Danzar el mundo para traerlo a la Vida: conversación con Leanne Simpson de Idle No More[1]
Dancing the World into Being: a conversation with Idle No More’s Simpson
Dançar o mundo para trazê-lo à vida: conversa com Leanne Simpson do Idle no More
Danzar el mundo para traerlo a la Vida: conversación con Leanne Simpson de Idle No More[1]
Tabula Rasa, núm. 26, 2017
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Resumen: EL presente texto presenta la entrevista que realizó Naomi Klein a Leanne Simpson acerca del extractivismo, la memoria de los territorios y las alianzas socio-políticas activas del movimiento indígena canadiense Idle No More. Actualmente, nuevas formas de extractivismo amenazan a las formas de vida indígenas; particularmente, en el capitalismo tardío, el extractivismo cognitivo acompaña al extractivismo centrado en los recursos naturales. En este sentido, los movimientos indígenas en Canadá, buscan defender la continuidad de las prácticas de pertenencia al lugar, basadas en la memoria de los territorios. Finalmente, desde la perspectiva del movimiento Idle No More, las actuales formas de dominación demandan la emergencia de múltiples formas de coalisión, basadas en las posibles alianzas entre el activismo indígena y no-indígena, con el objeto de reconfigurar formaciones hegemónicas de nacionalidad, soberanía y naturaleza.
Palabras clave: Idle No More, extractivismo cognitivo, memoria de la tierra, cambio climático.
Abstract: What follows presents the conversation between Naomi Klein and Leanne Simpson about extractivism, place memory and socio-political alliances. In many ways, new forms of extractivism threaten indigenous ways of life; particularly cognitive extractivism goes hand in hand with physical extractivism in late capitalist formations. Indigenous movements in Canada advocates for the resurgence of practices of obligation based on memories of the land. Finally, from the Idle No More social coalition, current forms of domination require opening up the possibility for thinking through encounters and alliances between Indigenous and non-Indigenous activist that may reconfigure assumptions about nation-hood, sovereignty and nature.
Keywords: Idle No More, cognitive extractivism, memories of the land, climate change.
Resumo: O presente texto apresenta a entrevista que realizou Naomi Klein com Leanne Simpson acerca do extrativismo, a memória dos territórios e as alianças sociopolíticas ativas do movimento indígena canadense Idle No More. Atualmente, novas formas do extrativismo ameaçam as formas de vida indígenas; em particular, no capitalismo tardio, o extrativismo cognitivo acompanha o extrativismo centrado nos recursos naturais. Os movimentos indígenas no Canadá buscam defender a continuidade das práticas de pertencimento ao lugar, baseada nas memórias da terra. Por fim, a partir da perspectiva do movimento Idle No More, as atuais formas de dominação demandam a emergência de múltiplas formas de coalisão, fundamentadas nas possíveis alianças entre o ativismo indígena e não indígena, com o propósito de reconfigurar formações hegemônicas de nacionalidade, soberania e natureza.
Palavras-chave: Idle No More, extrativismo cognitivo, Memórias da terra, alianças.
En diciembre de 2012, las protestas indígenas conocidas como Idle No More (No Más Pasividad) irrumpieron en la escena política canadiense, con masivas danzas en círculo celebradas en centros comerciales, intersecciones concurridas y espacios públicos de todo Norteamérica, así como acciones solidarias en lugares tan distantes como Gaza y Nueva Zelanda. Aunque provocado por una serie de ataques legislativos a la soberanía indígena y las protecciones ambientales del gobierno conservador de Stephen Harper, el movimiento rápidamente tomó las banderas de mucho más: las políticas coloniales en vigor en Canadá, una visión transformadora de la descolonización y las posibilidades de una alianza genuina entre aborígenes y no aborígenes, una que fuera capaz de reimaginar el carácter de nación.
A lo largo de todo esto, Idle No More no tuvo líderes oficiales ni portavoces. Sino que elevó las voces de unos cuantos artistas y académicos cuyas palabras e imágenes hablaron desde las aspiraciones profundas del movimiento. Una de esas voces era la de Leanne Simpson, una talentosa autora de poesía, ensayos, piezas narrativas orales, relatos, artículos académicos y antologías, de los Mississauga Nishnaabeg. Los libros de Simpson, entre ellos Lighting the Eighth Fire: The Liberation, Protection and Resurgence of Indigenous Nations (Encendiendo la octava hoguera: liberación, protección y resurgimiento de las naciones indígenas) y Dancing on Our Turtle’s Back: Stories of Nishnaabeg Re-Creation, Resurgence and a New Emergence (Danzando sobre nuestro caparazón de tortuga: cuentos de recreación, resurgimiento y un nuevo surgimiento de los Nishnaabeg), han influido en una nueva generación de activistas nativos.
En el punto álgido de las protestas, su ensayo, Aambe! Maajaadaa! (lo que #IdleNoMore significa para mí) se difundió como un fuego arrasador en las redes sociales y se convirtió en uno de los textos centrales del movimiento. En este, escribe: «Apoyo #idlenomore, porque creo que tengo que levantarme cada vez que el territorio base de nuestra nación se ve amenazado... ya sea por la legislación, la deforestación, la exploración minera, proyectos inmobiliarios, oleoductos, arenas bituminosas o campos de golf. Me levanto cada vez que el territorio ancestral de nuestra nación se ve amenazado, porque todo lo que tiene sentido para nosotros viene de la tierra: nuestros sistemas políticos, nuestros sistemas intelectuales, el cuidado de nuestra salud, la seguridad alimentaria, la lengua y nuestro sustento espiritual y fortaleza moral».
El 15 de febrero de 2013, me senté con Leanne Simpson en Toronto para hablar sobre la descolonización, el ecocidio, el cambio climático y cómo convertir un levantamiento en una «transformación puntual».
