Conflicto y violencia: relaciones de género, expresiones culturales y distensiones emocionales

Conflict and Violence: Gendered Relationships, Cultural Expressions and Distress

Conflito e violência: relações de gênero, expressões culturais e distensões emocionais

Anna María Fernández Poncela [1]
Universidad Autónoma Metropolitana/Xochimilco, México

Conflicto y violencia: relaciones de género, expresiones culturales y distensiones emocionales

Tabula Rasa, núm. 22, 2015

Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca

Recepción: 30 Junio 2014

Aprobación: 22 Enero 2015

Resumen: Este texto revisa las relaciones de género inscritas en algunas narrativas sociales populares, reflejo de la tensión emocional, el conflicto y la violencia que existe en las relaciones intergenéricas. Esto se hace a través de refranes, frases, chistes y acertijos. Se muestra la diversidad y la ambivalencia de la cultura popular, la reproducción cultural y también la liberación emocional.

Palabras clave: Conflicto, violencia, género, cultura, emociones, narrativas culturales.

Abstract: This text reviews gendered relationships displayed in some popular social narratives, reflecting distress, conflict and violence existing in inter-gendered relationships. This is reflected on sayings, popular expressions, jokes and riddles. The diversity and ambivalence of popular culture is seen, as well as the reproduction of cultural roles and emotional relief.

Keywords: Conflict, violence, gender, culture, emotions, cultural narratives.

Resumo: Este texto examina as relações de gênero inscritas em algumas narrativas sociais populares que são, por sua vez, reflexo da tensão emocional, do conflito e da violência que existe nas relações intergenéricas. O exercício é feito por meio de ditados, frases, piadas e enigmas. Demonstra-se a diversidade e a ambivalência da cultura popular, a reprodução cultural e também a liberação emocional.

Palavras-chave: conflito, violência, gênero, cultura, emoções, narrativas culturais.

Detalle. Graffiti in abandoned hotel, Monte
Estoril, Portugal - 2008

Detalle. Graffiti in abandoned hotel, Monte Estoril, Portugal - 2008
Manuel Faisco - https://www.flickr.com/photos/arteurbana/

«Un padre y un hijo sufrieron un accidente, el padre murió y el hijo resultó malherido. Fue trasladado a un hospital para operarle, pero el cirujano al verle comentó: «¡No puedo operarle, es mi hijo!»

«El señor Hernández y su hijo Gonzalo iban en su coche. Tuvieron un accidente. El padre murió en el acto y el hijo quedó herido de gravedad y lo ingresaron en el hospital. Al verlo, el jefe del departamento de cirugía dijo: «Yo no lo puedo operar ¡Si es mi hijo Gonzalo!» ¿Cómo se explica esto?

Reflexiones iniciales

Todo esto desde una mirada bio-psico-social, transdisciplinaria y lúdica, en la medida de lo posible. Además de todo lo expuesto con anterioridad, tenemos una hipótesis que nos guía, y es que dentro de la tradicional ambivalencia de la creación y la cultura popular, hoy hay mayor expresión de todos los puntos de vista; esto es, las mujeres tienen más voz, y si bien la tendencia en el pasado ha sido discriminarlas en expresiones tales como canciones, refranes y chistes, hoy en día, cada vez hay más mensajes en sentido inverso que pueden apreciarse en chistes y acertijos. No pretendemos ni podemos probarla a cabalidad, pero lo que sí podemos es demostrar que se trata de una tendencia que se abre paso en la práctica discursiva social actual.

El texto estudia las metáforas lingüísticas, expresiones culturales, tensiones emocionales, como un todo bio-psico-social y transdisciplinario del conflicto social y la violencia de género que ejercen las mujeres sobre los hombres y éstos sobre aquéllas, según aparece inscrita en refranes, frases graciosas y expresiones afines a los chistes y acertijos. Se relaciona cultura y emoción, expresión y tensión. Se mira lo que hay de reproducción y liberación. Se parte de ideas transgresoras y fuentes poco estudiadas. Se llega a dibujar la realidad social del conflicto y la violencia en las relaciones intergenéricas —de forma bidireccional— en expresiones lingüísticas populares y cotidianas que aquí consideramos como posibles soluciones prácticas de liberación cultural y emocional que tienen lugar en la comunicación e interacción social intersubjetiva, inter e intra genérica.

Varias ideas transgresoras guían esta investigación:

  1. 1. 1. Conocemos bastante sobre la violencia física y formal, menos sobre la violencia lingüística, cultural y emocional. Estos últimos tipos son los que vamos a abordar en estas páginas.

    2. Conocemos bastante de la violencia ejercida contra las mujeres por los hombres, o la configuración formal e institucional del sistema social, pero poco sobre la violencia ejercida hacia los hombres por las mujeres —sin olvidar a las mujeres— y la que parte de lo que podríamos llamar comunicación informal: expresiones culturales y tensiones emocionales personales, sociales y genéricas.

    3. Entendemos violencia como algo negativo; sin embargo, hay quien discute el término, equiparándolo a fuerza —desde la sociología y la psicología—; lo positiviza, y emplea más bien el término agresión cuando hay intención de dañar —si bien hay quien lo entiende a la inversa—. La violencia es fuerza necesaria, positiva o negativa según para qué y cómo se emplee. Su ejercicio puede ser una defensa de un daño mayor en algunas ocasiones.

    4. Entenfemos también el conflicto como negativo, pero es parte del proceso social y el crecimiento personal —en eso todo mundo concuerda—. Es positivo o negativo en función de sus consecuencias; más importante que lo que nos pasa es lo que hacemos con lo que nos pasa. No podemos evitarlo, pero sí transitarlo. Si no se resuelve y se enquista sí es negativo para todo mundo; si explota dañando, también.5. Sobre la violencia verbal y simbólica se ha trabajado desde la reproducción social. Sin embargo, peor suerte ha corrido lo que tiene que ver con lo afectivo: ¿qué hay de su parte de liberación emocional? ¿Podría tratarse de una descarga tensional que alivia y evita la violencia de otro tipo o el mantener la tensión al no expresarse?

    5. Y es que aquí partimos de la premisa de que cultura y emoción no sólo van de la mano; se interrelacionan íntimamente y esto proporciona algo más que la sumatoria de ambas; es una totalidad descuidada, en general, por las ciencias sociales.

Como estudio de caso para reflexionar sobre estas ideas en la realidad social en México y nuestros días, o en otros países de habla hispana, analizaremos e interpretaremos fuentes poco o nada tratadas para el tema que nos ocupa:

  1. 1. 1. Canciones, refranes.

