivia incluye en el perfil del egresado la capacidad de proyectar «su reflexión a la construCión de una praxis ciudadana emancipadora». En respuesta a la pregunta de por qué el programa planteado en principio como de «estudios culturales», cambió de nombre a «estudios (inter)culturales», explica su director José Luis Saavedra:
Sobre todo este año y estos últimos años, aquí en Bolivia, hemos tenido y aún tenemos conflictos sociales y regionales muy intensos, muy dramáticos y también eso nos ha desafiado a ver no sólo estudios culturales como tales sino interculturales, sobre todo en la perspectiva de ir viendo posibilidades de diálogo intercultural, de entendimiento intercultural y de construcción social de carácter intercultural y eso además en relación con toda una dinámica que está habiendo en Bolivia para la construCión de una nueva constitución política, que también se quiere o se prevE que pueda ser intecultural. Y por eso el cambio a un mayor énfasis en lo latinoamericano a través del pensamiento decolonial y a nivel interno lo intercultural que es una esperanza y un horizonte para nosotros tanto a nivel intelectual como político.
El magister en estudios culturales de la Universidad Nacional de Morón en el conurbano bonaerense en la Argentina define su objetivo como el de
capacitar al maestrando en la problemática general de un continente que presenta, en las puertas del Tercer Milenio, una serie de dificultades funcionales para integrarse de lleno a un proceso cultural y económico que, al menos hasta ahora, posE características de iRefrenable y que se ha dado en denominar «globalizador»
Se dictan allí materias como «Historia socio-cultural y política latinoamericana», «geopolítica latinoamericana» y «etnografía y folklore latinoamericanos». Un tono parecido inscripto también en el discurso tercermundista es el de la maestría en estudios sociales y culturales de los Andes de la Universidad de los Andes en Venezuela. Entre los objetivos de este programa creado en 2007 está el de
lograr, a través de la construcción de metodologías, la integración de las comunidades locales y regionales andinas al proceso de aprendizaje e investigación de la Maestría, mediante la apropiación social compartida del objeto en estudio. Lo cual permite, construir nuevos espacios de participación democrática en la vida ciudadana y mejorar la calidad de vida personal y ambiental para el desaRollo humano sustentable en la región.
El país que sin duda tiene los programas más desaRollados de estudios culturales como tal es Colombia que cuenta con tres programas importantes en el área: en la Universidad Nacional, la Universidad de los Andes y la Javeriana, además de dos programas similares pero que no usan el término «estudios culturales» en la Universidad Central y la Universidad Pedagógica. El programa de la Javeriana es transdisciplinario. Establece como su objetivo el «trabajar en contra de la división de trabajo intelectual y para deconstruir la forma de produCión de conocimiento moderna para entrar en diálogo con otros saberes». Según Marta Cabrera, su directora, «tiene vocación política que busca hacer formas de intervención». Este programa comenzó con una serie de eventos/discusiones (seminarios, simposios) a finales de los 90, seguido por una «especialización» (programa de tres semestres: título de «especialista» en estudios culturales) en 2002. En 2007 se inauguró la maestría en estudios culturales (programa de cuatro semestres, con un trabajo de grado sustancial); ya no se admiten nuevos estudiantes a la especialización – ahora sólo hay maestría y «habrá doctorado quizás en 2009 en “ciencias sociales y humanas” con participación de los profesores de planta de estudios culturales». Según Jesús Martín Barbero, los estudios culturales han sido fundamentales para conectar a Colombia con América Latina. El éxito de la instalación de programas de postgrado en estudios culturales está relacionado según Martín Barbero con la particular situación política del país:
Esto ha ido muy detrás de dos fenómenos: uno el fenómeno de género y es que en Colombia más allá de los estudios de género, es uno de los países, y esto yo lo dije cuando estaba en México con gran escándalo, yo vi menos avance en los temas de mujeres en México que en Colombia. Colombia ha sido, yo no sé con qué, si tiene que ver con la guerra y la cantidad de mujeres que les ha tocado asumir tareas muy difíciles, pero vieras el movimiento de mujeres frente a la gueRa, frente a todo este desprecio por las víctimas. Hay unos estudios de género maravillosos, por ejemplo de cómo las mujeres, y esto no es sólo en programas de estudios culturales, sino también en ciencias sociales, como entre los tres millones de desplazados que hay en Colombia las mujeres no quieren regresar al campo…Yo diría que por aquí hay una pista. La otra pista tiene que ver con el fenómeno cultural de los jóvenes se ha hecho muy importante con los adolescentes que trabajaban para Pablo Escobar y se volvieron sicarios. El tema juventud también ha sido una dimensión de diferenciación cultural muy fuerte. Yo diría que los ejes han ido por ahí y porque poco a poco se ha ido creando una comunidad de gente que ha formado afuera, sobre todo en Estados Unidos, sociólogos, antropólogos, que cuando han vuelto han comenzado a trabajar dimensiones culturales y se ha ido creando una cosa mixta de antropología urbana y de sociología de la cultura. Y de ahí es de dónde resulta un poco el interés por los estudios culturales (Martín Barbero, entrevista).
