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Apuntes para una teoría del arte en Historia y estilo, de Jorge Mañach [1]
Notes for a theory of art in History and style, by Jorge Mañach
Notas para uma teoria da arte na obra Historia y estilo, de Jorge Mañach
Apuntes para una teoría del arte en Historia y estilo, de Jorge Mañach [1]
Tabula Rasa, núm. 25, 2016
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Recepción: 03 Febrero 2015
Aprobación: 20 Agosto 2016
Resumen: El presente artículo tiene como objetivo evaluar desde la teoría del arte la obra Historia y estilo, del autor cubano Jorge Mañach, escrita en 1944. Bajo una perspectiva hermenéutica, se analizan los ensayos contenidos en el volumen para identificar tanto el método empleado como el paradigma historiográfico empleados por este autor. El electivismo, es el método articulador de su propuesta y se revela en los conceptos que toma prestados de otras ciencias. Por otra parte, la Larga Duración es el paradigma historiográfico que sirve a su reflexión sobre la evolución del estilo. De este modo, se presentan las bases de una teoría de la circunstancialidad histórica del estilo, en Historia y estilo, de 1944.
Palabras clave: Jorge Mañach, teoría del arte, electivismo, Larga Duración, ensayo cultural.
Abstract: This paper aims to review, following the theory of art, Cuban author Jorge Mañach’s book Historia y estilo, written in 1944. Following a hermeneutic approach, the essays contained in his volume are analysed to identify both the method used and the historiographic paradigm the author employed. Electivism is the method that articulates his proposal, and is revealed in the notions it borrows from other sciences. In this line, Long Duration is the historiographic paradigm he uses to reflect upon the evolution of style. Thus, the foundations of a theory of historical circumstantiality of style are set in Historia y estilo, of 1944.
Keywords: Jorge Mañach, theory of art, electivism, Long Duration, cultural essay.
Resumo: O objetivo do presente artigo é avaliar a partir da teoria da arte a obra da Historia y estilo do autor cubano Jorge Mañach, escrita em 1944. Analisam-se, sob uma perspectiva hermenêutica, os ensaios da coletânea para identificar tanto o método empregado como o paradigma historiográfico usado pelo autor. O electivismo é o método articulador de sua proposta, a qual se revela nos conceitos que ele pega emprestados de outras ciências. Por outro lado, a longa duração é o paradigma historiográfico que o autor usa em sua reflexão sobre a evolução do estilo. Apresentam-se, desse modo, as bases de uma teoria da circunstancialidade do estilo, na obra Historia y estilo de 1944.
Palavras-chave: Jorge Mañach, teoria da arte, electivismo, longa duração, ensaio cultural.
La teoría –de conjunto con la crítica y la historia– compone el grupo de disciplinas académicas integrantes de la Historia del Arte. Su estado actual se encuentra minado por las dificultades para precisar límites, campo, funciones, objetivos; pero sobre todo, por la sistemática importación de modelos europeos en los estudios latinoamericanos en general, y cubanos en particular (Retamar, 1979; García Canclini, 1979; Mir, 1979; Acha, 1993; Escobar, 2004; Arencibia, 2012; Colombres, 2012). Su estudio se ha desarrollado desde el análisis y la cronología de corrientes, escuelas o figuras, y sus aportes teóricos. Siguiendo esta usanza, el presente artículo se centra en una obra de Jorge Mañach (1898-1961), considerado uno de los intelectuales más representativos del periodo republicano en Cuba. [5]
Desde la perspectiva de la teoría del arte, se escoge a Jorge Mañach porque resulta interesante el modo como este pensador, a través de su ensayismo cultural, ofreció una concepción novedosa y profunda acerca de la evolución del estilo artístico. Durante un poco más de tres décadas, la obra de este autor no fue reeditada en nuestro país; esto se debe en mayor medida a su exilio voluntario en 1961, luego de la declaración del carácter socialista de la Revolución cubana, y a cierta obcecada actitud por mantenerlo invisibilizado en el panorama intelectual de la isla. Si bien una buena parte de su producción se conoció en vida, en los últimos años han sido publicadas algunas compilaciones, fundamentalmente deensayos[6] porque continúa siendo su prosa reflexiva, la que ha interesado a la mayoría de los estudiosos.