    2. Colmos y varias expresiones chistosas o afines a los chistes.

    3. Acertijos.

Todo esto desde una mirada bio-psico-social, transdisciplinaria y lúdica, en la medida de lo posible. Además de todo lo expuesto con anterioridad, tenemos una hipótesis que nos guía, y es que dentro de la tradicional ambivalencia de la creación y la cultura popular, hoy hay mayor expresión de todos los puntos de vista; esto es, las mujeres tienen más voz, y si bien la tendencia en el pasado ha sido discriminarlas en expresiones tales como canciones, refranes y chistes, hoy en día, cada vez hay más mensajes en sentido inverso que pueden apreciarse en chistes y acertijos. No pretendemos ni podemos probarla a cabalidad, pero lo que sí podemos es demostrar que se trata de una tendencia que se abre paso en la práctica discursiva social actual.

Las bondades del conflicto y la necesidad de la violencia

A riesgo de resultar impopular y políticamente incorrecta aquí señalaré como en otras ocasiones que el conflicto tiene sus bondades y la violencia es necesaria. Partimos, claro está, de que nos educaron para pensar y sentir que el conflicto y la violencia son algo malo y negativo. Que el desacuerdo —enojarse, discutir o pelear y mostrar emociones— tiene que evitarse. Sin embargo, por sí mismos los conflictos no son ni buenos ni malos; pueden ser el inicio de encuentro entre las diferencias o la inaceptabilidad de las mismas; según como funcionen y se utilicen redundarán en algo satisfactorio y funcional o disfuncional e insatisfactorio, en creación o destrucción, en equilibrio o desequilibrio. Si no se enfrentan, los conflictos pueden enquistarse y corroernos, el abrirlos ofrece la posibilidad de verlos y transitarlos. No todos los conflictos que se enfrentan se resuelven, pero los que no se enfrentan esos sí no se resuelven (Robine, 2005).

Sobre el conflicto dicen los gestaltistas Frederick S. Perls, Ralph F. Hefferline y Paul Goodman que «son los medios de crecimiento» (2006: 169): humano, personal, interrelacional y social, añadimos.

Más allá de perspectivas terapéuticas que alumbran el asunto, tenemos también la sociología y la antropología del conflicto; aquellas tendencias que van más allá de la estabilidad y el orden funcionalista y que se sumergen en la desigualdad y el cambio, donde las relaciones de dominio y el privilegio de grupos genera conflicto, como lo señaló Danrendorf con sus estudios sobre conflictos de clase en la sociedad industrial, o Gluckman en etnias africanas, enfrentamientos por el acceso a los recursos o su distribución, entre otras cosas, que desembocan en cambios. La vida en sociedad es interrelación entre individuos, grupos y organizaciones. Como afirmó Blumer, en este proceso aprendemos significados y símbolos, interactuamos, cambiamos y reinterpretamos situaciones toda vez que las construimos, las co-construimos, o las de deconstruimos también.

El conflicto es intrínseco y está presente en toda relación social, su superación es parte del proceso social en sí. Dice George Simmel:

Si toda interacción entre los hombres es socialización, entonces, el conflicto, que no puede reducirse lógicamente a un solo elemento, es una forma de socialización, y de las más intensas. Los elementos que sí pueden disociarse son las causas del conflicto: el odio o la envidia, la necesidad y el deseo… El conflicto en sí mismo ya es una resolución de la tensión entre los contrarios (2010: 17).

Lewis Coser considera que el conflicto es una lucha por valores y estatus, poder y recursos, entre oponentes que desean neutralizar o dañarse. Sin embargo, remarca sus funciones integradoras y de cohesión, un ajuste de las relaciones sociales. Tiene varias funciones: reafirma identidades individuales y sociales, cohesiona grupos sociales; es necesario para liberar presión y mantener relaciones, contar con medios para evacuar hostilidad y expresar disentimiento y desplazar los sentimientos hostiles; los impulsos agresivos requieren de un objeto relacional; las relaciones íntimas con interacción y participación recíproca contienen sentimientos ambivalentes entremezclados e inseparables, de ahí que sean espacios de intensificación del conflicto; regula la relación, la integra al relajar la tensión que hay entre antagonistas; los conflictos estabilizan relaciones íntimas al desahogar la acumulación de sentimientos hostiles; conflictos con grupos externos favorecen la cohesión interna y a veces son utilizados en dicho sentido; el enemigo fortalece la cohesión, los chivos expiatorios se buscan en grupos que no pueden trabajar el conflicto a lo interno; la lucha puede establecer y mantener equilibrios de poder, la relación y la sociedad misma, modificando la relación de fuerzas (Coser, 1961).

Así desde las ciencias sociales el conflicto es parte del proceso social, un medio de crecimiento, reafirma, cohesiona y libera. En resumen, desplaza sentimientos hostiles e impulsos agresivos y mantiene y regula relaciones.

En cuanto a la violencia, algunos estudios psicológicos afirman que todo proceso de cambio implica violencia, o cómo la violencia es intrínseca a la vida humana, sin por ello ser siempre dañina o negativa, como comúnmente se la considera en nuestra sociedad. Por ejemplo, se sabe que en ciertos momentos de un proceso terapéutico se experimenta violencia; los ajustes creativos de destrucción, deconstrucción, desestructuración, según la gestalt, implican violencia, lo mismo que los distintos pasos del ciclo de la experiencia. Toda ruptura —por muy deseada, satisfactoria y positiva que sea, no sólo las consideradas negativas por utilizar un concepto simplista pero inteligible— es violenta; quizás el permanecer en un estado determinado o el resistirse al cambio es lo que no es violento. Sin violencia no hay evolución, no hay contacto, no hay vida. Contactar es también confrontar, transformar; es, en una palabra, violentar (Delacroix, 2008).

Se pregunta la socióloga María Jesús Izquierdo:

¿A qué intereses obedece que el problema de la violencia de género se centre en los hombres agresores? ¿Por qué se reduce la violencia de género a las agresiones de los hombres sobre las mujeres? Cuando se afirma que la violencia de género simboliza la desigualdad de las mujeres, ¿qué lugar se les otorga a los hombres agresores, el de representantes del poder patriarcal o el de instrumentos del mismo? ¿Por qué no se aborda la violencia de las mujeres como violencia de género?... nos guardamos mucho de decir que las mujeres puedan ser dañinas en sus relaciones (2005: 5,8).

Y que las mujeres también ejercemos violencia contra hombres y otros grupos sociales, como niños y niñas o personas de mayor edad, entre otras cosas en la dinámica de cuidado que el sistema ha adjudicado al sexo femenino, sobre ello no vamos a profundizar aquí.