Sobre el extractivismo
Naomi Klein: comencemos con lo que ha llevado tanta resistencia indígena a un punto álgido en los últimos meses. Con la expansión de las arenas bituminosas, y todos los oleoductos, y la campaña del gobierno de Harper por excavar grandísimas extensiones del norte, ¿parece que estamos en cierta especie de expolio colonial final? ¿O es más la continuación de lo que siempre ha habido en Canadá?
Leanne Simpson: durante los últimos 400 años, nunca ha habido un momento en que los pueblos indígenas no se resistieran al colonialismo. Idle No More es la resistencia más reciente —visible a la población en general— y hace parte de una iniciativa histórica y actual en desarrollo para la protección de nuestros territorios ancestrales, nuestras culturas, nuestro carácter de naciones y nuestras lenguas. A mí me parece que ha habido una intensificación del expolio colonial, o es para lo que se está preparando el gobierno de Harper: la extracción desmesurada de los recursos naturales que hay en territorios indígenas. Pero en realidad, todos y cada uno de los gobiernos canadienses han tenido ese tipo de pensamiento en su base en lo que respecta a los pueblos indígenas.
Los pueblos aborígenes han vivido un colapso ambiental en los ámbitos local y regional desde el inicio del colonialismo: la construcción del canal de St. Lawrence, la exterminación de los búfalos en territorios de los Cree y Blackfoot y la extinción del salmón en el lago Ontario; fue innecesario y devastador. Al mismo tiempo, sé que hay muchas personas en la comunidad indígena que le están dando a la economía, a este sistema, 10 años, 20 años más, y que están diciendo: «Sí, vamos a ver el colapso de esto en lo que nos queda de vida».
La extracción es robo. Es tomar sin consentimiento, sin pensar, sin que importe o sin siquiera conocer los impactos en los otros seres vivos que hay en ese entorno.
Nuestros ancianos llevan alertándonos de esto por generaciones —ellos vieron de inmediato lo insostenible de la sociedad colonizadora. Las sociedades basadas en la conquista no pueden sostenerse, así que sí, creo que no cabe duda de que estamos acercándonos a ese punto de quiebre. Se nos agota el tiempo. Estamos perdiendo la oportunidad de darle vuelta a esto. No tenemos tiempo para esta transformación lenta y masiva en algo que sea sostenible y alternativo. Siento que me están poniendo contra la pared. Tal vez mis ancestros sintieron lo mismo hace 200 o 400 años. Pero no creo que importe. Pienso que el ímpetu de actuar y cambiar y transformar, para mí, existe sin importar si este es o no el fin del mundo. Si un río se ve amenazado, es el fin del mundo para esos peces. Ha sido el fin del mundo para alguien desde el principio. Y creo que la tristeza y el trauma de eso es razón suficiente para que yo actúe.
Naomi: hablemos sobre la extracción porque me parece que si hay una palabra que comprenda la visión económica dominante, es esa. El gobierno de Harper ve su rol como facilitador de la extracción de la riqueza natural del suelo y su puesta en el mercado. No les interesa el valor agregado. Han diezmado el sector manufacturero por la alta tasa del dólar. No les importa, porque miran al norte y ven montones de territorio prístino que pueden hacer pedazos.
Y claro que es por eso que están tan desesperados con el movimiento ambientalista y los derechos de las Primeras Naciones, porque esas son las barreras para su visión económica. Pero la extracción no tiene que ver solo con la minería y exploración petrolera; es una actitud —una perspectiva frente a la naturaleza, a las ideas, a las personas—. ¿Qué significa para ti?
Leanne: extracción y asimilación van de la mano. El colonialismo y el capitalismo se basan en la extracción y la asimilación. Mi tierra se considera un recurso. Mis parientes en los mundos animal y vegetal son considerados recursos. Mi cultura y mi conocimiento son un recurso. Mi cuerpo es un recurso y mis hijos son un recurso, porque son el potencial para crecer, mantener y defender el sistema extraccionista-asimilacionista. El acto de la extracción suprime todas las relaciones que dan sentido a lo que sea que se extraiga. Extraer es tomar. En realidad, extraer es robar: es tomar sin consentimiento, sin pensar, sin cuidar e incluso sin conocer los impactos que tiene la extracción en otros seres vivos en ese ambiente. Eso siempre ha sido parte del colonialismo y la conquista. El colonialismo siempre ha extraído lo indígena: extracción del conocimiento indígena, de las mujeres indígenas, de los pueblos indígenas.
Naomi: los hijos de sus padres.
Leanne: los hijos de sus padres. Hijos de sus familias. Hijos de la tierra. Hijos de nuestro sistema político y de nuestro sistema de gobierno. Hijos —nuestro don más preciado. En esta corriente de pensamiento, se extrae cada parte de nuestra cultura que pueda parecer útil a la actitud extractivista. La canoa, el kayak, cualquier tecnología que tuviéramos de utilidad fue extraída y asimilada a la cultura de los colonizadores sin consideración por las personas y el conocimiento que la habían creado.
La alternativa al extractivismo es la profunda reciprocidad. Es respeto, es relación, es responsabilidad, y es local.
Cuando hubo una iniciativa de aplicar el conocimiento tradicional al pensamiento ambiental según Nuestro futuro común,[4] a finales de la década de 1980, el enfoque era muy extractivista: «Tomemos cualquier enseñanza que ustedes puedan tener que nos ayude fuera de su contexto, lejos de los portadores de su conocimiento, fuera de su lenguaje, e integrémoslos en esta actitud asimilacionista». Esa es la idea de que el conocimiento tradicional y los pueblos indígenas tienen una especie de secreto que la sociedad en general debe apropiarse sobre cómo vivir en la tierra de manera no explotadora. Pero la actitud extractivista no es tener una conversación y un diálogo y llevar un conocimiento indígena en los términos de los pueblos indígenas. Tiene mucho que ver con extraer cualquier idea que científicos o ambientalistas pensaran que era buena y asimilarla.