A menudo los programas son creaciones de intelectuales con compromisos personales con los estudios culturales. Nelly Richard dirige la maestr�a en estudios culturales en la Universidad Arcis en Chile, Beatriz Sarlo form� con Carlos Altamirano la maestr�a en sociolog�a de la cultura en 1995 primero en la Fundaci�n Banco Patricios aunque como Sarlo misma afirma no pens� en darle el nombre �estudios culturales� sino sociolog�a de la cultura (1997:90). Al quebrar el Banco Patricios del que depend�a la Fundaci�n del mismo nombre en 1998, la maestr�a se traslad� a instancia de algunos de sus profesores como Jos� Nun al reci�n creado Iinstituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Mart�n en la Argentina donde comenz� a funcionar en 1999. (Grimson) Por su parte Jes�s Mart�n Barbero particip� en la creaci�n de los tres programas de postgrado en estudios culturales existentes en Bogot�, Colombia y en la maestr�a en estudios socioculturales del ITEISO (Instituto Tecnol�gico y de Superiores de OoCidente) en Guadalajara.
Sin lugar a dudas México es junto con Colombiael país de América Latina donde los estudios culturales latinoamericanos han encontrado el espacio más propicio para desaRollarse y donde residen, trabajan y forman recursos humanos varias figuras fundamentales del campo como son Néstor García Canclini, Carlos Monsiváis y José Manuel Valenzuela Arce y donde residió Jesús Martín Barbero durante cinco años. Salvo Monsiváis que trabaja en un departamento de historia mexicana y cuyo rol es más el de intelectual público que de pedagogo, los otros tres han desaRollado programas de estudio e investigación interdisciplinaria aunque ninguno de ellos se define como de estudios culturales: el programa de estudios sobre cultura urbana de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa fundado por García Cancilini en 1990, el Departamento de estudios socioculturales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente en Guadalajara donde trabajó Jesús Martín Barbero entre 1995 y 2002 y el doctorado en ciencias sociales en el Colegio de la Frontera Norte donde trabaja José Manuel Valenzuela. Estos programas han dado mucho impulso a proyectos de investigación colectivos, publicaciones, revistas pero no, y esto es importante enfatizarlo, a programas de postgrado específicamente en estudios culturales. Los programas de la Universidad Metropolitana y del Colegio de la Frontera norte cuentan con el apoyo económico del sistema público educativo mexicano a través del cual han conseguido financiamientos para estos proyectos de manera directa y también indirecta a través del otorgamiento de becas de grado y postgrado para estudiantes participantes. Sin embargo, vale la pena aclarar que estos programas prestigiosos y privilegiados no logran trascender a menudo las fronteras disciplinarias en las propias instituciones en que se encuentran. Por ejemplo, el programa de estudios de la cultura urbana en la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Iztapalapa no informa la formación de postgrado de los estudiantes en los campos de la literatura y de la historia donde los programas siguen siendo netamente disciplinarios.
Además de los ya mencionados, la mayoría de los programas en con cierto énfasis en estudios culturales en México se ubican en instituciones privadas, por ejemplo la Maestría en Teoría Crítica del 17, Instituto de Estudios críticos dirigido por el psicoanalista Benjamín Mayer (donde existe tanto maestría como doctorado) y la maestría estudios humanísticos del Tecnológico de MonteRey (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de MonteRey). En la Universidad de Guadalajara existe el área de estudios culturales en la maestría en comunicación social y en el Instituto de Iinvestigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California se puede cursar estudios culturales como área terminal en la maestría en ciencias sociales.