Hay quien señala diferencias entre violencia y agresión. En general:

Se aborda la violencia como si fuera un fenómeno intrínsecamente negativo (en el que violencia y agresión son consideradas una misma cosa), excepcional (mostrando únicamente los casos extremos) e individual (distribuyendo la responsabilidad entre individuos y desplazando la atención de las estructuras, los mecanismos y los aparatos que la hacen posible (Coll-Planas et al., 2008: 195).

Se añade:

La diferencia entre violencia y agresión reside en que la primera no persigue causar daño, aunque en ocasiones lo provoque, sino que busca alcanzar un fin venciendo resistencias. Mientras que la agresión sí tiene como finalidad práctica causar daño. Podemos decir que la violencia tiene un carácter instrumental, mientras que la agresión tiene un carácter expresivo. En este sentido, la violencia pierde su connotación necesariamente negativa (Coll-Planas et al., 2008: 198).

Es más, según estos autores/as: «podemos considerar que la violencia es la fuerza que nos podemos imponer como personas o comunidad para acabar con la desigualdad, la discriminación o para defender un marco democrático» (Coll-Planas et al., 2008: 198). [2]

En definitiva, el cambio es producto de la violencia, el cambiar una actitud o un comportamiento por muy positivo —repetimos— que éste se juzgue, es un acto de violencia, de fuerza. [3] Así la violencia es fuerza, ni positiva ni negativa, eso depende, como en el conflicto, de la dirección que se le dé, de la satisfacción o no de las necesidades que expresa para las relaciones interpersonales o grupales en cuestión.

Las relaciones de género: conflicto y violencia

En los años setenta del siglo XX, Michelle Zimbalist Rosaldo reflexionaba: En todas partes, desde las sociedades que quizá llamaríamos más igualitarias hasta aquellas en las que la estratificación por sexos es más notoria, los hombres tienen una importancia cultural. Algunas áreas de actividad se consideran siempre predominantemente masculinas y, por lo tanto, de más peso y moralmente importantes. Corolario de esta observación sería el hecho de que en todas partes los hombres tienen una ‘autoridad’ sobre las mujeres, que tienen un derecho —culturalmente legitimado— a la subordinación y sumisión de éstas (Zimbalist Rosaldo, 1979: 157).

Sobre este último punto culturalmente legitimado el poder de hombres sobre mujeres es en lo que nos centramos a continuación. Como ejemplo de esto, expresiones populares de este estado de las cosas hay muchas, traemos aquí algunas canciones tradicionales ilustrativas para población adulta e infantil, así como refranes populares (Fernández Poncela, 2002a, 2002b, 2005), éstos de vieja data y de reciente creación, para que veamos que en algunos temas o ámbitos las cosas parecen no haber cambiado tanto. [4]

Luego la agarró del brazo

y al monte se la llevó;

hincadita de rodillas

cinco balazos le dio.

(Romance)

Quien le pega a una mujer

no tiene perdón de Dios;

no tiene perdón de Dios

si no le pega otra vez

(Copla)

Lunes...una niña me platicó

que ella no podía jugar porque

tenía que lavar...

Martes...porque tenía que coser...

Miércoles...porque tenía que tortear...

Jueves...porque tenía que planchar...

Viernes...porque tenía que barrer...

Sábado...porque tenía que moler...

Domingo....porque tenía que rezar...

(Canción infantil)

Los refranes son innumerables, de modo que seleccionamos algunos, y para quien piense que se trata de algo de otras épocas, iniciamos con un par de los actuales, quizás no tan duros en el mensaje, pero en la misma línea tradicional de la división sexual del trabajo, por ejemplo.

Esposa con blog no hace la comida

La esposa en el chat, el marido en Pizza Hut

A la mujer y a la burra, cada día una zurra.

A la mujer y a la carne, mientras chillen, darle.

No hay mejor cuchillada que a la mujer y al fraile dada.

La mujer tiene largo el cabello y corto el entendimiento.

Gallinas y mujeres entre cuatro paredes.

La mujer es sólo buena después de muerta.

La mujer es el piojo del hombre.

Zimbalist también detecta algo importante que en ocasiones desconocemos consciente o inconscientemente, y que aquí deseamos subrayar. Ya que lo anteriormente comentado es conocido y ha sido estudiado, lo que presentamos acto seguido no ha gozado de tanta atención y análisis.

Al mismo tiempo, las mujeres, claro está, no están ni mucho menos desamparadas y, esté o no reconocida su influencia, ejercen importantes presiones sobre la vida social del grupo. En otras palabras: hay algunas circunstancias en las que la autoridad del varón puede verse mitigada y, quizá, llegar a considerarse casi trivial por el hecho de que las mujeres (por medio de murmuraciones, gritando, cantando canciones al lado de los hermanos, llevando negocios o negándose a cocinar), pueden llegar a tener bastante influencia oficiosa y «poder». Al mismo tiempo, las mujeres pueden dirigir en su propio interés el reconocimiento de la autoridad del hombre, y en términos de elecciones y decisiones efectivas, de quién influye a quién y cómo, el poder ejercido por las mujeres puede tener un efecto considerable y sistemático (Zimbalist Rosaldo, 1979: 157).

Dolores Juliano, por ejemplo, habla de las astucias de las mujeres valorizándolas como formas de resistencia y subversión cultural (1992). Y es que hasta en el refranero hay lugar para la desvalorización masculina o para mensajes que indoctrinan a los hombres sobre un deber ser no siempre positivo para ellos y sus relaciones (Fernández Poncela, 2010). Eso sí, todo ello en menor número y quizás dureza que los mensajes androcéntricos y sexistas destinados al sexo femenino.

Los hombres machos no hablan, pelean

Nunca me hago para ‘tras, yo me moriré en la raya

Los hombres machos no lloran

Marido que no da y cuchillo que no corta, que se pierda poco importa

Es obvio que en las relaciones entre los géneros hay conflictos de muy diversa índole, que hay quien califica de invisibles o latentes, y otras afirmamos que son bastante evidentes. Las cuestiones culturales —mitos, ritos y símbolos— legitiman, los factores estructurales —explotación— reproducen la inequidad y las ideas y conductas cotidianas —resultado de la cultura y la estructura social— aterrizan en prácticas las desigualdades, desconocimientos y desvalorizaciones, hasta llegar a la discriminación. No ahondaremos sobre los aportes de la investigación de género en el tema, que es extensa; nos interesa detenernos en señalar que existen conflictos de relación y comunicación —emociones negativas, percepciones estereotipadas—, de intereses —competencias, desconfianza—, valores —creencias y valores—, de roles —poder— que desembocan en diversas actitudes y expresiones violentas. Además de lo que en última fecha se ha dado en llamar de reconocimiento (Fraser, 1997).

