REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA Y DEMOCRACIA DEL CONOCIMIENTO. POR UNA UNIVERSIDAD INNOVADORA

Orlando Solano Barcenas[1]

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RESEÑA

Este libro tiene como epígrafe una de esas famosas sentencias macondianas de proyección universal de nuestro Gabriel García Márquez: “En el mundo están ocurriendo cosas increíbles [...] Ahí mismo, al otro lado del río, hay toda clase de aparatos mágicos, mientras nosotros seguimos viviendo como los burros.”2 “Esas cosas increíbles” son las que se han erigido hoy en los enormes retos y oportunidades que enfrentan políticos, administradores, profesores e investigadores en el sistema educativo y principalmente en la universidad, a fin de reducir la brecha digital. Se trata de una investigación sobre el impacto de las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento en el conjunto de la sociedad, y de manera particular en la educación superior en España, Portugal y América Latina, con miras a lograr una educación común universal, orientada a la creciente activación de la sociedad civil, facilitar que cada ciudadano participe en el ejercicio de derechos y responsabilidades y así continuar avanzando en el proceso civilizatorio de forma más justa e igualitaria.

La simultaneidad de cambios en la tecnología y en la forma de comunicación explica la irrupción veloz de la sociedad del conocimiento en sustitución de la sociedad industrial con sus consiguientes efectos en todos los ordenamientos, social, económico, y político, también en la psicología y comportamiento de los seres humanos. El dilema que enfrenta el ciudadano desde sus diferentes roles es el de asumir o rechazar los cambios. La cuestión que motiva la investigación que han realizado los autores de este libro es el papel que le corresponde jugar a los responsables de la educación, particularmente a los de la educación superior, y sus posibles efectos sobre el sistema político democrático haciéndolo más inclusivo e igualitario. Lo cierto es que el gran salto tecnológico -la sustitución del sistema analógico por el binario- ha dado lugar al cosmopolitismo digital y a la disponibilidad abierta del conocimiento a todos, con lo que ha surgido un nuevo paradigma económico que se proyecta sobre las demás esferas de la vida social: democracia cognitiva mediante la educación para todos.

Los cambios tecnológicos siguen introduciendo transformaciones en nuestra forma de pensar y comunicar, cambios que se proyectan en el ámbito educativo, alteran sus objetivos tradicionales, inclusive la metodología, el currículo y la tecnología del aprendizaje como puede apreciarse en los principios del conectivismo. Al mismo tiempo, es indispensable mantener la orientación educativa hacia un humanismo tecnológico capaz de pensar de modo crítico cómo las tecnologías de la información y la comunicación podrían potenciar, a través de la igualdad de acceso al conocimiento y la interconexión, la libertad y bienestar de las personas.

El nuevo mundo del conocimiento, el del cosmopolitismo digital, abierto a todos y en el que todos somos parte del sistema y del proceso educativo que ahora se extiende durante toda la vida, en la denominada sociedad del aprendizaje, revela horizontes de una nueva civilización basada en los principios de libertad, creatividad, innovación, igualdad y convivencia que abren el camino hacia una democracia cognitiva. En aplicación de esta premisa, los autores hacen especial énfasis en el uso apropiado de las tecnologías de la información y de la comunicación con miras a lograr una educación básica común universal, orientada a la activación creciente de la sociedad civil, que tenga como fin facilitar que cada ser humano pueda participar como ciudadano en el ejercicio de derechos y responsabilidades.

El cosmopolitismo digital y la democracia cognitiva tienen lugar en el ciberespacio que sirve para conectar a la gente más allá de las barreras lingüísticas, nacionales o culturales, lo que incentiva la colaboración y genera desarrollo humano. El Internet está impulsando la descentralización del conocimiento y revitalizando el voluntariado, el compromiso cívico, la economía colaborativa, el trabajo comunitario, el sentido de posesión y derecho de explotación de lo procomún, y el proceso democrático, convirtiéndose en una poderosa herramienta de desarrollo educativo y de nuevas formas de participación.

Retos y oportunidades a los que tienen que enfrentarse los políticos –los más rezagados en asumirlos–, que detentan en sus diferentes ámbitos la potestad rectora y compulsoria de las normas de la sociedad y condicionan la adopción de decisiones que afectan a la comunidad humana; los empresarios, responsables de la economía productiva y principales beneficiarios, comenzando por los del sector financiero; los administradores, profesores e investigadores del sistema educativo, a cuya cabeza está la universidad, encargada de entrenar y formar el talento humano en armonía con las nuevas competencias y valorando su función humanística. Unos y otros tienen que decidir entre abrir espacios a la innovación tecnológica y a la innovación social, en todas las disciplinas del conocimiento, o mantener el statu quo, donde se refugian los satisfechos en la complacencia, los denominados enemigos internos. Lo evidente es que en el campo educativo el cosmopolitismo digital ha abierto la fosa para sepultar la enseñanza vertical, en la que el profesor enseña y el alumno aprende; la educación como medio de preservación de las élites; el acceso cerrado al conocimiento básico común; el sistema de currículo único, rígido, memorista y conductista; y el ecosistema educativo del claustro.