Naomi: como simplemente tomaré la idea de «la séptima generación» y…
Leanne: …la pondré en papel higiénico para vendérsela a la gente. Hay una extracción intelectual, una extracción cognitiva, además de una física. La maquinaria en torno a la promoción del extractivismo es enorme en términos de la televisión, el cine y la cultura popular.
Naomi: si el extractivismo es una actitud, una forma de ver el mundo, ¿cuál es la alternativa?
Leanne: responsabilidad. Porque creo que cuando la gente extrae cosas, las toman y las ponen a funcionar para su propio bien. Lo que falta es la responsabilidad. Si no se está desarrollando relaciones con la gente, no se está retribuyendo, no se está quedando cerca para ver el impacto de la extracción. Se está yendo a otro lugar.
La alternativa es la reciprocidad profunda. Es respeto, es relación, es responsabilidad, y es local. Si se lo obliga a permanecer en su radio de ochenta kilómetros, entonces sí se va a experimentar los impactos de la conducta extractivista. La única manera de protegerse de eso es cuando se consigue su alimento de otros lugares del mundo de algún otro lugar. Así que entre más distancia y más globalización haya más blindado se está a los impactos negativos de la conducta extractivista.
Sobre Idle No More
Naomi: con Idle No More, hubo un momento en diciembre y enero, donde hubo el comienzo de un intento por articular una agenda alternativa para el país, fundamentada en una relación distinta con la naturaleza. Y creo que muchas personas se vieron atraídas hacia ella, porque parecía ofrecer esa posibilidad de una visión para la tierra que no fuera tan solo excavar agujeros y contaminar los ríos y tender oleoductos.
Pero creo que puede haberse perdido un poco cuando comenzamos a oír a algunos jefes proyectarlo todo como una lucha por la distribución de los recursos: «OK, Harper quiere extraer recursos por un valor de US$650 mil millones, y ¿cómo tendremos nosotros una parte justa en eso?» Esa es una buena pregunta, dada la enorme pobreza y el hecho de que esos recursos se encuentran en territorios indígenas. Pero no cuestiona el imperativo subyacente de destrozar la tierra en aras de la riqueza.
Leanne: no, no lo hace, y eso es exactamente lo que están diciendo también nuestros líderes tradicionales, nuestros ancianos y muchos grupos de base. Parte del problema es el liderazgo. Los jefes y consejos de la Ley Indígena (Indian Act) —aunque participa en ellos alguna gente muy buena que hace un buen trabajo— en últimas deben rendir cuentas al gobierno canadiense y no a nuestro pueblo. El sistema de la Ley Indígena es un sistema impuesto; no es nuestro sistema político basado en nuestros valores y formas de gobierno.
Poner a la gente en la posición de elegir entre alimentar a sus hijos y destruir su tierra simplemente está mal.
Las comunidades indígenas, en particular las que se asientan en lugares donde hay una gran presión por explotar recursos naturales, están abocados a una pobreza económica impuesta. De sus territorios, se han extraído miles de millones de dólares en recursos naturales, sin su autorización y sin compensación. Esa es la realidad. No hemos tenido derecho a decirle no a la explotación de los recursos, porque a fin de cuentas esas comunidades no son consideradas personas, sino recursos.
Más que interactuar con los pueblos indígenas por medio de nuestros tratados, sucesivos gobiernos federales eligieron controlarnos mediante la Ley Indígena, precisamente para poder seguir construyendo la economía canadiense a costa de la explotación de los recursos naturales sin considerar ni a los pueblos indígenas ni al medio ambiente. Esto es deliberado. Es también donde estará la verdadera lucha, porque esos son los territorios ancestrales indígenas más vírgenes. Hay comunidades resistiendo y diciendo no a la idea de destrozar la tierra en aras de la riqueza. Pienso que esas comunidades desean nuestra solidaridad y una gran red de personas movilizadas que quieran ponerse de su lado cuando dicen no.
Esas mismas comunidades se ven avergonzadas continuamente en los medios de comunicación dominantes y por los gobiernos estatales y la sociedad canadiense por su pobreza. Humillar a la víctima hace parte del pensamiento extractivista. Debemos entender porqué estas comunidades son económicamente pobres en primer lugar —y son pobres para que los canadienses puedan disfrutar del nivel de vida que disfrutan. Digo «pobres económicamente», porque, aunque estas comunidades tienen menos riqueza material, son ricos de otras formas; tienen sus territorios ancestrales, sus lenguas, sus culturas, sus relaciones con los demás que dan fuerza y resiliencia a sus comunidades.
Siempre me preguntan: «¿Por qué sus comunidades se asocian con esas multinacionales para explotar su tierra?» Es porque se plantea como la única manera de salir de la pobreza económica aplastante. La industria y el gobierno están muy enfrascados en la discusión «empleos contra medio ambiente». Estas comunidades enfrentan una presión enorme de los gobiernos provinciales, federales y de la industria para participar en la destrucción de los recursos naturales. La industria y el gobierno no tienen problema en presentar la destrucción ambiental a gran escala a manos de las corporaciones como la única manera de salir de la pobreza, porque conviene a su mayor interés hacerlo.
No hemos tenido el derecho a decir no a la explotación de los recursos, porque a las comunidades indígenas no se las considera personas, sino recursos.
Existe una gran necesidad de articular con claridad visiones alternativas sobre cómo construir economías indígenas locales saludables y sostenibles que beneficien a las comunidades indígenas y respeten nuestras filosofías y valores fundamentales. La explotación indiscriminada de los recursos naturales no es la única opción. El primer paso es dejar de ver a los pueblos indígenas y a nuestros territorios ancestrales como recursos libres de usarse al antojo de la sociedad colonial.
Si Canadá no tiene interés en desmontar el sistema que empuja a los pueblos indígenas a la pobreza, no estoy segura de que los canadienses, que son beneficiarios directos de la pobreza indígena, vayan a juzgar las decisiones que tomen los pueblos indígenas, en particular cuando se presentan muy pocas alternativas. Los pueblos indígenas no tenemos control sobre nuestros territorios ancestrales. No tenemos la facultad de decir no a la explotación de recursos en nuestros territorios ancestrales. Al mismo tiempo, pienso que asociarnos con grandes industrias extractoras de recursos para la destrucción de nuestros territorios no genera los tipos de cambios y soluciones que nuestro pueblo busca, y poner a la gente en la posición de tener que elegir entre alimentar a sus hijos o destruir su tierra está simplemente mal.