La «lucha por el reconocimiento» se está convirtiendo rápidamente en la forma paradigmática de conflicto político en los últimos años del siglo XX. Las exigencias de «reconocimiento de la diferencia» alimentan las luchas de grupos que se movilizan bajo las banderas de la nacionalidad, la etnia, la «raza», el género y la sexualidad. En estos conflictos «postsocialistas», la identidad de grupo sustituye los intereses de clase como mecanismo principal de movilización política. La dominación cultural reemplaza a la explotación como injusticia fundamental. Y el reconocimiento cultural desplaza la redistribución socioeconómica como remedio a la injusticia y objetivo de la lucha política» (Fraser, 1997: 2).

Para los objetivos de este texto vamos a desahogar el tema centrándonos en el estudio de las que consideramos soluciones prácticas y populares, culturales y emocionales, violentas verbal y simbólicamente hablando, no sabemos todavía si para eliminar el conflicto, reproducirlo y amplificarlo, o amortiguarlo en aras de mantener la relación en un mejor estado de salud: los chistes, o mejor dicho, toda una gama de expresiones verbales que en ocasiones son chistes o que englobamos y denominamos comúnmente bajo dicho concepto, y los acertijos que últimamente llaman la atención, como veremos a continuación.

La familia de acertijos, chistes y expresiones populares afines

La cultura popular es tan amplia como rica. Mucho se habla de su tendencia conservadora y patriarcal. Poco se estudia sobre sus ambivalencias y utilización práctica por todos los sectores y grupos sociales. Ciertamente en otras épocas había sesgos; el refranero sin ir más lejos transporta mensajes androcéntricos y sexistas muy agresivos, como acabamos de mostrar. En él la mujer es quizás el sujeto más numeroso, y en cuanto al significado del mensaje —con excepción de la mujer en su rol materno— es marcadamente negativo. Las mujeres son malvadas, charlatanas, mentirosas, irracionales, peligrosas, entre otras muchas cosas, como la directa comparación con el diablo a favor de aquellas (Fernández Poncela, 2002a). Sin embargo, ni la cultura popular es tan conservadora ni el peso de la tradición y la costumbre doblega el cambio histórico y social, quizás eso sí ralentiza y dificulta su profundización y ampliación. Hay mensajes encontrados, contradictorios, que albergan significados dobles o que simplemente circulan en varias direcciones, y creemos que cada vez más. Para demostrarlo transitaremos de los refranes —ya mencionados— a los chistes —que ampliaremos a continuación— u otras expresiones afines. Ambos son formas populares, los dos son reflejo de la sociedad toda vez que creadores y reproductores o transgresores de la misma, como vamos a ver en estas páginas. Eso sí, ahora nos centraremos, como decimos, en varias expresiones graciosas y unos pocos acertijos.

Los chistes son un género que se considera no narrativo, como el acertijo, ya que hace referencia a un único suceso o situación; son formas sintéticas elaboradas en clave de humor. Pero a pesar de su usual brevedad y la consideración antes mencionada, no hay lugar a dudas de que se transporta un mensaje con clara intención, se sea consciente o no de ello. En ocasiones, hay chistes que se forman con una pregunta, de la cual no se espera respuesta de la otra persona como sí para el caso de las adivinanzas y acertijos, y la contestación es parte del chiste. Eso sí, en el acertijo se trata de una relación de diálogo; en principio, el chiste es monólogo. En los dos casos, claro está, se precisa audiencia de una o varias personas, lo cual significa que hay co-construcción de la risa y la sonrisa, o la extrañeza y la confianza, participación activa o complicidad también activa, significados compartidos como un guiño de intimidad, un proceso de relación interpersonal, subjetiva, cultural y emocional. Comunicación bidireccional verbal, visual, gestual, energética, afectiva y social.

Según Bergson (2008) hay ciertas técnicas que forman el chiste. La utilización de palabras nuevas, inexistentes por modificación fonética de una conocida, un juego de palabras utilizando un vocablo polisémico, o la ruptura del razonamiento lógico y un sorpresivo remate. Freud (2008) señala dos tipos básicos de chiste, el inocente —cuya finalidad está en sí mismo— y el tendencioso —con intención de ofender—. Este último, que además suele ser más ingenioso y gracioso, es el que contiene mensajes agresivos y violentos, muestra o parte de conflictos de diversa índole y en torno a diferentes grupos sociales, entre los que aquí destacamos: mujeres y hombres.

Los chistes exponen ideas y sentimientos que en ocasiones son difíciles de decir de manera abierta; tienen una función crítica, y en su ejercicio combinan ejercicio crítico con disminución de la tensión al mostrar cierto dramatismo o desencuentros de la vida cotidiana en clave de humor, esto es, son un disfraz para expresar ideas inconscientes o deslegitimadas en su expresión directa, y a través de esta técnica desaparece la represión por medio del desplazamiento, condensación o puesta en escena, según Freud (2008). Su estudio, indudablemente, es una forma de obtener información sobre una sociedad dada (Berger, 1999), una de cuyas vetas es acercarnos a observar cómo un grupo ve a otro grupo en cierto contexto espacio-temporal, que es algo que perseguimos en estas páginas.

Por su parte, los acertijos —adivinanzas cuando son destinados para la infancia— plantean enigmas por resolver; a través de un lenguaje a veces metafórico muestran el ingenio de quien pregunta y miden el de quien responde y acierta. En este caso, también se puede decir que el acertijo o su historia está de alguna manera emparejada con la historia de la humanidad (Oviedo, 2011: 15). Eso sí, aunque en general no invitan al humor como los chistes, sí son como éstos: un termómetro crítico de la sociedad, y contienen también ingenio, crítica social y la propuesta indirecta a buscar posibilidades y flexibilizar la mente, y con ello también la cultura, además de posiblemente soltar cargas emocionales varias. Como los chistes también, hay cierta fascinación e impulso que al acertar la respuesta inunda de placer y satisfacción; son un reto de ingenio. Hay gusto en la búsqueda de la solución; la energía y la mente se tensan ante el misterio, y al desentrañarlo se descarga dicha tensión, produciendo, como decimos, cierta satisfacción fisiológica, mental y emocional. Y si no se acierta, siempre se da la respuesta, por lo que se calma la inquietud por conocerla.

