Introducción

Introduction

Introdução


En el 2008 el Grupo de Investigación sobre Estudios Culturales en las Américas de la Universidad de California en Davis y la Maestría en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá empezamos un trabajo conjunto, tendiente a poner en conversación nuestras prácticas en contextos locales particulares y, a la vez, reflexiones en torno a aspectos de los estudios culturales que refieren a problemáticas hemisféricas. Esta alianza se consolidó en el segundo semestre del 2008 a través de dos actividades que permitieron a sus participantes compartir inquietudes y también investigaciones en curso: por un lado, un seminario sobre investigación en estudios culturales desarrollado simultáneamente en Davis y en Bogotá, a modo de videoconferencia, y, por el otro, la participación de seis estudiantes de la Universidad de California en el Coloquio de la Maestría de la Universidad Javeriana.

Uno de los caminos de reflexión abiertos en este escenario está ligado al papel político de los estudios culturales en la transformación social, a partir de las relaciones entre academia y movimientos sociales que éstos posibilitan y su incidencia en la configuración de la universidad como lugar para el debate, la crítica y la articulación �o no- entre sujetos políticos. Fue en el marco de estas inquietudes que en el 2009 realizamos el Simposio Estudios Culturales en las Américas: Compromiso, Colaboración, Transformación, con el cual, además de fortalecer la alianza de nuestras universidades y las relaciones con otras instituciones e investigadores del hemisferio, aportamos en la línea de reflexión antes anotada.

En este sentido, el Simposio ahondó en cuestionamientos realizados desde los estudios culturales a diversas prácticas disciplinares de producción de conocimiento, teniendo en cuenta que en las Américas estas inquietudes apuntan no sólo a los contenidos teóricos sino también a los procedimientos sociales que los legitiman y que, en este marco, han sido particularmente sensibles, por un lado, a las jerarquías del saber que privilegian a la academia metropolitana sobre otras formas de conocimiento, poniendo en evidencia tensiones y relaciones posibles entre saberes subalternos y cánones occidentales de la teoría crítica; y, por otro lado, al sostenimiento o mutación de la vocación política característica del proyecto de los estudios culturales desde sus inicios, la cual puede ponerse en riesgo si éstos se convierten, como parece insinuarse con su institucionalización, en otro producto más de consumo académico.

Teniendo en cuenta lo anterior, una primera línea de discusión giró en torno a la universidad como espacio que legitima y mantiene una jerarquía de saberes, en la medida en que son las instituciones académicas las que definen y aplican criterios con los cuales se limitan y validan unas y no otras formas de conocimiento. En este marco, se llamó la atención sobre la tensión entre el interés de los estudios culturales por construir programas de estudio articulados con saberes no necesariamente forjados desde prácticas académicas occidentales y vinculando voces otras, críticas y plurales, así como el hecho de que las universidades en las que se desarrollan estos programas de estudio son las que deciden quiénes acceden a sus espacios y bajo qué condiciones, posicionado así una autoridad que la re-autoriza como árbitro del conocimiento.

Cómo moverse en este escenario desde los estudios culturales es tal vez el interrogante central que dejó este Simposio, teniendo en cuenta que su producción hemisférica está estrechamente ligada en la actualidad al ámbito académico. Sobre este punto, se llamó la atención sobre la pertinencia y los efectos políticos y epistémicos de mantener la tradicional dicotomía entre el «dentro» y el «fuera» de la academia, es decir, de la mutua exclusión entre «conocimiento académico» y «otros saberes», teniendo en cuenta que la universidad no es un actor independiente de los procesos y los contextos sociales que analiza, sino que, al contrario, es también producto de tales dinámicas y las afecta. En este sentido, una de las propuestas clave del Simposio fue hacer frente a la imperativa política de los estudios culturales de interrogar, bloquear y transformar las violencias tanto materiales como simbólicas impulsadas por los criterios de selección del «conocimiento autorizado» actualmente aplicados, así como la exclusión de modos de ser y actuar en el mundo.

