«Se nos salió de las manos…». Memorias de empresarios sobre el conflicto armado en el Valle del Cauca

“It got out of hand” —Businessmen’s memories on armed conflict in Valle del Cauca

“Saiu das nossas mãos...”. Memórias de empresários sobre o conflito armado no Valle del Cauca (Colômbia)

Luis Fernando Barón[2]
Universidad Icesi, Colombia

«Se nos salió de las manos…». Memorias de empresarios sobre el conflicto armado en el Valle del Cauca

Tabula Rasa, núm. 24, 2016

Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca

Resumen: Se presentan los resultados de una investigación de carácter etnográfico sobre las memorias de integrantes de la élite económica de Cali y del Valle del Cauca sobre el conflicto interno político armado. Las memorias de los empresarios muestran que por más de dos décadas —fin de los años 80, principios del 2010— el empresariado del Valle del Cauca, principalmente de Cali, perdió protagonismo e incidencia en los escenarios políticos y sociales de esta zona del país. Tres son las causas más destacadas de este repliegue: 1) el poder económico y social adquirido por el narcotráfico, 2) las transformaciones políticas producidas por la elección popular de alcaldes y la Constitución del 91, y 3) los impactos de la apertura económica y de las crisis económicas de los años 90 que golpearon a la región y al país. Al comparar las memorias de este estudio con perspectivas de carácter académico y periodístico, se evidencia la atribución de centralidad a los empresarios en el desarrollo económico, social e institucional del Valle del Cauca y de la región, que contrasta con su actitud reactiva a las interacciones con los actores armados ilegales. Se evidencia también una racionalidad que superpone lo económico a los procesos sociales y políticos, y un debilitamiento de lo político (de los políticos) como agente(s) mediador(es) entre los procesos regionales y nacionales, favoreciendo el uso de vías directas para tramitar y resolver los conflictos locales. Este estudio apuesta por el diálogo, y por supuesto por las disputas, de las memorias entre diversos sectores sociales de Colombia, con el ánimo de contribuir a la construcción de visiones más plurales y complejas sobre las historias del país. [3]

Palabras clave: Memoria, empresarios, conflicto armado, Paz.

Abstract: These are the results of an ethnographic inquiry into Cali and Valle del Cauca economic elite members’ memories on armed political internal conflict. Businessmen memories show that for over two decades (late 1980’s-early 2010’s), the business community in Valle del Cauca, mainly Cali, lost their leading role and effect in the regional political and social settings. When comparing the memories of this study to scholar and journalistic approaches, it is evident the central role of business actors in economic, social and institutional develoment in Valle del Cauca and across the region, in contrast to reactive attitudes towards illegal armed actors. Three causes of this retreat are highlighted: 1) economic and social power gained by drug traffickers, 2) political changes as a result of popular mayoral elections and the Constituino of 1991, and 3) the impacts of economic liberalization and economic crises in the 90’s, which hit Latin America and Colombia. Also, a rationale putting economic interests before social and political processes, and harming the political (politicians) as mediating agents between regional and country-wide processes, favoring the use of direct channels to deal with and solve local conflicts. This study bets on dialogue and, of course, on arguments, upon memories between various social sectors in Colombia, in an attempt to help build increasingly plural and complex views on Colombian history.

Keywords: Memory, entrepreneurs, armed conflict, peace.

Resumo: Apresentam-se os resultados de uma pesquisa etnográfica sobre as memórias de pessoas da elite econômica de Cali e do departamento do Valle del Cauca sobre o conflito político armado interno da Colômbia. As memórias dos empresários evidenciam que durante mais de duas décadas – desde o final da década de 1980 até o início de 2010 – os empresários do Valle del Cauca, e principalmente de Cali, perderam protagonismo e incidência nos cenários políticos e sociais dessa região da Colômbia. As causas mais relevantes para esse recuo foram: (1) o poder econômico e social adquirido pelo narcotráfico, (2) as transformações politicas produzidas pela eleição democrática de prefeitos e a Constituição de 1991, e (3) os impactos da abertura econômica e das crises econômicas dos anos noventa que atingiram essa região e o país. Ao se compararem as memórias do presente trabalho com as perspectivas de caráter acadêmico e jornalístico, evidencia-se a atribuição de centralidade aos empresários no desenvolvimento econômico, social e institucional do Valle del Cauca e da região, o que contrasta com a atitude reativa às interações com os atores armados ilegais. Nota-se também uma racionalidade que sobrepõe o econômico aos processos sociais e políticos, e um enfraquecimento do politico (e dos políticos) como agente(s) mediador(es) entre os processos regionais e nacionais, favorecendo o uso de vias diretas para tramitar e resolver as disputas locais. Esta pesquisa faz uma aposta pelo diálogo e também pelas disputas das memórias dos diversos setores sociais da Colômbia, com o propósito de contribuir para a construção de visões mais plurais e complexas das histórias do país.

Palavras-chave: memória, empresários, conflito armado, Paz.




Saint-Victor-de-Burthon- 2016

Johanna Orduz

Introducción

En Colombia no hemos logrado construir referentes compartidos sobre las violencias, el conflicto armado y los procesos de paz. Estas ausencias contribuyen a las incertidumbres, miedos y polaridades del presente, y hacen más difícil pensar y planear con serenidad y cordura el futuro. De la misma manera, las violencias y las atmósferas de alerta ( Barón et al., 2003 ) y terror que producen han llevado a recurrentes silencios y olvidos de las memorias de amplios sectores sociales, lo que produce una significativa contracción de lo público y una exaltación de la esfera privada ( e.g. Riaño, 2006 ; Pécaut, 2003 ; Sánchez, 2003 ).

Se ha producido en la última década en Colombia una oleada de estudios sobre memorias del conflicto armado, genocidios, masacres, desplazamientos y otros hechos relacionados con las guerras y las violencias. En un balance sobre memoria colectiva y conflicto armado en Colombia ( Giraldo et al., 2011 ), los autores encontraron más de 220 estudios, la mayoría realizados después del 2005, fecha que corresponde con la entrada en vigencia de la Ley de Justicia y Paz, el desarrollo de movimientos sociales de víctimas y el creciente interés académico en temas como justicia transicional, comisiones de verdad y reparación de víctimas de los conflictos.

Las interacciones sociales de los actores y sus narrativas representan los dos principales objetos de investigación de los trabajos analizados por Giraldo et al. (2011). Predominan los estudios de caso, con un importante uso de fuentes orales. Los temas que más se abordan se refieren al conflicto armado, la violencia política, los crímenes de lesa humanidad, el desplazamiento forzado, el despojo de tierras y la desaparición forzada. Entre los actores se privilegian dos grandes categorías: víctimas y victimarios. Los mayores vacíos que el estudio identifica se refieren a la participación de miembros del catolicismo en el conflicto, los trabajos de medios de comunicación y memoria y la memoria colectiva en la producción cinematográfica.

En agosto de 2014, la Mesa de Conversaciones de La Habana creó una comisión de doce expertos y dos relatores con la misión de producir un informe sobre conflicto armado en Colombia. La Mesa pidió que cada académico, de manera autónoma y libre, presentara un ensayo con su visión sobre: 1) los orígenes y las causas del conflicto; 2) los principales factores y condiciones que han facilitado su persistencia, y 3) los más notorios efectos e impactos sobre la población. En febrero de 2015, el grupo de expertos presentó su trabajo, y en él se pueden identificar factores comunes o elementos de relacionamiento, tales como la cuestión agraria, la debilidad institucional, la desigualdad e inequidad, la dualidad insurgencia-contrainsurgencia, o el uso simultáneo de las urnas y las armas. Sin embargo, uno de sus relatores afirma que estamos lejos de «una imposible e indeseable ‘historia oficial’ o de una igualmente imposible ‘verdad única’» ( Pizarro, 2015: 5 ).

Aunque la pluralidad y riqueza analítica del informe han sido reconocidas, las relaciones de las élites económicas [4] , y particularmente de los empresarios, con el conflicto armado son escasamente trabajadas en la mayoría de los ensayos. Cuando estos sectores son tenidos en cuenta, los análisis privilegian las relaciones de las élites y los empresarios con la concentración y el uso de tierras; su influencia en los sectores políticos y la política; sus vínculos con las autodefensas y paramilitares, y su respaldo a políticas liberales y neoliberales que favorecen sus actividades y negocios. Además, cuando son calificados como víctimas, se hace énfasis en los secuestros y extorsiones de los que han sido objeto.

Pero quizá el trabajo de memoria más completo e integral en Colombia ha sido el realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica ―CNMH―, ente encargado de la recepción, recuperación, conservación, compilación y análisis de material documental, testimonios orales y cualquier otro medio relativo a las violaciones ocurridas con ocasión del conflicto armado interno [5] . De acuerdo con el CNMH, si bien la violencia ha afectado a toda la sociedad, las investigaciones sobre las violaciones a los Derechos Humanos en Colombia constatan que la guerra no ha afectado a todos por igual, y se ha ensañado de manera más cruenta con los excluidos y los vulnerados: los pueblos afrocolombianos e indígenas, los opositores y disidentes políticos, y las mujeres, los niños y las niñas. El CNMH ha privilegiado estos sectores sociales, bajo la consideración que al desentrañar las lógicas de la violencia en contra de ellos se desentrañan también lógicas más amplias de la guerra (Grupo de Memoria Histórica, 2013). De igual manera, afirma que el reconocimiento, la visibilidad, la dignificación y la humanización de las víctimas son compromisos inherentes al derecho a la verdad, a la reparación y al deber de memoria del Estado frente a ellas.

Investigaciones sobre empresarios, violencia, paz

Los estudios sobre las relaciones entre los empresarios, el conflicto y la paz en Colombia han sido escasos. Entre ellos se destacan los trabajos que han analizado las relaciones de los empresarios y la política en diferentes momentos históricos, como la Violencia, o las iniciativas de paz y desmovilización adelantadas por diferentes gobiernos ( Rettberg, 2002, 2003a, 2003b , 2005 ¸ Sáenz R., 1992 , 2002 ). También se han destacado los estudios de buenas prácticas y experiencias exitosas de empresarios y paz, así como de responsabilidad empresarial ( Guáqueta, 2005, 2006; PNUD y EAN, 2005), y otros más recientes sobre la percepción de empresarios frente a las acciones de paz, y experiencias de vinculación del sector empresarial a la superación del conflicto en Colombia (Cámara de Comercio de Bogotá y Fundación Ideas para la Paz, 2015). De otra parte están los estudios sobre la relación entre seguridad, productividad e inversión extranjera desarrollados en la Eafit de Medellín, así como las reflexiones e iniciativas de esta universidad sobre el rol de los empresarios, el conflicto y la paz ( Giraldo, 2015; Gómez, 2015; Sepúlveda, 2009 ).

En el Valle del Cauca, los estudios sobre conflicto y paz tampoco han hecho énfasis en la participación de las élites económicas o de manera particular de los empresarios en estos fenómenos sociales. Así lo muestra una juiciosa revisión bibliográfica de trabajos realizados hasta el 2010 [6] . Esta revisión evidencia una importante producción de carácter interdisciplinario, en la que prevalecen los estudios de corte histórico y sociológico. Además se destacan los estudios sobre las violencias en la vida cotidiana y la violencia intrafamiliar desde enfoques psicológicos y de trabajo social.