A pesar del silencio a que ha sido sometida su producción en el panorama editorial cubano post 1959, existen reflexiones nada desdeñables de otros autores acerca de la misma, dentro y fuera de Cuba.La mayor parte se refiere a la trascendencia de Jorge Mañach para la cultura cubana, a los valores literarios de su obra, a la profundidad de la misma en relación con temáticas como la identidad y la cultura cubanas, el nacionalismo, la crítica literaria y de artes plásticas, o a las polémicas que sostuvo con otros y consigo mismo, así como su vínculo con la Revolución. Estos favorecen el conocimiento de la importancia del autor y de su obra, sin embargo, no agotan las perspectivas de indagación.
En sentido general, se aprecia que en los textos dedicados al examen de la prosa reflexiva de Jorge Mañach, resultan fácilmente identificables dos constantes fundamentales: la limitada atención que se le ha dado al texto Historia y estilo dentro del total de la ensayística cultural de ese pensador por un lado –especialmente al último de los ensayos contenidos en el mismo– y por otro lado, el noreconocimiento de su aporte a la teoría del arte, a partir de plantear su teoría de la circunstancialidad histórica del estilo.
Ello nos hace concentrarnos en una de sus obras más importantes: Historia y estilo, de 1944. El volumen fue publicado por la Editorial Minerva y está compuesto por cuatro textos: «La Nación y la formación histórica», «Esquema histórico del pensamiento cubano», «El estilo de la Revolución» y «El estilo en Cuba y su sentido histórico». Si bien el primero y el último de los ensayos que lo integranadelantan en extensión y densidad al segundo y al tercero, en palabras del propio Mañach:
…Ofrezco ahora estos esbozos en un mismo libro, no sólo por la filiación académica que los emparenta [sic], sino también porque acaso hayan acertado a poner de manifiesto la común curiosidad a que responden: el tema general de la forma (…) y sus variantes en la conciencia y en la historia. (Mañach, 1944, p. s.p.)
De manera que con el mismo, se tiene el privilegio de evaluar una parte del curso de las ideas sobre el arte, el estilo, y en general, acerca de la cultura artística, y su propia evolución interna. Sobre el lugar del volumen en el total de la prosa reflexiva de Mañach, Amalia V. de la Torre aseguró:
Puede decirse que al escribir estos ensayos el estilo de Mañach había alcanzado ya el punto más elevado de su desarrollo (…). En los ensayos de Historia y estilo, Mañach ha abandonado ya toda tendencia a usar frases populares y de aspecto jocoso. También se observa una disminución notable en la actitud crítica y acusativa hacia las generaciones anteriores. Sintiéndose más seguro en su formación intelectual, y con pleno dominio en el manejo del instrumento expresivo, el ensayista se lanza con toda confianza por el terreno de la elaboración y de la construcción teórica. (Torre, 1978, p. 85 y 86)
Se imponendos interrogantes cardinales: ¿Propone Jorge Mañach una teoría del arte? ¿Cuáles son los presupuestos teóricos y metodológicos empleados en Historia y estilo (1944), que permiten refrendar el aporte de este pensador a la teoría del arte?
Sobre el método
Resulta imponderable plantear que existe una implícita dificultad al enfrentar el estudio del método debido a que la lógica expositiva y argumentativa seguida por este autor, revela que el mismo no está presente en las conclusiones, sino en el modo a través del cual se llega a estas. Por ello –y porque el debate ha quedado planteado desde la Filosofía y el estudio del pensamiento cubano– esta investigación se remite al examen de la esencialidad del método articulador de su pensamiento: el electivismo [7] ; y a la exposición de los conceptos empleados.
Es bueno destacar que el análisis del estilo artístico en su evolución histórica –centro de la atención de Mañach en el texto de 1944– no solamente es aprehendido bajo el paradigma hermenéutico enunciado por la fenomenología de Edmund Husserl (1859-1938), en el cual se trataba de alcanzar el sentido de las cosas, asumiéndolas como fenómenos de la conciencia, desentrañándolas para llegar a la esencia a partir de la propia subjetividad del investigador. [8]
No coincidimos con Duanel Díaz, quienen Mañach o la República, ha apuntado la influencia de Oswald Spengler (1880-1936) en La nación y la formación histórica. Consideramos en cambio, que podría seguirse el antecedente desde la perspectiva evolucionista de Herbert Spencer (1820-1903), uno de los padres fundadores del evolucionismo, y de quien parece haber tomado Mañach la idea de «agregado».
