Reflexiones desde el método: desplazamiento, participación y performance como estrategias para el pensamiento/acción críticos
Cultural studies in the Americas: commitment, cooperation, transformation
Estudos culturais nas Américas: compromisso, colaboração e transformação
Resumen
Este texto se estructura en dos partes: (I) un breve panorama de los estudios culturales en el Perú y su institucionalización en programas académicos con el objetivo de discutir los desafíos planteados a los estudios culturales en el contexto peruano; y (II) una discusión respecto a la vocación política de los estudios culturales, que se organiza en torno a dos preguntas - ¿cuáles son las condiciones en las que se genera pensamiento crítico y se lleva a cabo la acción cultural?, y - ¿cuáles son los desafíos que un orden performativo plantea a la cultura como acción pública? Finalizo mi presentación con el argumento según el cual para trascender la distinción entre pensamiento crítico y acción social es necesaria una reflexión rigurosa y crítica en torno al método, entendido como un recurso estratégico para: (I) diseñar y llevar a cabo la investigación pensada como acción creativa y transformadora, y (II) ubicarla en el marco de horizontes académicos, políticas y éticos específicos.
Palabras clave: estudios culturales/universidad/ retos/ performance.
Abstract
This paper is structured in two parts: (I) an overview of cultural studies in Peru and their institutionalization in academic programs, aiming to discuss the challenges posed by cultural studies in the Peruvian context; and (II) a discussion regarding the political vocation of cultural studies, organized around two questions -in which conditions critical thinking arises and cultural action is performed?, and which challenges does a performative order posit to culture considered as a public action? This presentation finishes with the argument according to which to transcend the distinction between critical thinking and social action it is necessary to have a rigorous and critical reflection on method, understood as a strategic resource to: (I) to design and implement research though as a creative and transforming action, and (II) to place it in the framework of specific academic, political and ethical horizons.
Key words: cultural studies/university/ challenges/performance.
Resumo
O texto estrutura-se em duas partes: (I) um breve panorama dos estudos culturais no Peru e sua institucionalização em programas acadêmicos com o objetivo de discutir os desafios colocados aos estudos culturais no contexto peruano, e (II) uma discussão relativa à vocação política dos estudos culturais, organizada em torno de duas questões � quais as condições em que surge o pensamento crítico e se realiza a ação cultural? Quais os desafios que uma ordem performática propõe à cultura como ação pública? Conclui-se o artigo com o argumento de que a fim de transcender a distinção entre pensamento crítico e ação social é necessária uma reflexão rigorosa e crítica sobre o método, entendido como um recurso estratégico para: (I) desenhar e levar a cabo a pesquisa pensada como ação criativa e transformadora, e (II) localizá-la no quadro de horizontes acadêmicos, políticos e éticos específicos.
Palavras chave: estudos culturais, universidade, desafios, performance.
I) Desarrollo e institucionalización de los Estudios Culturales en el Perú
La reflexión sobre la cultura en el Perú tiene una larga tradición cuyos inicios pueden ubicarse en el contexto del encuentro colonial. Ésta luego se dio en el marco de los procesos de construcción del Estado nación y continúa hoy en el contexto de globalización. Por lo tanto, esta tradición puede rastrearse desde los cronistas como Fray Bartolomé de las Casas (siglo XV y XVI) y Guanán Poma de Ayala (siglo XVI �XVII) hasta intelectuales como Manuel Gonzáles Prada, José de la Riva Agüero, Víctor Andrés Belaúnde, José Carlos Mariátegui y Jorge Basadre, que escribieron en los siglos XIX y XX. Todos ellos, con una mirada universalista se han preguntado acerca de la naturaleza y el desafío que plantean las tensiones entre grupos culturalmente diversos y cuyos vínculos se constituyen en el marco de relaciones de dominación. El horizonte político de tal reflexión tiene que ver con la pregunta acerca del tipo de relaciones interculturales que deberían estructurar la sociedad peruana en su conjunto.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, se realizaron aportes a esta reflexión desde el trabajo llevado a cabo en el marco de disciplinas académicas como la sociología, la antropología, la historia y los estudios literarios. Los temas que se han tratado han estado vinculados a asuntos como el llamado «problema indígena», así como a la relación entre tradición y modernidad, cultura y dominación, migración y movilidad social, ciudadanía y Estado. Desde estas distintas tradiciones académicas, pero siempre con un enfoque interdisciplinario, autores como José Maria Arguedas, Antonio Cornejo Polar, Alberto Flores Galindo, Matos Mar y Anibal Quijano han hecho contribuciones importantes.
A partir de los años 80, se da inicio en la PUCP a una intensa y productiva corriente de investigación y reflexión que se concibe así misma como heredera de la tradición ensayística arriba mencionada. Es allí donde finalmente se consolidan los Estudios Culturales en el Perú y donde se ha avanzado en su institucionalización a través del lanzamiento de la Maestría en Estudios Culturales, que dio inicio a su programa de estudio en el año 2008 y que acaba de lanzar su segunda convocatoria para el año 2010.
1. Antecedentes e institucionalización: el programa de Maestría en Estudios Culturales �PUCP
Los antecedentes del actual programa de Maestría en Estudios Culturales están asociados a las actividades realizadas desde los años 80 por TEMPO (Taller de mentalidades populares) impulsados por profesores de la especialidad de sociología del departamento de CCSS. A través de la organización de grupos de trabajo se fomentó la lectura, discusión e investigación en temas vinculados a la cultura. TEMPO fue una iniciativa muy productiva que se tradujo en la publicación de una serie de títulos que introdujeron nuevos temas y enfoques en el debate académico.