La mayoría de los estudios en el Valle y la región relacionan los diferentes tipos de violencia (política, económica, rural, urbana, juvenil, familiar) con la Violencia de los años cincuenta; han trabajado diferentes períodos, principalmente por décadas desde los cincuenta hasta el 2010. La mayoría de trabajos se concentra en las décadas de los ochenta y los noventa, sobresalen fenómenos como la denominada limpieza social, el narcotráfico y la violencia urbana. Los estudios de paz consultados centran el análisis de procesos de paz adelantados por diferentes gobiernos, así como sobre experiencias en paz y convivencia, principalmente de mujeres.

Entre la producción académica sobre el Valle del Cauca, Betancourt (1995, 2005) es quizás el trabajo que más complejamente aborda la participación de las élites en las violencias. Plantea que en el contexto histórico regional las violencias han sido un elemento de control social que ha ayudado a configurar las expresiones de construcción-deconstrucción de ciudadanía nacidas de un poder local difuso, que ha sido de especial utilidad para las clases más altas.

Trabajo de memoria con empresarios

Se puede observar que son relativamente pocos los esfuerzos investigativos en Colombia, y en particular en el Valle del Cauca, que han trabajado por comprender las formas en que los empresarios se han relacionado con el conflicto armado y con la paz: aún son menos los que han buscado indagar y reconstruir sus memorias de manera directa. En el balance realizado por Giraldo et al. (2011), los empresarios no aparecen ni como víctimas ni como victimarios, y no son mencionados entre los vacíos que el estudio destaca. Tampoco se les otorga mayor relevancia entre los actores del informe Origen, persistencia y verdad del conflicto armado colombiano. Ideas del Informe de los doce académicos, ni se cuentan entre los sectores que hasta ahora ha privilegiado el Centro Nacional de Memoria Histórica.

Por lo anterior, la presente investigación apuesta a consultar de forma directa las memorias de empresarios frente al conflicto armado y la paz, y observar cómo ellos traen algunas de sus memorias al presente todavía afectado por las violencias. Las preguntas que guían este trabajo son: ¿Cómo se definen y caracterizan los empresarios y cómo perciben su rol en el presente y el futuro de Cali y el Valle del Cauca? ¿Cómo recuerdan y dan sentido a sus experiencias individuales y colectivas sobre las violencias y la paz? ¿Qué papel cumplen las memorias y los olvidos de los empresarios y qué visiones-representaciones sobre la región y el país se disputan esas memorias y olvidos?

Los empresarios son entendidos en este estudio como individuos y colectivos de muy diversos sectores y actividades productivas, comerciales y financieras. Como sugiere Dávila (2012), se adopta una concepción integral que considera los diferentes elementos de su naturaleza y sus funciones como agentes económicos y sociales. En este sentido, se tiene en cuenta que el empresariado colombiano se ha caracterizado por su base regional, por la alta diversificación de los negocios en que ha incursionado (desde el comercio y la minería hasta la industria manufacturera, transportes, actividades agrícolas, servicios, colonización empresarial, urbanización, banca y finanzas); por la posesión de la tierra como factor de atesoramiento, y por el papel destacado que han tenido pocos migrantes en diversos sectores empresariales, en un país que no ha sido de inmigrantes, y que por el contrario representa un caso excepcional en América Latina ( Dávila, 2012 ). [7]

Enseguida se explica la metodología utilizada: una etnografía compuesta de entrevistas, observaciones participantes, revisión de documentos y archivos, y conversaciones informales. Se presentan los argumentos centrales y la trama construida con las voces de los empresarios; más adelante se comparte una síntesis de temas claves que emergieron de sus relatos. Luego se propone la discusión alrededor de tres asuntos centrales de esta investigación: 1) el protagonismo atribuido al empresariado en los procesos de desarrollo social e institucional de la región; 2) las complejas interacciones de los empresarios con guerrillas, narcos y paramilitares, y 3) las nociones sobre las relaciones de lo económico con lo político y sus efectos en prácticas de acción directa del empresariado. En esta última parte, más que evaluar o calificar las memorias de los empresarios o de establecer si son reales o falsas, objetivas o subjetivas, las ponemos en diálogo con las versiones de otros sectores sociales (académicos, políticos y periodísticos), y se asume la perspectiva propia del investigador social, con el ánimo de proponer claves de reconocimiento y comprensión de las mismas.

Metodología

La importancia de la etnografía es la consecuencia de su imperfección constitutiva… Ella trasciende en cuanto evoca lo que no puede representarse discursivamente de manera consciente y lo que nunca puede ser totalmente representado ( Tyler, 1986 ).

Este trabajo es resultado de un proyecto de investigación de la Universidad Icesi de Cali, institución creada a finales de los años setenta por empresarios preocupados por la formación de los futuros dirigentes del Valle del Cauca y la región suroccidental [8] . El diseño, discusión y desarrollo del trabajo de campo de este proyecto se llevaron a cabo entre 2007 y 2010. El análisis de la información recogida, así como de su contraste con la bibliografía académica y otras fuentes utilizadas, se hizo cuatro años después, en el primer semestre de 2015.

Me encontré con los empresarios en los despachos de sus empresas o en sus casas. Unos pocos prefirieron encontrarse conmigo–nosotros, en algún café o restaurante. Dos de ellos no solo conversaron conmigo, sino que me invitaron a ver y a recorrer varios de los sitios en los que acontecieron las historias que me estaban narrando. Todos fueron muy gentiles y diplomáticos en las conversaciones que tuvimos. A pesar de mi aspecto jovial (mi arete y vestimenta informal) me trataban como «profesor» y aunque en varias ocasiones se veían molestos a causa de mis preguntas o comentarios, siempre respondieron y se «conectaron» con sinceridad y nitidez con las conversaciones y ejercicios que les propuse. Sin embargo, mi sensación es que en la mayoría de los casos trataban de no perder el lugar y el rol que ellos perciben tienen como líderes y personajes prestigiosos en la sociedad caleña y del Valle. (Notas de campo, Luis Fernando).

Siguiendo a Riaño (2006), esta investigación busca aportar a una «antropología del recuerdo y el olvido» en tanto que las memorias, como prácticas culturales, son entendidas como puentes entre el pasado, el presente y el futuro. Situar las prácticas del recuerdo y el olvido en el ámbito de la experiencia y en la cultura implica reconocer que los recuerdos y las experiencias mismas pueden resultar transformadas y transformadoras. Los actos del recuerdo empiezan en el presente y sitúan a los individuos, devolviéndolos en el tiempo, revisitan el pasado y proporcionan una fuente de sentido a sus vidas y un medio para darles significado.

Para Ricoeur (2004) el ejercicio de recordar representa en sí mismo un acto de creación, que no implica fantasía o falsedad. Se trata de una travesía cargada de incertidumbre, pero también de preocupación, porque no solo se enfrenta con el esfuerzo de memoria, sino con el temor de haber olvidado. De la misma manera, Ricoeur nos recuerda que no tenemos nada mejor que la memoria para significar que algo tuvo lugar o que sucedió, y que los falsos testimonios «solo pueden ser desenmascarados por un procedimiento crítico que nada puede hacer mejor que oponer testimonios considerados más fiables a los que están afectados de sospecha». (2004: 41). En este sentido, el trabajo de rememoración tiene en el testimonio una estructura fundamental de transición entre la memoria y la historia.

Esta investigación dio prioridad a los recuerdos de las experiencias de más de 50 personas, indagando por huellas individuales (interiores) de sus vivencias con la violencia y el conflicto armado. Apeló a los recuerdos por el camino de la rememoración, mediante prácticas y ejercicios de observación, narración y mapeo, que desde el presente permitieran narrar el pasado.

Entre 2007 y 2010 se llevaron a cabo más de 60 encuentros y conversaciones con más de 30 empresarios(as) de diferentes sectores (azucarero, metalúrgico, transporte, servicios, financiero, papelero e impresión), así como con investigadores, periodistas, políticos y personas vinculadas a gremios y organizaciones empresariales de Cali y el Valle del Cauca. El trabajo también incluye unas 20 conversaciones informales con gente conocedora y vinculada a los empresarios de la región, así como los resultados de entrevistas a empresarios y microempresarios hechas por estudiantes de la Universidad Icesi como parte de sus trabajos finales para un curso sobre conflicto y paz en Colombia. Incluye también las entrevistas de un proyecto sobre liderazgo empresarial y desarrollo regional (Velasco y Marín, 1999), y las memorias de un taller —realizado por Fundaprogreso— sobre las perspectivas de los empresarios de la región frente al proceso de paz liderado por el presidente Belisario Betancur (1982-1986). En esta investigación también se incluyeron observaciones de los participantes en foros, reuniones, talleres y asambleas de empresarios y gremios empresariales en Cali y Valle, y se hicieron revisiones de prensa y de archivos públicos y privados.

El trabajo de campo estuvo complementado por el desarrollo de tres proyectos de investigación, llevados a cabo desde el Centro de Investigación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Icesi (CIES). El primero, sobre prácticas de paz en diferentes lugares del Valle (zonas cafeteras, territorios afro en la Vía al Mar, Buenaventura y Cali), se llevó a cabo para PNUD ( Barón et al., 2009 ). El segundo proyecto desarrolló una sistematización y evaluación para la Fundación Carvajal sobre su trabajo social en las zonas de ladera de Cali ( Barón et al., 2011 ), y para la tercera investigación se efectuó un trabajo de reconstrucción de la memoria de Vallenpaz ( Barón et al., 2012 ). Estas investigaciones nos dieron la oportunidad de profundizar en los conflictos y alternativas de desarrollo regional, así como de dialogar con diferentes actores locales sobre sus experiencias e iniciativas en el Valle del Cauca en un contexto de violencia y de crisis social y política. También permitieron recoger información y versiones de muy diferentes personas y organizaciones que han tenido diferentes interacciones tanto con empresas y empresarios de la región, como con políticos, narcotraficantes, guerrillas y paramilitares.

Debo reconocer que al comienzo me sentí un poco intimidado con la presencia y voz de los empresarios. Esto fue producto no solo de las representaciones que yo tenía sobre ellos como hombres «de poder, de acción y decisión», sino también por la seguridad y convencimiento con las que abordaban los temas tratados. Además debo decir que en su manera de comunicarse conmigo había ciertos códigos que me hacían pensar que estas no eran interacciones entre iguales. Por ejemplo, todas las entrevistas fueron producto de múltiples mediaciones y referencias que brindaran la suficiente confianza a los empresarios para conversar conmigo de los temas de esta investigación. Generalmente eran las secretarias y asistentes quienes acordaban las citas conmigo y las encargadas de recibirme en sus despachos varios minutos antes de entrevistarme con ellos. Nuestras conversaciones, además, tendían a empezar con cortas seguidillas de preguntas en las que me pedían que les contara de dónde venía y cómo había llegado a Cali y a Icesi. Las preguntas también incluían un repaso a algunos de los conocidos comunes y del porqué alguien como yo realizaba este tipo de investigación. (Notas de campo, Luis Fernando).

Desde Ricoeur (2004), el trabajo de rememoración implica tener en cuenta las contradicciones y la polisemia de los recuerdos y los olvidos, producto no solo de diversas experiencias e interpretaciones del pasado, sino de diferentes trayectorias, intereses, motivaciones y emociones individuales y colectivas. En este sentido, este texto representa un relato colectivo, creado a partir de la interacción de diversas voces, en tiempos y contextos diferentes. En él se privilegian las versiones de un grupo de empresarios del Valle del Cauca y de algunas personas cercanas a ellos. Sin embargo, sus memorias fueron recogidas (reconstruidas), organizadas e interpretadas por diferentes investigadores y estudiantes en tiempos igualmente dispares.