En efecto, Spencer, en Factores de los fenómenos sociales, había puntualizado: «Otro tanto sucede cuando el agregado discreto se compone de cuerpos orgánicos, como los miembros de una especie. (…) Lo mismo puede decirse de los agregados de hombres» (Spencer, 2003, p. 97). Pero si nos acercamos a «La nación y la formación histórica», Mañach se preguntaba: «… ¿De dónde vienen los impulsos que llevan al agregado humano a esos estados, de integración primero y de solidaridad o disciplina colectiva después?» (Mañach, 1944, p. 29). [9]
De cualquier manera, lo que sí resulta incuestionable es la presencia de Emile Durkheim (1858-1917) en La Nación y la formación histórica: «Aunque no lo cita, Mañach reproduce en este punto la tesis expuesta por Durkheim en De la división del trabajo social…» (Duanel Díaz, 2003, p. 158). Díaz no particulariza en este antecedente, y Segreo y Segura (2012) tampoco se detienen en él. Son al menos tres los conceptos –de capital importancia– tomados por Jorge Mañach de la obra de Durkheim: solidaridad, integración y consciente colectivo, que son empleados en este ensayo.
Sin embargo, para profundizar en los antecedentes conceptuales del electivismo mañachiano en función de su aporte a la teoría del arte, es preciso, antes de centrarse en El estilo en Cuba y su sentido histórico advertir que no es exclusiva de este pensador la preocupación por la evolución del arte. [10] Pero específicamente, en el caso de El estilo en Cuba y su sentido histórico (1943-1944), casi al concluir, Mañach expone algunos de sus ascendentes metodológicos y conceptuales:
Intenté demostrar que, aún en ámbito tan reducido y reflejo como el nuestro, el estilo (…) no sólo está sujeto a las consabidas resonancias del «hombre» que decía Buffon, o a las de raza, época y ambiente general, que puntualizó Taine, sino también a las derivadas de la más inmediata circunstancia. El examen de nuestro proceso expresivo nos muestra que, en efecto, el estilo es un testimonio de lo más íntimamente histórico: de la consciencia [sic] colectiva misma. (Jorge Mañach, 1944, p. 205)
Es perceptible cómo se supera la noción de Buffon de una invariante relacional entre el artista y la obra para analizar el estilo, [11] además de otorgar a la inmediata circunstancia –pongamos espíritu de época o realidad histórico-concreta– la jerarquía que merece en la conformación de los caracteres generales de un estilo artístico o literario. Asimismo, se percibe que para llegar a las conclusiones de este ensayo, Mañach incorpora, a todos los aspectos actuantes sobre el estilo artístico de la tesis de Hyppolite Taine (raza, clima, espíritu de época), el «consciente colectivo» de Emile Durkheim y lo que denomina «sentido histórico del estilo».
Sin embargo, desde Historia y estilo (especialmente desde el último de sus ensayos) la posibilidad de enfrentar el análisis del estilo desde una perspectiva abiertamente anclada por fuera de la relación artista-obra, considerando aspectos extra artísticos –a pesar de la precariedad de algunos argumentos– constituye incuestionablemente un punto de inflexión, establecido por Mañach, dentro de los fundamentos teóricos sobre arte en Cuba, en la década de 1940.