Ampliando esta discusión, una segunda línea se enfocó específicamente en la dificultad de avanzar en la conceptualización y práctica de la llamada «pluriversalidad de saberes», entendiéndola como parte central del proyecto hemisférico de los estudios culturales y de su apuesta por desestabilizar la jerarquización de saberes enunciada. En este punto, la mirada crítica sobre los conceptos que comúnmente usamos quienes nos encontramos en este campo es clave, en tanto permite evidenciar cómo éstos pueden ser útiles tanto para la reproducción de jerarquías y exclusiones como para su cuestionamiento. Así, se hizo necesario enfatizar que la pluriversalidad no es un equivalente ni una nueva forma de multiculturalismo, dado que no apunta hacia la integración de saberes en la academia ni a un pluralismo inclusivo. Al contrario, se trata de preguntarnos por la pertinencia de las nuevas relaciones que se pueden establecer a través de una «pluriversalidad de saberes», así como por los intereses que las motivan, las políticas que las sostienen y los efectos que producen, preguntas que en sí mismas cuestionan las prácticas en las que éstas son autorizadas como válidas.

Movernos desde, en y hacia la pluriversalidad de saberes es uno de los retos más álgidos para el campo, en la medida en la que supone transformar nuestras propias prácticas de análisis, escritura e interlocución, aún profundamente arraigadas en los mismos cánones de producción de conocimiento que procuramos cuestionar. En este sentido, el Simposio mostró que es necesario preguntarnos, por ejemplo, cómo proceder con saberes que, como los Estudios Chicanos y Latinos, se producen desde la academia pero sin dejar de cuestionar los procedimientos que los siguen definiendo como «otros saberes» y que, en esta medida, los excluyen o desautorizan como «conocimiento válido»; o cómo proceder con esos saberes que van redefiniendo sus propios límites, presupuestos y fronteras, mostrándonos la importancia de reflexionar en torno a nuestras categorías y al carácter dinámico de cualquier campo de producción de conocimiento.

Finalmente, una tercera línea de discusión permitió evidenciar intereses compartidos y disidentes con respecto a la institucionalización de los estudios culturales, la cual para algunos está ligada a su despolitización y para otros, en cambio, implica un reto para el proyecto político y sus oportunidades de intervención social. En este sentido, quedaron abiertas inquietudes referidas a metodologías y pedagogías, a intereses y expectativas de quienes participan en el desarrollo de los programas académicos en estudios culturales y, especialmente, a cómo complejizar las relaciones entre teoría y práctica en el marco de decisiones epistémicas y políticas que, sobre la marcha, van consolidando el proyecto de los estudios culturales en las Américas.

El Simposio Estudios Culturales en las Américas: Compromiso, Colaboración, Transformación, que durante tres días se desarrolló de manera simultánea en Davis y en Bogotá y los artículos que se presentan en este volumen, es muestra de la posibilidad e importancia de conversar sobre las prácticas de los estudios culturales en la región, reconociendo marcas compartidas pero también la estrecha relación entre los estudios culturales y sus específicos contextos de producción. Así, los debates que allí tomaron forma dieron cuenta de la actual heterogeneidad del proyecto de los estudios culturales en las Américas, referida tanto al lugar que éste ocupa en cada institución académica como al carácter inconcluso de la definición y práctica del proyecto mismo.

En este marco, las experiencias vividas en el desarrollo del Simposio son aportes a la reflexión sobre los propósitos y papel de los estudios culturales en el hemisferio, pero también un llamado de atención frente a la importancia de crear espacios permanentes de conversación que trasciendan las fronteras nacionales e institucionales y conjuren los obstáculos de las distancias espaciales. Vale la pena entonces potenciar redes y flujos que nos permitan seguir construyendo conjuntamente diálogos y disidencias, preguntándonos cómo promover espacios de reflexión que trasciendan las fronteras que imponen la institucionalización del conocimiento y avancen en los propósitos particulares de quienes decidimos aquí encontrarnos.

Que no todos estamos de acuerdo en todos los aspectos, como se puede ver en los siguientes artículos, fue algo que quedó claro en este Simposio, y que no tenemos que estarlo, fue uno de los principales aprendizajes. Esperamos con nuestra alianza y con este trabajo, contribuir a que las discusiones anotadas ganen profundidad y queden abiertas a nuevas observaciones y propuestas.

Ingrid Lagos
Universidad de California, Davis
Grupo de Investigación Estudios Culturales en las Américas
ilagos@ucdavis.edu

Tania Lizarazo
Universidad de California, Davis
Grupo de Investigación Estudios Culturales en las Américas
tmlizarazo@ucdavis.edu

Magalí Rabasa
Universidad de California, Davis
Grupo de Investigación Estudios Culturales en las Américas
mrabasa@ucdavis.edu

Érika Castañeda
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá
Maestría en Estudios Culturales
ercastan@gmail.com

Diana Rodríguez
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá
Maestría en Estudios Culturales
nanargo@hotmail.com

Ruth Vargas
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá
Maestría en Estudios Culturales
ruvarin78@yahoo.com