Este texto, antes que presentar un resumen de lo encontrado en las memorias de los empresarios, representa la creación de una trama, en palabras de Ricoeur (2004). Es decir, presenta una historia que organiza una serie de acontecimientos heterogéneos en un todo inteligible. Y por ello se trata de la creación de un texto mediador que contribuye a las relaciones entre los seres humanos (comunicabilidad), entre los seres humanos y el mundo (referencialidad), y entre los seres humanos y sí mismos (comprensión de sí).

Salvo algunos casos, como el de las generaciones de empresarios o la participación de algunos de ellos en agremiaciones y organizaciones sociales, fue difícil encontrar tendencias en las memorias que correspondieran a un sector en particular. Esto no solo habla de la diversidad de los empresarios que nos contaron sus experiencias, sino también de la pluralidad de un sector que no es homogéneo.

Para proteger la identidad de las personas que participaron en este estudio hemos decidido identificar los testimonios con un código o un número, como se hace en estudios similares. También algunos nombres y fechas han sido cambiados u omitidos, y todos los testimonios son presentados en género masculino, pues la mayoría de los entrevistados fueron hombres.

Entramado: una historia con lo que cuentan las memorias de los empresarios

Suena como a una investigación interesante y novedosa, pero no vale la pena, no le van a decir la verdad… por ejemplo, lo que hicieron en aquella época [La Violencia de los años 50] era financiar a unos civiles armados, con la protección de la policía, es lo mismo que pasó con los paras a los que financiaron los latifundistas, aquí [Valle del Cauca] los financiaron los empresarios, y nadie se acuerda, ni nadie se va a acordar. (Entrevista a analista de los empresarios).

Los relatos recogidos muestran que desde los años ochenta los empresarios experimentan una profunda transformación, desencadenada por los cambios generacionales en las familias de los pioneros (Éder, Caicedo, Cabal, Carvajal, entre los más destacados); además del poder adquirido por los narcotraficantes en Cali y el Valle, y los cambios políticos y económicos propiciados por la descentralización y la Constitución de 1991. Para los entrevistados, la Cali cívica, deportiva, alegre (epicentro del desarrollo del suroccidente colombiano), se transformó significativamente en este tiempo. Estas transformaciones se ven como resultado de las migraciones (hacia y desde la ciudad), la «invasión» de la cultura del narcotráfico y la administración de alcaldes ineficientes y corruptos. Esta situación agudizó el distanciamiento (retraimiento) de los empresarios de los escenarios sociales y políticos de Cali, dejando buena parte del control de la ciudad en manos de políticos de extracción popular y narcotraficantes que, aliándose más adelante con los paramilitares, terminarían dominando la mayoría del departamento del Valle. El repliegue de los empresarios no solo se produce en espacios públicos, también corresponde a un mayor retraimiento en ámbitos privados. Los testimonios de los empresarios también hablan de «encierro» en sus casas, clubes y espacios íntimos.

Según las historias, es a finales de los años noventa y principios del 2000 que el empresariado de Cali y el Valle del Cauca (transformado, permeado por los dineros de los narcos y por el ascenso de nuevos empresarios y negocios) empieza a reaccionar frente a lo que sucedía en la ciudad y la región. Dos episodios son claves en la reacción de los empresarios: por una parte, el escalamiento del conflicto político armado en el campo, que termina «metiéndose» a la ciudad, hecho evidenciado en la sucesión de secuestros masivos: la Iglesia de La María (30 de mayo de 1999), el Kilómetro 18 (17 de diciembre de 2000) y los Diputados del Valle (11 de abril de 2002). Por otra parte, las crisis económicas y políticas de Cali y el Valle del Cauca que incluyeron escándalos de corrupción, la destitución de alcaldes y la declaratoria de la quiebra del Departamento en el 2012.

El final de los diálogos de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC-EP marca en los relatos de los entrevistados la confirmación (así como el desenmascaramiento) de los vínculos de las guerrillas con el narcotráfico. De ahí en adelante, las organizaciones guerrilleras, a las que en algún momento se les había reconocido carácter político, ideológico y social, pasan a ser calificadas como narcoguerrillas y como grupos terroristas. Sumado esto al abandono estatal en el ámbito nacional y local, sentido por los empresarios, los lleva a ver con simpatía la llegada de los paramilitares al departamento. Algunos entrevistados incluso mencionan el apoyo a estas organizaciones por parte de empresarios de la región, principalmente vinculados al sector agrario y agroindustrial.

Los relatos muestran también que la elección del presidente Uribe y su agresiva ofensiva contra la guerrilla, a través de la política de Seguridad Democrática, brindó nuevo aire a los empresarios y les permitió recuperarse económicamente, mejorar la economía regional y reinvertir y fortalecer sus negocios. Este momento coincide con los procesos de tercerización en el sector agroazucarero, que condujeron a una serie de protestas y enfrentamientos entre los corteros de caña y la mayoría de los ingenios de la zona.

Estas nuevas condiciones abrieron oportunidades a los empresarios para volver a involucrarse en acciones sociales y políticas. En lo social retomaron y fortalecieron varias de sus iniciativas, muchas soportadas en los postulados de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE); y en lo político empezaron a involucrarse de nuevo en campañas por puestos públicos en el ámbito local, principalmente para recuperar la Alcaldía de Cali y evitar «que el Distrito de Aguablanca siguiera poniendo los alcaldes de la ciudad».

El proceso de negociación con los paramilitares y, sobre todo, los escándalos de la «parapolítica», más los señalamientos de posibles vínculos del presidente Uribe con el paramilitarismo, llevaron a varios empresarios a reconocer el error de simpatizar y apoyar a los paras: «que se convirtieron en un monstruo de mil cabezas». De igual manera, la reelección del presidente Uribe, así como el evidente debilitamiento de la guerrilla, los llevaron a pensar de nuevo en un proceso de negociación con estos grupos, sobre todo a considerar la necesidad de cambiar el rumbo de las prioridades políticas y sociales propuestas por Uribe. En este sentido plantean la necesidad de atender con fuerza y decisión la lucha contra la pobreza a través de la generación de empleo y empresas, la educación y la salud.

En el tiempo de la investigación, la mayoría de los empresarios afirmaron haber apoyado la campaña de Jorge Iván Ospina a la alcaldía de Cali, sin que ello excluyera contactos y apoyos a otros candidatos a esta y a otras alcaldías del Valle del Cauca, así como a la gobernación del departamento. Tras esta elección confirmaron una decisión ética y pragmática de apoyar y rodear a Ospina para sacar adelante la ciudad; sin embargo, ya empezaban a discutir alternativas para el futuro de Cali y del Valle. Varios expresaron que en esta ocasión no estaban concentrados en los nombres de los candidatos, sino en las estrategias que les permitieran ganar con personas cercanas a sus principios e intereses. Entre las estrategias mencionadas aparecía crear y fortalecer vínculos a través de los trabajos sociales adelantados por sus fundaciones y organizaciones sociales, con poblaciones vulnerables y marginadas, y fortalecer procesos de formación ciudadana y política que llevaran a la gente a votar por mejores alternativas para la ciudad y el departamento.

Qué privilegian las memorias de los empresarios

A continuación presentamos una serie de temas claves que emergieron de las memorias trabajadas. Están presentados en el orden cronológico y con las estructuras narrativas y temporales que la mayoría de los empresarios privilegiaron.

Migraciones hacia y desde Cali

En las memorias recogidas, las migraciones marcan tanto el desarrollo de la región como los cambios de rol de los empresarios. Las migraciones son calificadas por los entrevistados dependiendo de los agentes que las realicen. Primero se sitúan los movimientos migratorios llevados a cabo por individuos y grupos que, en general, son vistos como un problema. En este grupo se incluyen dos fenómenos: el desplazamiento hacia Cali desde regiones cercanas (Pacífico y Nariño) y «la fuga de cerebros». En segundo lugar, se encuentran las migraciones de empresas y organizaciones, sea entrando o saliendo de la ciudad, que en general se perciben consecuentes a los cambios en los contextos económicos y políticos del país. La llegada de empresas e inversiones foráneas es vista siempre como un asunto positivo para la región.

La mayoría de los entrevistados considera que la «invasión» de Cali por personas de otras regiones ha generado falta de sentido de pertenencia por la ciudad, y ha hecho que sus habitantes no compartan una idea común de caleñidad. Si bien se considera que inicialmente había cierta capacidad de absorción de los migrantes y de la mano de obra producida por los imaginarios de progreso en la región y por el despegue de la industria valluna, posteriormente la ciudad perdió tal capacidad. Se incrementó el desempleo, se elevó la pobreza y se frenó el crecimiento económico de toda la región.

En el 79 fue el temblor de Charco y San Juan y se viene toda esa gente de Nariño, Chocó y Cauca para acá, esto da para todo, inversión estatal en una invasión, pero esta también es un reflejo político, y es caldo de cultivo para el narcotráfico, esto supera lo de los Juegos Panamericanos, que es una cuestión mítica… Hubo un crecimiento poblacional muy fuerte: de 600 mil habitantes que tenía Cali en el 71, pasamos en menos de 9 años a millón cien en el 81: duplicamos la población. (Entrevista a empresario del sector servicios).

De pioneros a accionistas

Los relatos analizados destacan el impacto del desarrollo industrial y empresarial de los años cincuenta y sesenta: el fortalecimiento de las empresas familiares del Valle del Cauca en esa época y la participación de los empresarios locales en cargos públicos de la región. Estos aspectos contribuyeron a la creación de un ambiente propicio para incentivar el progreso de Cali y percibirla como una ciudad próspera, y al Valle del Cauca como un territorio de crecimiento económico. De igual manera, se mencionan los esfuerzos de agentes destacados del sector privado para solucionar los problemas más importantes de la región. En este sentido, salen a relucir la creación de la Fundación FES para promover la educación superior, el diseño e implementación del magíster en Alta Gerencia para empresarios, la conformación de la Facultad de Medicina y de Ingeniería de la Universidad del Valle, la construcción del aeropuerto y la realización de los Juegos Panamericanos, con el respectivo desarrollo de infraestructura que propiciaron; aunque hay algunas voces críticas sobre esto.

La mayoría de los relatos apuntan a mostrar una ruptura entre los empresarios de antes y los que vienen a reemplazarlos desde los años ochenta. Los relatos comparan a estos últimos y los de los noventa con el empresariado antioqueño: solidario, organizado y efectivo. Sin embargo, los del Valle son caracterizados por su individualismo (incluso «canibalismo»), por la concentración en la productividad y el crecimiento económico. Algunos incluso afirman que varios de esos nuevos empresarios viven fuera del país de las rentas y ganancias de sus empresas. Estos nuevos empresarios se perciben distantes de los asuntos públicos, sociales y políticos.

Mira, es que nadie te va reconocer que hay canibalismo; voy a cambiar la palabra: hay falta de solidaridad, es canibalismo porque si tú no eres solidario con el empresario del lado, entonces estás canibaliando, lo estás comiendo, lo estás dejando sin piso. Esa falta de solidaridad es muy grave y yo pienso que eso sucede aquí en el Valle. (Entrevista a empresario del gremio).

Es importante mencionar que en el momento de la investigación la mayoría de los entrevistados advertía un cambio significativo del empresariado caleño y del Valle. En este sentido, se destaca su mayor interés y las acciones adoptadas para retomar el liderazgo social y político, el compromiso con la búsqueda de alternativas de desarrollo y la implementación de programas y estrategias de responsabilidad social. Además, se ven nuevamente interesados y más involucrados en procesos electorales y de influencia política, en el Valle y en Cali, que les permitan reconstruir los «capitales políticos y sociales» que tuvieron en el pasado.