…el estilo no es cosa ajena a la historia, producto sólo del gusto personalísimo del artista, sino expresión indirecta de todas las incitaciones profundas que concurren a la consciencia de cada momento histórico como derivaciones del hecho social, y que, por tanto, todos los pueblos, a virtud de su ámbito y experiencia propios, tienen sus peculiares condiciones históricas de estilización. (Mañach, 1944, p. 111 y 112)
Es importante aclarar que la obra analizada no se dedica exactamente a la sociología del arte o a la historia del arte; ni es pionera, si se considera la fecha de publicación de Filosofía de la historia del arte (apuntes)de Luis de Soto y Sagarra –que sí ostentaría tal mérito–; sin embargo, sí tiene un marcado carácter y vocación sociológicos, no solo por los referentes epistémicos que toma para sus análisis (Spencer, Taine, Durkheim, Gurtvich) –quienes a excepción de Taine, no se reconocen como estudiosos del arte– sino, evidentemente, por el hecho mismo de considerar, a determinados elementos extra-artísticos, como invariantes que operan sobre la evolución y cambio de los estilos, desplazando el lugar del artista en su concepción metodológica; así como por considerar la existencia de funciones extra-estéticas para la obra de arte. Tal noción resultaba muy novedosa si se toma en cuenta el marcado carácter formalista y psicologista de numerosos estudios sobre arte en ese momento. [12]
Sobre el paradigma historiográfico
Precisamente, a partir del método electivista, declarado antes como basamento de la teoría de la circunstancialidad histórica del estilo, se desprende del análisis de Historia y estilo, una concepción historiográfica particular, que sirvió a Jorge Mañach para separarse de las metodologías de la historia del arte imperantes hacia la década de 1940: la Larga Duración. En el caso de Cuba, otros intelectuales cubanos apuntan a esta concepción de la historia, tal vez porque en este período muchos de ellos viajan a Europa. [13]
En el caso de Historia y estilo, con excepción de «El estilo de la Revolución», los ensayos reunidos acusan la observancia y el análisis de tiempos diferenciados y la necesidad de estudios históricos que superen las añejas metodologías. Particularmente, en La nación y la formación histórica Mañach apunta:
Parece obvio que se ha cumplido ya en nuestra historiografía aquella etapa primera de investigación factual y de correlación e interpretación primarias que condicionan toda ulterior tarea. Gracias a ese paciente laboreo, (…) se hace ya posible ir decantando esa copiosa información, a fin de poner al descubierto los significados y relaciones más íntimas –aunque, por lo mismo, más problemáticas– de nuestro proceso histórico. Claro que esto ya se ha venido haciendo en no escasa medida, sobre todo con vista a las implicaciones de orden cultural y económico. Pero aún es dable apurar el análisis espectral de nuestra historia para fijar a través de los matices aquellas presencias sustantivas en que ella nos muestre su mayor continuidad, a la vez local y universal. (Mañach, 1944, p. 17).
Años más tarde, en El estilo en Cuba y su sentido histórico se planteaban, precisamente, algunas de aquellas preguntas que servirían para descentrar los análisis de los estudios de los hechos políticos y militares que continuaban siendo el punto focal de las investigaciones históricas:
Estudiando, con motivo análogo al de la presente ocasión, el proceso de nuestra formación como pueblo (…) se me ocurrió insistentemente preguntarme si entre los indicios que revelaban los momentos sucesivos de esa formación, tales como las actitudes y las ideas, los hechos económicos y políticos, no figurarían también las variaciones del estilo artístico (…). La manera como escribieron nuestros prosadores y nuestros poetas ¿sería en cada uno de ellos reflejo tan solo de su temperamento y escuela, o también de su más inmediato clima histórico, de su circunstancia? Por otra parte, las variaciones de estilo que en Cuba se han dado ¿constituyen una mera sucesión de preferencias sin nexo entre sí, o acusan, por el contrario, una continuidad interna de desarrollo, paralela a la formación de nuestra conciencia colectiva? (Mañach, 1944, p. 108)
No debe pasarse por alto que, hasta la aparición de la corriente de la Larga Duración, se había impuesto desde el horizonte positivista, el énfasis asignado a la utilización de los archivos documentales. [14] Así, el oficio del historiador quedaba circunscrito a la revelación fidedigna de los hechos tal cual habían ocurrido, para acercarse a la imparcialidad y la objetividad proclamadas por el Positivismo. Esta etapa había servido para superar la utilización acrítica de las fuentes y también, para poner en jaque a la concepción teológica de la historia.