En toda la región el término «estudios culturales» se utiliza de manera amplia, inclusive en algunos casos como término vacío. Por ejemplo, una de las áreas del Instituto de Investigaciones Sociales Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires se denomina «estudios culturales» pero no funciona orgánicamente como área y los profesores que participan formando a la vez recursos humanos a nivel de grado y postgrado, tienen una relación ambigua con los estudios culturales y en general privilegian dentro del universo de los estudios culturales un enfoque determinado como crítica cultural, estudios del consumo, etc. (Wortman). Los doctorandos en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires interesados en temas culturales que obtienen beca doctoral del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en general son encaminados a cursar primero la maestría en sociología de la cultura y análisis cultural del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín o la maestría en comunicación y cultura que ofrece la Universidad de Buenos Aires. Luego se articulan los programas de maestría con el doctorado. Esto de alguna manera suple la falta de un programa estructurado en temas de sociología de la cultura y estudios culturales (Alabarces).
Prácticamente todos los programas de estudios culturales enfatizan el estudio o el encuentro con un «otro». La otredad se define a veces como «racial» (los mestizos, los indígenas), de clase (los nuevos pobres) o en menos casos de género (las mujeres). Las sexualidades aparecen rara vez en los programas de estudios culturales y si aparece es parte de la preocupación personal de un/a investigador/a más que una propuesta institucional. Lo que esto significa, por supuesto, es que si ese/a investigador/a dejara de participar en el programa no necesariamente se buscaría a alguien que lo/a rEmplazara en esa área de especialización. Son notables las ausencias de algunos «otros». Por ejemplo, mientras los programas en Perú, Ecuador y México privilegian el estudio del lo étnico, éste prácticamente no aparece de los programas de Argentina (con la excepción de algunos programas en el norte del país como el de Tucumán y una presencia inicipiente en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires). Algunos programas incluyen género como área de especialización, y el énfasis en género es fundamental en algunos programas como el de la Universidad Arcis en Chile. Ootras formas de subalternidad como la transexualidad, las identidades «quEr», y las discapacidades están ausentes en muchos porgramas. En algunos casos son los estudiantes mismos los que traen cierta preocupación al programa: por ejemplo en la primera generación de la maestría en estudios culturales de la de los Andes en Bogotá hay estudiantes que llegan al programa buscando hacer proyectos sobre la comunidad gay (Rutter Jensen) y el lesbianismo aparece como un tema importante traído por estudiantes militantes a la maestría de la Javeriana en (Martín Barbero, entrevista). Los programas más nuevos como el de la Pontífica Universidad Católica de Lima, el de la Andina Simón Bolívar en La Paz y el de la de los Andes hacen un esfuerzo por cubrir áreas más amplias de la otredad con seminarios sobre género y estudios del subalterno. Una de las propuestas del proyecto de la de Lima es discutir las otras modernidas y «provincializar Europa» (Vich). La conexión entre lo académico y lo público es fundamental en este programa que recién se inicia:
Nuestro programa promueve el diálogo entre las ciencias sociales y las humanidades. Nos interesa entender la función de las prácticas culturales en la construCión de la realidad social para desde ahí establecer una crítica y activar modelos de desaRollo. Los estudios culturales suponen construir puentes entre las ciencias sociales y las humanidades. Apuntan a identificar las tensiones no resueltas de una colectividad, así como hacer visibles sus posibilidades para inspirar propuestas de aCión destinadas a afirmar la vida de individuos y comunidades (Vich).
Los estudios sobre los latin@s en Estados Unidos sólo se realizan en los programas en el norte de México como el del Colegio de la Frontera norte y la Universidad Autónoma de Baja California. A pesar de que uno de los libros más leídos en el campo en todo el continente sea Culturas híbridas, el modo de entender las identidades culturales sigue anclado especialmente al discurso de la nación y hay muy poco espacio para identidades híbridas.