A fin de cuentas, no estamos hablando de recibir una tajada más grande del pastel —como lo afirma Winona LaDuke— hablamos de un pastel diferente. Las personas que conforman el movimiento Idle No More que están hablando de un carácter de nación indígena se refieren a una transformación masiva, a una descolonización masiva. Un resurgimiento del pensamiento político indígena que está muy, muy basado en la tierra y muy, muy ligado a esa relación íntima y estrecha con ella, lo que para mí implica una revitalización de las economías indígenas locales sostenibles, que beneficien a los habitantes locales. Entonces pienso que hay un consenso muy amplio en torno a eso, pero hay muchas opiniones diferentes sobre la estrategia, porque tenemos una pobreza apremiante en nuestras comunidades.
Sobre la promoción de la vida
Naomi: una de las razones por las que quería conversar contigo es que, en tus escritos y alocuciones, siento como si estuvieras articulando una alternativa clara. En una conferencia que diste recientemente en la Universidad de Victoria, decías: «Nuestros sistemas están diseñados para promover más vida» y hablabas de lograr esto mediante «la resistencia, la renovación y la regeneración» —todos ellos temas de tu libro Dancing on Our Turtle’s Back.
Quiero explorar contigo la idea de los sistemas promotores de vida, porque me parece que son la antítesis de la actitud extractivista, que tiene que ver en últimas con el agotamiento y la extinción de la vida sin renovación o reposición.
Leanne: comencé a pensar en ello hace unos veinte años probablemente, y fue gracias a parte del trabajo de Winona LaDuke y mediante el trabajo con los ancianos sobre la tierra que realmente me puse a pensar en ello. Winona tomó un concepto que es muy fundamental para la sociedad Anishinaabeg, llamado mino bimaadiziwin. Muchas veces se lo traduce como «buena vida», pero el tipo más profundo de significado cultural y conceptual es algo que ella realmente me inspiró, algo que tradujo como «continuo renacimiento». Así, el propósito de la vida es pues ese continuo renacer, es promover más vida. En la sociedad Anishinaabeg, nuestros sistemas económicos, nuestros sistemas educativos, nuestros sistemas de gobierno y nuestros sistemas políticos fueron concebidos con ese principio básico en su esencia.
Creo que esa suerte de enseñanza fundamental orienta a las personas sobre cómo interactuar con los otros y con la familia, cómo interactuar con sus hijos, cómo interactuar con la tierra. Y luego a medida que se forman comunidades de personas, ella también orienta la manera como deben interactuar esas comunidades y esas naciones. En términos de la economía, eso significa una economía muy, muy localizada, donde había un grado enorme de responsabilidad y reciprocidad. Y así esos tipos de cosas comienzan con las personas y las familias y las comunidades, y luego como que se disparan hacia fuera a cómo interactúan las comunidades y las naciones entre sí.
Era la calidad de sus relaciones —no cuánto tenían, no cuánto consumían— en lo que se basaba la felicidad de mis ancestros.
También creo que tiene que ver con la fertilidad de ideas y la fertilidad de alternativas. Una de las cosas que hacen las aves en nuestros relatos de creación es plantar semillas y generar nuevas ideas y cultivar esas ideas. Las semillas son la encapsulación de la sabiduría y el potencial, y las aves llevan esas semillas alrededor de la tierra y cultivan esta tierra. Y creo que todos tenemos el deber de hallar esas semillas, plantarlas, dar origen a esas nuevas ideas. Porque a la gente se le ocurre una idea, pero no la articulan, o no le dicen a nadie de ella y no construyen comunidad a su alrededor, y no lo hacen.
Así, en la filosofía Anishinaabeg, si tienes un sueño, si tienes una visión, la compartes con tu comunidad, y entonces tienes la responsabilidad de desarrollar esa visión para convertirla en realidad. Ese es el proceso de regeneración. Es el proceso de dar origen a más vida —conseguir la semilla y plantarla y cuidarla—. Puede ser una semilla física, puede ser un niño o puede ser una idea. Pero si no se está dedicado continuamente a ese proceso, entonces no se da.
Naomi: ¿cuál ha sido el significado del principio de regeneración en tu vida?
Leanne: en mi vida, intento propiciar eso con mis hijos y en mi familia, porque tengo mucho control sobre lo que sucede en mi familia, pero no tengo mucho control sobre lo que sucede en mi nación y en la sociedad a una escala más amplia. Pero, darles apoyo, darles oportunidades para que desarrollen una relación más significativa con nuestra tierra, con el agua, con las plantas y los animales. Darles oportunidades de que desarrollen relaciones significativas con los ancianos y con la gente de nuestra comunidad para que crezcan en una comunidad muy, muy fuerte con muchos adultos diferentes a los que puedan recurrir cuando tengan problemas.
Una de las historias que conté en mi libro es el trabajo con un anciano que ya falleció, Robin Greene del lago Shoal en Winnipeg, en un programa de educación ambiental con jóvenes de las Primeras Naciones. Y estuvimos hablando sobre el desarrollo sostenible, y yo les explicaba a los estudiantes ese término desde la perspectiva occidental. Y le pregunté si había un concepto similar en la filosofía Anishinaabeg que tuviera el mismo significado del desarrollo sostenible. Y él se quedó pensando un largo rato. Y dijo no. Y me sentí algo escandalizada con ese «no», porque esperaba que hubiera algo similar. Y él dijo que el concepto es al revés. La gente no se desarrolla más de lo que la Madre Tierra puede aguantar. Para nosotros es lo contrario. Piensas a cuánto puedes renunciar para promover más vida. Cada decisión que tomas se basa en la pregunta: ¿Sí necesitamos hacer eso?