Posteriormente, en el año 1996 se conforma con el auspicio de la FORD, la RED para las CCSS, que agrupa a tres instituciones: el departamento de CCSS de la PUCP, el CIUP (Centro de investigación de la Universidad del Pacífico), y el IEP (Instituto de Estudios Peruanos). La RED tiene como objetivo «intensificar la renovación conceptual, canalizando esfuerzos interdisciplinarios a fin de fortalecer los alcances de las Ciencias Sociales en el Perú» (página web: http://www.redccss.org.pe/nosotros.php?op=areas). Dos han sido las actividades promovidas por la RED que han contribuido con el proceso de institucionalización de los Estudios Culturales.
En primer término, la organización de Seminarios anuales le dio continuidad a la labor intelectual iniciada por TEMPO. En estos seminarios, que convocan a investigadores de distintas disciplinas, se continuó con la exploración de nuevas temáticas y enfoques teóricos, así como con la consiguiente publicación de obras que compilaron las investigaciones realizadas por los participantes en los seminarios. son algunos de los títulos. La publicación de Industrias Culturales Máquina de deseos en el mundo contemporáneo en el 2008 coincidió con el lanzamiento de la primera convocatoria a la entonces recién creada Maestría en Estudios Culturales.
La segunda iniciativa fue el programa de becas de inserción que fue otorgada a un grupo importante de jóvenes investigadores peruanos que en ese tiempo regresaban con estudios de posgrado al Perú. De este modo se facilitó el retorno y reinserción de jóvenes investigadores que habían dejado el país en plena situación de violencia.
Ambas iniciativas han sido importantes porque han permitido ampliar los temas y el enfoque sobre la cultura y promover la investigación interdisciplinaria dentro de las ciencias sociales y humanas a nivel nacional, así como renovar el cuerpo académico incorporando a una generación de jóvenes investigadores. Hay que resaltar además que esta labor se realizó en un período difícil en el Perú, que correspondió a los años de violencia política entre 1980 al 2000. Se trató de un tiempo en el que no existían las garantías para realizar trabajo social, ni para la investigación de campo, a la vez que el sistema de partidos políticos se desmantelaba. En otras palabras, se estaba pasando por un periodo de despolitización de la academia, al mismo tiempo que ésta se alejada de los actores sociales; una situación que apenas está empezando a revertirse. Aunque en ese entonces recluidas en las aulas de la universidad, las actividades de la RED significaron la continuidad de una voluntad por desarrollar un pensamiento interdisciplinario y crítico sobre la sociedad peruana.
Es pues en el marco de las actividades realizadas por TEMPO y luego por la RED que nace la propuesta de crear la Maestría de Estudios Culturales. Esta iniciativa, promovida por profesores de los departamentos de CCSS y Humanidades, es fiel a la visión de los Estudios Culturales en la PUCP de constituirse en una opción interdisciplinaria, en donde la pregunta sobre el ejercicio de poder y la voluntad de articulación política constituyen sus intereses principales. El espíritu del plan de estudios tiene una vocación interdisciplinaria y crítica, cuyo bagaje conceptual está conformado por «la deconstrucción, los post-marxismos actuales, la crítica poscolonial, los estudios subalternos, la herencia de Freud y Lacan, las perspectivas de género y la voluntad por el trabajo etnográfico»3. Es de interés problematizar asuntos como: el sujeto y su complejidad; la fuerza constitutiva de la cultura; las relaciones entre los circuitos económicos, las redes de poder político y la producción de universos simbólicos; y la articulación de lo simbólico, lo económico y lo político, mientras que los referentes temáticos son el autoritarismo, la corrupción, la hegemonía neoliberal, las industrias culturales, y la interculturalidad.
Se afirma además, una vocación política que se entiende en una triple dimensión: como intervención académica cuyo objetivo es «reorganizar la universidad desde perspectivas más interdiciplinarias y desde opciones más involucradas con el análisis del funcionamiento del poder en la sociedad, como intervención educativa cuyo objetivo es formar nuevos profesionales y contribuir con investigaciones inéditas sobre la realidad social, y como intervención pública que consiste en trascender el espacio de la universidad e involucrarse con otras redes y canales sociales: el periodismo, el artículo de opinión, las ongs, los proyectos de desarrollo, la función pública, la propia actividad política»4.
Antes de pasar a hacer algunos comentarios en torno a los desafíos frente a los cuales creo que se encuentra la Maestría en Estudios Culturales ante si, quiero, mencionar que existen otras iniciativas en la PUCP que se gestaron de manera paralela y que comparten con los estudios culturales el interés por entender de manera crítica los procesos culturales en el país e intervenir en ellos desde la universidad. Si bien estas distintas iniciativas no se encuentran articuladas entre si, asumo los desafíos de los estudios culturales como desafíos compartidos.