Néstor Hernando Parra, de larga trayectoria en el quehacer universitario colombiano e internacional, y Francisco Arenas-Dolz, profesor y filósofo de la Universidad de Valencia, España, ambos residentes en esa ciudad levantina, concibieron este libro en tres partes, y en cada una de ellas recurren a sendas metáforas organizadoras, que, como toda metáfora, sirven para entender una cosa en términos de otra, y tienen el poder de estructurar nuevos campos de significado y de experiencia. En la primera parte, “La constante tecnológica”, la metáfora invocada es la «comunidad virtual», entendida como «redes de lazos interpersonales que proporcionan sociabilidad, apoyo, información, sentimiento de pertenencia y una identidad social»[3]. Es como si estas comunidades existiesen sólo al otro lado del espejo – al otro lado de la pantalla– en un mundo paralelo de redes descentralizadas que resulta difícil imaginar, pero que está en una dimensión que trasciende lo físico, que supera la dimensión espacio/tiempo, que con frecuencia se está resituando, que se retroalimenta comunicativamente a través de las aportaciones de sus seguidores y usuarios. Esta metáfora posee una importancia nuclear, puesto que plantea el continuum entre realidad y virtualidad a través de la red. Esta aceleración en los avances de la tecnología está incidiendo de forma brusca, casi violenta, en la vida, costumbres y comportamientos del ser humano, y –particularmente donde se ha ido extendiendo con rapidez– insta a realizar cambios.

La siguiente metáfora, utilizada para la segunda parte del libro, “Ciudadanía, Internet y Democracia”, es la «navegación» y sirve para ayudarnos a enfocar muchos de nuestros conflictos actuales en torno a los modos en que las ideas y las tecnologías son creadas, distribuidas y usadas. Internet ofrece infinitas posibilidades, pero también es fácil perderse navegando por el inmenso mar informativo de Internet lleno de atractivos «cantos de sirena» y de piratas. La idea que subyace a la metáfora marítima es que en el mar las nociones de propiedad y soberanía quedan diluidas; al contrario de lo que pasa en tierra, donde soberanía y propiedad rigen las relaciones entre personas y pueblos.

En la tercera parte, “Por una universidad innovadora”, recurren a la metáfora «evolutiva», para considerar a la universidad como un sistema biológico dinámico, que evoluciona. La universidad es y se comporta como un ser vivo, y para sobrevivir necesita convivir con su medio, no sólo adaptándose a los cambios en el entorno, sino generando también cambios en él, lo cual debería definir su carácter como actor social innovador. Afirman que las universidades deben aprender, aprender a aprender y evolucionar con su entorno para sobrevivir. Esta metáfora permite enfrentar discusiones dicotómicas y nos abre a una comprensión de la universidad no como un sistema físico, donde unos pocos deciden y la tecnología sirve exclusivamente para la integración de datos, sino como un «sistema de relaciones», donde todos colaboran para alcanzar una visión compartida, y la tecnología está al servicio de la conectividad entre personas.

Una universidad innovadora –en contraposición a la del statu quo– tiene una doble misión. En primer lugar, adaptarse, en función del pensamiento crítico, a la modernidad científica y social, integrarla y aportar enseñanzas útiles a la sociedad. Para ello es fundamental comprender los profundos cambios –a veces bruscos e insospechados– que han introducido los nuevos sistemas de comunicación no sólo en los procesos productivos y en las instituciones políticas, sociales y culturales, sino también en la mente y el comportamiento humano. Además, es necesario ofrecer una cultura más allá de lo profesional en la que impere la ética de la democracia del conocimiento. Fuerza comprender que las oportunidades de la sociedad del conocimiento tienden a facilitar vivir mejor y progresar equitativamente. La tesis de la educación básica común universal sirve para resaltar una función que ha caracterizado a la universidad de siempre: el cultivo de la filosofía, la reflexión y las humanidades entendidas éstas como las artes liberales, las acciones que liberan al individuo y le permiten cumplir con su misión en armonía con la cambiante realidad social.

Los autores centran su estudio en la proyección de estos cambios en la educación superior en el amplio espacio territorial de los países de la Península Ibérica y los de América Latina, dados los rasgos de identidad cultural y relativa cercanía en el grado de asimilación del desarrollo tecnológico digital. España y Portugal han desacelerado sus avances ante la crisis surgida en 2008 y por aplicación de políticas equivocadas. En cambio, los países latinoamericanos han puesto especial énfasis en la extensión de la educación como instrumento para progresar y al mismo tiempo reducir la pobreza, la desigualdad y las injusticias sociales. En esta dirección, más allá de toda consideración ideológica de cada gobierno, vienen adoptando políticas y agendas digitales que inciden masiva y velozmente en su población y tienden a reducir la brecha tecnológica.