Se considera que «Resolver acertijos es, antes que nada y después de todo, una actividad placentera. El placer, en un buen acertijo, nace de su tensión. La tensión es la relación que se establece entre lo que el acertijo empieza por ofrecernos y lo que termina pidiéndonos, o sea, entre los datos y la incógnita. Cuanto mayor es la «incongruencia» entre los datos y la incógnita, mayor es la tensión del acertijo. Resolver un acertijo es resolver esa tensión, distenderse, aflojarse, reír» (Oviedo, 2011: 26). Los acertijos estimulan la imaginación y la fantasía, como juegos de palabras que son, fáciles o difíciles, según sea el caso. Intentan confundir con ambigüedades o inexactitudes, siempre sorprenden y retan, y hacen trabajar y agilizar la mente y la capacidad intelectual de las personas al compartirlos, crearlos y resolverlos.

Chistes y acertijos son formas de comunicación y socialización —como el conflicto y la violencia dijimos que lo eran—; acercan a las personas, las relacionan cultural, lingüística y emocionalmente, incluso físicamente. Y lo hacen desde el discurso, las palabras y las frases, y, a veces, desde la necesidad de soltar emociones tóxicas o de satisfacer encuentros, o simplemente comouna forma de comunicación e interacción.

Las soluciones prácticas, culturales y emocionales al conflicto, a través de la violencia verbal y de la risa ligera

A continuación presentamos algunos chistes, pero no se trata de los típicos, sino de otras formas afines algunas de las cuales tienen nombre propio, tales como los colmos, preguntas lógicas, las frases graciosas, construcciones lingüísticas y muchas veces metafóricas y alegóricas, en el sentido en que juegan con similitudes y diferencias, con comparaciones tácitas, o también se toman unas palabras en sentido recto y otras figurado, a modo de ficción en que algo representa o significa una cosa diferente. Los chistes que se configuran con: ¿Qué le dijo un(a) a...?, Era una… ¿En qué se parecen?, Sube el telón…. En estos casos se tomó los que aluden a las mujeres, y algunos a los hombres, y lo hacen en muchas ocasiones basándose en el sexismo simbólico y verbal para ambos sexos. Eso sí, en este tipo de expresiones las que aluden y discriminan a las mujeres son mayoría.

Los colmos son una suerte de dichos que tienen que ver con «Haber llegado a tal punto que razonablemente no se puede superar», como señala el DRALE (2001). Presentamos aquí algunos que por su significado tienen una clara tendencia a reproducir estereotipos de género, en este caso sobre las mujeres, de forma marcadamente negativa. Hay colmos también que mencionan a los hombres; sin embargo, pocos contienen un mensaje discriminatorio. Traemos varios a continuación:

¿Cuál es el colmo de un jardinero? Que su hija se llame Rosa y que su novio la deje plantada.

¿Cuál es el colmo de un chapista? Tener una mujer que le dé la lata.

¿Cuál es el colmo de un jardinero? Que su mujer le mande regar las flores cuando está lloviendo.

¿Cuál es el colmo de un jardinero? Que su hija se llame Rosa Margarita Flores del Campo.

¿Cuál es el colmo de un electricista? Que su mujer sea corriente.

¿Cuál es el colmo de un pastor? Que su mujer esté como una cabra.

¿Cuál es el colmo de un cocinero? Que su madre se enfade y le dé una galleta (bofetada).

¿Cuál es el colmo de un carpintero? Tener una hija cómoda.

¿Cuál es el colmo de un salvavidas? Tener una mujer que se llame Socorro.

¿Cuál es el colmo de un vendedor? Vender a su suegra en las rebajas.

¿Cuál es el colmo de un bombero? Que tenga una mujer ardiente.

¿Cuál es el colmo de un farmacéutico? Qué su esposa se llame Remedios.

¿Cuál es el colmo de un electricista? Que su mujer se llame Luz y que además sea positiva.

¿Cuál es el colmo de un sastre? Tener un hijo botones.

¿Cuál es el colmo de una fea? Quitarse la ropa y no quedarse en pelotas, sino en ridículo.

¿Cuál es el colmo de un carnicero? Tener una hija jamona y un hijo chorizo.

¿Cuál es el colmo de un granjero? Tener un hijo gallina y que su mujer sea una vaca.

¿Cuál es el colmo de un carnicero? Tener un hijo chuleta.

Definiciones graciosas

Amor: enfermedad temporal que se cura con el matrimonio.

Belleza: arma con la cual una mujer seduce a un amante y aterroriza a su esposo.

Busto: estatua de un hombre sin manos, o parte de las mujeres donde están las manos del hombre.

Cartera: mujer del cartero.

Gafas: las esposas de los gafes.

Mejilla: esposa del mejillón.

Desilusión: cuando el bonito trasero no coincide con la espantosa cara que se dio la vuelta.

Fácil: dícese de la mujer que tiene la moral sexual de un hombre.

Monógamo: polígamo reprimido.

Mujer: sucesión de curvas que caminan en línea recta.

Mirada sensual: método utilizado por la mujer para darle a entender al hombre que ella está interesada en él. Sin embargo, muchas mujeres no pueden lograr que los hombres les miren los ojos debido a que la mujer no tiene ojos en los pechos.

Ombligo: especie de timbre que muestran las mujeres, generalmente en verano y primavera, pero que si lo tocas, te pega el novio.

Señorita: es la forma más elegante de denominar a una mujer que, a diferencia de una señora, aún no posee un hombre fijo.

Preguntas lógicas

¿Qué día del año hablan menos las mujeres? El día en que adelantamos una hora el reloj por el horario de verano.

¿Qué debe hacer una chica fea para que los chicos anden detrás de ella? Adelantarles.

¿Qué le dijo…?

¿Qué le dijo el posavasos a la cerveza? Qué frío tienes el culo rubia.

¿Qué le dijo un borracho a la cerveza? Rubia, por ti pierdo la cabeza.

¿Qué le dijo un ciego a otro? Cásate y verás.

¿Qué le dijo un pollo al otro? Vamos al supermercado a ver gallinas desnudas.

¿Qué le dijo un pato cojo a un pato viudo? Los dos perdimos la pata.

¿En qué se parecen…?

¿En qué se parecen las mujeres a las computadoras? En que cuando se conectan dos o más, intercambian todo tipo de información.

¿En que se parecen los pechos de las mujeres a los perros? En que los amarran de día los sueltan de noche.

¿En qué se parece la tiranía a un brasier? En que las dos oprimen a las masas.

¿En qué se parece un “wonderbra” a una dictadura? En que oprime a los de dentro, engaña a los de fuera y levanta monumentos a los caídos.