2. Otras iniciativas en la PUCP vinculadas al estudio de la cultura
La Maestría en Antropología Visual. Investigaciones en cultura visual, sonora y material
Desde una perspectiva interdisciplinaria, multisensorial e intercultural, la Maestría en Antropología Visual5 se plantea como un espacio para la generación de una perspectiva crítica en torno a la cultura visual, sonora y material, considerando su carácter social, sensorial y estético. Sus objetivos más específicos son (i) trascender el dualismo literacidad/oralidad que ha limitado nuestra comprensión de los procesos de dominación y constitución de diferencias culturales, así como de la formación de las culturas públicas en el Perú; (ii) desarrollar una propuesta de investigación que sea capaz de tomar en cuenta de manera crítica la interrelación de lo visual con otros medios, su relación con los sentidos y la experiencia estética, y su potencial como mecanismo de mediación entre actores y entre culturas; (iii) promover una metodología de investigación que potencie su poder creativo y transformador; (iv) desarrollar las capacidades necesarias para poder generar propuestas e iniciativas innovadoras en el ámbito de la gestión y práctica cultural. En concordancia con estos lineamientos se ha establecido que el requisito para obtener la maestría sea la conclusión de un investigación/intervención que de cómo resultado un texto al mismo tiempo que una propuesta visual, museográfica o de intervención.
Los antecedentes de ésta iniciativa se encuentran en el Taller de Antropología que se formó en el año 1994 congregando la participación de un grupo interdisciplinario de estudiantes y profesores con el fin de señalar la imagen y la visualidad como temas de investigación antropológica, recuperando las dimensiones visuales y materiales de las subjetividades y de la vida social, y abordando lo visual como un fenómeno que involucra tanto a los objetos, su producción, intercambio y consumo, como las subjetividades y relaciones sociales que media. Para la presentación y discusión pública de estas temáticas se recurrió a su vez a los formatos de la instalación o muestra museográfica y a la producción documental. En la actualidad el taller acoge dos proyectos centrales: Runasiminet que es un curso de quechua on-line6 y ARETAS que alberga material audio-visual recogido en el marco de investigaciones específicas.
El Taller de Antropología Visual, así como la serie de cursos electivos vinculados al tema que se ofrecieron desde la especialidad de antropología, dieron como resultado varias tesis, tanto en el pregrado como en el posgrado de antropología. Algunos estudiantes realizaron posteriormente maestrías en antropología visual, producción documental y museografía en el extranjero. A su retorno algunos de ellos pasaron a integran el cuerpo de profesores del programa de maestría.
Por otro lado, se organizaron dos Encuentro de Estudios Visuales (2004 y 2005)7 El primer encuentro abrió un espacio de diálogo interdisciplinario que contribuyó a la difusión de la riqueza epistemológica, analítica y creativa que ofrecen las tecnologías visuales para la comunidad académica, realizadores, artistas y público en general. Además, se hicieron visibles posibles canales de interacción entre la academia y el activismo. En el segundo encuentro participaron especialistas de Chile, Argentina, Brasil y México y se acordó la creación de una Red de Antropología Visual Iberoamericana con el fin de fortalecer la producción e intercambio de conocimiento y proyectos relacionados con la antropología visual. Esta iniciativa se está concretizando a través de la realización de un convenio y el diseño de una plataforma virtual de la Red.
El Taller de Estudios de Turismo
El Taller de Estudios de Turismo, creado en el 2008, funciona en el marco institucional del CISEPA (Centro de Investigaciones sociológicas, económicas, políticas y antropológicas). El taller reúne mensualmente a profesores y estudiantes de la PUCP y otras universidades, así como a especialistas en turismo provenientes del sector público y del sector privado con el objetivo de constituir «un espacio de intercambio, debate y sistematización de avances de investigaciones sobre el fenómeno turístico desde la perspectiva de las ciencias sociales. La idea es discutir y hacer propuestas sobre las políticas y planes de desarrollo turístico».
El taller surge por iniciativa de profesores de antropología, a través del dictado de cursos, la asesoría de tesis en el pregrado y posgrado, la investigación y publicación. En concordancia con esta corriente de trabajo se acaba de aprobar el Diploma de Antropología de Turismo8, que está destinado a una amplia gama de público interesado en la investigación del turismo como fenómeno sociocultural, en el planteamiento de modelos y programas de turismo sustentable y en el diseño y evolución de políticas dirigidas a este sector.
La PUCP y el Instituto Hemisférico de Performance y Política
El Instituto Hemisférico de Performance y Política de la New York University, del que la PUCP es miembro, «reúne a instituciones, artistas, académicos y activistas dedicados a explorar desde una perspectiva interdisciplinaria la relación entre el comportamiento expresivo (ampliamente definido como "performance") y la vida social y política en las Américas. Además de utilizar archivos textuales, se recurre a prácticas "en vivo" y a medios visuales (e.g., video, fotografía) para explorar las maneras en que los comportamientos expresivos participan en la transmisión del saber cultural y la memoria social, así como de un sentido de identidad».9 Es de especial interés explorar los modos en que performance y política se constituyen mutuamente: «la performance como una práctica de la política y la política como una forma de performance». Por último el programa promueve las relaciones artísticas e intelectuales, que superen las limitaciones geográficas, institucionales, lingüísticas y académicas.
Las iniciativas del Hemi consisten en la realización de encuentros bianuales que ofrece un espacio de discusión académica e intercambio, así como de colaboración entre la academia y otros actores sociales como artistas, activistas, promotores de políticas culturales. El último encuentro se realizó en agosto de este año en Bogotá con el auspicio de la Universidad Nacional de Colombia y se denominó «Ciudadanías en escena: performance y política de los derechos culturales». Por otro lado, su plataforma virtual aloja una vasta colección de materiales audiovisuales relacionados a la performance en las Américas, cuadernos web a través de los cuales se difunden investigaciones en formatos interactivos, la revista electrónica e-hemisférica, así como textos académicos, entrevistas y syllabus de cursos. El Instituto organiza cursos que se dictan de forma simultánea en distintas universidades de las Américas, de modo que se combinan el dictado en aula con las posibilidades que ofrece Internet para el trabajo colaborativo entre estudiantes de distintos países.