Descentralización y Constitución del 91

La empresa privada está centrada únicamente en el plano económico y no está centrada en el análisis de la realidad del entorno y no huele, no ve, no escucha, no analiza, no hacen esos amarres. (Entrevista a persona cercana a los empresarios).

La percepción que los entrevistados tienen con respecto a los procesos de descentralización política de los años ochenta se puede dividir en dos posturas. La posición mayoritaria indica que la elección popular estropeó el desarrollo que caracterizaba al Valle del Cauca [9] , pues las nuevas condiciones políticas permitieron el acceso de nuevos sectores sociales a las administraciones locales y departamentales, hecho que no solo permitió el acceso de personas con menor formación y trayectoria política, sino también el ascenso de políticos con menores niveles de educación y capitales sociales y culturales, sin contar algunos vínculos con organizaciones ilegales. Varios de estos nuevos políticos, generalmente representantes de sectores populares, terminaron haciendo malas administraciones y envueltos en casos criminales y de corrupción, lo que generó una progresiva ingobernabilidad y el deterioro de la ciudad y el departamento. Esta línea destaca la historia de los resultados positivos que ofrecían los vínculos de los empresarios con la región, cuando estos participaban directamente en los procesos de selección de los mandatarios locales y cuando se hacían responsables de cargo públicos.

Un grupo minoritario de entrevistados considera que con la elección popular nació una nueva clase política, caracterizada por nuevas reglas de participación ciudadana que los empresarios no conocían ni dominaban. Por ejemplo, un entrevistado del sector agroindustrial considera que los empresarios «no bajaron a jugar el rol que les correspondía jugar dentro del ejercicio de una política descentralizada»; para este entrevistado, el rompimiento del vínculo empresarial-político no se dio solo por la aparición de nuevos actores políticos elegidos por voto popular, sino también por la miopía que cegó a las élites tradicionales caleñas, al no dimensionar que ante la implementación del nuevo modelo participativo debían desarrollar nuevas prácticas políticas para seguir incidiendo en el escenario público regional. Para este grupo el nuevo modelo: 1) abrió las puertas de la política a sectores que históricamente no habían tenido ni voz ni voto para pronunciarse sobre sus representantes municipales; 2) posibilitó la aparición de nuevos protagonistas en el escenario público y político de la región, y 3) alejó a los actores que tradicionalmente se habían impuesto en dichos espacios, principalmente a los empresarios y miembros de los partidos tradicionales.

Desde la perspectiva de los entrevistados, la Constitución Política de 1991 introdujo una serie de consagraciones que dieron paso a la apertura económica del país, que propendía por una economía de mercado abierta que fortalecía la propiedad, las iniciativas privadas y la libre empresa, además de otorgar funciones reguladoras al Estado en el campo económico. Sin embargo, la implementación de la apertura durante el gobierno del presidente César Gaviria coincidió con una fuerte crisis económica, especialmente en el sector azucarero, que encontró mal preparadas a las empresas del Valle. Crisis asociada a un proceso de desindustrialización en el Valle del Cauca, tercerización de la mano de obra y salida de grandes multinacionales de la región. Los entrevistados asocian estas nuevas condiciones con el desmonte de prácticas paternalistas y asistencialistas de muchas empresas (principalmente los ingenios azucareros); con la llegada de nuevas empresas y grupos a la región como el Éxito o la organización Ardila Lule, y con diversas revueltas sindicales.

Desarrollo regional en medio de los conflictos políticos y económicos

El Frente Nacional arregló eso. Supuestamente el gobierno de Rojas Pinilla fue aclamado porque la guerra política estaba espantosa. Cuando existían los pájaros azules contra los liberales, y los liberales contra los conservadores. El gobierno logró pacificar las guerrillas. Pero luego, alegando no sé qué, algún abuso contra la familia de Marulanda, este decidió armar un ejército de 40 o 50 personas para sublevarse contra el Estado. Haber permitido que esos grupos crecieran es gran parte del problema… El Estado permitió el surgimiento de las guerrillas, y no le puso suficiente atención a eso, y cuando el ejército tenía bloqueado a un grupo guerrillero, ellos sembraban una bandera blanca y querían negociar. Eso pasó con el ELN hace 30 años cuando estaba Alfonso López Michelsen de presidente, el general Valencia Tobar lo cuenta muy bien en su libro, y también me lo contó personalmente. Tenían al ELN totalmente rodeado en las serranías del Perijá en la frontera con Venezuela. Al ver las intenciones de negociación del ELN, no le hicieron caso al general Valencia Tobar, permitieron que se les entregara, supuestamente, alimentos y vestuario, pero eran pertrechos también, y mire el daño que ha causado a través de estos años. (Entrevista a empresario del sector industrial).

En general los relatos de los entrevistados expresan una visión compleja e informada de los orígenes del conflicto político armado en Colombia y la región. Los relatos sobre la Violencia [10] , el surgimiento y desarrollo de las guerrillas y los procesos de paz con organizaciones guerrilleras y paramilitares entrelazan las experiencias y anécdotas propias, con las de familiares, amigos y gente cercana, así como las historias y versiones contadas por académicos y medios periodísticos.

Sin embargo, el tono de complejidad, de objetividad y de «realismo histórico» frente a estos asuntos es fuertemente influenciado por la afirmación tajante de los vínculos de la guerrilla (mencionada en singular) con el narcotráfico (también en singular). Ello conlleva una mirada que no reconoce ni acepta ningún principio político o moral de la lucha guerrillera. De ahí en adelante las versiones más complejas se transforman en otras más dicotómicas: la mayoría de los males y responsabilidades de lo que sucede en el país, y prioritariamente en la región, se endosan al narcotráfico, a la narco-guerrilla y más adelante al terrorismo.

Desde finales de los años ochenta, según las memorias trabajadas, el narcotráfico aparece quizá como el más importante catalizador de rápidos y profundos cambios en Cali y la región. Para la mayoría de los entrevistados el narcotráfico se apoderó prácticamente de Cali, epicentro de desarrollo de la región en esta época, transformando la moral, la cultura y la economía de la ciudad. A partir de los ochenta se percibe que la Cali cívica, alegre, tranquila y deportiva se transforma en una ciudad desordenada y violenta en la que reina un «ambiente general de inseguridad». La gente de Cali, de acuerdo con los relatos recogidos, pierde los referentes para diferenciar «lo malo de lo bueno, lo ilegal de lo legal».

Yo creo que la ciudad, durante los últimos veinte o veinticinco años, pasa de ser la ciudad cívica por excelencia, que tuvo un desarrollo importantísimo en los setenta con los Juegos Panamericanos, y era muy reconocida por su civismo; a ser después la sede de uno de los carteles más ambiciosos, que permearon la administración pública en diferentes niveles… La sensación del resto del país es que el Valle del Cauca había sido tomado por las mafias y por los carteles de la droga. (Entrevista a empresario del sector servicios)

De igual manera, los relatos empiezan a evidenciar una perspectiva de victimización tanto de la sociedad, en general, como de los empresarios, en particular. Así, la sociedad caleña y valluna, también sus empresarios, se perciben como víctimas de las acciones de narcotraficantes y de grupos guerrilleros, como también del mismo Estado y de los gobiernos de turno. Los primeros porque transformaron valores, culturas y cotidianidad, y los segundos porque no han garantizado condiciones de seguridad y protección ni han cumplido con su labor de desarrollo social: empleo, lucha contra la pobreza y educación, primordialmente.

Para la mayoría de entrevistados los narcotraficantes logran imponer una cultura del dinero fácil y rápido. Además, los espacios y la vida cotidiana de la ciudad se ven copados por la presencia de las «narco-casas, las narco-camionetas y las narco-viejas», colmando la ciudad con sus prácticas, valores y estéticas. Las historias recogidas afirman que la mayoría de sus habitantes, incluidos los empresarios, se acostumbraron a convivir, a negociar y a aceptar el narcotráfico como otra forma de ganarse la vida y acumular riqueza. Varios de los entrevistados afirman que fue muy difícil no establecer relaciones con los narcotraficantes y sus familias, pues en la vida cotidiana, en los negocios o en las relaciones sociales (en colegios y universidades, por ejemplo), ellos y sus familias terminaban involucrados.

La explicación que frente a las extorsiones, quemas de buses, amenazas de la guerrilla, [los empresarios] estaban en la mitad entre el Estado y la guerrilla, pagando sus impuestos, negociando con ellos. Algunos incluso llegan a involucrarse con grupos criminales y paramilitares, o los mismos paramilitares y narcotraficantes que son los que se infiltraron en los negocios y las organizaciones. (Empresario del sector agrícola).

Los secuestros masivos

A finales de los años noventa e inicios del 2000, tres secuestros perpetrados por grupos guerrilleros en Cali y sus alrededores son percibidos como atentados principalmente dirigidos contra las élites económicas y políticas de la ciudad. El primero de estos es el secuestro en la iglesia La María, al sur de la ciudad, efectuado por el ELN el 30 de mayo de 1999. El segundo es el secuestro del Kilómetro 18, en la vía Cali-Buenaventura, también ejecutado por el ELN el 17 de septiembre del 2000; y el tercero es el de los diputados del Valle en plena Asamblea Departamental, en el centro de la ciudad, realizado por las FARC el 11 de abril del 2002. Sin embargo, cabe anotar que más de la mitad de los testimonios reconocen que de los tres secuestros el que menos impacto e interés produjo fue el de los diputados, dados los prejuicios y mala imagen que tenían de los mismos.

Siento una relativa insensibilidad frente al tema de los diputados, por asociarlos con personas irresponsables, tengo que aceptar que ellos son seres humanos y que están sufriendo, pero cuando uno analiza el contexto es horrible cómo los explotaron y manejaron políticamente. (Entrevista a empresario del sector servicios).

Si bien el contexto en el que fueron realizados estos secuestros era de zozobra e inseguridad nacional, estos hechos impactaron en la región, especialmente en el sector empresarial, debido a que llevaron el conflicto armado de la periferia hacia el interior de la ciudad. Estos sucesos conllevan un cambio en la mentalidad de las élites caleñas que tendían a considerar que el conflicto armado se desarrollaba principalmente en el campo. Y aunque esto les imposibilitaba volver a sus fincas y empresas, la ciudad los alejaba de los riesgos producidos por el conflicto: extorsiones, secuestros o atentados. Los secuestros, según los entrevistados, crearon un estado de zozobra general en la ciudad, incluso pánico colectivo, para algunos de ellos. De igual manera, propiciaron un rechazo masivo frente a la guerra y las acciones de las guerrillas en general. El sector empresarial pasó de la indiferencia al repudio del conflicto armado.

Cali entra como en shock. Todo el mundo entró en pánico: no me puedo mover de mi casa, no puedo salir. Era como una sensación de hacinamiento, que no se puede salir de Cali. (Entrevista a empresario del sector agroindustrial).

El principal cambio que relatan los entrevistados se da en la élite: empezaron a movilizarse y a pensar soluciones para frenar el conflicto. Varios destacan las reuniones cerradas y abiertas que se dieron tras estos hechos y que llevaron a convocar marchas y actos de rechazo que incluso condujeron a creación de Vallenpaz, como alternativa que podía contribuir a la solución del conflicto mientras ayudaba a aliviar la pobreza y desigualdad en las zonas rurales, y evitaba las migraciones de campesinos a los centros urbanos, principalmente a Cali.