El propósito de la vida es el renacimiento continuo, es promover más vida.
Si miro cómo procedían mis ancestros incluso hace 200 años, ellos no invertían mucho tiempo acumulando capital, no dependían de la riqueza material para su bienestar y estabilidad económica. Invertían su energía en relaciones significativas y auténticas. Así, su seguridad alimentaria y económica se basaba en la resiliencia de sus relaciones —sus relaciones con los clanes vecinos, con las comunidades vecinas, de manera que en tiempos difíciles se apoyaban en la gente, no en el dinero que ahorraban en el banco. Creo que eso se extendía a la manera como hallaban sentido a la vida. Era la calidad de esas relaciones —no cuánto tenían, no cuánto consumían— en lo que se basaba su felicidad. Entonces pienso que eso se opone mucho a la sociedad colonial y a la manera como se nos enseñó a vivir en ella.
Naomi: un sistema extrae cosas de sus relaciones; el otro está construyendo continuamente las relaciones.
Leanne: así es. De nuevo, volviendo a mis ancestros, ellos no eran consumidores. Eran productores y hacían todo. Cada quien debía saber cómo hacer todo. Aun si miro a la generación de mi madre, que no es hace 200 años, ella sabía cómo hacer y suplir las necesidades básicas que teníamos. Así incluso esa generación, la generación de mi abuela, sabían cómo fabricar sus vestidos, sabían cómo construir un techo, cómo preparar los mismos alimentos que cultivaban en sus huertas o cosechar de la tierra en el verano hasta el invierno mucho más que mi generación. Cuando realmente tienes sistemas alimentarios localizados y sistemas políticos localizados, la gente tiene que relacionarse en un grado mayor... no solo consumirlo, sino producirlo y elaborarlo. Entonces esa autosuficiencia se integra al sistema.
Mis ancestros tendían a ver muy lejos hacia el futuro en términos de planear, consideraban hasta siete generaciones adelante. Entonces pienso que previeron que iba a haber algunos grandes problemas. Pienso en esos tratados originales y nuestras tradiciones diplomáticas, que es lo que en realidad trataban de reconciliar. Trataban de proteger grandes extensiones de tierra donde los pueblos indígenas pudieran mantener su forma de vida y mantener nuestras economías y nuestros sistemas políticos, pienso, con la esperanza de que la sociedad de colonos en cierta forma modificara sus costumbres en algo que fuera más paralelo o más congruente con las sociedades indígenas.
Sobre el amor a los heridos
Naomi: muchas veces comienzas tus presentaciones en público describiendo cómo era su territorio. Y me impresiona que lo que cuentas es muy distinto del tradicional discurso ambientalista, que por lo general se centra en el colapso económico inminente, el colapso que habrá si no hacemos X o Y. Pero estás diciendo básicamente que el colapso ya ocurrió.
Leanne: no estoy segura de que centrarse en el colapso económico inminente esté motivando un cambio en los canadienses a cambiar, si miras el espectro de la negación del cambio climático en toda la sociedad. Está generando muchos filmes apocalípticos, pero creo que es un pensamiento tan abrumador y traumático, que quizás la gente evita enfrentarlo. Por eso son tan importantes las visiones de alternativas con una articulación clara.
En mi trabajo, comencé a narrar cómo era la tierra, porque muy pocas personas lo recordaban. Hace mucho, el lugar de donde vengo, en la ribera norte del lago Ontario, se vio el colapso de la población de salmones en el lago Ontario hacia 1840. Ellos migraban hasta el lago Stony —era bastante para nuestra nación—. Y luego la población de anguilas chocó con la construcción del canal Lawrence y del canal fluvial Trent-Severn. Entonces pienso de nuevo, en un sentido local realmente los pueblos indígenas han visto y vivido este desastre ambiental, donde partes enteras de su mundo colapsaron muy pronto.
Pero son ciclos, y los colapsos se están haciendo cada vez más y más grandes. Está llegando al punto en que describo cómo era mi tierra, porque nadie lo sabe. Nadie recuerda cómo era el sur de Ontario hace 200 años, lo que me parece algo realmente aterrador. ¿Cómo vislumbramos nuestra salida de esto si ni siquiera recordamos cómo se supone que debe verse este entorno natural?
Naomi: he vivido dos años en British Columbia, donde se encuentra mi familia, y he estado muy involucrada en las luchas contra los oleoductos de arenas bituminosas. Y por supuesto la situación es tan diferente allí. Aún hay mucha tierra salvaje inexplorada, y la gente se siente conectada con ella y como sus protectores. Y creo que, para todos, la oposición a los oleoductos en realidad ha tenido más que ver con enamorarse más profundamente de la tierra. No es un «anti» movimiento —no se trata de «Te odio», sino «Amamos demasiado este lugar para profanarlo». Así que hay un sentimiento distinto al de cualquier movimiento del que haya hecho parte antes. Y por supuesto el movimiento contra los oleoductos en la costa oeste está liderado por indígenas, y también ha formado coaliciones sorprendentes entre gentes indígenas y no indígenas. Me pregunto cuánto han contribuido esas luchas a la aparición de Idle No More —el hecho de tener estas increíbles coaliciones y las Primeras Naciones diciendo no a Harper, trabajando juntos…
Leanne: pero también porque la Alianza Yinka Dene fundó su resistencia en la ley indígena. Recuerdo que me sentí muy orgullosa cuando la Alianza Yinka Dene hizo el viaje en tren hacia el este. En realidad, estaba en Alberta en ese tiempo, pero debemos basarnos en eso porque si miramos dentro de las secciones de finanzas de los periódicos en los últimos años, hay estas pequeñas indicaciones de que los oleoductos vienen para acá también. Y se está haciendo más así, con la refinería de Fredericton. Entonces debe haber un movimiento similar alrededor de los oleoductos al que vimos en British Columbia. Pero el centro de Canadá está detrás.