En ensayos como La Nación… y El Estilo en Cuba…, se plantean interesantes concepciones que parten de análisis orientados bajo el paradigma de la Larga Duración y requieren el empleo de numerosas herramientas metodológicas que, al adaptarse a las nuevas realidades objeto de estudio, conforman un corpus teórico electivo basado en su aplicabilidad. Precisamente por ello puede Jorge Mañach establecer con El estilo en Cuba y su sentido histórico una curva evolutiva, que se separa de las periodizaciones europeas del arte y la literatura.
Aunque este autor no se propuso una historia del arte cubano, en La pintura en Cuba (1925), Vanguardismo (1927), El estilo en Cuba y su sentido histórico (1943) y Paisaje y pintura en Cuba (1957), es indudable que evita intencionadamente los análisis de las obras, basándose en criterios formalistas, o bien mediante el auxilio de fuentes documentales (elementos metodológicos característicos de la historiografía del arte de la época), y se propone ofrecer una concepción de la historia del arte como proceso. Ello le permite establecer relaciones más sutiles entre el específico contexto histórico cubano y la evolución de sus manifestaciones artísticas o el lugar de sus instituciones.
Desde esta concepción historiográfica, es que puede proponer un sistema conceptual, que parte del examen del estilo en Cuba. De ahí establece conceptos de análisis como: imitación, improvisación, burla, prosa aldeana, prosa utilitaria, destierro, purismo y nativismo, deformación poética, y otros. Cada uno de ellos se corresponde con un periodo, y todos, derivados de la circunstancia histórica, como se deduce de los títulos de las secciones de El estilo en Cuba y su sentido histórico.
Es conveniente destacar, que hasta primer lustro de la década de 1940, período de publicación de Historia y estilo, la historiografía del arte mantenía los códigos firmemente establecidos por la Escuela de Historia del Arte de Viena y el Instituto Warburg. Después de ser fundada como disciplina académica por Johann Joachim Winckelman (1717-1768), investigadores como Alois Riegl (1858-1905) y Max Dvořák (1874-1921), de Viena, intentaron una metodología de la historia del arte basada en análisis formalistas. Tales exámenes, al privilegiar el estudio de las configuraciones internas de la obra de arte, en ocasiones, pasaban por alto, relaciones históricas y sociales que igualmente condicionaban al artista, al hecho estético, las instituciones, el público, el sistema de relaciones, etc.; pero sobre todo, se centraban en estilos artísticos y establecían generalizaciones, limitando la noción de la historia del arte como proceso. [15]
Por otra parte, el Instituto Warburg, promovía la necesidad de revelar el significado intrínseco de la obra de arte, mediante la constatación de documentos históricos, y ponía el acento en la esencial unidad artista-obra. Su método iconográfico (definido con precisión por Erwin Panofski), todavía útil como herramienta para determinados tipos de análisis, resulta en ocasiones insuficiente cuando jerarquiza las fuentes escritas (especialmente bíblicas o mitológicas) para identificar el significado y el asunto de las obras. [16]
Hacia esta misma época, el tema del estilo y el estudio de su evolución seguían marcados por las concepciones más importantes de la academia francesa: las ideas de Buffon y de Taine. Para el Conde de Buffon, el estudio del estilo solo podía ser considerado a la luz de la vida del autor, de ahí su conocida frase «el estilo es el hombre». En el caso de Hyppolyte Taine, buscó las causas del tránsito de los estilos en el medio que rodeaba al artista, pero bajo el influjo positivista creyó que la raza y el clima resultaban determinantes.
Es por ello que la trascendencia de Historia y estilo para la teoría del arte cubano, cobra mayor significación en tanto se valora, desde su concepción historiográfica amparada en la Larga Duración, el alejamiento de su autor de las nociones de sólido basamento eurocentrista sobre el arte y el estilo, desconocedoras de las complejidades del campo artístico extra-europeo y, en particular el cubano.
Jorge Mañach, a la altura de 1944, se propone una reflexión sobre la trayectoria del estilo en Cuba, descentrado de las metodologías basadas en los análisis formales, en los estudios de los contenidos, o en la secuencia cronológica de las generaciones o escuelas. De modo paralelo, deduce una cronología evolutiva (asincrónica, con respecto a los ciclos del arte europeo) que descansa en un sistema conceptual propio, ajustado al objeto de estudio.