En el marco de un convenio entre NYU y la PUCP, se ha participado principalmente en tres de las líneas de trabajo colaborativo que promueve el HEMI: los encuentros, los cursos colaborativos y los cuadernos web. En el año 2002, con participación del departamento de Ciencias y Artes de la Comunicación se realizó el 3rd. Encuentro denominado Globalización, Migración y Espera Pública. Entre los años 2001 y 2005 profesores de los departamentos de Ciencias y Artes de la Comunicación y de Ciencias Sociales dictaron 5 cursos colaborativos a nivel de posgrado, en coordinación con UNI-Río y NYU. Estos cursos permitía tratar una misma temática, así como compartir aproximaciones teóricas, pero a la vez enraizar la reflexión en las especificidades históricas de cada país. Los temas tratados en años consecutivos giraron en torno a cinco temáticas: La Conquista; Performando el Colonialismo; Escenificando la Nación; y Globalización, Migración y Esfera Pública. Por último, se elaboraron dos cuadernos web: Praxis Indígena: Etno-apropiación discursiva y tecnológica, y La Historia y Sociedad Peruana en Fragmentos.
El enfoque y la temática de los estudios de performance se ha introducido a través de los cursos dictados a nivel del pre-grado (en antropología) y posgrado (maestría en antropología y maestría en Estudios Culturales) de forma independiente de las actividades coordinadas con el Hemi, a través de la accesoria de tesis de licenciatura y maestría en antropología, y finalmente a través de la publicación de texto que se han ocupado ya sea del estudio de los géneros performativos o que han utilizado el enfoque performativo.
II) Diagnóstico y desafíos
A continuación me propongo comentar en torno a los objetivos de interdisciplinariedad, interculturalidad e intervención de los Estudios culturales en la PUCP con el fin de preguntarme sobre cómo están siendo implementados académica e institucionalmente, y si tal implementación efectivamente posibilita o impide alcanzarlos.
La Maestría en Estudios Culturales se inicia en un momento en el que la PUCP, a la par de lo que está sucediendo con otras universidades en la región, está pasando por una transformación inminente hacia una lógica de mercado que va instituyendo cada vez más la idea de la universidad como una entidad prestadoras de servicios y cada vez menos como un espacio de generación de conocimiento y reflexión crítica. Esto se traduce a su vez en una proliferación de maestrías de tipo profesionalizante, que responde, por un lado, al surgimiento de conocimientos de aplicación práctica que va paralela a la idea de competitividad laboral, y que resulta en la exigencia de actualizarse y diversificarse permanentemente. Por otro lado, se impone el principio de competencia que exige generar una oferta educativa variada para permanecer en el mercado educativo, a la par que la pertinencia de cada programa se mide en términos de su auto-sostenibilidad y rentabilidad. En otras palabras, la oferta universitaria parece estar respondiendo a las demandas del mercado en vez de asumir un rol propositivo e intervenir en el propio diseño del mercado profesional.
Si bien la maestría en Estudios Culturales, y otras iniciativas como la de la Maestría Antropología Visual y el Diploma en Antropología del Turismo, surgen con el objetivo de promover una corriente de pensamiento crítico en medio de este contexto, mientras apuestan por un enfoque interdisciplinario como la vía para lograrlo, considero que estamos lejos de hacer realmente efectivos tales metas. Por el contrario, mi argumento es que la forma y el contexto en que se llevan a cabo la institucionalización de tales propuestas académicas, siguen �más allá de nuestras buenas voluntades- reproduciendo viejas divisiones disciplinarias. Veamos el asunto con un poco más de detalle para considerar los desafíos que esta situación plantea a los Estudios Culturales y a las demás iniciativas afines.
Si bien la voluntad interdisciplinaria de los Estudios Culturales se manifiesta en el contenido de los cursos que buscan introducir conceptos y temáticas provenientes de tradiciones académicas distintas, aún identifico un vacío con respecto a conceptos y discusiones que resultan relevantes por ejemplo para dar cuenta del poder constitutivo de la cultura.
Para ilustrar el punto muestro el plan de estudios de la Maestría en Estudios Culturales, organizado en cuatro ciclos que debe concluir con la redacción de una tesis.
Tales conceptos que han sido trabajados por mucho tiempo desde la Antropología, así como también por los Estudios de Performance, y ofrecen marcos analíticos que permiten problematizar los modos efectivos en los que la cultura es constitutiva, más allá de la mera declaración que así es. Me refiero a conceptos que den cuenta de cómo actos individuales se convierten en hechos sociales, así como del rol que inscripciones de distintos tipos tienen en la configuración de subjetividades, relaciones e ideologías. Me refiero a conceptos que aludan a los aspectos performativos de la cultura, al cuerpo como medio y fin, a las percepciones y los sentidos como ámbitos de producción de sentido, y a la cultura material como mediadora de relaciones sociales.
Tal omisión en el enfoque interdisciplinario que ofrecen los Estudios Culturales en la PUCP no se deben ciertamente al desconocimiento, ni a la falta de reflexión académica en torno a éstos asuntos dentro de la universidad. El breve panorama de iniciativas vinculadas al tema de lo cultural nos muestra que eso no es así. Por el contrario, hay discusión, hay investigaciones, hay cursos, hay tesis, y hay publicaciones que dan cuenta de un gran potencial para hacer una propuesta realmente interdisciplinaria para abordar la problemática cultural. Me pregunto entonces, ¿a qué se debe que no hayamos articulado una propuesta verdaderamente interdisciplinaria, y estemos más bien promoviendo una suerte de multiplicación de maestrías?