Nadie recuerda cómo era Ontario hace 200 años, lo que me parece realmente aterrador.
Naomi: pienso mucho en que tiene que ver con el estado en el que se encuentra el territorio. Porque en B.C., fue la indignación por la vía Northern Gateway —«¿Quiere construir un oleoducto por esa parte de B.C.? ¿Está loco?» Fue casi un regalo para la creación del movimiento, porque no hablaban de construirlo por entre áreas urbanas, hablaban de construirlo a través de algunas de las tierras más vírgenes de la provincia. Pero tenemos un trabajo tan difícil por hacer aquí, porque debe haber un proceso no solo de protección de la tierra, sino como lo decías, de encontrar la tierra para protegerla. Mientras que en B. C., es tan sumamente bonito.
Leanne: pienso para mí que siempre ha sido una lucha, porque siempre quise vivir en B. C. o en el norte, porque la tierra es virgen. Es emocionalmente más fácil para mí. Pero elegí vivir en mi territorio y he elegido ser testigo de esto. Y creo que es ahí, en la política de las mujeres indígenas, y la política indígena tradicional, que es una política basada en el amor. Esa fue la diferencia con Idle No More, porque había tantas mujeres levantadas. Por el colonialismo, fuimos excluidas por mucho tiempo de ese sistema de consejo y de gobierno de la Ley India. En un inicio a las mujeres se les prohibía ser candidatas, y esto sigue siendo un bastión del patriarcado. Pero eso es en cierta forma un regalo, porque toda nuestra organización en torno a la gobernanza y la política, y este continuo renacimiento ha sido ajeno a ese sistema y ha estado basado en esa política del amor.
Así que cuando pienso en la tierra como mi madre o si pienso en ello como una relación familiar, no odio a mi madre porque ella esté enferma, o porque ha sufrido abuso. No dejo de visitarla porque esté en una relación abusiva y tenga cicatrices y moretones. En todo caso, debe intensificarse la relación porque es una relación de protección y cuidado. Y así pienso que en mi territorio intento tener esa relación íntima, esa relación de amor —aun cuando pueda ver el daño— para tratar de ver que aún hay belleza allí. Sigue habiendo mucha belleza en el lago Ontario. Es uno de esos lagos amenazados y está muriendo y nadie quiere comer los peces. Pero sigue habiendo mucha belleza en ese lago. Sigue habiendo mucho amor en ese lago. Y pienso en la Madre Tierra como mi primera madre. Las madres poseen una enorme resiliencia. Tienen un inmenso poder sanador. Pero pienso que esta idea de que se abandona cuando algo ha sido dañado es algo que no podemos permitirnos en el sur de Ontario.
Naomi: exacto. Pero es un proyecto político muy distinto, ¿verdad? Porque la primera fase es definir que queda algo que amar. Mi esposo habla de cómo crecer junto a un lago en el que no puedes nadar modela tu relación con la naturaleza. Piensas que la naturaleza está en otro lugar. Pienso que muchas personas no creen que esta parte del mundo valga la pena salvarla porque creen que ya está destruida, así que también puedes abusar más de ella. No hay personas suficientes que articulen lo que significa construir una auténtica relación con la naturaleza no virgen. Y es un tipo distinto de voz ambiental la que puede dirigirse a los heridos, en oposición a hacerlo solo con lo perfecto y lo bello.
Leanne: si no puedes nadar en él, crúzalo en canoa. Encuentra una manera de conectarte con él. Cuando un lago está demasiado echado a perder para que se pueda nadar o comer de él, es ahí donde entran las ceremonias de sanación, porque aún puede hacerse ceremonias con él. En Peterborough, escribí una pieza de narración oral alrededor del salmón en el que me imaginaba como el primer salmón que regresaba al lago Ontario y que regresaba a nuestro territorio. Se habían ido las esclusas levadizas. Y supe la ruta que habría tomado el salmón en nuestro idioma. Y así esa fue una de las formas como traté de conectar nuevamente a mi comunidad con esa historia y con el sistema fluvial, através de este performance. La gente se interesó más en el salmón. Los niños se interesaron más porque hicieron parte de la danza.
Sobre el cambio climático y la transformación
Naomi: en el libro que estoy escribiendo intento entender porqué estamos fallando de manera tan espectacular en afrontar la crisis climática. Y hay muchas razones —ideológicas, materiales, y demás—. Pero también hay poderosas razones culturales y psicológicas en las que nosotros —y estoy hablando en términos del nosotros «colonizador», supongo— hemos sido colonizados por la lógica del capitalismo, y eso nos ha dejado excepcionalmente mal equipados para enfrentar esta crisis específica.
Leanne: hacer estos cambios, hacer esta transformación puntual, requiere rebajar los niveles de vida para ese 1 por ciento y para la clase media. Al final del día, eso es lo que significa. Y pienso en la ausencia de una vida con sentido fuera del capital y fuera de la riqueza material —eso es en verdad asustador.
Si no estamos, como gente de la tierra, dispuestos a combatir el colonialismo, no tenemos esperanza de sobrevivir al cambio climático.
Naomi: en esencia, esto, es decir: su vida terminará porque el consumismo es la manera como construimos nuestras identidades en esta cultura. El rol del consumo ha cambiado en nuestras vidas tan solo en los últimos treinta años. Está mucho más entrelazado en la creación del yo. Así, cuando alguien dice: «Para combatir el cambio climático debes comprar menos», se entiende como, «Debes ser menos». La reacción muchas veces es de pánico puro.
De otro lado, si tienes una vida comunitaria rica, si tus relaciones te nutren, si tienes una relación significativa con el mundo natural, entonces creo que la contracción no es tan espeluznante. Pero si tu vida es casi exclusivamente consumo, lo que creo que es así para un gran número de personas, entonces debemos comprender la profunda amenaza que esta crisis representa. Por eso es tan profunda la transformación que debemos hacer; debemos reaprender cómo obtener felicidad y satisfacción de otras cosas diferentes al consumo, o estaremos perdidos.
