Análisis retrospectivo de las historias clínicas de una clínica veterinaria en Bogotá
Jorge E. Almansa M., Jorge Galán O. y Oscar Benavides O.
Grupo de investigación Quirón. Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Antonio Nariño.
Correspondencia: jorge.almansa@uan.edu.co
Recibido: 12-07-07 / Aceptado: 22-09-07
Key Words: canine brucellosis, canine parvovirosis, distemper, leptospirosis, tropical canine pancytopenia, zoonosis.
Sin duda, la situación de emergencia sanitaria que representa más claramente el grado de incoordinación de los médicos veterinarios colombianos ante la presencia de una nueva entidad patológica en la población canina es la de la parvovirosis, en el momento en que hizo su aparición en el año de 1979 (1). Sin mecanismos eficaces de comunicación, sin métodos apropiados de diagnóstico, ni laboratorios especializados para que lo llevaran a cabo y sin una organización gremial sólida, la enfermedad se propagó sin que jamás se llegaran a conocer los verdaderos alcances de sus efectos devastadores (2).
Hoy, con herramientas de organización tan relevantes como asociaciones de especialistas, mejor estructuradas y participativas, mayor número de facultades de medicina veterinaria y por ende de laboratorios e investigadores y la posibilidad de emplear el enorme potencial del Internet, la situación, aunque ha mejorado, continúa siendo precaria. Vale reconocer que en los últimos años los esfuerzos de investigación en la especie se han multiplicado, lo que nos permite conocer una situación fragmentaria sobre ciertas patologías. Por ejemplo, en un trabajo llevado a cabo por Castillo y colaboradores en el 2001, se comprobó que de 54 muestras de materia fecal provenientes de animales diagnosticados clínicamente como enfermos de parvovirosis canina, analizadas por PCR, únicamente en 4 se obtuvieron amplificaciones. Esto es el 7.4% de los casos (3), lo que deja al descubierto una grave deficiencia en el diagnóstico etiológico de enfermedad diarreica.
Tabla 1. Distribución de diagnósticos de acuerdo con los 34 grupos establecidos. Resalta la importancia de los problemas de piel y tegumentos y los procesos gastrointestinales. Los problemas odontológicos presentan un porcentaje significativo.
En una encuesta serológica de 305 perros llegados a consulta a la clínica de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional, se encontró un 20,3% de reacciones positivas, es decir 62 animales infectados (4), lo que demuestra, de una parte el riesgo al que se encuentran expuestos los propietarios de mascotas y de otra, la importancia de contar con sistemas de diagnóstico e información epidemiológica para la especie. A pesar de estos y otros esfuerzos locales por conocer mejor las enfermedades caninas, su importancia clínica y el riesgo que algunas entidades representan para los propietarios de mascotas por su carácter zoonótico, lo cierto es que para evaluar la importancia de la gran mayoría de las patologías se debe recurrir a estadísticas foráneas, pero sobre todo a los datos aportados por textos clásicos en medicina veterinaria, que no necesariamente están actualizados o pueden extrapolarse a nuestras condiciones.
Conocer la situación epidemiológica de las enfermedades que afectan a los caninos en una región geográfica determinada, permite, entre otras cosas, encausar los recursos de investigación hacia la generación de un mayor impacto positivo, dar señales para que los nuevos profesionales realicen especializaciones en áreas prioritarias y alertar a las instituciones estatales sobre el posible riesgo que enfermedades emergentes pueden tener para el país, como puede ser el caso de la influenza canina, diagnosticada en la Florida, Estados Unidos, en el año 2004, y sobre la cual poco se conoce en Colombia a pesar del tráfico de animales con ese país, o el de leptospirosis producida por serovares distintos a los tradicionales (5).
De otra parte, se realizó una selección de casos exclusivamente de la especie canina. La base de datos cuenta con registros desde 1988, pero en muchos de ellos la información es fragmentaria por lo que sólo se analizaron los registros entre los años 1994 y 2004. Con los ajustes realizados la base de datos final fue de 72.248 registros. Los campos analizados fueron: raza, sexo, edad y diagnóstico. Para el trabajo estadístico las edades fueron agrupadas en tres grupos etáreos así: menores de 1 año, de 1 a 7 años y mayores de siete años.