En Revolución Tecnológica y Sociedad del Conocimiento, Por una universidad innovadora, Parra y Arenas-Dolz también presentan y analizan en forma breve la evolución histórica de los procesos innovadores en España, Portugal y Latinoamérica y la distribución de la tecnología en las regiones del espacio iberoamericano, exponen la tesis de la educación básica común universal como plataforma de lanzamiento para el continuado ascenso igualitario del ser humano con un propósito claramente político: empoderamiento a cada ciudadano –dotándolo de las competencias adecuadas– para participar en los beneficios de la civilización y ayudar a construir su propio entorno comunitario en armonía con sus congéneres y con la naturaleza. Invitan a que en ambos lados del Atlántico la universidad –profesores e investigadores, directivos y gestores- innove, previo ejercicio del pensamiento crítico, a fin de asumir las transformaciones que se están sucediendo en la sociedad real. La universidad concebida no como un sistema físico, donde unos pocos deciden y la tecnología sirve exclusivamente para la integración de datos, sino como un «sistema de relaciones», donde la tecnología está al servicio de la conectividad entre personas y todos colaboran para alcanzar una visión compartida aunque diversa.

En el actual contexto de nuestros países, la vía para responder a la revolución digital y avanzar en la senda de la democracia del conocimiento pasa necesariamente por la asimilación de este nuevo tipo de cultura para lo cual es recomendable intensificar sustancialmente los programas de internacionalización de las universidades, mediante convenios que faciliten el intercambio de estudiantes, profesores y el desarrollo de investigaciones colaborativas conjuntas, que les permita conocer la realidad cultural de otros países, a fin de sumar sinergias, comenzando por los del doble espacio iberoamericano en el que germinen proyectos de integración que faciliten la movilidad educativa y laboral.

Asimismo, es importante potenciar foros internos e internacionales de la comunidad universitaria donde se analicen y evalúen, de forma crítica, políticas y programas nacionales o transnacionales en los que se contraste la realidad del cosmopolitismo digital y las características de la cultura propia; instaurar una modalidad de investigaciones y publicaciones colaborativas en las que, gracias al empleo de aplicaciones tecnológicas apropiadas, participen investigadores de forma ubicua; fortalecer los mecanismos de seguimiento, observatorios, comisiones y otras formas colegiadas; y llevar a cabo proyectos de integración de los avances del conocimiento científico con las humanidades a través de redes.

En la parte conclusiva, redactada a manera de un manifiesto cultural, los autores hacen planteamientos en el ánimo de viabilizar el camino hacia la obtención real de los fines de su propuesta. El mundo está cambiando, el entorno de las comunicaciones está cambiando y para seguir su ritmo la educación superior tiene que transformarse, tiene que innovar donde la universidad aún permanece anclada a una sociedad ya inexistente, y continuar experimentando e innovando con mayor intensidad allí donde ya estén aplicando el nuevo paradigma de la sociedad del conocimiento. Esto es lo esencial de su argumentación. Como puede apreciarse, se trata de un libro de obligada lectura y análisis para directivos y profesores de las diferentes áreas académicas de la universidad colombiana, la que avanza de forma asimétrica, pues, inclusive algunas permanecen atadas al paradigma de la sociedad industrial. Como lo afirma Raúl Espejo[4] al referirse a este libro: “Los autores argumentan que la revolución digital está transformando la sociedad industrial en una sociedad del conocimiento, que, quiérase o no, está construyendo la universidad del futuro”. Los detalles se encuentran en el análisis que el lector tiene en las páginas de este libro en buena hora disponible a la comunidad universitaria colombiana, pero también a los políticos quienes en últimas adoptan las decisiones generales que encauzan a la sociedad y a sus ciudadanos hacia un mundo signado hoy por la velocidad de los cambios que invaden cual tsunami arrasador.

Bogotá, agosto 2015


[1] Editor revista Misión Jurídica, Doctor en Derecho, Ciencias Sociales y Políticas cum laude de la Universidad del Atlántico. Magister en Derecho Público francés, Derecho Administrativo, Sociología Jurídica y Política. Estudios del Diploma de Estudios Superiores en Historia de las Instituciones de la Universidad de París II (PanthéonAssas). Profesor Titular de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor Titular de la Escuela Superior de Administración Pública. Tratadista. Conferencista y Ponente Internacional. Investigador. Miembro de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Academia de Derecho Internacional de La Haya. Miembro de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Academia de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de Salónica, Grecia. Ex Procurador General de la Nación (e), Ex Viceprocurador General de la Nación, Ex Presidente y miembro del Consejo Nacional Electoral. Miembro Asociación Internacional de Derecho Administrativo AIDA.

[2] http://www.amazon.es/gp/product/1507594992?keywords=revolucion%20tecnol%C3%B3gica%20y%20democracia%20del%20conocimento&qid=1437206910&ref_=sr_1_fkmr0_1&s=books&sr=1-1-fkmr0

[3] Wellman, B., «Physical Place and Cyberplace: The Rise of Networked Individualism», International Journal of Urban and Regional Research 25.2, 2001, 227-252.

[4] Director General de World Organization of Systems and Cibernetics –WOSC.