Desde otra perspectiva, resulta interesante la elección del ensayo como soporte textual, para advertir que es uno de los elementos metodológicos a tomar en seria consideración para re-contextualizar la prosa reflexiva de Jorge Mañach. Es que la sistematización realizada con anterioridad con respecto a su obra por otros autores, revela espacios vacíos (Torre, 1978; Valdespino, 1978; Arcos, 1999 y 2003; Díaz, 2003), toda vez que se mantiene una discontinuidad en los análisis de los textos que el propio autor compendió en un único volumen.
Uno de los problemas fundamentales se hace evidente, en el aparente ordenamiento paradójico que le da Jorge Mañach a sus textos al interior de Historia y estilo, al alterar la secuencia de su producción cronológica. Desde un análisis primario, en el índice de la edición original del volumen aparecen en orden sucesivo: «La nación y la formación histórica», «Esquema histórico del pensamiento cubano», «El estilo de la Revolución» y «El estilo en Cuba y su sentido histórico», de 1942, 1932, 1935 y 1944 respectivamente.
Resulta harto evidente, que su colocación se encuentra alterada de manera intencional, en el sentido cronológico de su producción. Sin embargo, si se sigue desde el punto de vista temático, se advierte de manera inmediata que responde –aún desde las libertades estilísticas que supone el género ensayístico– a una lógica estructuradora del conocimiento científico que intenta demostrar el condicionamiento histórico de la evolución del estilo en nuestro país.
Se inicia Historia y estilo con un bosquejo teórico y metodológico que revela su noción de la evolución histórica, descentrada de los hechos militares y las figuras políticas. Es el primero de los textos, el que contiene la mayor cantidad de presupuestos teóricos y metodológicos, así como el que descubre la lógica que descansa en un sistema conceptual de franca clave electiva. A continuación, en las próximas dos obras, pasa a explicar el modo paralelo de evolución de dos expresiones del proceso: el pensamiento y el estilo.
Con el último de los ensayos, plantea entonces ciclos históricos específicos, y argumenta que el tránsito estilístico, como expresión y consecuencia de aquello que había identificado como un proceso (no como la sucesión sin vínculo entre el artista y su obra), está condicionado por las circunstancias históricas en las que se desenvuelven el artista, la obra, las instituciones, etc.
Es por ello que, al realizar un primer balance del texto Historia y estilo, que se complejiza al contener en sí a cuatro ensayos, se evidencia la lógica del análisis: la valoración desde una concepción teórico-metodológica el grado de evolución de la Isla hasta su estado de nación (que se revela en el consciente colectivo); la esquematización del pensamiento cubano –cuyos principales representantes, a juicio de Mañach, sostienen los puntos de inflexión de tal evolución– y por último, ejemplificar con el estilo de lo que consideró «la Revolución».
Así, se observa cómo la lógica argumentativa que emparienta y brinda organicidad al volumen, se descubre con el último de los textos: El estilo en Cuba y su sentido histórico, donde precisamente, termina de fundamentar su criterio acerca de cómo, sobre la evolución de la forma, pesa de modo sustancial la historia de coloniaje y sistemático intento de independencia de Cuba.
De este modo, la lógica expositiva y argumentativa seguida por Jorge Mañach en Historia y estilo, a pesar de no seguir un riguroso orden cronológico, sirvió para que se revelara como significativo en la trayectoria del desarrollo epistemológico de los estudios sobre arte en nuestro país, que a todas luces contribuye a reevaluar la historia de la disciplina teoría del arte dentro de las Ciencias del Arte en Cuba.
Se sostiene entonces, que con Historia y estilo, Jorge Mañach cierra un ciclo dentro de su obra con respecto al arte cubano, no precisamente un ciclo cronológico sino, sobre todo, un ciclo historiográfico y teórico. La idea de tal vínculo cronológico y temático que tiene sus primeros indicadores indiscutibles desde La pintura en Cuba, se refuerza cuando se advierte que, después de Historia y estilo, no es hasta 1957 que vuelve sobre la temática de las artes plásticas o el estilo [17] .De ahí la importancia y el lugar de este texto compilatorio.