Los programas a menudo se enfocan en un solo medio – cine, literatura – o en una sola problemática – el consumo, la globalización. La propuesta de realizar intercambios entre varias instituciones es muy valiosa porque permitiría la inclusión de elementos más diversos. Usando la terminología de muchos de estos programas, se podría hablar de los «otros» de otras áreas geográficas. Gran parte del trabajo que se produce en estos centros es original pero se mantiene aislado o solamente llega a otros países mediado por los centros metropolitanos, algunas revistas internacionales de alcance regional y revistas de los centros metropoitanos (a menudo en inglés). Sirva para ejemplificación esta anécdota que relata José Rabasa,
(l)a circulación de los textos no carece de ironía ya que en ocasiones nos encontramos con intelectuales argentinos, de Ttucumán en particular, que se vienen a enterar en un congreso en la Universidad de Pittsburgh de conversaciones con y traduCiones de intelectuales hindúes en La Paz, Bolivia (véase Rivera Cusicanqui y Barragán, Káliman en Rodríguez). Oobserven que esta conversación se ha dado directamente entre la Iindia y sin la mediación de la academia norteamericana. Se concluye esta entrada con esta indicación geo-política no por negar el poder que se pueda ejercer desde los Estados Unidos cuando sus académicos exportan paradigmas intelectuales a América Latina, sino por insistir en que la direCión de los discursos se ha dado tanto de norte a sur como de sur a norte y de sur a sur. El trabajo de los intelectuales de otras latitudes ha tenido un impacto importante en la definición de los estudios culturales latinoamericanos de los últimos veinticinco años, pero el valor de las conversaciones ha residido sobretodo en el debate y en la articulación de las diferencias («Postcolonialismo»).
Lamentablemente sigue predominando además una concepción bastante regionalista que hace que un uruguayo pueda hablar de la cultura uruguaya y el ecuatoriano de la ecuatoriana y que se pueda intercambiar información pero siempre respetando los cotos ceRados geográficos. Paradógicamente, lo que sucede a menudo, es que intelectuales del centro toman estos diferentes estudios de caso y articulan los fenómenos novedosos como ejemplos de un mismo modo de pensar la realidad y producir estudios más generales que dada las condiciones de trabajo en América Latina (falta de bibliotecas bien munidas, de fondos para viajes para visitar archivos o realizar trabajo de campo) no se pueden realizar. Los estudios culturales en la zona andina han sido pioneros en pensar lo regional y en organizar redes de intercambio académico. Ricardo Kaliman afirma las Jornadas Andinas de literatura latinoamericana (JALLA) se crearon por el interés de académicos de la región andina de crear espacios alternativos de discusión sobre la cultura fuera de los centros hegemónicos y de las jerarquías que se imponen en congresos como el de la Latin American Studies Association (Kaliman). El Primer Encuentro Iinternacional Sobre Estudios Culturales Latinoamericanos: Retos Desde y Sobre la Región Andina que se reunió en Quito en 2001, tuvo como objetivo «abrir un espacio de diálogo desde Latinoamérica y específicamente desde la región andina sobre la posibilidad de (re)pensar y (re)construir los ‘estudios culturales’ como espacio de encuentro político, crítico y de conocimientos diversos» (Walsh, 12). Recientemente existe una cierta apertura a lo regional como los estudios del Mercosur y los programas mexicanos siempre han explorado la compleja relación con los Estados Unidos y los migrantes mexicanos en ese país. Sin lugar a dudas, lo fundamental para la región es intentar programas comparativos que no necesariamente pasen por las metrópolis. La ventaja enorme de América Latina en comparación a otras regiones como Asia es que ya existe el español como lingua franca, que es comprendida por gran parte de los intelectuales brasiléños y que existe una cierta comprensión del portugués por parte de los intelectuales hispanoparlantes, especialmente aquéllos del Cono Sur.