Llegada de los paras al Valle

Frente al paramilitarismo los testimonios muestran cuatro tendencias explicativas que se intersectan y complementan entre sí: la primera resalta la aceptación, e incluso la simpatía de sectores empresariales de la región hacia el paramilitarismo, movidas por los desmanes de la guerrilla y la ausencia de protección del Estado. Aunque ninguno de los entrevistados mencionó haberse relacionado con paramilitares, sí hablaron de cierta simpatía general por parte de los empresarios (o por lo menos una mirada diferente ante sus objetivos y prácticas), suscitada por el accionar de la guerrilla, principalmente por los secuestros individuales y colectivos. Varios comentaron haber escuchado rumores sobre apoyos y vínculos, principalmente de empresarios del sector agrario y agroindustrial. Además, la mayoría reconocía un cambio muy significativo en cuanto a las garantías de seguridad brindadas por el Estado desde la llegada del presidente Uribe. La segunda subraya las relaciones entre narcos y paramilitares, que no permitían ver claramente las diferencias entre estos dos actores. Un grupo minoritario sostenía no haberse percatado claramente de la presencia y las acciones de los paramilitares, al suponer que se trataba del crecimiento o escalamiento de las organizaciones armadas que los narcos tenían a su servicio.

La tercera tendencia hace énfasis en que el paramilitarismo en el Valle no solo fue tardío, sino que además provino de otras zonas del país (no fue creación local o regional). Esta perspectiva, compartida por aproximadamente la tercera parte de los entrevistados, sostenía que la llegada de los paramilitares correspondía, principalmente, a procesos y decisiones de actores externos, que hacían parte de proyectos de expansión relacionados con la conquista y el control de territorios y zonas de producción y comercialización de drogas ilícitas. La cuarta, mayoritaria, señala la equivocación en el apoyo al paramilitarismo por parte de empresarios y otros sectores sociales, al reconocer los efectos adversos y el descontrol de estas organizaciones, que se convierten en un «monstruo de mil cabezas», como lo describió un entrevistado. Conversando con un empresario sobre la parapolítica y los posibles vínculos del presidente Uribe con la misma, dijo:

Yo sigo pidiéndole a Dios que la imagen del presidente siga intacta, porque sería gravísimo que la imagen del presidente no fuera intacta. Yo lo que veo es que la labor ya se hizo, yo creo que el país debe empezar a cambiar ya; el país no puede seguir pensando que la única función, llevamos ocho años en el gobierno de Uribe donde todo ha sido la guerra contra la guerrilla, yo creo que esa labor ya se está terminando, yo creo que la FARC ya no tiene cabida en el país, ni militar ni política ni ideológicamente, yo creo que los nuevos políticos tienen que empezar a cambiar, yo creo que en la medida que la gente ha ido viendo que el tema de la guerrilla, que la filosofía de Colombia no puede seguir estando en guerra otros ocho años, el país tiene que cambiar socialmente, la política tiene que cambiar. Tendrán que venir nuevos líderes a cambiar la cosa, y Uribe tendrá que cambiar de idioma, ya con la Operación Jaque y con toda esa vaina yo creo que hasta ahí llegamos, y aquí empecemos a trabajar por la igualdad, por educación, por la salud, y no seguir pensando en guerra, otros diez años, no. Colombia tiene que seguir progresando, al país hay que emplearlo, hay que estudiar, yo veo con mucho agrado fenómenos como los que están pasando en Bogotá con Mockus, con Peñalosa, lo que ha pasado en Medellín con Fajardo, que vos ves que el país, esos dos polos, esas grandes ciudades están empezando a cambiar la mentalidad, eso tiene que empezar a cambiar en el resto del país. (Entrevista a empresario del sector financiero).

Perspectivas de negociación y paz

Las memorias de los empresarios entrevistados sobre los diálogos de paz realizados por el entonces presidente Andrés Pastrana van en dos direcciones opuestas: la primera considera que tanto el proceso como el gobierno de Pastrana ofrecieron la oportunidad a la guerrilla para fortalecerse y tomarse varias zonas y ciudades del país; la segunda sostiene que a pesar del fracaso de estos diálogos con las FARC-EP, el gobierno de Pastrana logró mostrar las «verdaderas intenciones» de la guerrilla, principalmente en el ámbito internacional, así como fortalecer las Fuerzas Armadas y sus estrategias de combate contra la guerrilla.

Con relación a las negociaciones con organizaciones paramilitares llevadas a cabo por el entonces presidente Álvaro Uribe, la mayoría no se mostraba muy optimista ni estaba tan segura de que el proceso llevara a desactivar estas organizaciones. Para otros, sin embargo, estas negociaciones representaban un paso adelante hacia la paz. No obstante, lo que más les incomodaba eran las condiciones de impunidad a las que preveían iba a llevar la aplicación de la Ley de Justicia y Paz, creada para este proceso particular. [11]

Aunque al presidente Uribe se le critica lo anterior, se le reconoce haber generado un nuevo ánimo y un clima de inversión y desarrollo en la región. Y aunque muchos de los empresarios reconocieron no estar del todo de acuerdo con las formas y estilo del presidente, les parecía oportuna y necesaria su manera de proceder. Refiriéndose a la inseguridad, los secuestros masivos en la ciudad y las altas cifras de desempleo local y regional, un entrevistado dijo:

«Yo nunca pensé que Uribe fuera a lograr lo que ha logrado, porque el país iba en un sentido de deterioro horrible… hasta el primer período de Uribe, todo el mundo tenía que andar en carro blindado… es que vos invertís si en el día a día estás seguro, si no, no invertís.» (Empresario del sector agroindustrial).

Las ideas sobre la paz en Colombia van desde la total armonía, pasando por la sensación de seguridad, hasta el no uso de la violencia para dirimir las disputas en el país. Sin embargo, la mayoría de las memorias recogidas hacen referencia a una recuperación del Estado que brinde mayor educación, vivienda y empleo; en menor medida se mencionó la importancia de generar justicia social. En general, los relatos tienden a retomar las circunstancias que generan el conflicto y por eso enfatizan en que la paz se logra principalmente resolviendo los problemas sociales y económicos más agudos. Varios empresarios reconocen las relaciones del conflicto armado con la concentración de la propiedad y el uso de la tierra, aunque son pocas las perspectivas que plantean para resolver estos asuntos. Además, a la hora de hacer propuestas se impone la idea de generar «emprendedurismo», eficacia y productividad campesinas como salida al problema agrario.

Los empresarios se ven como los principales protagonistas del desarrollo regional, pues son ellos quienes tienen las posibilidades de fomentar la creación y el fortalecimiento de empresas y negocios que generen recursos y empleos. Además consideran que en el cumplimiento ciudadano del pago de impuestos y en el desarrollo de iniciativas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ya están haciendo contribuciones adicionales al desarrollo. La RSE es asociada principalmente a proyectos educativos, de salud y de generación de ingresos para los sectores marginados, principalmente en las zonas de influencia de sus negocios.

Discusión y conclusiones

Con base en las fuentes consultadas y en la bibliografía revisada, a continuación se presenta un análisis de temas centrales de las memorias de los empresarios, que son discutidas con versiones académicas y periodísticas. Este ejercicio muestra una comprensión protagónica de la acción de los empresarios del Valle del Cauca en el desarrollo económico, social e institucional del departamento, de su capital Cali y de la región suroccidental de Colombia, que contrasta con la complejidad de las interacciones de los empresarios con actores ilegales como narcotraficantes, guerrillas y paramilitares. De igual manera, se evidencia la persistencia de nociones sobre la centralidad de lo económico como determinante de los procesos sociales y políticos, así como el debilitamiento de lo político, de los políticos, como agentes mediadores entre los procesos locales, regionales y nacionales.

Atribuciones del protagonismo de los empresarios en el desarrollo de la región

En general los relatos de los empresarios en este estudio develan una comprensión protagónica, incluso egocéntrica, respecto al poder y el control que ellos tienen y han tenido en la ciudad y la región, así como en los rumbos de su desarrollo. Desde esta perspectiva, sus narrativas, como se ha señalado, muestran una tendencia a comprender que desde fines de los años ochenta y principios del 2010, ellos, los empresarios, experimentan una salida o un repliegue del ámbito público, político y social, dejando en otros sectores buena parte de las decisiones y orientaciones de Cali y el Valle del Cauca.

La centralidad de los empresarios del Valle, sobre todo de los denominados pioneros, no es solo expresada por ellos mismos en sus narrativas, también está presente en estudios académicos y medios de comunicación. Urrea (2002), por ejemplo, ha mostrado que la llegada y presencia de emprendedores extranjeros fue muy importante en la región, favoreció las relaciones y los negocios internacionales, la transferencia y la apropiación científica y tecnológica, y el desarrollo de cierto carácter cosmopolita de las élites del departamento. Este autor también destaca la preeminencia de un modelo empresarial familiar cerrado, ligado a la estructura agraria, con sesgo rentista y la consecuente reducida movilidad de la inversión en tierras. Estas características son base de la configuración de unas élites conservadoras con fuerte incidencia en las instituciones locales y departamentales, y en la definición de las políticas públicas que han tendido a favorecer intereses privados.

En un trabajo reciente sobre las relaciones entre élites económicas y políticas en Cali y Valle del Cauca entre 1910 y 1940, que recurre a actas del Concejo y boletines de la Cámara de Comercio ( Hurtado, 2015 ), se encuentran grandes coincidencias entre los representantes de los cargos públicos (gobernadores, alcaldes, representantes y concejales) y los hacendados, industriales y comerciantes de la ciudad y la región. El autor sostiene que la élite económica domina en la región a través de instituciones democráticas para defender sus intereses de clase, principalmente para el desarrollo de servicios y obras públicas. Su análisis confirma la tendencia histórica en Colombia de una modernización sin modernidad. Es decir: el desbalance del desarrollo económico sin procesos de inclusión social, política y cultural, así como deficiencias en la conformación de espacios públicos de discusión y en la construcción de consensos sociales más plurales y participativos.

En un sentido complementario, el estudio sobre Industrias y Empresarios Pioneros de la primera mitad del siglo ( Ordóñez, 1995 ) destaca que los procesos de industrialización de Cali, el desarrollo de la infraestructura, la conformación de mercados laborales, el crecimiento demográfico y la cualificación de la fuerza de trabajo se deben al aprovechamiento de algunos individuos y grupos que realizaron actividades empresariales, gremiales y políticas en las que la inclusión de las familias estaba condicionada a la continuidad de la empresa.

Estas versiones resultan coincidentes con el protagonismo atribuido a las élites económicas del país hasta finales de los años setenta, que subrayan su poderío e influencia social y política, y muestran al Estado como un mediador y representante de sus intereses particulares y gremiales ( De Zubiría, 2015 ). Para el caso del Valle, la influencia y el poder político y social del empresariado rural, principalmente del azúcar, se ve como impulsor de un modelo de desarrollo fundado en la gran propiedad moderna ( Pizarro, 2015: 15 ).

Sin embargo, la centralidad y el poder imputados a los empresarios también se relacionan con las versiones históricas sobre los problemas agrarios, primordialmente de concentración y uso de la tierra. Así, varios analistas del conflicto político armado caracterizan las élites del país como gestoras principales ( Fajardo, 2015; Gutiérrez, 2015 ; Molano, 2015 ). Gutiérrez, por ejemplo, sostiene que la desigualdad agraria ha incidido en el conflicto tanto por la articulación entre el poder político y la gran propiedad agraria como por la asignación de los derechos de propiedad de la tierra, no solo por parte de los grandes propietarios, sino también por especialistas en la violencia, así como por la expansión permanente de la frontera agraria (2015: 7-9).