Me animo a argumentar que tal hecho puede explicarse considerando dos aspectos que se retroalimentan mutuamente: El primero se refiere a que las nuevas propuestas interdisciplinarias no se institucionalizan ni se articulan en un espacio vacío, sino que están inscritas en una historia institucional que le anteceden pero que también las afectan. Para el caso de la PUCP me atrevería a caracterizar esa historia en términos de una tradición de trabajo fragmentario y personalizado, que no solo ha profundizado divisiones disciplinarias, sino eventualmente también divisiones al interior de las distintas disciplinas. El segundo aspecto tiene que ver con el hecho que el proceso de institucionalización se desarrolla en el marco de los parámetros performativos que impone la universidad en la actualidad y que se rigen por el mandato de la generación de una oferta educativa acorde con los principios de la diversificación y la rentabilidad.
En otras palabras, la tradición de trabajo fragmentaria y personalizada ha encontrado, en la exigencia de diversificar la oferta de maestrías, un campo propicio para desarrollar e institucionalizar iniciativas particulares y parciales, de tal modo que nos encontramos en una suerte de vorágine de creación de programas de maestría y no nos hemos tomado el tiempo de sentarnos a reflexionar sobre la manera en que deberíamos articular nuestras iniciativas para darles un horizonte más amplio en términos académicos y políticos, así como para garantizar la sustentabilidad de nuestras iniciativas sin someternos a las leyes del mercado10.
En tal sentido pienso que el desafío es doble. Por un lado, identifico la necesidad de llevar a cabo una suerte de auto-etnografía con el fin de mirarnos críticamente y problematizar nuestra propia cultura universitaria, y cómo ésta impacta en la manera como estamos formulando nuestras iniciativas académicas y promoviendo su institucionalización. Si realmente se quiere ser consecuente con una vocación política que se traduzca en una intervención académica, entonces no se llegará muy lejos desarrollando propuestas interdisciplinarias, que al mismo tiempo no reten nuestra propia cultura universitaria y de ese modo impida la reproducción de una tradición poco favorable a un verdadero trabajo interdisciplinario. Por otro lado, urge problematizar hasta qué punto nuestra debilidad para articular una propuesta con un horizonte interdisciplinario e intercultural más amplio termina por contribuir al fortalecimiento de un modelo de universidad que se somete cada vez más a las demandas del mercado.
Una segunda línea de argumentación tiene que ver con el objeto de estudio y el tema de la interculturalidad. El panorama de iniciativas académicas en torno a la cultura que he presentado, permite vislumbrar que aún prevalece una antigua división disciplinaria en cuanto al objeto de estudio, hecho que se confirmaría si se hiciera una revisión de los temas de tesis y los contenidos de las publicaciones. Mientras que unos se ocupan de las sociedades tradicionales, rurales y ritualizadas, otros se concentran en el estudio de las manifestaciones modernas, urbanas e industriales de la cultura. Tal división es sintomática de la vigencia que aún tiene en nuestro medio la definición de cultura como el conjuntos de propiedades que poseen individuos y grupos, en vez de abordarla más bien como (i) «un recurso heurístico» para producir y disputar significados, entre los que se incluye el de la diferencia y a la vez (ii) como «un recurso performativo» que organiza la puesta en acción de conceptos, valores, incluyendo el de la diferencia. Por esa razón, en vez de poner la atención en los campos de argumentación que emergen en contextos sociales e históricos específicos11, y entender distintos repertorios culturales como formas de intervenir en ellos, seguimos tomando la cultura como un conjunto de expresiones que pueden ser estudiadas como textos que en si mismos contiene significados culturales e ideológicos, perdiendo de vista sus diversas contextualizaciones históricas y políticas.
Esta división del objeto de estudio se encuentra alineada a su vez a otra dicotomía que prevalece cuando se piensa en términos de la producción cultural en el Perú, y que dificulta introducir realmente la dimensión intercultural. Este es el binomio hegemónico/subalterno. Esta dicotomía impide identificar y explorar los intersticios � allí donde agentes, repertorios, agendas, espacios y tiempos heterogéneos se entrecruzan- y que revelan más bien las maneras complejas y paradójicas en las que se van constituyendo identidades y subjetividades en un contexto culturalmente complejo y atravesado por relaciones de poder.
Un caso en cuestión sería por ejemplo lo que se conoce como cine regional, cine andino o cine provinciano. Se trata de películas producidas con bajos presupuestos por directores asentados en las provincias del Perú. Sus repertorios incluyen documental y ficción, así como el género de terror, que recogen la tradición oral local. Al ser producido fuera de los circuitos formales y de los estándares estilísticos y tecnológicos de la industria cinematográfica peruana, ninguna de sus manifestaciones es considerada como parte del repertorio de la cinematografía peruana. Se trata de un fenómeno sumamente interesante y complejo que tiene que ver con asuntos como la creación de circuitos comerciales, públicos y gustos locales, y la traducción de repertorios de la tradición oral al lenguaje cinematográfico, para mencionar solo algunos temas de interés. Dentro del panorama que estoy describiendo, se trataría de un fenómeno de interés antropológico, sin embargo considero que éste más bien radica en ser un objeto que elude clasificaciones disciplinarias, así como en el hecho de constituir un campo de argumentación cultural, que se encuentra en los intersticios entre modernidad y tradición, informalidad y formalidad, producción artesanal y producción industrial.