El aislamiento es intensificado por la poca atención a la diversidad lingüística. Si se proponen los estudios culturales como un modo de leer las culturas de la globalización, es asombroso cuán poca antención se da a la necesidad de que los estudiantes de estudios culturales hablen y lean otro idioma. Pocos programas requieren el conocimiento de un idioma extranjero – en general, si exigen algo es el inglés. De los programas estudiados sólo los de las diferentes sedes de la Universidad de los Andes impulsan a sus estudiantes a aprender lenguas indígenas. En la sede de La Paz, por ejemplo, se dan clases de aymara y quechua para los estudiantes castellanohablantes y también se dicta un módulo de pensamiento aymara (Saavedra). Otra propuesta interesante es la del programa de maestria en humanidades con énfasis en estudios culturales de la de La Habana que explicita entre sus objetivos «propiciar la práctica y el perfeCionamiento integral de las lenguas (inglés, español, francés y portugués, holandés y creoles) en contextos auténticos». En los países hispanoamericanos del Mercosur no existe el requisito de aprender portugués. casi todos los países, a excepción de México, los programas se son semi-escolarizados y part-time y a menudo los estudiantes cursan a partir de las 6 de la tarde después de haber trabajado todo el día. Esto sin duda es un impedimento para la formalización de estudios de lengua o de familiarización con nuevas tecnologías.
Pocos de estos proyectos están pensados como a largo plazo. El Iinstituto Pensar de Colombia, es uno de los pocos, que plantea un «efecto dominó» que permita la creación de otros centros de estudio y de discusión de los estudios culturales. El programa de doctorado en estudios culturales de la Universidad Andina Simón Bolívar en Ecuador es un modelo a imitar. Cuenta con una plataforma ideológica y pedagógica que combina exitosamente lo teórico con la praxis y que se propone crear nuevos modelos epistemológicos para la región. Coordinado por Catherine Wwalsh, participan teóricos reconocidos en el área como Eduardo Restrepo, Rossana BaRagán, Santiago Castro Gómez, Wwalter Mignolo y Arturo Escobar. Según la página web, el programa
propone una exploración crítica y transdisciplinaria, desde la región, con el fin de ampliar los límites tradicionalmente asociados con los estudios sobre la cultura y las estructuras del conocimiento en América Latina. La concepción del programa parte de la noción de que en el espacio cultural confluyen muchos elementos como lo étnico, lo popular, lo política y la subalternidad, representación y poder, y los significados y relaciones sociales que se producen y reproducen a nivel local, nacional, transnacional y global.9
Los profesores de este programa participan en otros en la región. Por ejemplo, Arturo Escobar introdujo los estudios del subalterno en el programa de sociología de la cultura en la Universidad Nacional de San Martín en la Argentina (Entrevista con Grimson). Catherine Wwalsh da clases en la maestría de estudios culturales en la Pontificia Católica del Perú y tanto ella como Mignolo participaron del programa conjunto entre la Fundación Pensar de Colombia y CLACSO en el año 2001.
Hay otros programas que han tomado como responsabilidad formar a nivel de postgrado a profesores e investigadores en actividad que necesitan un título avanzado para mantener sus puestos en nuevos esquemas de jerarquización académica que requieren títulos de maestría y postgrado. En este tipo de programas la denominación «estudios culturales» es un término abarcador que permite la participación de profesionales en las humanidades y las ciencias sociales. Esto sucede en muchos países, especialmente los del Cono Sur donde la profesionalización de la caRera docente universitaria después de la redemocratización ha obligado a muchos docentes e investigadores a enrolarse en programas de postgrado semiescolarizados. La ventaja de proponer programas de maestría y doctorado en términos abarcadores como los de los estudios culturales es que permiten la participación de personas formadas en una variedad de disciplinas diferentes. En la Universidad Nacional de La Pampa, por ejemplo, existen una especialización y una maestría en estudios sociales y culturales. Una de las áreas temáticas del postgrado de La Pampa es en «estudios culturales focalizados en género, identidades sexuales, etnias y grupos sociales y culturales particularizados». En Venezuela el doctorado en ciencias sociales de la Universidad de Carabobo incluye una mención es estudios culturales dentro de su formación. este programa la orientación está dada por la escuela de Frankfurt y se privilegian como áreas de investigación por un lado la industria cultural, la modernización y por otro dos elementos de fuerte aRaigo regional como son el folklore y las culturas tradicionales.
La Universidad Nacional de Catamarca ofrece un doctorado en ciencias humanas con mención en estudios sociales y culturales. En Costa Rica, el doctorado en estudios de la sociedad y la cultura de la Universidad de Rica
responde a la necesidad de abordar sistemáticamente, y desde una perspectiva interdisciplinaria, la complejidad del mundo social en un momento en el cual se vuelven especialmente radicales los problemas estructurales y las consecuencias políticas de una modernidad inacabada, como lo expresa Jürgen Habermas, y las contradiCiones de la globalización.
