Estudios Culturales en las Américas. La colaboración intelectual, imperativa para el futuro del campo
Cultural studies in the Americas. Intellectual collaboration -an imperative for the future of the field
Estudos culturais nas Américas. A colaboração intelectual, imperativa para o futuro do campo
Si bien en la década de los noventa los debates sobre los estudios culturales en el contexto latinoamericano gravitaban en torno a cómo estos implicaban la articulación de una serie de prácticas interdisciplinarias de investigación en las ciencias sociales y las humanidades (producto de una reorganización de la izquierda en la era posterior al colapso del comunismo), los últimos años han visto un panorama marcado por la rápida conquista de espacios institucionales por este campo. El simposio Estudios Culturales en las Américas: Compromiso, Colaboración, Transformación, cuyas memorias se presentan en las siguientes páginas, fue producto de una colaboración interinstitucional e interpersonal que, no obstante sus fallas (técnicas, logísticas, estratégicas, etc.), puede contemplarse como modelo de cooperación para el campo de estudios culturales en la región.
Hace diez años, los estudios culturales existían principalmente como «deseo» (para robarle una palabra a Fredric Jameson),1 como una tendencia aun amorfa. Asumían con frecuencia la forma de una red informal e inestable de proyectos innovadores de algunos investigadores progresistas, bien establecidos en sus distintos campos (comunicación, literatura, filosofía, antropología, etc.) y conocidos ampliamente por su afición interdisciplinaria, todos actuando por su cuenta desde sus propios espacios en los cuales tenían suficiente estatus y poder para desafiar las ortodoxias disciplinarias al nivel local. Libros ya clásicos como Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad (1990) de Néstor García Canclini, De los medios a las mediaciones (1987) de Jesús Martín Barbero, Escenas de la vida posmoderna (1994) de Beatriz Sarlo, Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina (2000) de Carlos Monsiváis, La insubordinación de los signos (1994) de Nelly Richard, Local Histories/Global Designs: Coloniality, Subaltern Knowledges and Border Thinking (2000, traducido al español en 2003) de Walter Mignolo, Nuestros piensos. Culturas populares en la frontera México- Estados Unidos (1998) de José Manuel Valenzuela Arce, En la calle otra vez. Las bandas juveniles. Identidad urbana y usos de la comunicación (1991) de Rossana Reguillo, El recurso de la cultura: usos de la cultura en la era global (2003) de George Yúdice; importantes colecciones de ensayos tales como Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder (2002) de Daniel Mato, Nuevas perspectivas desde/ sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales (2000) de Mabel Moraña, Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate) (1998) de Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta, y Estudios culturales latinoamericanos: retos desde y sobre la región andina (2003) de Catherine Walsh, así como revistas como Punto de Vista (1978-2008), Revista de Crítica Cultural (1990-2007) y Revista Iberoamericana (1938-), establecieron una base de discusión y unos foros de debate para un campo en formación.
Para la segunda mitad de la primera década del nuevo milenio, el campo se ha reconfigurado de manera visible y presenta evidencias de haber comenzado a consolidarse. De una parte, se han ido estableciendo posgrados en estudios culturales (o en configuraciones similares) en América Latina - en Quito (Universidad Andina Simón Bolívar), la Ciudad de México (Universidad Autónoma Metropolitana), Buenos Aires (Universidad Nacional de General San Martín), San José (Universidad de Costa Rica), Santiago de Chile (Universidad de Arte y Ciencias Sociales), Lima (Pontificia Universidad Católica), Tijuana (El Colegio de la Frontera Norte), Rio de Janeiro (Universidade Federal do Rio de Janeiro) � y hay, de otro lado, programas de posgrado en los Estados Unidos que fomentan enfoques en América Latina desde los estudios culturales, por ejemplo en la Universidad de Pittsburgh, Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill o la Universidad de California, Davis, la cual ofrece uno de los pocos programas de doctorado en estudios culturales en los Estados Unidos. Un enclave en este proceso de institucionalización de los estudios culturales ha sido Bogotá, donde se han fundado tres programas de posgrado (en nivel de maestría) en años recientes y en universidades de gran prestigio nacional: la Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de los Andes. Adicionalmente, la publicación de dos libros, The Latin American Cultural Studies Reader, coordinado por Ana del Sarto, Alicia Ríos y Abril Trigo en Estados Unidos y Diccionario de estudios culturales latinoamericanos en México, también contribuyen de forma clara a lo que García Canclini ve como «la consolidación de investigaciones cada vez más institucionalizadas» («Estudios culturales: ¿un saber en estado de diccionario?», manuscrito no publicado).
Esta nueva articulación institucional de los estudios culturales (representada por la emergencia de programas de posgrado, redes profesionales, congresos y coloquios especializados, entre otros elementos) conduce irremediablemente a nuevas problemáticas tanto teóricas como prácticas. El ejercicio de los estudios culturales presenta grandes retos en lo referente a las metodologías de investigación. Hay que tener presente que los estudios culturales nacen no de los paradigmas disciplinares sino de inquietudes que se formulan de manera «indisciplinada», las rutas de investigación, en consecuencia, requieren de una multitud de aproximaciones: etnográfica, histórica, análisis textual, etc., que pueden complicarse de manera productiva si se comparan, por ejemplo, experiencias regionales, se realizan análisis diacrónicos o se consultan documentos o comunidades en otras lenguas.
Igualmente, el principio rector de los estudios culturales del análisis localizado, contextual, abre nuevas posibilidades para la investigación en el área basadas en la colaboración con colegas con formaciones intelectuales, experiencias vitales y perspectivas diversas. Dado que la institucionalización de un campo tan heterogéneo como los estudios culturales implica una serie de responsabilidades - hacia el campo mismo, hacia los estudiantes que se matriculan en los programas en vista de sus posibilidades inter y transdisciplinares � así como desafíos derivados de la propia diversidad (disciplinar, geográfica, ling�ística, etc. de sus practicantes) es imperativo pensar en el horizonte de la colaboración.
Es así como desde 2008, el doctorado en estudios culturales de la Universidad de California, Davis y la maestría en estudios culturales de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá han buscado fomentar sus nexos en lo referente a docencia e investigación, así como en la formulación de problemas. Este número de Tabula Rasa, presenta el fruto de uno de nuestros experimentos colaborativos: un evento pensado desde las inquietudes intelectuales de los dos sitios, formulado a través de un proceso de diálogo entre colegas de ambos programas (profesores, investigadores, estudiantes), organizado y transmitido por videoconferencia desde los dos campus y financiado por fondos de ambos países, y cuyas memorias se presentan también de forma colaborativa, como se evidencia en este texto y en la introducción (elaborada por seis estudiantes de posgrado, tres de cada programa). Nuestra invitación, entonces, es a seguir imaginando maneras de hacer que la colaboración intelectual se arraigue como un elemento fundamental en el proyecto de los estudios culturales en las Américas.
Por último, es necesario agradecer a nuestros patrocinadores, las organizaciones que se han confiado en nuestras ideas y que han financiado este evento: en California: Davis Humanities Institute, Hemispheric Institute on the Americas, University of California Humanities Research Institute; en Colombia: COLCIENCIAS, la Decanatura de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Javeriana, y a la revista Tabula Rasa de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca por ofrecernos este espacio para publicar el producto de nuestra colaboración.
Editores Invitados
Robert McKee Irwin2
University of California, Davis
rmirwin@ucdavis.edu
Marta Cabrera3
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá
martiriocabrera@yahoo.com