Para el caso del Valle del Cauca, Zuluaga (2015) argumenta que los procesos de industrialización en la producción de la caña de azúcar a mediados del siglo XX significaron profundos cambios en la vida natural, económica, social y cultural del valle geográfico del río Cauca. Además de los procesos migratorios que agenciaron, desataron una presión de los terratenientes sobre la pequeña y mediana propiedad. La expansión de la industria azucarera contribuyó a la concentración de tierras y a la «descampesinización» de las comunidades agrícolas, principalmente afrodescendientes. Urrea (2002) muestra que el desarrollo de los empresarios de la región se ha caracterizado por el sesgo rentístico en el control de la tierra productiva del valle geográfico del río Cauca, especialmente la dedicada a la caña, y el uso de beneficios protegidos (rentas) a través del poder político, o en diversas ocasiones el manejo de la gestión pública para favorecer intereses privados.

¿Pérdida de poder político y social?

Como ya se mencionó, las memorias de los empresarios coinciden en señalar la pérdida de control y poder político y social a finales de los años ochenta, tras los procesos de descentralización política y administrativa, los cambios generados por el tránsito de una democracia representativa hacia una participativa y las medidas de apertura económica que introdujo la Constitución del 91. Sin embargo, versiones académicas muestran que la pérdida de poder político y del control tanto de la gobernación del Valle como de la alcaldía de Cali, se presenta de manera más temprana que lo que expresan los empresarios en sus memorias. De manera similar, en lo social, sostienen que hay un deterioro del poder de las élites económicas para mantener la cohesión en las representaciones sociales sobre las maneras de entender y vivir a Cali y la región. Esto último está relacionado con las crecientes migraciones que se producen en Cali desde los años cincuenta.

En relación con el poder político de las élites económicas, Aprile-Gniset (1990) y Sáenz (2010) muestran que durante buena parte del siglo XX, efectivamente, hay una intersección entre la élite económica y política en Cali y el Valle, que genera autorrepresentación en el campo de lo político, sustentada en su poder económico. Aprile, por ejemplo, argumenta que entre 1910 y 1980 los apellidos de alcaldes y gobernadores se concentraron en unas pocas familias: Sinisterra, Borrero, Carvajal, Buenaventura, Garcés y Lloreda. Afirma que para Cali «la misma concentración de la propiedad raíz opera en la concentración del poder municipal» ( Aprile-Gniset, 1990: 15 ). Sin embargo, Sáenz sostiene que desde 1968 se empezó a percibir una distinción entre las élites económica y política, particularmente en Cali. En este sentido, muestra que entre 1968 y 1982, los sectores de la élite económica ya tendían a ser minoritarios en el poder de la ciudad. También argumenta que en la década de los ochenta y noventa ya se encontraba una élite política formada por hombres y mujeres que, en términos generales, «son personas de sectores medios y populares, que al constituirse en políticos profesionales —que viven de y para la política— logran movilidad social ascendente, con lo que logran ampliar su capital social y político». ( Sáenz, 2010: 279 ).

Las memorias de los empresarios coinciden con estudios académicos que señalan que durante los años noventa las políticas de apertura económica, la globalización y las crisis económicas llevaron a los empresarios a concentrarse en sus proyectos económicos. Así lo demuestra Méndez (2000) al afirmar que la apertura económica en el Valle del Cauca en la década de los noventa no fue favorable, debido a la caída del PIB regional comparado con el nacional. Si bien para los entrevistados la apertura tuvo efectos nocivos, no dejan de reconocer que este proceso les enseñó y los obligó a establecer y desarrollar estrategias empresariales diversas, a adoptar prácticas más profesionales y a reorganizar y reorientar «las viejas empresas de origen básicamente familiar». En esta línea, Urrea (2002) sostiene que desde mediados de los noventa se produjo un resquebrajamiento del orden empresarial familiar que ocasionó transformaciones en el perfil de las empresas multinacionales, como consecuencia de las condiciones de competencia creadas por la apertura y por la fase recesiva de la economía nacional y regional entre 1996 y 1999.

Sáenz (2010) permite deducir que desde finales de los años sesenta las élites económicas perdieron capacidad para mantener formas simbólicas e ideológicas de congregación, representación e identificación en torno a temas como el «civismo» y la «caleñidad» en Cali. Este hecho puede estar articulado no solo a cambios en las relaciones económicas y políticas, sino también a los acelerados procesos migratorios en el Valle del Cauca y Cali [12] que llevaron, por ejemplo, a que la población total de Cali pasara de 284.186 habitantes en 1951, a 637.929 en 1964, de los cuales 618.251 (97%) eran urbanos y solo 19.714 (3%) se ubicaban en las zonas rurales (Zambrano et al., 2011).

Las migraciones trajeron consigo una mezcla de culturas, etnias, tradiciones, costumbres y usos de la tierra, producto de la llegada de poblaciones afrocolombianas de la Costa Pacífica, así como de otras poblaciones de Cauca y Nariño.

Cuando se refieren a las migraciones, las narrativas de los empresarios también mencionan las oleadas de migrantes jóvenes de sectores de la élite hacia Bogotá y a otros países, motivadas desde mediados de los años noventa por el escalamiento del conflicto y los problemas políticos, económicos y sociales en la región. Estas versiones concuerdan con los análisis de las migraciones, como los realizados por Khoudour-Castéras (2007). Desde una perspectiva econométrica, este autor muestra que el Valle del Cauca estaba entre los departamentos con mayores tasas de migración en las últimas décadas. Sostiene el estudio que las personas menos pobres y mejor preparadas de los departamentos con mayores dificultades socioeconómicas fueron las que tuvieron mayor propensión a emigrar. Se trata de una población urbana afectada por diversos fenómenos de violencia cotidiana. En el caso del Valle, el deterioro de las condiciones de vida y el incremento de los costos de protección habrían estimulado el crecimiento migratorio de las últimas décadas, pues emigrar era una forma de protegerse contra la violencia (Khoudour-Castéras, 2007: 268-269).

Complejidad de las interacciones con grupos armados ilegales

En general las narrativas consultadas evidencian gran capacidad de reacción y adaptación de los empresarios en relación con los contextos y circunstancias que enfrentaron entre fines de los ochenta y el 2010, como el surgimiento y desarrollo de la guerrilla y el narcotráfico, o la presencia de los paramilitares en el Valle. Sin embargo, muestran menor capacidad de adaptación para prever y responder a las migraciones o a las transformaciones políticas, económicas y administrativas propiciadas por la descentralización y la Constitución del 91.

Por otra parte, los relatos de los empresarios sobre sus interacciones con narcotraficantes, guerrilleros y paras ponderan su perspectiva reactiva. Los empresarios responden, primordialmente, a las acciones y lógicas de estos actores o a las diferentes combinaciones y alianzas entre ellos. Adicionalmente, las narraciones muestran que para responder a las acciones de narcotraficantes, guerrillas y paramilitares, los empresarios no tienen inconveniente en convocar o generar alianzas con otros sectores: instituciones o políticos locales y nacionales, la sociedad en general, como ocurre en marchas y movilizaciones, o las mismas comunidades de sus zonas de influencia. Incluso algunos empresarios admiten que llegaron a recurrir a actores ilegales para tratar de resolver asuntos sociales, económicos y políticos producidos por sus interacciones con otros actores ilegales, como en algunos casos con narcos o con paramilitares.

Las interacciones de los empresarios con los guerrilleros parecen transformarse radicalmente tras los secuestros masivos en la ciudad que, como se expresó antes, son percibidos como afrentas al mundo urbano y en particular a las élites del Valle. Aunque hay versiones que sostienen que los secuestros masivos apresuraron el arribo de los paramilitares al Valle [13] , el Grupo de Memoria Histórica (2013) muestra una perspectiva más compleja. Por una parte, el CNMH argumenta que el secuestro masivo de la iglesia La María, entre otras acciones del ELN, fue un recurso para ganar reconocimiento mientras se adelantaba el proceso de paz entre el gobierno de Pastrana y las FARC. Por otra, también demuestra que la postura de las FARC de convertir los secuestros en moneda de canje político llevó a radicalizar el rechazo general de la sociedad contra el secuestro y contra la guerrilla.

El narcotráfico, como se pudo observar, representa un capítulo central en las memorias de los empresarios sobre Cali y el Valle, que coinciden con las versiones de analistas de dentro y fuera de la región. Urrea (2002), por ejemplo, sostiene que desde los años ochenta el narcotráfico adquirió importancia en la zona, tanto como actor empresarial como en las transformaciones culturales y económicas, entre las élites regionales del Valle del Cauca. En sentido similar, la Vicepresidencia de la República (2006) afirma que el narcotráfico representa un episodio central para pensar las dinámicas económicas, políticas y culturales del departamento. Este estudio menciona el surgimiento de una cultura mafiosa que logró penetrar las comunidades, pervirtió sus costumbres y contaminó el ejercicio de la representación popular. El informe de la Vicepresidencia argumenta que las dinámicas del narcotráfico en el departamento se relacionan con la ausencia del Estado y la crónica aceptación de la violencia y la coerción como formas de control social; la complacencia de las élites locales con el fenómeno revela el avanzado grado de inserción en la sociedad que este ha logrado.

Por su parte, al referirse al narcotráfico, la mayoría de los empresarios entrevistados proponen una noción compleja del mismo, que va más allá de su carácter meramente operativo, es decir, en términos de Contreras (2010), no se reduce al tráfico clandestino de drogas ilegales. Para este autor el narcotráfico es una actividad de gran complejidad, basada en estructuras de poder que establecen relaciones de influencia política, económica y social. De acuerdo con Medina (2012), el narcotráfico se entiende como un conjunto de actividades ilegales para la producción, transporte y comercialización de drogas psicoactivas y la formación de un modelo organizativo de carácter económico y social ilegal, con altos niveles de injerencia en los aspectos económicos y políticos de las sociedades formales.

Aunque los relatos de los empresarios coincidirían con este tipo de perspectivas más complejas, e incluso harían alusión a la formación de una cultura mafiosa en la ciudad y la región, la mayoría de las posturas frente al narcotráfico resultan bastante ambiguas en relación con su carácter ilegal. Así, a pesar de las alusiones de resistencia y toma de distancia, las entrevistas sugieren un alto grado de naturalización y acostumbramiento frente a los agentes, prácticas y estrategias de los narcotraficantes, que llevan en no pocas ocasiones a concebirlo como parte de las reglas formales de la sociedad caleña y valluna. Por ejemplo, varios entrevistados dicen reconocer el carácter ilegal de los narcos una vez el Gobierno central les declara la guerra a mediados de los noventa.

Es de todas formas importante anotar que las memorias de los empresarios coinciden con la imprevisión general de las élites nacionales que, como lo muestra Giraldo (2015), durante buena parte de la década de los ochenta no percibían la economía de la droga como un riesgo mayor. Para Giraldo, las élites incluso llegaron a considerar que podían utilizar parte de sus recursos de manera pragmática para obtener divisas en el país.

Las interacciones de los empresarios del Valle y los paramilitares en esta zona del país también son bien complejas. Informaciones de los medios, de organismos judiciales y de estudios académicos muestran diversas facetas del asunto. Por ejemplo, según declaraciones del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso en una audiencia de Justicia y Paz, el político conservador Carlos Holguín Sardi le pidió llevar las autodefensas al Valle del Cauca en 1996 (Verdad Abierta, 2015). Según este artículo, las versiones de varios paramilitares desmovilizados, así como las del mismo Vicente Castaño, señalan que empresarios y dirigentes políticos de la región solicitaron a los hermanos Castaño su incursión en el Valle del Cauca con el Bloque Calima, en mayo de 1999.