El gesto paradójico de acudir a la obra de un teórico europeo para legitimar proyectos de estudios culturales antihegemónicos localizados en América Latina se repite en las descripciones de muchos programas.
Los estudios culturales existen como materia obligatoria en la maestría y en la especialización en estudios culturales en la Universidad Nacional de La Plata y en la formación de profesionales terciarios y universitarios en lenguas extranjeras en algunos profesorados en la Argentina y Uruguay. En el doctorado en humanidades de la de Tucumán se ofrece un curso de estudios culturales coordinado por Ricardo Kaliman que propone un enfoque crítico, histórico y teórico a los estudios culturales muy cercano a las propuestas de Birmingham. La Universidad de La Habana en Cuba propone dentro de la maestría en Humanidades un enfoque en estudios culturales del Caribe que permite «contribuir a conformar una visión humanista integral y multidisciplinaria del ámbito caribeño, desde el estudio profundo de la diversidad sociocultural de la región, así como también de los aspectos culturales nacionales y transnacionales que la caracterizan».
Una de las iniciativas más interesantes es la de la creación de programas interinstitucionales o incluso internacionales. Por ejemplo la especialización en estudios culturales de la Escuela para la IiNovación Educativa de la Universidad Nacional de Santiago del Estero en la Argentina. Este programa es sumamente de vanguardia: aúna los esfuerzos de doce universidades del «Norte Grande argentino» y se propone formar expertos en estudios culturales que puedan fungir como expertos de la función pública, universitaria, educativa y la gestión cultural. Algunas de las iNovaciones interesantes de este programa que todavía no está en funcionamiento son la participación de docentes de once universidades nacionales de una región geográfica (definida como «Norte Grande»). Esto permite especializaciones regionales y trabajo de campo en zonas diferentes. «Los estudios culturales», se afirma en la página web del programa, «resitúan los abordajes tradicionales de la cultura en los procesos masivos de multiculturalismo característicos de la globalización».
El programa del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) tiene la función de articular programas compartidos. La maestría en teoría y metodología en las ciencias sociales se cursa íntegramente de modo virtual y participan como alumnos y profesores miembros de más de cien instituciones asociadas de toda América Latina. CLACSO organiza un concurso anual para dictar materias optativas para los estudiantes de las maestrías y también para investigadores y estudiantes de instituciones asociados. Estos cursos virtuales son impartidos por un grupo de profesores situados en diferentes países. Dos propuestas del área de estudios culturales (una coordinada por Catherine Walsh y otra por Marta Cabrera y Eduardo Restrepo) han sido financiadas. Además de la participación de profesionales de todo el continente, CLACSO tanto en su tarea docente como en la de auspiciante de grupos de investigación, se encarga de distribuir bibliografía y cuelga en su página web los textos que surgen de las investigaciones colectivas que auspicia. Esto permite una circulación mucho más intensa de la información y puede ser un modo de resolver uno de los problemas más urgentes de los programas de estudios culturales – la falta de acceso a bibliografías más diversas y la poca circulación del trabajo producido en América Latina fuera de los países de produCión. La impronta de CLACSO también impulsa la relación entre produción cultural, análisis cultural y sociedad civil.
El postdoctorado en estudios culturales de la Universidade Federal de Río de Janeiro tiene una propuesta de colaboración explícita: «pretende agilizar a colaboração transnacional, reunindo especialistas de diferentes áreas das Ciências Humanas e Sociais, Comunicação, Letras e Artes interessados em realizar estágios pós-doutorais no campo dos Estudos Culturais». Este programa se erige como un sitio de colaboración entre académicos locales, académicos de otras instituciones, creadores y también, miembros de organizaciones de la sociedad civil.
existen programas a nivel de diplomado o especialización que han asumido una postura más práctica que política y se encargan de formar profesionales que se desempeñen en agencias o fundaciones culturales y en las industrias culturales. En este contexto, los estudios culturales se entienden no sólo como una metodología crítica sino también como una guía a la infraestructura de los medios diversos (tanto públicos como privados) de creación, diseminación, consumo y preservación cultural. Aunque la mayoría de los estudiantes se insertan en una infraestructura nacional o regional de agencias culturales, son informados de los mecanismos globalizados que inevitablemente afectan los ámbitos regionales.