Leanne: veo la transformación como: tu vida no va a ser peor, no va a acabarse. Tu vida va a ser mejor. La transición va a ser difícil, pero desde mi perspectiva, desde nuestra perspectiva, es maravilloso tener una vida de comunidad rica y obtener felicidad de relaciones auténticas con la tierra y las personas que te rodean. Pienso que Idle No More lo señaló con las danzas en círculo y con la expresión de la alegría. «Hagamos esto divertido». Fueron las mujeres las que aportaron ese goce.
Naomi: otra barrera para enfrentar realmente la crisis climática tiene que ver con otro de sus temas fuertes, que es la importancia de tener una relación con la tierra. Porque el cambio climático está materializándose en la tierra, y para ver esas primeras señales, debe estarse en cierto tipo de comunicación con ella. Porque los cambios son sutiles... hasta que no lo sean.
Leanne: siempre llevo a mis hijos en marzo al arce azucarero y hacemos miel de maple con ellos. Y lo que ha pasado en los últimos veinte años es que cada año la temporada es más corta. El año pasado fue casi un desastre porque tuvimos esa semana de clima veraniego a mediados de marzo. Se necesita una escala de temperatura muy específica para hacer miel de maple. Así que caí en la cuenta más o menos el año pasado: estoy pasando toda esta temporada con mis hijos en el arce azucarero, y en veinte años, cuando sea su turno de encargarse de eso, tendrán que irse. ¿Quién sabe? Ya no será en mi territorio. Eso es algo que mi generación, mi familia, va a ver morir. Y eso es tremendamente triste y doloroso para nosotros.
Las elecciones individuales no van a sacarnos de este lío. Necesitamos un cambio sistémico.
Son cosas como el arce azucarero las historias, las enseñanzas, ese es en realidad nuestro sistema de gobierno, donde los niños aprenden sobre eso. Es otra ficha del rompecabezas que tratamos volver a armar y está a punto de desaparecer. Está sucediendo a un ritmo increíblemente acelerado. Los pueblos indígenas siempre han sido capaces de adaptarse, y hemos tenido una resiliencia. Pero la velocidad de esto -nuestras historias y nuestra cultura y nuestra tradición oral no le pueden seguir el paso.
Naomi: una de las cosas que es tan difícil, cuando alguien se sumerge en la ciencia climática y entiende el poco tiempo que tenemos para cambiar las cosas, es que sabemos que el trabajo político difícil toma tiempo. No se puede apresurar. Y un sentido de urgencia puede ser incluso peligroso, puede usarse para decir: «No tenemos tiempo de lidiar con esos temas complicados como el colonialismo y el racismo y la desigualdad». El movimiento ambiental a lo largo de su historia ha hecho eso, ha usado el sentido de urgencia para para restar importancia a todos los problemas que no sean la supervivencia humana. Pero, por otro lado, estamos realmente en este momento donde los pequeños pasos no bastarán. Necesitamos un salto.
Leanne: esta es una de las formas de cambio que tiene el movimiento ambiental. El pensamiento colonial nos trajo el cambio climático. Necesitamos una nueva estrategia, porque el movimiento ambientalista lleva más de dos décadas combatiendo el cambio climático y no estamos viendo el cambio que necesitamos. Pienso que grupos como los Defensores de la Tierra (Defenders of the Land) y la Red Ambiental Indígena (Indigenous Environmental Network) tienen muchas respuestas para el movimiento ambientalista, porque hablan de la transformación a gran escala. Si no estamos dispuestos, como gentes de la tierra, a combatir el colonialismo, no tenemos esperanza de sobrevivir al cambio climático. Las elecciones individuales no van a sacarnos de este lío. Necesitamos un cambio sistémico. Manulani Aluli Meyer estaba apenas en Peterborough —es una académica y activista hawaiiana— y estaba hablando sobre la teoría de las bifurcaciones [punctuated transformation]. Una bifurcación [significa] que no tenemos tiempo de dar los pasos completos, ni de hacer el cambio del tiempo; esto va a ser mucho más rápido.
Esa es la promesa y la inspiración que para mí sale de Idle No More. Eran pequeños grupos de mujeres alrededor de una mesa de cocina quienes se reunieron y dijeron: «No vamos a quedarnos sentadas aquí y planear y analizar esto, vamos a hacer algo». Y luego tres mujeres más, y luego dos mujeres más, y todo un puñado de gente y luego hombres se unieron y lo hicieron, y no era que hubiera mucha planeación y estrategia y análisis. Era la gente resistiendo y diciendo: «No más es no más y usaré mi voz y hablaré y veré lo que sucede». Y creo que fue porque aún estaba surgiendo y no había un líder ni una institución ni organización que cobró toda esa fuerza.
Sobre lo que sigue
Naomi: ¿cuál crees que será la siguiente fase?
Leanne: pienso que en el movimiento estamos en la siguiente fase. Hay muchas enseñanzas sucediendo justo ahora en nuestra comunidad y con foros públicos, hay mucho de ese trabajo interno, mucha educación y planificación pasando justo en este momento. Hay mucho trabajo interno de construcción de nación. Es difícil decir hacia dónde se dirige el movimiento, porque es tan bellamente diverso. Veo tal vez una segunda fase que será en la tierra. Va a ser local y será la gente manifestándose y oponiéndose a estos proyectos de explotación industrial a gran escala que amenazan nuestra existencia como pueblos indígenas —en el Anillo de Fuego,[5] las arenas bituminosas, el fracking, la minería, la deforestación.... Pero donde podrían haber hecho eso mediante la política o mediante la Ley de Evaluación Ambiental o por medios legales en el pasado, ahora pueden hacerlo mediante la acción directa. El tiempo lo dirá.