¿En qué se parece una mujer gorda a un tren descarrilado? En que perdieron la línea.

Era una…Era tan…

Era una mujer tan infiel, tan infiel…que para hacer el amor con ella, su marido se tenía de disfrazar del vecino.

Era una muchacha tan mona, tan mona…que sólo comía cacahuates.

Era tan dulce la chica, tan dulce que la seguían los moscones.

Era una mujer tan dulce, tan dulce…que la echaron en el café.

Era una mujer tan fea, tan fea…que su marido la llevaba a todas partes para no tener que darle un beso de despedida.

Era una mujer tan gorda, tan gorda…que cuando se acostaba en la cama se desparramaba por los dos lados.

Era una mujer tan flaca, tan flaca…que se comió una lata de garbanzos y parecía un rosario.

Era una mujer tan tonta, tan tonta…que rompió el botijo para limpiarlo por dentro.

Era tan fresca como una cuarentona cuando acaba de salir del salón de belleza.

Era tan vanidosa, que cuando pasaba frente al espejo no sólo se miraba, también se aplaudía.

Era una mujer tan presumida, que en vez de usar zapatos de cocodrilo, usaba un cocodrilo en cada pie.

Era tan fea que para rezar a San Antonio se ponía careta.

Era tan discreta que nunca supo quiénes eran los padres de sus hijos.

Era tan precavida que cuando se casó contestó con un sí convencional.

Era tan abstemia la secretaria que no tomaba ni notas de taquigrafía.

Era tan coqueta que se pintó la materia gris de rubio.

Era tan coqueta que fumaba cigarrillos rubios para teñirse los pulmones.

Era tan parlanchina que no se pintaba los labios, sino los codos.

Era tan atrevido, que en las discusiones con su mujer siempre se atrevía a decir la penúltima palabra.

Es tan alegre como un marido divorciado.

Sube el telón…

Sube el telón y aparece un hombre al lado de un precipicio y rodeado de mujeres. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? Solo ante el peligro.

Sube el telón y aparece una mujer lamiendo el piso. De pronto, aparece el marido y la mata. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? La maté porque lamía.

Sube el telón y aparece una mujer muy gorda con muchas pistolas en la cintura, con una escopeta y con una ametralladora. Baja el telón. ¿Cómo se llama la película? Se armó la gorda.

Sube el telón y aparece una gorda dando saltos: ¿Cómo se llama la película? Terremoto.

Sube el telón y aparece una señora con un solo ojo y muy contenta. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? La alegría de la tuerta.

Sube el telón y aparecen veinte mil viudas ancianas sacando la lengua. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? Veinte mil lenguas de viejas sin marido.

Sube el telón y aparecen cientos de mujeres alrededor de un hombre. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? Acorralado.

Sube el telón y aparece una novia pegando a su novio con unas bragas de hierro. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? Bragada criminal.

Sube el telón y aparece una mujer en un WC muy estreñida. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? A-Prety Woman.

Sube el telón y se va a Madonna diciéndole a Sharon Stone: ¡Guarra, cochina…!

Baja el telón ¿Cómo se llama la película? Mira quién habla.

Sube el telón y aparece un gerente dictando a mil secretarias. Baja el telón ¿Cómo se llama la película? El gran dictador.

Los chistes, eso sí, siempre están cambiando, y si antes mostramos varias expresiones que en general tenían un marcado acento sexista hacia las mujeres, ahora veremos otros con un sentido bien distinto y que cada vez se oyen más a menudo, en especial entre grupos de mujeres.

-¡Doctor, doctor! Desde que mi mujer me dejó no puedo dormir. —¿Por qué? ¿La echa mucho de menos?, pregunta el doctor. —No. Es que se llevó la cama.

Una señora entra a una armería. —Hola, buenas. Quería una escopeta para mi marido. —¿Le ha dicho de qué calibre? —¿Qué dice? ¡Si ni siquiera sabe que le voy a disparar!

Un señor llega a su casa cansado después del trabajo, imaginándose lo que su mujercita ha podido preparar de cena. Cuando abre la puerta, se encuentra con una nota encima de un libro que está sobre la mesa y dice: «Querido: he ido a casa de mi madre. Tu cena está en la página 45».

Mi marido siempre ha criticado a las personas que, en su opinión, hablan demasiado. Hace poco me comentó en tono presuntuoso que había oído que los hombres pronuncian 2.200 palabras al día mientras que las mujeres decimos 4.400. Me quedé reflexionando unos instantes y luego respondí: —Es que nosotras tenemos que decir dos veces las cosas. —¿Cómo?, preguntó mi marido, ¿Qué has dicho?

Un caballero a una madre de familia: —La maternidad es el estado perfecto de la mujer. —Sí, señor, sobre todo cuando los niños ya se han ido a la cama.

Aquel hombre siempre estaba ofendiendo a su mujer y le dice: —Mira una mula, ¿no será pariente tuya? —Sí, contesta, ¡es mi suegra!

Una conductora se detiene con el coche en una esquina; el semáforo funciona una y otra vez y ella sigue parada. Se acerca entonces el agente de tráfico y le dice: —¿Qué pasa señora? ¿No le gusta ningún color?

Optimista: La mujer que piensa que podrá estacionar su coche en un espacio chiquito. Pesimista: El hombre que supone que ella no lo intentará.

Hillary y Bill Clinton se detuvieron en una gasolinera. —¡Oh! ¡Qué casualidad! El hombre que está echando la gasolina fue mi novio en secundaria, dice Hillary. —¿Te das cuenta Hillary? Si te hubieras casado con él, hoy serías la esposa de un obrero, comenta jocoso Bill. —No, Bill. ¡Él sería el presidente de los Estados Unidos!

Las resoluciones prácticas, culturales y emocionales al conflicto, a través de la violencia verbal, la reflexión profunda y la crítica socio-lingüística

Dejamos los acertijos en último lugar, ya que deseamos subrayar algo que consideramos muy importante. Pensamos y sentimos que quizás también colaboren en el cambio del estado de las cosas, algunas cosas, y sean una vía pacífica, agradable y perdurable para las transformaciones de larga data, las que llegan para quedarse, parciales, lentas, consistentes. Un ejemplo de ello es un acertijo, o mejor dicho una serie de ellos que queremos remarcar aquí. Para empezar, señalo que se trata de un subgrupo, cuyo reto consiste en establecer relaciones familiares y de parentesco; que el enunciado, por su complejidad, oculta o distorsiona a simple vista o en una rápida y primera enunciación.