En las historias clínicas aparecen un total de 1584 diagnósticos diferentes. Para su análisis, éstos se agruparon de acuerdo con 34 diferentes especialidades así: cardíaco, piel y tegumentos, endocrinología, etología, gastroentérico, genética, hematología, infecciosos, músculo-esquelético, neonatal, neurología, nutricional, odontología, oftalmología, oncología, ortopedia, parasitología, quirúrgico, manejo reproductivo, respiratorio, abdomen agudo, toxicología, traumatología, urología, vascular, adherencias, cardiovascular, crecimiento y desarrollo, inflamación, inmunología, metabolismo, oído, vacunas y nada especial.
Para determinar el porcentaje total de animales que fueron vacunados, se tomó la base de datos completa, sin embargo, para los análisis posteriores se prescindió de los casos de vacunación ya que esto no es un diagnóstico. Es importante anotar que en muchos casos el proceso de agrupación resultó difícil, dado que un mismo diagnóstico puede estar en distintos grupos simultáneamente. En estos casos se escogió el ítem más significativo. Por ejemplo, moquillo se consideró siempre en infecciosos, independientemente del síndrome clínico observado. De la base de datos original se obtuvieron cuatro archivos en formato de texto, los cuales posteriormente, se organizaron para proceder a su depuración. Luego los datos se almacenaron en el paquete estadístico SPSS para su análisis.
Los resultados obtenidos están de acuerdo con la literatura internacional, que señala a los problemas de piel como los más relevantes en la clínica canina y entre ellos se establece que las alteraciones determinadas por hipersensibilidades de tipo I, en especial la alergia a la picadura de pulga, corresponden a las más prevalentes. Según Lyman, «la mayoría de las quejas de los propietarios se relacionan con padecimientos de la piel que presentan los pacientes» (6).
De acuerdo con Prélaud, las intolerancias alimentarias corresponderían al 20% de las causas de prurito no parasitario en el perro (7). Según Scott y colaboradores en 1997, entre el 20 y el 75% de los perros atendidos en la práctica promedio, tienen problemas cutáneos como principal motivo de consulta (8, 9). Los mismos autores citan dos trabajos, uno publicado en 1978, realizado por la Compañía Ralston Purina, en el que indican que el 25% de toda la actividad clínica en animales pequeños se relaciona con problemas de piel y la encuesta nacional de la Compañía Alpo, en Estados Unidos, adelantada en 1985 sobre 2540 veterinarios reveló que las dermatopatias constituyen la causa más frecuente de consulta (8).
De otra parte, a pesar de la gran importancia que tienen los procesos odontológicos, la formación de médicos veterinarios no contempla una profunda formación en diagnóstico ni tratamiento odontológicos. La enfermedad periodontal es la patología más importante en lo que respecta a la odontología veterinaria, en especial en relación con las especies de compañía (10). El 85% de los perros mayores de dos años, sufre algún grado de enfermedad periodontal (11). Si bien el 7,1% de consultas veterinarias, obtenido en el presente estudio, corresponden a procesos odontológicos, cabe esperar que la problemática sea aún mayor, ya que sólo se tienen en cuenta los casos en los que los animales tenían problemas clínicos asociados con su cavidad oral. En algunas razas, especialmente las braquicefálicas, la mala oclusión se considera una característica.
Es importante resaltar que las enfermedades infecciosas tales como moquillo, leptospirosis o parvovirosis, constituyen un porcentaje mínimo de los diagnósticos realizados en los animales en consulta, lo que podría reflejar el impacto positivo de la aplicación juiciosa de planes inmunoprofilácticos, o que en realidad no existe manera de monitorear la mortalidad neonatal asociada con procesos infecciosos.
En la Tabla 2 se observa que las dos razas más frecuentes en consulta son el Labrador retriever y el French poodle que corresponden al 41.2% de los animales estudiados. Estas estadísticas justificarían un estudio sobre las patologías más frecuentes en estas razas. Por otra parte, permiten apreciar que los propietarios de perros buscan ante todo animales de compañía dóciles, juguetones y amistosos. A pesar de que no existen trabajos al respecto, es notable la manera como las preferencias de los propietarios por ciertas razas caninas se han modificado a través del tiempo. Mientras que en los años setenta el perro criollo, el pastor alemán, el pastor colie y el pequinés, entre otros, eran algunas de las razas con mayor frecuencia que se tenían en consulta, hoy son pocos los propietarios que mantienen ese tipo de animales.