En vista de todo lo anterior, más allá de considerar a Mañach como el iniciador del método fenomenológico en Cuba (Valdés, 2003), o sostener que sus análisis están dominados por el idealismo antropológico (Segreo y Segura, 2012); se estima que el método electivista vertebra la ensayística cultural de este autor y particularmente, los análisis contenidos en el volumen Historia y estilo.
El electivismo, le permitió incorporar presupuestos teóricos de Dilthey, Spencer, Durkheim, Gurtvich y Taine, además de sus conocidos antecedentes en las obras de Bergson, Berr, Ortega y Gasset, Spengler, etc. De los primeros tomó los conceptos espíritu de época, agregado, evolución, solidaridad, integración, consciente colectivo; y particularmente, para el análisis del estilo, puso su acento en la teoría del medio de Hyppolitte Taine.
El método electivista también le permitió apropiarse de un elemento que, a la postre, constituyó el sostén de su concepción historiográfica: la Larga Duración. A partir de las lecturas comunes a los iniciadores de esta corriente historiográfica francesa, que se consolidó a partir de 1929 (Aguirre Rojas, 2011), Mañach fue capaz de establecer la trayectoria del estilo en Cuba, separándose de las periodizaciones establecidas por la historiografía europea del arte, ajustándolas al caso cubano, precisamente a partir de las peculiares condiciones históricas de la Isla.
Las investigaciones realizadas a partir de la ensayística cultural de Jorge Mañach, revelan aún determinadas omisiones. Las obras de Amalia V. de la Torre (1978), Jorge Luis Arcos (1999 y 2003), Duanel Díaz (2003) y Rigoberto Segreo y Margarita Segura (2012), constituyen testimonio de la persistencia de tal problemática.
Particularmente Historia y estilo, ha sido analizado por otros investigadores, poniendo el acento en el primero de sus ensayos: La nación y la formación histórica, y se ha prescindido así de aquellos elementos presentes en El estilo en Cuba y su sentido histórico, que sirven para revelar el aporte de Mañach a la teoría del arte.
Se ha abordado la ensayística cultural de Mañach contenida en el texto Historia y estilo a partir, de definir los elementos de método y concepción historiográfica presentes en el mismo. A excepción de El estilo de la Revolución, el resto de los ensayos que componen el volumen, están orientados a partir del paradigma más evidente: la Larga Duración.
A pesar de que los textos contenidos en este volumen, no describen un arco estrictamente cronológico, resulta innegable, la unidad estilística y temática que emparienta a cada uno de ellos. Dicha identificación se dificulta sobremanera, toda vez que la mayor parte de los abordajes que han realizado otros investigadores sobre Historia y estilo, han privilegiado el análisis de La nación y la formación histórica, por encima de Esquema histórico del pensamiento cubano, El estilo de la Revolución y El estilo en Cuba y su sentido histórico.
A partir del método electivo que claramente articula todos sus análisis, Jorge Mañach logra incorporar en su estudio de la evolución histórica de la Isla –tema central del primero de los ensayos– las concepciones más actualizadas de filósofos, sociólogos e historiadores de su época; aunque su aporte disminuye, cuando se ampara en una concepción idealista del proceso.
Su teoría de la circunstancialidad histórica del estilo –contribución más notable del autor en este volumen– resulta significativa a la altura de la década de 1940, tanto si se toma como criterio el desarrollo de la teoría del arte hasta ese momento en Europa, como el lugar en el que se encontraban los estudios orientados a las ciencias del arte en Cuba.
A partir de su enunciación en el último de los ensayos, Jorge Mañach, rechaza de plano aferrarse al criterio de las generaciones –tan caro a numerosos estudios literarios y de estilo– y evita deliberadamente el análisis contenidista de las obras o de las historias de vida de sus autores, a favor del examen de un proceso. Es así que, su mayor aporte, se encuentra en el establecimiento de periodizaciones y categorías de análisis que extrae directamente del objeto de estudio planteado por él.
Se separa de esta manera de los criterios eurocéntricos que para el estudio histórico del arte se impusieron en el horizonte de las ciencias sociales y humanísticas, planteando además, una curva evolutiva del estilo cubano que respondía a las peculiares condiciones históricas de nuestro país.
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Notas
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