Carlos estaba mirando un retrato y alguien le preguntó: ¿de quién es esa fotografía?, a lo que él contestó: ni hermanos ni hermanas tengo, pero el padre de este hombre es el hijo de mi padre ¿De quién era la fotografía que estaba mirando Carlos?

Hay nueve pasteles para repartir entre el boticario y su hija, el médico y su mujer, y cada uno de ellos se comieron tres pasteles. ¿Cómo es posible?

Marta y María son hermanas. Marta tiene dos sobrinas que no son sobrinas de María ¿Cómo puede ser eso?

Carolina es mi tía, Marta es hermana de mi tía, pero Marta no es mi tía ¿Qué será ella, pues, para mí?

¿Es posible que Pedro se case con la hermana de su viuda?

Pedro le pregunta a Juan: ¿Quién es el hermano de tu hermano que no es tu hermano? ¿Qué respondió Juan?

¿Me puedo casar con la única sobrina nieta de la hermana de mi abuela?

El hermano del hijo de Juan tiene un amigo tocayo del padre de su hermano. Siendo su amigo tocayo hijo de Paco, hermano político de Juan ¿Cómo se llama el amigo y qué parentesco tiene con Juan?

En el primer caso se trata del retrato de su hijo; en el segundo la solución es que la hija del boticario es la mujer del médico; el tercero es que las sobrinas de Marta son las hijas de María; en el cuarto la respuesta es mi madre; el quinto es no, pues Pedro está muerto; en el sexto la respuesta es Eres tú mismo; en el séptimo es No, porque sería mi propia hermana; y en el octavo Juan es sobrino. Este tipo de narraciones sobre las relaciones familiares es uno de los tipos de acertijos más comunes y de vieja data. Entre ellos destacar un subgrupo, cuya respuesta muestra el androcentrismo en vivo y a todo color, pero que al hacerlo y más allá del reto y juego de la imaginación, se esconde de forma directa, o quizás no tanto, una crítica al mismo.

Dos indios americanos, uno niño y otro adulto, están sentados en un tronco, el niño indio es hijo del adulto, pero el adulto no es el padre del pequeño. ¿Cómo es posible?

Dos esquimales fueron a pescar: El menor era hijo del mayor, pero el mayor no era el padre ¿Cómo se explica?

La respuesta en ambos es que es la madre. Y sobre este acertijo en concreto hay varios y similares, e invitan a la reflexión que ocupa estas páginas de forma notable. De hecho, hubo una versión —misma que no reproducimos en estas páginas por su extensión— que como relato largo circuló en los últimos años por internet en varios países y de forma provocadora media los estereotipos de género que tenemos todos, mujeres y hombres. Presentamos aquí la versión reducida del mismo que ya mostramos al inicio del texto.

Un padre y un hijo sufrieron un accidente, el padre murió y el hijo resultó malherido. Fue trasladado a un hospital para operarle, pero el cirujano al verle comentó: ¡No puedo operarle, es mi hijo! (Respuesta: el cirujano es una mujer).

El señor Hernández y su hijo Gonzalo iban en su coche. Tuvieron un accidente. El padre murió en el acto y el hijo quedó herido de gravedad y lo ingresaron en el hospital. Al verlo, el jefe del departamento de cirugía dijo: Yo no lo puedo operar ¡Si es mi hijo Gonzalo! ¿Cómo se explica esto? (Respuesta: el cirujano es la madre de Gonzalo)

Queremos leer que se trata de una crítica al androcentrismo, que en un primer momento con los chistes de indios y esquimales oculta a la mujer, la invisibiliza y desconoce. Y en segundo lugar con los dos últimos acertijos hace lo mismo al no considerar que podría desempeñar determinadas profesiones u ocupaciones, y es que las que se dice son socialmente relevantes o dan cierto prestigio social, como medicina o cirugía no se asocian a la población femenina aunque ésta en los últimos años haya incursionado en aquéllas –en la versión larga que mencionamos aparecía la palabra «eminencia», con objeto seguramente de despistar aún más-.

Reflexiones finales

Para concluir, me gustaría sugerir que este conflicto es el centro de la reflexión contemporánea sobre los roles sexuales: nos han dicho que los hombres y las mujeres tienen que ser iguales, e incluso compañeros, pero también nos dicen que hemos de valorar a los hombres por su trabajo; así que las mujeres preocupadas por llevar esta igualdad a la práctica se han centrado en la segunda mitad de esta paradoja, y han buscado las bases para una solidaridad femenina y las oportunidades para las mujeres en el mundo del trabajo de los hombres. Hemos concebido nuestra liberación a partir del modelo de las sociedades de mujeres y de las reinas africanas. Sin embargo, mientras la esfera doméstica siga siendo dominio femenino, las sociedades de las mujeres, aunque tengan poder, nunca serán políticamente equivalentes a las de los hombres; y, como en el pasado, la soberanía puede ser una metáfora para una élite femenina. Si el mundo público ha de abrir sus puertas no sólo a la élite de las mujeres, tendrá que cambiarse la propia naturaleza del trabajo y deberá reducirse la asimetría entre trabajo y casa. Por ello debemos llevar los hombres al ámbito de los problemas y responsabilidades domésticas, como lo hicieron los ilongots. [5] Ciertamente es difícil pensar en adaptar a nuestra sociedad el modelo de los agricultores y cazadores ilongots. Pero hoy necesitamos combinar objetivos políticos con visiones utópicas, y para ello el ejemplo ilongot puede ser útil Nos proporciona una imagen de un mundo en el que la oposición doméstico/público está minimizada y disociada de las cuestiones sexuales. Y sugiere la idea de que los hombres, que en el pasado han dedicado sus vidas a una acción pública, únicamente admitirán que las mujeres son realmente iguales a ellos cuando ellos ayuden a criar nuevas generaciones asignándose las responsabilidades domésticas (Zimbalist Rosaldo, 1979: 177).

Esta autora, señalaba hace ya más de tres décadas el viaje de ida y vuelta que mujeres y hombres han de realizar entre los ámbitos doméstico y público con objeto de tender hacia la equidad, como ella decía las primeras han incursionado en el segundo espacio, los segundos no han hecho lo propio. Hoy creo estamos más o menos en el mismo lugar, tal vez sea una utopía en el sentido de ideal irrealizable, quizás nada más que un deseo inalcanzable. La discusión larga y estéril por muchos años no sirve. Lo que sí podemos hacer es reconocer la asimetría, observar el conflicto que genera y la violencia que produce. Y buscar o imaginar oportunidades y posibilidades de comprensión y acción sobre el problema.