Tabla 2 .Razas caninas más frecuentes en consulta.
Tabla 3 .Grupos de edades y frecuencias
Tales preferencias resultan de interés médico dada la susceptibilidad de algunas razas a padecer cierto tipo de patologías. Son bien conocidos por los médicos veterinarios los problemas reproductivos que se ven en el Bull dog, las patologías cardíacas asociadas con el Pinsher miniatura, la sensibilidad de la piel del Sharpei o las neoplasias de piel que se observan en el Boxer.
La distribución por edades de los animales en consulta, refleja que cada vez más los procesos propios de la vejez se van consolidando como relevantes en la práctica veterinaria canina. Es importante hacer notar que el 10% de todas las visitas clínicas, se hacen para cumplir con los planes de vacunación, por lo que el número de animales jóvenes atendidos es mayor que el que aparece. Sin embargo, debido a que estos animales estaban sanos y no existe registro de un diagnóstico, no fueron tenidos en cuenta en los análisis estadísticos relacionados con patologías.
Mientras en las explotaciones de animales para consumo, los principales problemas de morbimortalidad ocurren en el periodo perinatal, en las estadísticas obtenidas a partir de datos propios de las historias clínicas de los perros en consulta, estas cifras posiblemente se encuentran muy por debajo de los datos reales debido a que los animales mueren en casa o en las perreras; las causas de muerte y los decesos no son registrados. Sin embargo, como puede verse en la Tabla 3, los animales menores de un año corresponden a 8.892 casos, a pesar de que para ese grupo se contempla poco tiempo, en el siguiente grupo se estudian los de 1 a 7 años y los mayores de 7 años.
En la Tabla 4 podemos observar la distribución de los individuos de cada raza entre los tres grupos de edad establecidos. Esto nos ayuda a predecir, de acuerdo con el número de individuos jóvenes en cada raza la constitución futura de la población. Por ejemplo el Labrador retriever presenta una población joven de 2576, superior a la de todas las otras razas, lo que nos permite pensar que en la actualidad es la raza preponderante.
Tabla 4 .Distribución por edades de las distintas razas caninas
Tabla 5 .Discriminación de la población de cada raza de acuerdo con el diagnóstico establecido.
Tabla 6 .Distribución de la población de acuerdo con sexo y edad.
La importancia de los datos que muestra la Tabla 5 estriba en la comprobación por ejemplo de la gran susceptibilidad a padecer problemas de piel que presenta la raza Sharpei (34,4% de las consultas para esta raza involucraban dermatopatias).
En la Tabla 6 podemos ver la distribución de población canina en consulta de acuerdo con sexo y edad. En general vemos que hay preferencia por la tenencia de mascotas machos ya que estos constituyen los mayores porcentajes en todos los rangos de edades. Otra posible, pero improbable lectura de estos resultados sería la presentación de mayor cantidad de casos clínicos en los perros machos.
En la Tabla 7 se discriminan los diagnósticos por sexo. Sin embargo, su interpretación resulta difícil debido a que llega un mayor número de animales machos a consulta. Vale la pena resaltar que el 54,8% de la consulta oncológica está conformada por hembras, debido posiblemente a la prevalencia de cáncer de mama. El 67,2% de los animales que llegan por manejo reproductivo son hembras. En parasitismo y traumatología los pacientes machos prácticamente doblan a la cantidad de hembras en consulta, lo cual no se compadece con la posible distribución de la población por sexos. Estos resultados estarían señalando que existe una mayor predisposición de los machos a sufrir traumatismos e infestaciones parasitarias de diversa índole.
Tabla 7. Distribución de los distintos grupos de diagnósticos de acuerdo con el género de los pacientes.
Tabla 8 .Relación de los tres distintos grupos de edad con los diagnósticos realizados.
La Tabla 8 muestra, entre otras cosas, la importancia que procesos como los neoplásicos (oncología), cobran en el grupo de edad de animales mayores de los 7 años, en el que alcanzan un 69% del total de consultas oncológicas. La consulta odontológica corresponde en un 47 % a animales mayores de siete años. Por su parte, el manejo reproductivo, como cabría esperar, y los traumatológicos, se ven con mayor frecuencia en el grupo de animales de edad media entre 1 y 7 años.