El mismo sentido siguen las versiones que documentó la Fiscalía de Justicia y Paz durante la audiencia de legalización de cargos contra Hébert Veloza, alias HH, exjefe paramilitar del Bloque Bananero: la creación y expansión del Bloque Calima en el occidente del país fue producto de vínculos entre paramilitares de la Casa Castaño, militares, empresarios y políticos de la región. En una entrevista exclusiva del diario El País con «HH», este manifestó:

a las autodefensas las trajeron los empresarios, ellos a Carlos y Vicente Castaño que montaron el Bloque Calima. La reunión con narcos del Valle fue otra… después de que habíamos tomado cierto control. Los empresarios se desaparecen y al perder ese apoyo económico, Vicente acude a los narcos… ( Saavedra, 2008 ).

Y en otra entrevista, ante la pregunta sobre quiénes aportaron dinero para financiar el Bloque Calima, HH respondió: «Desde los más grandes ingenios del Valle hasta los más pequeños, así como algunos ganaderos de las zonas donde operé». (El País, 2013).

Desde otra perspectiva, Acosta (2012) muestra que la llegada de las AUC al Valle obedece a antecedentes distintos, entre los cuales resalta: el inicio del proceso de paz con las FARC en la zona de despeje del municipio San Vicente del Caguán, dado que tanto el ejército como la policía debieron limitar sus operaciones, lo que generó un incremento en el accionar de las FARC en diferentes regiones. Este autor también señala que la aparente extinción del Cartel de Cali llevó al fortalecimiento del Cartel del Norte del Valle, quienes auspiciaron la llegada de los grupos paramilitares al Valle al no representar un potencial competidor para los narcotraficantes. De todas formas los relatos de los empresarios sobre la llegada y el desarrollo de los paramilitares al Valle parecen cumplir con las cuatro características anotadas por Gutiérrez (2015): 1) la insubordinación de élites legales que se sentían desprotegidas por el Estado; 2) el protagonismos de élites ilegales; 3) la participación de sectores de la clase política, y 4) la participación de miembros de las agencias de seguridad del Estado. Además, las motivaciones de los empresarios corresponden con los dos motivos principales que han señalado autores como Duncan (2015): los secuestros y extorsiones por parte de las guerrillas que en las últimas tres décadas incrementaron los índices de violencia en el país.

¿Pero qué parece mover las acciones de los empresarios frente a narcotraficantes, guerrillas o paramilitares, a través de sus narrativas? En general, los relatos y las fuentes consultadas indican que el motor de sus acciones no fue propiamente el alcance de metas colectivas o de élite, o la contribución a políticas o programas de desarrollo local y regional (como se afirma que sí sucedió en Antioquia). Las razones parecen estar en la defensa de sus bienes y riquezas, o en la obtención del mejor provecho económico en medio de los contextos que enfrentaron. Así lo confirma un grupo de ensayos que analizan la situación socioeconómica del Valle a finales del siglo XX, donde se expresa la ausencia de élites regionales que pensaran en el interés colectivo y de largo plazo (Guzmán, 2003). Esta forma de proceder revelaría una visión y unas perspectivas de muy corto plazo en sus interacciones, utilizando las herramientas institucionales y no institucionales a su alcance para el logro de sus objetivos económicos. De la misma manera parecen responder en lo social. Así lo mostrarían las acciones aisladas y fragmentadas de Responsabilidad Social Empresarial que, en general, buscaban garantizar entornos viables y seguros para el desarrollo de sus industrias y negocios en las zonas en que se ubicaban, pero con gran dificultad para lograr acuerdos o acciones mancomunadas con otros empresarios y empresas.

Es importante anotar que, de manera casi unánime, los relatos de los empresarios sí cuestionan profundamente su incapacidad para generar consensos y desarrollar acciones colectivas, que los impulsen a recuperar los poderes perdidos y a ayudar con la reinstitucionalización de espacios sociales como Cali, capital del departamento y centro político, económico y cultural del suroccidente del país. Sin embargo, su perspectiva de recuperación institucional pareciera proponer, principalmente, o bien la ubicación de miembros afines a sus perspectivas e intereses en cargos de decisión política, o bien el desarrollo de ajustes institucionales que garanticen un entorno favorable para sus negocios. En sus relatos no se ve que estén pensando o proponiendo ajustes estructurales (económicos o políticos) que conduzcan a la defensa de lo público, a la redistribución de sus riquezas, la afectación de sus tierras o el desarrollo de programas de reforma agraria, a la profundización de la democracia participativa o a la implementación de esquemas que propendan por el desarrollo de otros poderes sociales. Además, sus ideas sobre el fortalecimiento del Estado lo sitúan como garante y protector de lo social, profundamente liberal en lo económico, y muy fuerte en el mantenimiento del orden y la seguridad.

Centralidad económica y mediaciones políticas

Las narrativas de los empresarios expresan una actitud reactiva frente a los contextos y acciones de otros actores, principalmente los ilegales. Sus interacciones directas con estos últimos y sus decisiones están explicadas por la falta de presencia del Estado, en tanto garante no solo de la seguridad, sino de la justicia, el orden y el desarrollo. Estos argumentos se acercan más a las versiones que explican el conflicto armado como resultado de causas objetivas y estructurales, o por la falta o ausencia del Estado ( De Zubiría, 2015; Estrada, 2015; Giraldo, 2015 ), y están más distantes de perspectivas que hacen énfasis en el accionar de los agentes del conflicto, que no solo actúan y transforman los contextos con sus prácticas, sino que se van transformando durante sus interacciones ( Giraldo, 2015; Pécaut, 2015 ).

Por otra parte, las narrativas de los empresarios, así como de varios analistas del conflicto armado en Colombia [14] , tienden a expresar una comprensión de lo político y también de lo social como ámbitos articulados pero dependientes de lo económico. Es decir, los asuntos económicos son percibidos como los determinantes de las relaciones políticas y sociales, y por ende de los procesos de generación de poder y control en estos ámbitos. Adicionalmente, sus nociones de lo público parecen no considerar la defensa de espacios, asuntos y bienes públicos, sino que es la buena gerencia y el control sobre estos (espacios, asuntos y bienes) los que posibilitan el desarrollo económico como base y garantía del desarrollo social y político.

Lo anterior se expresa en la misma centralidad que se atribuyen los empresarios, anotada antes, y les es atribuida como generadores de desarrollo económico, (re)institucionalización política y control social. También lo expresan las carencias anotadas en el sector empresarial para avanzar en propuestas de desarrollo regional y local concertadas con otros sectores sociales. De igual manera, la primacía de lo económico está presente en la causalidad que develan los relatos de los empresarios frente a los poderes del narcotráfico o la guerrilla, cuando estos adquieren grandes capitales que de paso los convierten en adversarios con capacidad de amenazar o afectar el desarrollo de sus iniciativas empresariales y su poder sociopolítico.

Asimismo, el ascenso de sectores ilegales o de otras clases o círculos sociales parece romper los mecanismos y espacios de mediación política que funcionaban en los ámbitos local y regional, como en el de las relaciones entre lo local-regional y lo nacional. Mediaciones que en otros momentos ellos tenían, ya sea por la participación directa de miembros de la élite económica en cargos públicos en la región, o a través de personas avaladas o apoyadas por los empresarios para el ejercicio de la política.

En este sentido, las narrativas de los empresarios sobre las transformaciones de la política municipal y departamental, producto de la descentralización, corresponden con explicaciones académicas como la de Gutiérrez (2015), que sostiene que la descentralización no solo trasladó el centro de acción política a los municipios, sino que expuso a las unidades territoriales más débiles y ubicadas en la periferia a una serie de riesgos y peligros: «Al tener recursos propios y mayores márgenes de decisión, las alcaldías se volvieron botines apetecibles». Y los diversos actores armados ilegales también volcaron sus acciones por el control de los municipios. Para el caso del Valle del Cauca, Urrea (2002) muestra que en las décadas de los ochenta y noventa la región no solo asiste a la expansión de los empresarios de drogas ilícitas, sino a un fenómeno generalizado de clientelismo y corrupción que benefició a algunos sectores empresariales, en medio del desborde del gasto público departamental y del municipio de Cali.

Esta perspectiva estaría complementada por tesis sobre las relaciones entre élites regionales y actores criminales, como la desarrollada por Duncan (2015), quien afirma que las relaciones entre estas élites y actores como narcotraficantes y paramilitares respondieron a su preocupación por evitar que las guerrillas destruyeran los órdenes establecidos en lo local y regional. Lo anterior, por la carencia de previsión de las élites del centro de seguridad contra el secuestro, la extorsión, los atentados y demás prácticas expropiatorias que se presentaban en los ámbitos regionales.

Las anteriores circunstancias parecen llevar a los empresarios a buscar alternativas de vía directa en la mediación de los conflictos locales, como sucede con los vínculos directos o indirectos de algunos de ellos con narcotraficantes y paramilitares que, contrario al rol atribuido a los empresarios en la región, contribuyen a la desinstitucionalización y el debilitamiento del Estado. De la misma manera, la ausencia de mediaciones políticas conlleva la búsqueda de otras formas de intermediación con los poderes centrales, como sucede con la contratación de lobistas profesionales para que movilicen iniciativas legislativas en el Congreso, o la búsqueda de lugares de influencia en agremiaciones nacionales, o el manejo de relaciones personales y empresariales para la discusión y adopción de políticas públicas.

En un sentido similar podrían estar orientadas las iniciativas cívicas o de responsabilidad empresarial apoyadas o ejecutadas por los empresarios a través de movilizaciones, fundaciones u ONG, que buscarían establecer relaciones directas entre ellos y comunidades urbanas y rurales, con el fin de incidir no solo en el desarrollo económico y el alivio de la pobreza, sino en la reducción del conflicto armado, con el fin de afectar los apoyos sociales a los grupos armados o reducir el reclutamiento y la afiliación de jóvenes y campesinos a sus filas, y de paso ayudar a disminuir los preocupantes procesos de migración del campo a la ciudad.

Desde esta perspectiva, la paz también es entendida, primordialmente, en lógica de ajustes y arreglos institucionales (reformas tributarias, fortalecimiento de la justicia, lucha contra la corrupción, «emprendedurismo»), más que desde una perspectiva que considere transformaciones institucionales y culturales o cambios en los modelos económicos y de desarrollo que conduzcan a cambios sociales profundos y permanentes. Dado lo anterior, Dávila (2012) propone considerar las responsabilidades históricas que les corresponderían a sectores específicos del empresariado por el ejercicio de funciones destructivas relacionadas, por una parte, con su intervención en procesos de desinstitucionalización del Estado mediante el fomento y el apoyo de grupos paramilitares y, por otra, con el atropello de los derechos de propiedad que algunos de ellos cometieron.

Notas finales

La mayoría de los empresarios que participaron en esta investigación se mostraron sorprendidos ante los temas y ejercicios propuestos. Se sorprendieron porque nunca les habían consultado, desde una perspectiva académica, sobre sus memorias del conflicto y la paz. La mayoría mostró gran interés y entusiasmo en compartir sus recuerdos y sus análisis, así como las relaciones que el conflicto y la paz tienen con el desarrollo y bienestar de la región. Contrario a lo que varios colegas y gente cercana vaticinaban, los empresarios hablaron con bastante transparencia e incluso con crudeza de eventos y procesos que los involucraban como personas, como empresarios y como ciudadanos.

Las memorias de los empresarios también evidenciaron capacidad crítica y apertura hacia la asunción de responsabilidades individuales y colectivas: muestra el reconocimiento sobre la pérdida de protagonismo e incidencia en los escenarios políticos y sociales en Cali, el Valle y en la región suroccidental durante casi dos décadas. Sin embargo, fueron muy cautelosos con varios temas que podían comprometerlos o inculparlos, sobre todo los relacionados con el paramilitarismo, los pagos y negociaciones de secuestros y extorsiones a diversas organizaciones ilegales, incluidos los grupos guerrilleros, y las relaciones con políticos y otros empresarios de esta región.