El conflicto según Galtung (2003) es crisis y oportunidad, es inherente al ser humano, soluciona o en todo caso transforma la sociedad, eso sí con su buena dosis de empatía y creatividad. Es como se dijo consustancial al proceso social y parte del crecimiento humano. La violencia es fuerza para el cambio desde la responsabilidad personal y social.

Aquí creemos que el conflicto reflejado en expresiones culturales y emocionales populares es signo de salud, parte de un proceso de reequilibrio individual, contacto interpersonal e identidad y cohesión social, en la íntima relación entre cuerpo-mente-emociones-con-las/os-otros, lo que Morin (1989) llama bio-psico-social, y añadiríamos como proceso vivencial e interrelacional. Sin por ello desconocer que reproduce discursos y mensajes discriminatorios e inequitativos, genera violencia verbal y simbólica y también justificación de otros tipos de violencia agresiva. Pero conociendo que da cauce a la relajación de la tensión físico-emocional a través de la expresión verbal y acompañada de la risa fisiológica, flexibilidad mental, distensión emocional, descarga afectiva. Eso sí, las expresiones aquí estudiadas, acertijos y chistes principalmente, pueden ser interpretadas como una suerte de evasión, esto es, la narrativa social explicita el conflicto y violenta pero sin intención de resolverla, la risa relaja y desdramatiza, toda vez que oculta y deflecta a veces. También puede mirarse como una especie de acuerdo o negociación bidireccional al poder reírse del desencuentro, la incomprensión o intolerancia, sin desprenderse de sus necesidades e intereses de género, se puede uno o una llegar a reír unos de otros y cada quien de uno/a misma, en libertad. Otro punto de vista puede subrayar lo competitivo de las expresiones, unos contra otros/as y la reiteración social que ello implica, en el sentido de la ampliación y profundización de la divergencia conflictiva, reproducción, endoculturación, resignación, etc.

Deseamos concluir con la idea que estas expresiones populares revisadas ayudan a la expresión cultural y afectiva negativa, su relativización y descarga de tensión, colaboran para expresar y sacar enojo u otras emociones relacionadas con el conflicto y la violencia, en un tono de violencia sí pero a través del tamiz de la cultura verbal y simbólica, que no sólo aligera, evita la corrosión de las emociones, su enquistamiento disfuncional y doloroso, que puede llegar al odio y al resentimiento –por ejemplo- soltándolas o aligerándolas, aceptándolas y relativizándolas o comprendiéndolas, no desde la resignación, sí desde la responsabilidad. Y evita también, quizás, el que se produzcan daños de otra índole incluso posiblemente más agresivos, directos y físicos. El atravesar un conflicto permite la individuación, la asimilación de introyectos, la externalización de retroflexiones y la integración de proyecciones (Robine 2005). Darnos cuenta, reflexionar, ver las diferencias de mujeres y hombres, no desde el enojo o la desvalorización, ni la victimización y rigidez, más bien a través del cristal de la comprensión, tolerancia y flexibilización, la aceptación y el humor. Los conflictos como la risa disuelven energéticamente, rompen interrupciones y resistencias, estancamientos y bloqueos emocionales, amortiguan o descargan tensiones, consolidan y estabilizan relaciones, nutren el contacto con el otro o la otra, con la vida misma. Y es que expresar una emoción atorada a través de un chiste es un tipo de violencia que libera. La risa aligera o destruye prejuicios, introyectos, fijaciones, eso sí nos arriesgamos a la irreverencia y a la libertad de vivir. Porque querámoslo, sepámoslo o no, estamos condenados y condenadas a la libertad de elegir, somos responsables de nuestros actos, pensamientos, palabras y emociones, como y también de cómo aprehendemos e interpretamos lo que nos pasa. Y el humor es clave para la salud, la libertad y la vida.

Finalmente, tanto chistes como y sobre todo acertijos son una práctica útil y sana, más allá de los mensajes que aquí hemos estudiado con detenimiento, y es que «se supone que el ejercicio regular es tan necesario para la mente como lo es para el cuerpo, y en ambos casos no es tanto lo que hacemos, sino el hecho de hacerlo, de donde extraemos un beneficio». Más aún: «La caminata diaria recomendada por el médico para el bien del cuerpo, o el ejercicio mental diario, pueden en sí parecer una gran pérdida de tiempo, que no es tal, ya que son beneficiosos para nuestro cuerpo y nuestra mente. Los acertijos mantienen la mente alerta, estimulan la imaginación y desarrollan las facultades de razonamiento. Y no sólo son útiles en esta forma indirecta, sino que muchas veces nos ayudan directamente, ensenándonos pequeños trucos y artimañas que pueden aplicarse a los asuntos de la vida en los momentos más inesperados y de las formas más insospechadas» (Oviedo, s.f.:20).

Referencias

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Zimbalist Rosaldo, M. 1979. «Mujer, cultura y sociedad: una visión teórica» en Harris, Olivia y Kate Young (comp.). Antropología y feminismo. Barcelona, Anagrama.

Notas

[1] Doctora en Antropología cultural. Facultad de Geografía e Historia. Universidad de Barcelona. Profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Plantel Xochimilco, México DF.
[2] Concluyen en su artículo algo que compartimos en estas páginas, aunque no esté de moda ni sea lo políticamente correcto, como se advirtió desde un inicio: «En resumen, la responsabilidad del hombre se sobredimensiona, mientras que la agencia de la mujer desaparece. Esta aproximación maniquea y de caricaturización de agresores y víctimas nos aleja de la raíz del problema. La noción de responsabilidad entraña la de agencia, ya que, en la medida en que somos considerados responsables de nuestras vidas, se nos reconoce la capacidad de cambiarlas, de violentarlas» (Coll-Planas et al., 2008:204). Eso sí, hay que señalar que hay quien define los términos a la inversa y la agresión es innata y defensiva para la protección, mientras la violencia es cultural y se encamina a la destrucción. En estas páginas elegimos la primera definición.
[3] Claro que según este enfoque también la resistencia al cambio puede considerarse violenta, pero no siempre se percibe así o por lo menos no de forma visible y activa. De nuevo, debemos recordar que hay quien considera la agresión como parte de la vida y la biología humana, es el caso de Perls.
[4] Las canciones son cantadas en México y otros países de habla castellana; de manera similar, los refranes son compartidos en diversas latitudes de ambas márgenes del Atlántico, América Latina y España.
[5] Tribu del sur de la Sierra Madre, en Filipinas.

Notas de autor

[1] Doctora en Antropología cultural. Facultad de Geografía e Historia. Universidad de Barcelona. Profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Plantel Xochimilco, México DF.
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