Tomando en cuenta que nos encontramos en un país culturalmente diverso, advierto como necesario, identificar aquellos campos de argumentación donde se constituye la diferencia, y se disputa la hegemonía, así como problematizar en torno a los mecanismos y argumentos culturales a través de los cuales se lleva a cabo tal negociación. En tal sentido, la posibilidad de introducir efectivamente una dimensión intercultural radica entonces en proceder de tal modo que el objeto de estudio se defina en virtud de su condición de espacio estratégico de producción de argumentos culturales e ideológicos y no en términos de su ubicación geográfica, su identificación ética o el tipo de repertorio.
Considero que la división del objeto de estudio a la que hago alusión, así como la manera en que se viene institucionalizando las iniciativas académicas que se ocupan de lo cultural, nos están dificultando identificar estos campos de argumentación cultural. En ese sentido el desafío radica en retar una organización de los programas de estudio que se articula en torno a objetos de estudio o abordajes teóricos, sean estos disciplinarios o interdisciplinarios, para avanzar en una propuesta que se organice más bien en torno a problemáticas y preguntas.
La discusión sobre la interdisciplinariedad no puede estar separada de la consideración de introducir también una perspectiva intercultural. Si bien toda reflexión cultural implica siempre la idea de alteridad, en el Perú esa reflexión está fundada en una relación colonial. Por esa misma razón resulta problemático que en las CCSS peruanas no se haya reflexionado críticamente acerca del hecho que la genealogía del pensamiento crítico que los estudios culturales reconocen como suya esté conformada solo por pensadores hombres, blancos o mestizos, y asentados en la capital. En esta tradición no son tomados en cuenta actores femeninos, mestizos provincianos, quechua hablantes e iletrados, que desde la llegada de los españoles han contribuido a la reflexión critica sobre lo cultural, la diferencia, la relación con el otro y la condición colonial en el Perú, a través de la escritura, pero también la tradición oral, pictórica, textil, artesanal, musical, coreográfica y ritual. En otras palabras, la genealogía a la que aludo, no solo es excluyente en términos étnicos y geográficos, sino que también es logocéntrica. En tal sentido, el desafío radica en reconstruir la historia del pensamiento social en el Perú, de modo que otras voces, otros lenguajes, y otros modos de generar reflexividad sean reconocidos. De esta forma, la adscripción a una tradición de pensamiento se podrá hacer con conocimiento de causa y reconociendo que se es una voz entre otras. En tal sentido considero que para realizar una verdadera intervención académica es necesario hacer una revisión crítica de las convenciones y formas expresivas de la tradición, así como empezar a transformar las formas convencionalizadas en las que se promueve la discusión académica, lo que incluye la incorporación de diversos sujetos y distintas formas de deliberación.
III) Algunas consideraciones previas
Antes de continuar con mi argumentación quiero reflexionar en torno a dos asuntos que se derivan de las preguntas enviadas por los colegas organizadores para promover a discusión y que requieren ser comentados antes de presentar mi argumento sobre la necesidad de concentrarnos en el método.
Una de las temáticas planteadas para la discusión en este coloquio tiene que ver con la preocupación de cómo facilitar desde los Estudios Culturales la agencia de grupos subalternos. Formulada así, esta preocupación pareciera estar dando por sentado que los grupos subalternos necesitan de los Estudios Culturales, más específicamente de su saber y juicio, y que la tarea política de éstos consiste en compartir con ellos algo de lo que carecen. Al respecto considero pertinente empezar por anotar que la reflexión académica generada en la universidad es una forma cultural e históricamente específica de producir pensamiento social y crítico, y, por lo tanto, no tiene porque constituir necesariamente la única fuente de inspiración, motivación o dirección para los grupos subalternos. Además, hay que tomar en cuenta que en la actualidad las posibilidades de participación en la esfera pública se han multiplicado, a la vez que ésta se ha complejizado, y ofrece nuevas y diversas posibilidades para la incorporación de formas alternativas de reflexividad y producción de opinión.
Por otro lado, para llevar adelante sus agendas culturales y políticas, los grupos subalternos mantienen múltiples y diversos vínculos estratégicos con otros agentes como el estado, las ONGs, la iglesia, organismos internacionales y los medios de comunicación, habiéndose recientemente incorporado a este campo de relaciones la empresa privada a través de sus programas de Responsabilidad Social Empresarial, así como las agencias de publicidad y marketing. Por lo tanto, cuando, pensamos en nuestra intervención en la sociedad, es necesario recordar que somos solo un actor más entre varios otros, y que cualquiera de nuestras acciones se llevará a cabo en una compleja arena de acción y argumentación intervenida por agentes y agendas distintas, que responden a intereses diversos y a veces paradójicos, y que despliegan recursos distintos. En otras palabras, los grupos subalternos toman posición con respecto a lo que tenemos que ofrecerles como universidad. Si algo nos ha enseñado la experiencia de campo a los antropólogos es la forma en que nuestra propia presencia, pero también nuestras etnografías son permanentemente apropiadas e instrumentalizadas estratégicamente por lo propios sujetos investigados.
Una segunda consideración tomada en cuenta para la presente discusión tiene que ver con el potencial de las prácticas artísticas para contestar los imaginarios hegemónicos y reconfigurar nuevas representaciones del mundo. Con respecto a este punto quisiera señalar que al estar el orden actual regido por el principio de la performatividad, donde creatividad, innovación, y desafío se han convertido en los valores constituyentes de la lógica neoliberal, tanto en el ámbito económico y tecnológico, como cultural e institucional, el poder contestatario y antihegemónico de las práctica artísticas se ve retado de forma importante: desafiar lo existente y promover el cambio constituyen hoy en día principios altamente valorados y promovidos por el orden imperante.