Naomi: quiero volver sobre lo que dijiste antes sobre la extracción de conocimiento. ¿Cómo balanceamos los peligros de la apropiación cultural con el hecho de que la cultura dominante realmente necesita aprender estas lecciones sobre reciprocidad e interdependencia? Algunas personas dicen que es cuestión de que cada quien encuentre su propia indigeneidad interior. ¿Es eso o hay alguna forma de reconocer el conocimiento y el liderazgo aborigen que evite la estrategia de ataque y fuga?
Leanne: creo que Idle No More es un ejemplo, porque pienso que hay una oportunidad para que el movimiento ambiental, los grupos de justicia social y los canadienses en general se manifiesten con nosotros. Hubo un segmento de la sociedad canadiense, que una vez tuvieron la información, estuvieron dispuestos a resistir a nuestro lado. Y eso me sirvió y también me inspiró. Entonces pienso que es un giro en la actitud de ver a los pueblos indígenas como un recurso que extraer a vernos como pueblos y naciones inteligentes, articulados, relevantes, vivos y respirantes. Creo que eso requiere que las personas y las comunidades y los pueblos desarrollen relaciones equitativas y llenas de sentido y auténticas con nosotros.
Tenemos muchas ideas de cómo vivir sin dañar nuestro territorio, donde existan jurisdicciones separadas y naciones diferentes, pero un territorio compartido. Pienso que hay una responsabilidad de parte de la comunidad y la sociedad convencionales de encontrar una forma de vida más sostenible y extraerse el pensamiento extractivista. Y asumir el trabajo que les toca y su responsabilidad de ingeniárselas para vivir responsablemente y respondiendo por sus acciones ante las próximas siete generaciones de pueblos. Para mí, eso es un cambio que la sociedad canadiense debe asumir, es su responsabilidad. La nuestra es continuar recuperando ese conocimiento, esas prácticas, los relatos y las filosofías, y reconstruir nuestras naciones de dentro hacia fuera. Si cada grupo estuviera haciendo su trabajo de manera responsable, pienso que no estaríamos atrapados en estas cajas.
Hay muchas oportunidades para los canadienses, especialmente en zonas urbanas, de desarrollar relaciones con los indígenas. Ahora más que nunca, hay oportunidades de aprendizaje para los canadienses. Solo en los últimos diez años, ha habido una explosión de escritos indígenas. Es por eso que para mí es importante venir a la ciudad hoy, porque estos son los tipos de conversaciones donde ves formas de salir de la caja, donde encuentras esos pequeños atisbos, esos hilos que sigues y cultivas, y entre más los cultives, más grandes llegarán a ser.
Idle No More es un cambio de actitud para considerarnos pueblos y naciones inteligentes, articulados, relevantes, vivientes y respirantes.
Naomi: ¿puedes hablarme un poco sobre el nombre de tu libro, Dancing On Our Turtle’s Back (Bailando sobre nuestro caparazón de tortuga), y lo que significa en este momento?
Leanne: por años he oído a la anciana Edna Manitowabi contar uno de nuestros relatos de creación sobre una rata almizclera y una tortuga. En esa historia, hay una especie de crisis ambiental. Porque en la cosmología Anishinaabeg, este no es el Primer Mundo, tal vez es el Cuarto Mundo en el que estamos. Y siempre que haya un desbalance y ese desbalance no se remedie, entonces con el tiempo hay una crisis. Esta vez una gran inundación cubrió al mundo entero. Nanabush, uno de nuestros seres sagrados, termina atrapado en un tronco con muchos de los demás animales. Están flotando en este inmenso mar de agua sin tierra a la vista. Para mí, eso se siente como donde estamos ahora. Estoy en un tronco con mucha gente, el mundo que mis ancestros conocieron y en el que vivieron ya no existe, y yo y mi comunidad necesitamos pensar una solución aun cuando todos nos sentimos abrumados e irritados. Es una situación intensa y nadie sabe qué hacer, nadie sabe cómo hacer un nuevo mundo.
Así que los animales comienzan a turnarse para explorar el fondo y buscar un puñado de tierra para usar como inicio de un mundo nuevo. Los animales fuertes van primero, y cuando aparecen sin nada, los más pequeños toman su turno. Finalmente, la rata almizclera logra traer su pata de tierra a la superficie. La tortuga se presta para que se coloque la tierra en su espalda. Nanibush ora e insufla vida en esa tierra. Todos los animales cantan y danzan sobre la espalda de la tortuga en un círculo, y mientras lo hacen, el caparazón de la tortuga crece. Crece y crece hasta convertirse en el mundo que conocemos. Es por eso que los Anishinaabeg llaman a Norteamérica Mikinakong, el lugar de la tortuga.
Cuando Edna cuenta esta historia, dice que todos somos esa rata almizclera, y que todos tenemos esa responsabilidad de tirarnos del tronco y bucear sin importar lo difícil que sea buscando alrededor ese pedazo de tierra. Y eso fue tan profundo y transformador para mí, porque no podemos esperar a que alguien más salga con la idea. El punto es que como vamos a mejorar esto es que cada quien se enlace con su propio ser, con sus dones y encarne este movimiento, encarne esta transformación.
Y por eso fue un relato transformador para mí en mi vida y me pareció muy relevante en términos del cambio climático, en términos del resurgimiento indígena, en términos de la reconstrucción de la Nación Anishinaabeg. Y así cuando la gente comenzó a danzar en círculo sobre el caparazón de la tortuga en diciembre y enero, me puse locamente feliz. Ver la naturaleza transformadora de esos actos me hizo darme cuenta de que es la encarnación, debemos encarnar la transformación.
Naomi: ¿qué sentiste cuando eso pasaba?
Leanne: amor. En un nivel emocional, físico, en un nivel espiritual. Sí, era amor. Era un amor profundo e íntimo. Como el amor que siento por mis hijos o el amor que siento por la tierra. Era ese tipo de amor auténtico, no el tipo romántico de amor efímero. Era un amor conectado con la tierra.
Naomi: y puede sentirse incluso en un centro comercial.
Leanne: incluso en un centro comercial. Y, ¿qué tan escandalizador es eso?
Notas