En los testimonios de los empresarios es claro que ellos también se sienten víctimas del conflicto. Sienten además que sobre ellos recaen prejuicios y señalamientos de diversos sectores sociales, principalmente del mundo local, lo cual, consideran, es producto del desconocimiento de su quehacer como empresarios, así como de los costos económicos y humanos que ha tenido el conflicto para ellos. En este sentido, sus memorias también hacen evidente que han lidiado no solo con sus propios secuestros o los de sus familiares y amigos, sino también con extorsiones y amenazas, climas y condiciones de inseguridad durante largos períodos, que han afectado sus iniciativas empresariales, sus patrimonios históricos y culturales, así como sus vidas personales y familiares.

Sin embargo, hay asuntos y eventos que han sido ampliamente reportados por estudios académicos y por los medios masivos de comunicación, como los asesinatos originados por la denominada limpieza social; o los asesinatos, torturas y masacres perpetrados por narcotraficantes y paramilitares en la región, o las persecuciones, amenazas y violencia contra otros grupos y organizaciones sociales, como indígenas, afrocolombianos, campesinos o mujeres, que difícilmente aparecieron en sus narrativas. En sus relatos tampoco se percibe que la violencia sea vista como un ordenador de prácticas y relaciones sociales y políticas en la región que destruye, pero también construye, tejido social.

Hay varios asuntos y preguntas que deben abordarse en futuros trabajos, como la construcción de concepciones más complejas e integrales de lo que significa hoy «el empresariado». Nuevas comprensiones que no solamente consideren diferencias sectoriales, sino que incluyan micro y medianos empresarios, así como las contemporáneas formas de vinculación y participación en las empresas y en su toma de decisiones. De igual manera, es importante indagar por las experiencias diferenciales de los empresarios en la vida cotidiana, en contextos locales y regionales, frente al conflicto y la paz, en territorios y temporalidades diversos que han implicado impactos y formas bien distintas de involucramiento con el conflicto y la paz, así como diferentes acciones empresariales y de participación política y ciudadana por parte de estos grupos sociales.

También es importante avanzar en el desarrollo de metodologías y experiencias que permitan profundizar en las memorias de las élites, en un contexto de negociación y de construcción de paz que vaya más allá de los tiempos y las dinámicas de negociaciones como la de La Habana o la que se ha iniciado recientemente con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Estudios como este, de carácter etnográfico y simbólico, se deben complementar con otros de carácter cuantitativo, cualitativo y legal que contrasten de manera más compleja las memorias de los empresarios con dinámicas y contextos económicos, políticos y culturales.

Es importante mencionar que en los últimos años hay un creciente interés político y académico por acercarse a los empresarios y trabajar alrededor de sus memorias y sus interacciones tanto con el conflicto como con la reconciliación y la paz. Así lo muestran iniciativas como las de Proantioquia [15] o el Centro de Pensamiento Social [16] , que han generado espacios de diálogo, investigación y trabajo conjunto entre empresarios, académicos y diferentes organizaciones sociales y políticas, o las acciones adelantadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), que trabaja en el diseño de rutas complejas e incluyentes para abordar las memorias de los empresarios, o iniciativas de análisis académico sobre las relaciones entre empresarios, conflicto y paz, como las de la Universidad Eafit de Medellín, o el trabajo continuo en este campo de la Fundación Ideas para la Paz.

Otro asunto que merece atención para futuros trabajos es una indagación profunda sobre las diversas interacciones de los empresarios con protagonistas del conflicto que vaya más allá de los grupos armados ilegales. En esta perspectiva, es importante conocer mejor las relaciones de empresarios con las fuerzas militares y de seguridad del Estado, sus relaciones con políticos e instituciones locales y sus interacciones con otros gremios y con organizaciones sociales y comunitarias. Desde este punto de vista, vale la pena profundizar en las acciones y responsabilidades diferenciales de los empresarios frente a eventos y procesos que los involucran directa e indirectamente con el conflicto y la paz.

Además, es importante analizar las interacciones de los empresarios con otros actores, teniendo en consideración los contextos que ellos han enfrentado, que implican formas diferenciales de presencia estatal, así como acciones y garantías diferentes por parte del Estado para este y otros sectores sociales. De igual manera, es muy importante trabajar desde lógicas que superen las dicotomías entre victimarios y víctimas, avanzando hacia el reconocimiento diferenciado de los impactos y efectos del conflicto, como también de las acciones de reconciliación y reparación. Será importante considerar las características diferenciales de los empresarios como víctimas y actores de procesos de violencia y paz en diferentes coyunturas y territorios del país.

El interés en la memoria tiene por supuesto un carácter histórico, pero también un carácter político. En palabras de Calveiro (2012), los «montajes» de la memoria, que son múltiples como las experiencias de quienes recuerdan, no valen tanto por la verdad de lo que enuncian, sino por su articulación con las relaciones de poder y las luchas políticas del presente. La legitimidad que se le asigna a cada montaje del pasado no deriva de una especie de «prueba objetiva» sino de su credibilidad social, de su capacidad para construir consensos en torno a lo que los hechos significaron en el pasado y a su proyección para el momento presente.

El CNMH ha propuesto tres funciones y usos de la memoria: el primero asume la memoria como reclamo, apuesta al esclarecimiento histórico de los hechos para exigir justicia. En el segundo la memoria es pedagogía social, busca esclarecer y reconocer para no repetir. El tercero apunta a la memoria en su dimensión reparadora, ve en ella un espacio para la elaboración del duelo, una oportunidad para restablecer los vínculos sociales y un horizonte para la reconstrucción de lo que se perdió.

Las memorias de este estudio buscan aportar, principalmente, a una pedagogía social, sin perder de vista las posibilidades que puedan ofrecer para abrir diálogos y debates sociales, y de esta manera ayudar a restablecer relaciones de diversos grupos que han sido afectados por las violencias, el dolor y el miedo. Además buscan aportar a la consulta y escucha de otros sectores definitivos en lo que ha sucedido en Colombia, de manera que puedan contribuir al necesario diálogo y también a la tensión entre diversas memorias de la sociedad, así como a delinear consensos históricos y políticos que permitan avanzar hacia la reconciliación y hacia una vida buena para las mayorías del país.

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Notas

[1] Este texto presenta resultados originales del Proyecto de Investigación Memorias de Empresarios sobre violencia y paz en el Valle del Cauca, CIES, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi.
[2] Profesor-investigador de la Universidad Icesi, comunicador con maestrías en Antropología y Ciencias de la Información, y Ph.D. en Ciencias de la Información.
[3] El autor agradece de manera muy especial las orientaciones y discusiones que tuvo durante el diseño y desarrollo de esta investigación con Guillermo Barney, Fernán González, Rodrigo Varela, Álvaro Camacho, Fernando Urrea, Luis Carlos Castillo, Álvaro Guzmán y Gonzalo Sánchez. También el apoyo de estudiantes de la Universidad Icesi que hicieron parte en este proyecto, particularmente Sarha García por su ayuda en la revisión de bibliografía, en el análisis de entrevistas y en la confección de la ponencia que precede este texto, así como a Camille Barre y Mónica Castillo, que ayudaron en la primera sistematización de las entrevistas de esta investigación. Agradecimientos también para Lina Rodríguez, asistente de investigación, y a los colegas y amigos que pacientemente leyeron y discutieron los borradores de este trabajo, en especial a José Darío Sáenz, Marcelo Franco, Jaime Londoño, Diana Quintero, Natalia Rodríguez, Julio César Alonso, María del Pilar Rivera, Markus Schultze-Kraft y Rafael Silva. Muchas gracias a María Isabel Velasco por su gran ayuda en el trabajo de campo y el desarrollo de entrevistas.
[4] Este artículo comprende por élite a los grupos que tienen como referente esencial la constitución de redes de poder en torno a la apropiación o control de recursos, especialmente económicos. En el caso de Cali y el Valle se trata de personas que poseen grandes bienes de producción, circulación y distribución: tierras, ganado, empresas industriales, comerciales, de servicios, propietarios de medios de comunicación y bancos (Sáenz, 2010).
[5] Ver más en: Decreto 4803 de 2011 por el cual se establece la estructura del Centro de Memoria Histórica.
[6] La revisión incluyó 76 textos, la mayoría sobre violencia y conflicto armado (81%); los restantes son trabajos sobre paz. Los textos sobre violencia y conflicto concentran la mirada en Cali (75%); priman los estudios sobre violencia urbana y juvenil y estudios sobre desplazamiento. Los demás estudios hacen referencia al Valle del Cauca, y en ellos priman los estudios de violencia política, narcotráfico y desplazamiento.
[7] A manera de ilustración: el Censo Económico de Cali de 2005 mostraba que de las cerca de 51.500 empresas que había en la ciudad, el 94,3% eran microempresas, el 4,6%, empresas pequeñas y el 1,1%, medianas y grandes. La mayoría de los empresarios consultados en este estudio corresponden a este último grupo.
[8] Ver más en http://www.icesi.edu.co
[9] Se refiere principalmente al desarrollo en obras e infraestructura, así como al de empresas y negocios, que generalmente es relacionado con el carácter cívico de Cali como referente regional.
[10] La Violencia con V mayúscula hace referencia a las luchas partidistas que llevaron, después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, a un sangriento enfrentamiento entre los partidos Conservador y Liberal, así como entre las organizaciones armadas y criminales que conformaron.
[11] Las preocupaciones frente a la aplicación de justicia para los desmovilizados de las autodefensas parecen coincidir con las que tenía el empresariado de Antioquia en relación con el proceso de desmovilización de estas organizaciones. Ver Betancur (2008).
[12] En los años cincuenta la violencia política obligó a personas política y económicamente activas a refugiarse en ciudades del Valle, especialmente Cali, Palmira y Buga. Afirman Zambrano et al. (2011) que parte de estos migrantes se establecieron como pequeños comerciantes y empresarios que contribuyeron al crecimiento económico fundando empresas y dando origen a un sector comercial de amplia cobertura. A esta migración se sumaron procesos de migración articulados al crecimiento económico regional, que contribuyeron al tránsito del perfil rural al urbano.
[13] Así lo sostiene Hébert Veloza, alias HH, en Verdad Abierta. 2011. “La antesala de la llegada de los paramilitares al Valle del Cauca”. http://www.verdadabierta.com/bloques-de-la-auc/3425-la-antesala-de-la-llegada-de-los-paramilitares-al-valle
[14] Este tipo de comprensión de las relaciones entre lo económico, lo político y lo social no es exclusiva de los empresarios. Así se podría leer en las visiones de analistas del conflicto armado que ponen los problemas agrarios en el centro de las causas y los motivos que mantienen el conflicto armado, explícitos desde los años veinte, y que expresan una profunda determinación de lo económico frente a lo político (Fajardo, 2015; Giraldo, 2015; Molano, 2015; De Zubiría, 2015).
[15] Fundación privada de empresas antioqueñas que busca contribuir a la construcción de una región más competitiva en lo económico y equitativa en lo social, y de una sociedad integrada, pacífica y con oportunidades para toda la ciudadanía.
[16] Alianza interinstitucional de Antioquia que busca fomentar la investigación, el estudio crítico y científico y la opinión para el mejoramiento de la calidad de las políticas públicas y las prácticas de responsabilidad social empresarial.
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