En tal sentido, el poder constitutivo de los repertorios simbólicos y preformativos, está siendo instrumentalizado de manera sistemática, institucionalizada y mercantilizada por parte de los agentes de marketing, los administradores de recursos humanos, las industrias vinculadas a la medicina alternativa o a las formas de cuidado personal y autoayuda. Por lo tanto, las prácticas artísticas diseñadas expresamente con un sentido crítico pueden ser fácilmente absorbidas por una vibrante actividad creativa que se encuentra en las manos de los agentes de poder, e incluso en la de los consumidores, y que los convierte a ellos en los actores del cambio.
Pienso que cualquier iniciativa académica que busque ejercer desde una postura crítica y por medio del arte algún impacto en la sociedad actual debe considerar los retos aquí señalados. ¿Cómo posicionarse en el medio de una arena de acción cultural tan compleja? y ¿Cómo ejercer la creatividad y la innovación de forma crítica, de modo que no se ponga al servicio del poder?
IV) Ensayando respuestas a los desafíos desde una reflexión sobre el método
Considero que una manera de responder a los desafíos planteados requiere trascender la distinción entre pensamiento crítico y acción social, de modo que el compromiso, la colaboración y la transformación sean entendidos como elementos consustanciales a la investigación académica, y no como asuntos posteriores a éstas. En otras palabras, de lo que se trata es de pensar la reflexión académica como una forma de acción social, sólo así se puede recuperar su poder constitutivo y por lo tanto, su poder político. Esto, a mi parecer, exige una reflexión rigurosa y crítica en torno al método. Desde la teoría de la performance y la etnografía propongo pensar el método no como un imperativo o formula positivista, sino como un recurso estratégico para: (i) diseñar y llevar a cabo la investigación pensada como acción creativa y transformadora, y para (ii) ubicarla en el marco de horizontes académicos, políticas y éticos específicos.
Quiero empezar anotando que en la manera como se organizan los programas de estudios, sean estos interdisciplinarios o no, se observa un descuido por el diseño metodológico: por el hacer en una investigación. Esto está implicado en la propia manera en que se diseñan la secuencia de cursos, en donde la teoría es primero, luego viene el plan de tesis y eventualmente, una vez terminado el trabajo, se piensa como difundir el conocimiento adquirido o cómo podría ser puesto al servicio de la sociedad. Este esquema responde a un orden de las cosas según el cual primero se piensa y luego se actúa.
Dentro de este esquema, la propia interdisciplinariedad, entendida como aquella modalidad de trabajo que concibe la teoría en términos de una caja de herramientas que otorga creatividad y sentido crítico al planteamiento de problemas de investigación, tiene sus limitaciones. Si la formación teórica más o menos interdisciplinaria precede a la etapa en la que los estudiantes desarrollan su proyecto de tesis, e incluso se prescinde de un diseño metodológico riguroso y reflexivo, la eventual caja de herramientas ya está predeterminada por el sesgo que los propios programas inevitablemente introducen a través de los cursos obligatorios.
Considero que esto constituye una limitación a la propia concepción de interdisciplinariedad, ya que la caja de herramientas debería configurarse en interacción con la conceptualización del problema de investigación, así como con el diseño metodológico. Por lo tanto, este descuido por lo metodológico no se reduce al hecho de incorporar un curso de metodología al programa, sino que está estrechamente vinculada al lugar que lo metodológico ocupa en la formación y reflexión general.
En esa misma línea, pienso que la posible intervención pública que puede derivarse del saber producido en una tesis, debería ser considerada desde la propia conceptualización del problema de investigación, y del marco conceptual, y por lo tanto tendría que estar incorporado en el propio diseño metodológico, entendido como una instancia reflexiva que problematice las distintas interacciones y relaciones que se establecen en toda investigación entre investigador y sujetos investigados, y más precisamente entre los marcos conceptuales que ambos manejan, entre los modos que ambos problematizan una realidad social específica, entre el significado y sentido que ambos otorgan a las preguntas de investigación y a las respuestas a las mismas.
En tal sentido, el «campo» no debe ser confundido con un espacio geográfico al cual el investigador se desplaza físicamente para recolectar datos, sino más bien como un lugar de intervención estratégica, que requiere prestar atención a la interpenetración de múltiples locaciones y posiciones socio-políticas12, incluyendo la del investig ador y su modo de conocer como una forma históricamente específica. Metodológicamente, entonces, esto se traduce en el diseño de estrategias de desplazamiento motivado y estilizado, que deben ser contempladas desde antes de «trasladarse al campo», y deben mantenerse a lo largo de toda la investigación, con el fin de que el problema, el objeto y los propios conceptos de investigación se negocien, se constituyan de manera interactiva y emerjan del propia contexto de campo. En otras palabras, la tarea política de tal empresa debe entenderse como la posibilidad de establecer a través del propio proceso de investigación, alianzas entre saberes distintos, configurados desde locaciones distintas, así como encontrar propósitos comunes con los sujetos implicados en los mismos. Por último, esta perspectiva requiere asumir de antemano que cuando nos ocupamos de lo cultural, estamos tratando con personas �y deberíamos incluir acá también la consideración de los públicos a los que eventualmente va dirigida nuestros resultados de investigación-, lo cual requiere que asumamos responsabilidad política y moral ante ellos. Es más, una investigación que no nos coloque en esta posición � de tener que asumir responsabilidad- no tiene manera de constituirse en una forma real y crítica de intervención pública.