el concepto que da forma a estos programas es el de «gestión cultural», materia de capacitación promovida por la UNESCOdesde los años setenta y actualmente fomentada en América Latina por la Oorganización de Estados Iiberoamericanos (Stenou 9). Cuenta este campo desde 1997 con su propia organización profesional, la Red Iiberomericana de Centros y Unidades de Formación en Gestión Cultural (IBERFORMAT), la que prove un punto de encuentro para anunciar congresos, publicaciones y programas de estudio, y que organiza seminarios «de formación de formadores en gestión cultural» para sus miembros.10 Esta visión utilitaria no refleja la aproximación cuestionadora y muchas veces políticamente radical que se asocia históricamente con los estudios culturales y para muchos es un proyecto totalmente ajeno al de estudios culturales latinoamericanos. De hecho muchos programas de gestión cultural y de estudios culturales funcionan en la misma institución pero tienen pocos vínculos. La afirmación de Marta Cabrera – «la sombra de la gestión cultural ha perseguido nuestro programa» («Ttrayectorias») – resume la opinión de muchos entrevistados que quieren diferenciar el trabajo analítico que se realiza en los programas de estudios culturales del más pragmático y utilitario del de los programas de gestión.
Sin embargo, si bien los programas de gestión cultural se beneficiarían de una aproximación más crítica al estudio de la cultura, los programas más ortodoxamente críticos de estudios culturales, los cuales a veces se enfocan casi exclusivamente en la teoría crítica, serían más comprensivos y más intelectualmente robustos si tomaran en cuenta los aspectos más funcionales de la cultura enfatizados por los programas de gestión. No obstante estas diferencias fundamentales en conceptualización – los programas de gestión finalmente son instrumentos de la cultura hegemónica estatal – muchos de los términos y conceptos que se manejan en los diplomados de gestión coinciden con los de los estudios culturales: los programas en gestión cultural en efecto casi siempre incorporan módulos de estudio sobre la misma teoría crítica que fundamenta los programas más «tradicionales» de estudios culturales. En los programas de gestión, la cultura se entiende como «recurso», noción elaborada por George Yúdice como «mucho más que una mercancía: constituye el eje de un nuevo marco epistémico donde la ideología y buena parte de lo que Foucault denominó sociedad disciplinaria… son absorbidas dentro de una racionalidad económica o ecológica, de modo que en la ‘cultura’… tienen prioridad la gestión, la conservación, el aCeso, la distribución y la inversión» (El recurso 13). Los programas en gestión cultural entonces tratan cuestiones de política cultural, globalización, identidad, industria cultural y crítica cultural; pero también enseñan sobre administración, mercadotecnia, turismo, procuración de fondos, conservación, cooperación internacional y patrimonio.
Propuestas y conclusiones
HermaN Herlinghaus propone que la actual coyuntura es propicia para que las áreas de produción limitada de «saberes normativos» como América Latina, realicen aportes originales al debate sobre la cultura. Sugiere que desde el vacío de significado que tienen muchas propuestas eurocéntricas en las situaciones de la periferia, sería un momento propicio para que desde estas periferias surgieran propuestas originales de modos de entender los procesos políticos, sociales y culturales. «¿Ttiene el pensamiento periférico como único camino de inclusión viable una reteRitorialización alternativa en las academias fuertes de los centros», plantea el crítico, «o pueden desaRollarse políticas de teorización cultural que confieren a los escenarios que hasta ahora han sido "escenarios de recepción" o campos tácticos de un pensar nómada, un papel mayor con respecto a la produCión y difusión de conceptos críticos?» (773).
Nos queremos hacer eco de la propuesta de Herlinghaus e invitar a un debate que cambie el eje de la polémica a la relación sur-norte y establezca nuevos modos de produCión sobre la cultura latinoamericana en clave sur-sur, o sea en diálogo entre los diferentes centros regionales de produción de conocimiento y con cada vez más diálogo con otros centros periféricos. Los programas de postgrado en estudios culturales son claves como centros de produCión y análisis de nuevos modos de «hacer cultura». Proponemos:
1. Establecer redes de difusión de produCión cultural regional (tanto de bienes culturales como de «estudios»).
2. Ampliar el diálogo inteRegional para incluir a latinos/as de Estados Unidos.
3. Utilizar las nuevas tecnologías especialmente la Iinternet para difundir la produción que se realiza en los diferentes centros de investigación y docencia y crear polémicas, organizar encuentros que no pasen por el centro y que democraticen el diálogo. Hay ejemplos notables de esto ya como los programas de CLACSO y el programa Cultura, Comunicación y Ttransformaciones Sociales coordinado por Daniel Mato en la Universidad Central de Venezuela.11
4. Estudiar conjuntamente diferentes produCiones culturales rompiendo la dicotomía entre cultura alta y cultura baja.
5. Requerir el aprendizaje de lenguas extranjeras y minoritarias.
6. Fomentar el establecimiento de una cartografía del conocimiento cultural que ponga en diálogo las diferentes relaciones jerárquicas de género, sexualidad, etnicidad.
7. Iincluir en los debates sobre la cultura el discurso de la ciencia y de la tecnología.
Los programas en estudios culturales en América Latina han surgido más de una variedad de diferencias urgencias (de formación profesional, de capacitación de recursos humanos, de entrenamiento de profesionales de la cultura ya en funciones). En los últimos años, sin embargo, han aparecido programas que se han originado en conceptualizaciones más intelectuales y teóricas del campo y que en general buscan conjugar una inteRogación de la cultura como recurso con una indagación amplia en el rol local de las culturas latinoamericanas en la globalización. Los ejemplos más exitosos de estos programas han conjugado la urgencia con una propuesta teórica y metodológica iNovadora y con la colaboración entre diferentes instituciones. La existencia de una variedad enorme de programas que impulsan el estudio de la cultura desde todos los países de la región es un dato auspicioso que permite augurar una proliferación de intervenciones culturales.
1 Este artículo es resultado de la investigación realizada por los autores sobre el desaRollo de los Estudios Culturales en América Latina y de los procesos de institucionalización que se han llevado a cabo.
2 Ph.D., Literature, University of California, San Diego.
3 Departamento de Historia Social y Cultural
4 Professor and Chancellor’s Fellow, Department of Spanish and Portuguese. Ph.D., Comparative Literature in New York University.
5 Algunos de estos textos son: Mabel Moraña, ed . Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: El desafío de los estudios culturales. Pittsburgh/Santiago de Chile: IILI/Editorial Cuarto Propio, 2000; Santiago López Maguiña, ed. Estudios culturales: discursos, poderes, pulsiones. Lima: Instituto de estudios peruanos, 2001; Carlos Reynoso. Apogeo y decadencia de los estudios culturales. Madrid: Gedisa, 2000; José Manuel Valenzuela Arce, ed. Los estudios culturales en México. México: Conaculta, 2003; Catherine Walsh, Estudios culturales latinoamericanos: retos desde y sobre la región andina, Universidad Andina Simón Bolívar, 2003; los números monográficos de Revista Iberoamericana 193 (octubre-diciembre 2000) y 203 (abril-junio 2003).
6 http://www.javeriana.edu.co/pensar/Rev33.html
7 Jesús Martín-Barbero observa que mientras que intelectuales claves para los estudios culturales latinoamericanos como García Canclini, Renato Ortiz y él mismo fueron formados por académicos franceses como Paul Ricoeur y se formaron leyendo a filósofos italianos y franceses ahora no dialogan con ellos. Según Martín-Barbero esto se debe a que no hay interés por América Latina ni en Francia ni en Italia pero sí en Inglaterra y en los Estados Unidos. Dijo Martín Barbero en 1997, «ahora, en este momento, hay una inteRelación muy linda del mundo académico anglo-sajón con América Latina, que no hay con el mundo francés o italiano. Esto es muy extraño porque fuimos mucho más formados por los franceses e italianos pero ni nos traducen ni tenemos relación alguna con ellos, mientras que en Inglaterra y en los Estados Unidos hay mucho interés por lo que se produce en América Latina» (Dissens).
8 Para un análisis de cómo funcionan lose studios culturales en programas de postgrado en literatura latinoamericana en los Estados Unidos ver Irwin y Szurmuk.
9 http://www.uasb.edu.ec/contenido_oferta_academica.php?cd_oferta=29&swpath=oadoc
10 http://www.iberformat.org/home.php
11 http://www.globalcult.org.ve
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