Vista así, toda investigación constituye además un evento constitutivo no solo de la situación de campo, sino también de los sujetos involucrados en el proceso. Y en tal sentido también es un proceso transformador en el cual el investigador es un actor en un sentido performativo, es decir, en el sentido que propicia un contexto y una experiencia � que involucra la razón y los sentidos- a través de la cual el mundo es revelado de una forma renovada a los distintos sujetos implicados en la investigación. Siguiendo esta misma línea de reflexión, quiero argumentar que el uso de expresiones artísticas (fotografía, video, performance, etc.) no deben pensarse simplemente como un recurso innovador para la comunicación de los resultados de la investigación, sino como recursos metodológico para constituir el propio evento y experiencia investigativa que involucre de manera participativa y reflexiva a todos los implicados.
Para terminar quisiera referirme brevemente a un proyecto realizado por el taller de antropología visual que considero revelador de algunos de los puntos comentados aquí. El asunto empezó cuando el taller recibió el encargo de producir un curso de quechua on line. Ejecutar tal tarea en si misma ya implicaba convocar a un grupo interdisciplinario: antropólogos, lingüistas, especialistas en la enseñanza del quechua, programadores y diseñadores. Uno de los primero retos con los que hubo que lidiar y que implicó un aprendizaje mutuo y transformativo fue el diseño de la página web. Las primeras propuestas de diseños �realizadas desde el sentido común que rige nuestra imaginación sobre el quechua- hacían referencia al mundo prehispánico, al mundo rural y eventualmente al mundo urbano popular. La realización del curso en quechua on line involucrada entonces un tema más amplio por el que había que asumir responsabilidad y que tiene que ver con el lugar que el quechua tiene en la sociedad peruana. Abordado como un recurso para intervenir en un campo de argumentación cultural exigía que el curso on line fuera a la vez transformativo de nuestra imaginación sobre el quechua. Entonces se optó por un diseño web que visual y performativamente relocalizara el quechua tanto en el propio centro de la ciudad de Lima como en la universidad. Es así que las lecciones que componen el curso se organizan en torno a historias que transcurren en la universidad, y a personajes que no corresponden al prototipo racial asociado al quechua. De este modo el lugar del quechua en la universidad como objeto de estudio esta siendo subvertida, al presentarlo como medio de comunicación entre sus miembros.
Por otro lado, había que tener cuidado en que esta opción no fuera confundida con la idea que se estaba colocando el quechua allí donde este supuestamente no estaba presente. El siguiente reto consistió entonces en visualizar la presencia, pero también el tipos de presencia que el quechua tiene en la universidad. Si inició así una investigación de corte auto-etnográfico sobre la presencia del quechua en la PUCP. Se encontró y pudo visibilizar que la presencia del quechua no era solo significativa sino que se encontraba diversificada en términos sociales y étnicos. Habían sido socializados en el quechua y podían comunicarse a través de él desde uno de los vice-rectores, hasta profesores, alumnos, personal administrativo y trabajadores de limpieza. La investigación culminó con la organización de un Encuentro de Quechua Hablantes de la PUCP. Entre las distintas actividades que se realizaron, se organizó una mesa de testimonios, a la que fueron invitados diversos miembros quechua hablantes de la universidad. Esta estrategia implicó introducir un formato poco común para la deliberación de temas de interés académico, que es el testimonio. En esta mesa no solo se revelaron las dificultades de ser quechua hablante en el Perú, y las complejidades sociales que se desprenden del quechua como lengua marginada, sino que incluso puso sobre la mesa la demanda de reconocer el quechua como segunda lengua, para cumplir con el requisito de la universidad para poder graduarse. En otras palabras, se pusieron en debate los propios criterios establecidos por la universidad para dar legitimidad a la formación universitaria, al mismo tiempo que se evidenciaba el rol que ésta cumple en la reproducción de relaciones de dominación mediadas por la lengua como indicador de identidad.
El Encuentro de Quechua Hablantes de la PUCP fue además un oportunidad para difundir avances de la investigación que se presentaron en formatos audiovisuales. Por ejemplo, se dio inicio a la mesa de testimonios arriba mencionada fue introducida con la presentación de un video en la que se recogían relatos recogidos durante el proceso de investigación sobre la presencia del quechua en la universidad. En tal sentido, no solo se diseñó la propia investigación como una forma de intervención, sino que se asumió el compromiso de compartir los materiales de investigación con un público amplio, que incluía a los propios sujetos investigados. En tal sentido quisiera concluir esta discusión señalando la necesidad de reflexionar sobre la responsabilidad pública de toda investigación en términos de la producción de datos. El corpus de datos que se producen en el marco de una investigación no solo debe ser puesto a disposición de la comunidad académica para posibles relecturas de la investigación realizada o para realizar otras futuras, sino también a disposición de un público más amplio en la medida en que este mismo material constituye una fuente para la constitución de memorias, identidades y argumentos políticos.
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3Agradezco a Victor Vich, quien coordina junto con Gonzalo Portocarrero la Maestría en Estudios Culturales de la PUCP, por compartir conmigo documentos de trabajo en los que reflexionan sobre el carácter de los estudios culturales en la PUCP. Ver también: http://www.pucp.edu.pe/content/pagina42.php?pID=3681&pIDSeccionWeb=25&pIDReferencial=&pIDIdiomaLocal=1&pBusqueda=&pIDMapa=